Capítulo 27. 🧵
Dante
Todo estaba saliendo mal desde el principio y ahora parecía que la suerte estaba en mi contra. Solo quería acostarme en el suelo y hacerme bolita, llorar hasta que ya no quedaran lágrimas que derramar, hasta que mi alma se secara y solo hubiera polvo en donde debía estar mi corazón. Quería desaparecer para siempre y no saber nada de nadie.
Nos encontrábamos en el hospital, Jenna había sufrido una crisis con todo lo que estaba pasando últimamente, la presión de Vanessa para casarnos, el descubrir lo que pasó entre Lyn y yo, que le fui infiel y que prácticamente nos casamos porque me veía obligado a hacerlo mas no por amor. Todo fue mucho para ella y ahora estábamos aquí, sus padres no querían que estuviera a su lado y lo entendía, comprendía que me quisieran lejos de la vida de su hija.
Una de mis piernas subía y bajaba, miraba mis zapatos y el suelo, deslizaba mis dedos entre mis cabellos mientras sentía que el mundo se venía encima. Mi cabeza era un caos y la culpa estremecía mi cuerpo, escuchaba la voz de mi padre y Vanessa en la lejanía, solo eran ecos en mi cabeza, observé los zapatos de Dylan y me mordí el labio al recordar como Jenna se desplomó en mis brazos y empezó a llorar, no podía respirar y pedía que la sacaran de ahí.
—Necesito salir de aquí —me puse de pie rápidamente. Dylan se acercó y puso sus manos en mis hombros.
—¿Quieres que vayamos a dar una vuelta? —negué con la cabeza.
—No, quiero irme de este lugar, desaparecer —sentía como si tuviera una piedra en la garganta que no me dejaba hablar bien, tenía los ojos rojos e hinchados, las manos me temblaban.
—Dante —mi hermano que era más pequeño que yo ahora era mucho más alto y comprensivo. Me abrazó y palmeó mi espalda intentando hacerme sentir mejor.
—Sácame de aquí, por favor —le pedí y asintió con la cabeza. A pesar de ser más joven era más maduro que muchos chicos de mi edad. Nos separamos con la intención de salir del hospital, necesitaba tomar aire, despejar mi cabeza. Tenía que pensar que iba a pasar ahora. Jenna era mi esposa y a pesar de todo no la iba a dejar sola, por más que sus padres se negaran.
—¡Dante! —me detuve cuando escuché a Harry, el padre de Jenna. Estaba molesto conmigo y llegó a golpearme por lo que había pasado —. ¡Te dije que te fueras! —me di la vuelta, pero mi padre intercedió entre Harry y yo, se puso en medio para que el hombre no me fuera a golpear, pero era lo menos que merecía por el daño que le estaba haciendo a su hija.
—Harry, cálmate —le dijo mi padre, tranquilo —. Dante no tiene la culpa de nada.
—Tú no te metas —le dio un empujón y me señaló con un dedo —. No te quiero ver cerca de mi hija y te juro que haré lo que sea para anular ese matrimonio.
—Mientras Jenna no me pida que me aleje no lo haré —lo enfrenté —. Ahora es mi esposa y haré lo que sea con tal de que esté bien —cogió el cuello de mi saco junto con mi camisa y me empujó contra la pared.
—Bastardo, poco hombre —escupió —. Mi hija te ama tanto que te puede perdonar, pero yo no —me empujó estrellando mi espalda contra la pared. El golpe ni siquiera me dolió porque más me dolía todo lo que estaba pasando —. Déjala en paz.
—Harry basta —papá puso una mano en su hombro, pero este se apartó de golpe, dio un paso atrás y soltó un puñetazo que me reventó el labio y me hizo crujir los dientes. Ni siquiera metí las manos, no quería que esto escalara más allá, solo pedía que terminara de una vez por todas —. ¡Te dije que dejes a mi hijo! —papá lo apartó, pero Harry quería sacar todo su coraje conmigo y estaba dispuesto a ser su saco de boxeo —. Dante vamos.
Dylan me sacó del hospital, detrás venían papá y Vanessa, quien por raro que pareciera se veía preocupada por Jenna. Me hubiera gustado que así se hubiese preocupado por su hija y no la dejara en el olvido, ya que poco le importaba que ella se fuera, que no supiéramos nada, si estaba bien, si le había pasado algo malo.
Al llegar a la casa subí directamente las escaleras y fui a mi recámara, cerré la puerta y me miré en el espejo. Era un lastre, el saco mal puesto, la camisa salpicada de sangre, la corbata de lado y el labio reventado por el golpe que me dio Harry. Ni siquiera pude ver a Jenna porque su padre no me lo permitió.
Me acosté en la cama con la ropa puesta, necesitaba descansar y pensar que haría. No quería a Jenna como ella lo merecía, pero estaba seguro de que Vanessa era capaz de cumplir con sus amenazas si le decía a mi padre la verdad y tampoco podía condenar a Lyn a vivir encerrada en un lugar así cuando era un alma libre que amaba diseñar, no le haría esto a ella.
Desperté en la noche y me di una ducha que ya merecía. Me puse ropa cómoda y marqué al hospital, me dijeron que Jenna estaba bien, que sus papás estaban con ella. Obviamente, Harry no iba a dejar que la viera. Salí de mi recámara, pero me arrepentí en el segundo que vi a Vanessa en el pasillo, tal parecía que me estaba vigilando o solo era casualidad, pero siendo ella dudaba mucho que eso fuera posible.
—¿No vas a ir a visitar a tu esposa?
—No quiero hablar contigo, Vanessa. En este momento no soporto la idea de escucharte.
—¿Por qué últimamente parece que me odias?
—Porque te odio —musité. La señalé con un dedo y miré en dirección a las escaleras esperando que mi padre no apareciera —. Tú eres la única culpable de lo que está pasando, tú eres la responsable de que Jenna esté en el hospital. Por ti es que Lyn se fue y no sabemos nada de ella.
—Lyn, Lyn, Lyn. Todo gira alrededor de ella. ¿No haces otra cosa que pensar en ella?
—Tú no te puedes imaginar el gran amor que siento por ella.
—¡Es tu media hermana! —gritó.
—¡Con todas las mentiras que has dicho hasta ahora dudo mucho que lo sea! Ya me casé con Jenna, se hizo lo que tú querías. ¡Ya déjame en paz! Al final ganaste tú, Lyn se fue y si Jenna me quiere de nuevo en su vida nos vamos a ir como tanto lo deseas —extendí los brazos —. ¿Estás feliz?
—No te puedes imaginar cuanto —sonrió, altiva.
Bufé y apreté las manos, miré a Vanessa con ganas de... Era una maldita, no le importaba nadie más que no fuera ella y sentía pena por mi padre, por tener que quedarse con esa víbora.
Pasé a su lado golpeando su hombro, pero me detuve al ver a mi padre de pie frente a las escaleras.
—Papá —la sorpresa le cayó cómo balde de agua fría porque se dio la vuelta lentamente hacia mi padre quien, por el rostro que tenía pude deducir que lo había escuchado todo.
—¿Hiciste qué con mi hijo? —le preguntó mi padre. Su cara se descompuso al escucharlo hablar.
—Papá, yo...—dio un paso y me callé de golpe. Estaba furioso y nunca lo había visto así, mi padre era un hombre tranquilo, pacífico, odiaba la violencia, pero en este momento podía jurar que era capaz de hacer lo que sea, no importaba cuánto amara a Vanessa, estaba furioso con ella.
Papá levantó un dedo y me señaló para que no dijera una palabra.
—No puedo creer que hayas sido capaz de manipular a mi hijo —pasó a mi lado y se quedó frente a su esposa —. ¿Qué te dijo que hicieras? —la miraba a ella, pero me preguntó a mí.
—Na-nada —respondió ella. Su voz temblaba —. Yo...
—No te pregunté a ti. Dante, ¿con qué te amenazó?
—Me dijo que si no me casaba con Jenna haría que metieran a Lyn a un psiquiátrico —escuché la puerta de la recámara de Dylan y este salió para ver el lío que había en el pasillo —. Le dije que Lyn no está loca, dijo que eso no importaba. Que se iba a encargar de que la tuvieran drogada con tal de que no saliera de ese lugar —tragué grueso.
—No puedo creer que te atrevieras a amenazar a mi hijo —Dylan parpadeó, atónito.
—Yo no hice nada...—su voz temblaba.
—Lo hiciste. Sabías que por Lyn sería capaz de hacer lo que sea y me usaste para tus propósitos, solo la querías lejos de nuestras vidas, lo has conseguido —la miré a los ojos —. Lyn se ha ido y no creo que quiera regresar.
—Mamá —la voz de Dylan, llamando a su madre hizo que ella lo mirara con dolor en los ojos, pero no le creía nada, ya no le creía después de todo lo que había hecho y dicho.
—Dylan, no vas a creer todo lo que dijo Dante, ¿o sí? —Dylan estaba decepcionado de su madre.
—Desde que tengo uso de razón siempre hiciste diferencias entre Dante, Lyn y yo, ella se llevó la peor parte de ti y no sé de qué seas capaz de hacer con tal de conseguir lo que quieres, pero dudo mucho que sientas amor por ella, creo que la odias y harías todo con tal de alejarla de nosotros —no decía nada más que la verdad.
—Esto no...—papá buscaba las palabras correctas para expresar su sentir —. No lo puedo creer. Que le hayas hecho esto a mi hijo, a nuestra hija —papá estaba decepcionado.
—Perdón...—llevó las manos a su boca.
—No vas a arreglar nada con un perdón. Lastimaste a Lyn y ella solo quería ser feliz.
—Papá —puse una mano en su hombro —. Tú sabes dónde está, Lyn, ¿verdad? Dime que sabes donde está.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro