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•Más que un saludo, una despedida•

1|Más que un saludo, una despedida|

Después de cepillar sus dientes determinadamente, hasta que estos rechinaran y brillaran relucientes, camino a paso rápido hacia la puerta principal.

Estaba listo. Siempre está listo. Iniciaba el primer año en el instituto. No estaba emocionado, era simplemente como ir a trabajar. No le interesaba hacer amigos, no quería desenfocarse de sus trabajos. Tenía un objetivo e iba a lograrlo.

—¡Chris, tu almuerzo!– gritó su madre desde la cocina. Claro el almuerzo, se le había olvidado. Se acercó a su madre y le dedicó una tierna sonrisa.

—Gracias, mamá.– los ojos de su madre reflejaban ternura pura. El poco tiempo el cuál podía estar con su hijo, lo aprovechaba para poder mirar a los ojos de ese chico tan dedicado, había aprendido a valorar el tan solo ver sonreír a su niño.

—Diviértete, ¿sí?– era sincero, su madre quería que Chris tuviera amigos, ella estaba al tanto de lo que le costaba socializar a su hijo.

—Mamá, voy al instituto, no a un circo.– dijo el frío de Chris mientras tomaba la bolsa de su almuerzo. La señora sonrió de nuevo, y solo se limitó a asentir.

Era un dia cualquiera para Chris. No tenía por qué ser diferente a los demás, solo iría al colegio, pondría atención, haría sus trabajos y se iría. Era su plan diario.

Al llegar a su instituto, logró ver caras conocidas de años pasados; caras que solo conocía por haber hecho proyectos en equipo con ellos. Fuera de eso parecía haber mucha gente nueva para él.

Había llegado temprano, faltaban veinte minutos para que empezaran clases, así que se dio la libertad de escuchar algo de música mientras se dirigía serio hacia su casillero. Sus audífonos azules adornaban su brillante y abundante cabellera castaña. Música tranquila ambientaba sus pensamientos. Estaba enfocado en ordenar perfectamente su casillero. Pero su concentración no duró mucho; unos delgados dedos tocaron su hombro vestido de su chaqueta negra favorita.

Volteó y se topó con la cara de una chica. Era una cara de las cuales recordaba, su cabello negro liso y sus ojos rasgados se lo decían. Observó como sus labios se movían, pero no podía entenderla a causa de la música. Se retiró los audifinos algo fastidiado.

—Chris... ¿Te acuerdas de mí, cierto? Emily... – pronunció, ayudándolo a hacer memoria. La verdad es que Chris si la recordaba, ella era la chica por la cual había estado enamorado en séptimo año. Aunque era más como una forma de distraerse un poco, pero ahora lo recordaba como un error.

—Claro que recuerdo. Te ves... distinta.– dijo tratando de no sonar muy indiferente. Los ojos de la chica se enchinaron más por causa de su sonrisa.

—Tú también... Te ves bien, Robinson.– sintió una molestia rara en su interior por haber sido llamado por su apellido. Estaba consciente de que ella coqueteaba con él, no era tonto. Pero no le interesaba, hace un buen rato que Chris había olvidado que era el sentirse atraído por alguien.

Chris solo supo responder encogiéndose de hombros. La chica seguía observándolo, algo que ponía incómodo a Chris. Él necesitaba terminar de arreglar sus cosas, pero tampoco quería ser tan grosero con ella.

—¿Qué te parece si seguimos hablando en el almuerzo, Emily?– era su excusa perfecta, aunque después se arrepentiría, no quería pasar su descanso con ella.

—Claro. Nos vemos, Chris.– sintió un escalofrío cuando la chica le guiñó el ojo. Emily camino lejos de él. Por fin, Chris pudo respirar.

Terminó de ordenar su casillero y volvió a colocarse sus audífonos para escuchar de su música mientras esperaba a que las clases dieran inicio. Mientras tanto, también se dio la libertad de leer un poco. "La Clave Del Éxito" era un buen libro, pero no era que le sea entretenido, pero no se podía enfocar en otros libros como cuentos de ficción, eso solo lo sacaba de la realidad.

Una de sus canciones había terminado y hubo un momento de silencio, y en eso volvió a escuchar una voz. Alzó la mirada. Otra chica. Pero esta había logrado captar la atención del chico rápidamente. Se descolocó los audífonos y puso su atención en ella. ¿Que hacía? ¿Por qué le ponía tanta atención?

La chica de ojos azules brillantes se posó en la mirada verde del chico. Su cabello era algo sumamente extraño, era un rubio grisáceo, tanto que parecía que tuviera canas por todo el cabello; sin embargo, era muy hermoso.

—"La Clave Del Éxito"... eso son los tipos de libro que lee mi abuelo.– entonces la gran impresión del chico castaño desapareció... bueno casi.

—Es un buen libro.–mintió. No le gustaba que se metieran en sus asuntos. Pero esa chica parecía extrañamente interesada en la actitud antipática de Chris.

—Lo que usted diga, señor.– la chica sonrió. Chris casi pudo sentir algo en su estómago... casi. Chris se encogió de hombros y decidió volver a su libro e ignorar a la llamativa chica.

—¿Necesitas algo?– exclamó Robinson después de darse cuenta de que la pálida chica seguía parada en frente suya.

—Bueno... de hecho si, pero no parecieras estar muy de humor. Hasta me dan ganas de patear cachorros solo por estar junto a ti.– entonces la atención del chico volvió a enfocarse en ella. ¿Por qué no se iba de una buena vez? Él no tenía nada interesante para que ella siguiera ahí.

—Mi humor no es de tu incumbencia, y si no te agrada mi forma de ser, puedes pedirle ayuda a alguien más.– la chica frunció el ceño. Eso había sido bastante grosero por parte del amargo chico.

—Como sea, solo esperaba que alguien se apiadara de la tonta nueva chica. Y me disculpo por gastar su tiempo tan valioso, señor amargado.– la chica dijo y rodo los ojos. Normalmente ella no era así pero la actitud del chico la molestaba. Ella dio un paso lejos de él.

—Me llamo Chris, no "señor amargado".– Chris no sabia porque le habia aclarado eso, fue más un impulso por decirle su nombre a la extraña chica. Ella se giró para verlo, y sonrió, a Chris le pareció como una burla.

—De acuerdo, señor amargado. Soy Spencer. Un gusto conocerle.– Chris rodó los ojos, no le gustaba jugar así.

—Esto más que un saludo, es una despedida.– dijo casi gruñendo el terrible, amargado e infeliz chico. La chica no dejó de sonreír, pero se fue a paso decidido a cualquier otra parte fuera de la vista de Chris.

No entendía porque esa chica había llamado tanto la atención de Chris, pero definitivamente no le gustaba para nada la idea.

Trato de evadir los pensamientos sobre la chica en lo que empezaban las clases. No podía distraerse. Su objetivo no podia verse afectado de ninguna manera. Eso estaba prohibido.

La hora del almuerzo llegó tan de prisa como nunca. Chris bufo, sabia que debía verse con aquella chica asiática, de nombre el cual no recordaba muy bien.

Camino a cualquier mesa y se sentó solo. Esperaba que... ¿Emily? Sí, Emily, haya olvidado por completo la existencia de Chris. Se dispuso a masticar su roja manzana mientras leía su gran e interesante libro. Sí, Chris podía ser muy aburrido pero tenía su sentido del humor.

Su mirada seguía repasando las letras del libro aunque en realidad ya no ponía atención, porque ahora se habia percatado de la presencia de alguien en frente de él. Sabia que era Emily, así que no se molestó en alzar la vista.

—No te lo tomes a mal, Emily, pero estoy algo ocupado...– Ok, no estaba ocupado pero no quería hablar con esa chica.

—Si fuera Emily creo que me sentiría ofendida.– la voz dulce pero insoportable de la chica gris contestó, haciendo que Chris la mirara rápidamente.

—Pensé haber dejado claro que no quería hablar más contigo.– vaya, hasta para él mismo le pareció algo frío. La mirada azul de Spencer reflejaba diversión ¿Que le parecía tan divertido de esa situación?

—Sabes, pienso que deberías sonreírle más a la vida ¿no crees?– dijo Spencer recargando sus codos en la mesa, sin despegar sus ojos de las dos esferas verdes que la miraban.

—¿Y a ti que te importa si lo hago o no? Ni si quiera me conoces.– dijo Chris refunfuñando como un ogro. La chica no dejaba de sonreír ¿Cual era su problema?

—Entonces me parece la excusa perfecta para conocernos. Eres el único que me ha dirigido la palabra en este lugar.– esa era una mentira por parte de la chica, en verdad ella ya había hecho unos cuantos amigos. Pero no le importaba mentir si eso captaba la aburrida atención de Chris.

—No estoy interesado.– dijo secamente. Spencer soltó una carcajada. En serio, ¿qué le sucede? ¿Tendrá algún problema? Tal vez tenga algún tipo de retraso...

—No te estoy ofreciendo ningún producto, querido.– la voz de la chica interrumpió sus pensamientos sobre su salud mental. —Estoy segura de que te gustaría hacer por lo menos una amiga. Yo estoy disponible.– Chris rodo los ojos.

—Me gustaría tener todo tipo de amigos, excepto tú.– cruzaba los dedos por que la chica de diera por vencida de una vez.

—Si tratas de hacer que me rinda eso no va a pasar. Spencer nunca se rinde.– ¿Ahora también es psíquica? A Chris le pareció tonto como ella hablaba en tercera persona de ella misma. Eso causó que riera.

—¡Te reiste!– dijo Spencer emocionada mientras lo señalaba. Demonios, se rió.

—Me reí de lo patética que eres. No entiendo porque sigues aquí, no lograrás que yo entable una conversación contigo.– Chris la vio muy muy seriamente. Aunque en el fondo no le desagradaba tanto hablar con ella.

—Lo estás haciendo ahora mismo.–Spencer sonrío satisfecha. Que chica tan insoportablemente llamativa.

—Mira, trato de enfocarme en mis cosas. Lo último que quiero es distraerme con una tonta amistad la cuál no llegaría nada. Ahora si me disculpas, voy a otra mesa lejos de tu linda y fastidiosa cara.– Spencer por un momento sintió algo en su estómago... sólo un poco. Pero decidió usar eso a su favor. Ella no se rendiría.

—Lo sabía, sabía que eras humano. Me has dicho linda.– ella dijo riendo. Chris trató de guardar su compostura mientras guardaba su manzana en la bolsa de su almuerzo.

—Y también te he dicho fastidiosa. Que no te soporte no me hace menos humano.– Chris estaba satisfecho con su respuesta, pero Spencer también.

—No te quedará de otra, querido Chris.– el chico frunció el ceño mientras se ponía de pie.

—No me llames "querido". Y... ¿a que te refieres?– Chris no entendía porque no tendría la opción de huir de esos ojos brillantes.

—Compartimos cuarta y quinta hora juntos.– Spencer lo dijo como si fuera su gran plan macabro... que si lo era. A Chris le alarmó un poco la idea de tener que pasar dos horas al día obligatoriamente con Spencer.

—Eso no cambia nada, seguiré sin querer compartir tiempo contigo.– dijo el chico de piel clara mientras se alejaba.

—Ya lo veremos, querido amargado...

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