Recuento
10 de Noviembre 2010
El incidente anteriormente descrito se ha repetido tantas veces que es imposible contarlos, solo la décima parte de los tontos que se meten a ese maldito y abandonado lugar salen lo bastante cuerdos para narrar lo que vieron; naturalmente nadie les cree ni media palabra, y quienes les creen están casi, tan o más locos que ellos.
Hasta aquí dejo constancia de los hechos ocurridos en aquel embrujado lugar, os preguntareis quien soy, como se tanto o de donde obtuve tal información, a todas esas interrogantes y otras que quizás ni se atrevan a formular hay una sola respuesta: yo estuve presente en aquel hórrido e inhumano lugar durante muchos años.
Mi historia empieza cuando tenia solo 8 años de edad, quede huérfano tras un par de lamentables accidentes, mi padre murió en un derrumbe de la mina donde trabajaba, y mi madre murió defendiéndose de un ebrio que trato de ultrajarla, gracias a dios la justicia le llego a aquel infame hombre, pero la invisible mano de nuestro señor intervino, haciendo que el demonio lo sedujera a optar por la puerta falsa, viéndolo en retrospectiva, cuando se suicido aquel cobarde fue al único tribunal donde ningún soborno es aceptado, al único lugar donde se ejerce la verdadera justicia.
Al quedar huérfano, me acogió un hospicio, el cual, como solía suceder en aquellos años (estoy hablando de 1937) era administrado por la iglesia católica, como la inmensa mayoría del pueblo en la época era muy pobre, nunca llego alguien dispuesto a adoptarme, así que al poco de mi llegada le pregunte al padre encargado de nuestro cuidado si podía ordenarme sacerdote, me explico que si quería llegar a serlo, debía empezar desde abajo, es decir como monaguillo, para acortar esta parte el mismo año de mi llegada al orfanato me ordene monaguillo, no les mentiré diciendo que viví en un lecho de rosas; porque seria una mentira descarada de mi parte, fue bastante sufrida mi vida de monaguillo, llego el año de 1940, me entere a través de la gente que en nuestro amplio mundo se libraba una cruel y sangrienta guerra del otro lado del océano, de ambas costas mexicanas, me entere también que el enemigo era poco menos que un demonio, el cual mataba sin contemplación alguna a hombres, mujeres, ancianos y, lo peor, niños como yo. Ese mismo año, el padre de mi iglesia fue reasignado como encargado de una pequeña capilla en un muy extraño lugar (al menos para mi), un manicomio; hizo el favor de llevarme con él, dado que me tomo cariño, y era muy trabajador, nuestra labor era como en todas partes, según aprendí años después, llevábamos consuelo espiritual a las familias o amigos de aquellos que eran internados ahí.
Por desgracia, las "piedras" que nuestro señor pone en nuestro camino suelen ser imprevistas, y si no estas atento a estas, destruirás mas de un buen par de zapatos, un día, el padre para el que trabajaba, cuyo nombre creo es buen momento para mencionarlo: Ramón Dominguez; bueno, como decía, el padre Ramón discutió con el director del manicomio, debido a un incidente relacionado con un paciente que acababa de llegar, corría el año de 1941, yo tenia 12 años de edad, el paciente en cuestión fue diagnosticado con conducta socio-pata, esquizofrenia y ademas con trastorno limite de personalidad*, este "paquete" de males psicológicos provocaron que el pobre hombre difícilmente pueda distinguir entre el mundo real y sus propias alucinaciones, las cuales, según él, lo obligaban a agredir a sus semejantes. El director del manicomio insistía en tratar al hombre con descargas eléctricas, potentes drogas que, en resumen alentaban su mente, e insistía en recluirlo de por vida en una celda acolchada, amordazado con una camisa de fuerza; mientras que mi mentor insistía en darle un trato mas humano al hombre, después de todo, decía él, es lo que nos diferencia de los animales que masacran a todos esos inocentes al otro lado del "charco", el hombre insistió en que mi mentor no era doctor, tampoco enfermero, ni psicólogo, mucho menos sabia una palabra sobre psicología, psiquiatría, neurología o ciencias afines.
El padre Ramón estaba tan indignado por la obtusa conducta de aquel hombre, que poco le falto para romper sus votos, y golpear al hombre hasta serenarse; recuerdo haber sido yo la voz de la razón en aquel momento, le insistí a mi mentor dejar el asunto por la paz, supongo pese a su enfado en el padre aun reinaba la razón, pues prefirió seguirme en silencio, clausuro la diminuta capilla del manicomio y en la puerta dejo pegado una hoja de papel indicando donde podían encontrarlo si lo requerían.
Dicho lugar fue a unas calles de ahí, cuando llegamos notamos una capilla abandonada, el padre comento, que de ordenarme sacerdote, podría ser que en esa capilla oficiase misa y lleve la palabra de Dios a quien quisiera oírla, volviendo al tema, ninguno de los dos creyó jamas que dicha capilla siguiera abandonada, habían pasado unos meses, casi el año de hecho, rápidamente nos pusimos a trabajar, limpiando el lugar y arreglando todo lo que podíamos, con lo que pudiéramos encontrar, recuerdo que el ruido de nuestra labor atrajo a los vecinos, tras explicarles breve-mente lo ocurrido, varios de los que tenían algún oficio se ofrecieron a ayudarnos en su tiempo libre, y si no lo tenían, nos obsequiaban materiales que a ellos no les servían, pero a nosotros nos venían, literalmente, como caídos del cielo; en menos de una semana le dimos a la capilla un aspecto mas que decente, el primer domingo que pasamos ahí, acudieron feligreses, y el padre Ramón oficio misa, recuerdo que el diezmo obtenido ese día nos alcanzo para comprar una abundante comida, y hasta sobro para comprar materiales que no podríamos obtener de otro modo, al menos no en el futuro inmediato.
Ese año lo recuerdo con bastante cariño pues fue el ultimo que pase con mi mentor antes de irme a estudiar para mi ordenación como sacerdote.
Cinco años después, logre ordenarme como sacerdote, logre obtener el privilegio de poder elegir a donde quería ser enviado a predicar, decidí ir con mi mentor, cosa que no me negaron; para mi desgracia y tristeza, en esos años que estuve ausente paso una tragedia, aquel loco al que mi mentor defendió, exigiendo que sea tratado como un ser humano, se libero de su camisa de fuerza, forzó los seguros de su celda y escapo del manicomio, no sin antes dejar al director, aquel que insistió en convertir al hombre en algo solo un poco mas inteligente que un vegetal a base de drogas, como una coladera, escuche que recibió al menos cincuenta cuchilladas antes de morir, lo cual no le basto al demente, pues triplico la cantidad de cuchilladas antes de aburrirse y abandonar el cuerpo como si este fuera basura. Mi mentor, el padre Ramón, no fue tan tonto como el director, pero le supuso un final mas doloroso, escuche de la policía que aquel demente le ato una soga al cuello, de algún modo logro colgar esta del campanario de la capilla y lo ahorco.
Debo decir que esta escapada, fue solo la primera de muchas fugas, casi todas resultaron en alguna inocente victima asesinada, su ultima escapada la registre paginas atrás, terminando en el asesinato de aquella chica, y su posterior suicidio.
Unos meses después, en 1979, empezó la verdadera pesadilla, tanto para los internos como el personal del San Rafael.
Actualmente, el lugar esta totalmente abandonado, pero las constantes evidencias de aquellos valientes (o estúpidos) que se atreven a traspasar el enrejado y penetrar dentro del lugar solo me confirman que el alama de aquel demente es la causa de tanta actividad paranormal en el lugar.
No soy exorcista, pero mi deber de sacerdote es erradicar al demonio de este mundo, y juro por Dios que moriré intentándolo...
Notas
* La conducta socio-pata provoca que quien la sufre, cometa actos, por asi decirlo ilegales, robos, estafas, y en los peores casos asesinatos; la esquizofrenia provoca alucinaciones y ataques epilépticos; el trastorno de personalidad, entre otros síntomas, provoca ataques de depresión, irá, entre otros
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