
V E I N T I U N O | P E R D E R L A 👠
«Esto no podía estar pasando... Me negaba a que esto realmente sucediera»
Klaus
Unos rayos de luz traspasaron la ventana, haciendo que una joven despertase con la luz iluminando su hermoso rostro. Una joven Ágata comenzó a moverse, notando unos brazos fuertes sobre su cuerpo, abrazándola de espaldas e, inmediatamente, sabía muy bien de que brazos eran.
Ella se giró lentamente para no despertarlo y se encontró con su guardaespaldas, con un rostro tranquilo, todo lo contrario, a lo serio que era y juró que estaba perfecto así. Colocó sus manos sobre el pecho duro y desnudo de su escolta y lo besó en la nariz con dulzura, para luego seguir en los labios entreabiertos del hombre.
Se veía que había mucho amor por parte de ella, tratando de no moverse demasiado, pero besando el rostro duro de su guardaespaldas. Fue ahí que las manos de Klaus comenzaron a moverse por la espalda desnuda de su clienta, recorriendo aquella piel tan suave y, sin abrir los ojos, sonrió por aquellos besos de ella.
—Te has despertado muy temprano, gatita —susurró, comenzando a abrir sus párpados, encontrándose con una joven preciosa, con la cual solo se llevaban 8 años de diferencia.
La joven tenía un brillo en sus ojos como nunca antes había visto Klaus en todos aquellos meses que estaba protegiéndola. Y no podía evitar sonreír como lo estaba haciendo.
—Siempre me despierto temprano —murmuró, siendo sincera. Y, cuando sus ojos cayeron hasta el brazo herido de su hombre, arrugó su frente y pasó su mano sobre aquel brazo herido, con tanta suavidad para que no le hiciera daño—. ¿Cómo está tu brazo? Digamos que ayer te olvidaste de él —dijo algo juguetona y Klaus sacó una risa en voz alta que hizo colocarse encima de Ágata.
La joven lo miró desde su posición y él empezó a besarla por el cuello, colocándose entre sus piernas, sin entrar en ella, pero suficiente para sentir el poder mañanero entre ellos.
—Mereció mucho la pena —contestó acariciando y peinando el cabello de la joven. Pero el miedo en su rostro se hizo evidente en seguida—. ¿Te arrepientes?
Ágata arrugó la frente y lo comprendió. Después de todo lo que había hecho ella, apartándolo cada vez que tenían un encuentro íntimo, era normal que ahora estuviese así. Y negó con la cabeza con seguridad.
—No.
Klaus analizó el rostro de ella y supo que decía la verdad. Observó los dedos de ella, libres de aquel anillo y deseó preguntarle si ya había dejado a Gabin, pero se lo guardó porque no quería estropear ese momento.
Pero Ágata lo conocía y sabía que sus pensamientos tenían al idiota de su ex prometido en su mente.
—Voy a hablar con Gabin esta mañana. Hace un mes que le di el anillo de compromiso, pero hoy le voy a decir lo que pasa... —Aguantó unos minutos antes de continuar y decirle lo que Klaus llevaba meses deseando escuchar—. No quiero estar con él, sino contigo.
Él no dijo nada, pero el beso profundo que le dio le demostró todo lo que necesitaba saber Ágata. Y ella no era quien para rechazar aquel beso caluroso.
Klaus no dijo nada, no sabía como expresarse, como decir sus sentimientos a aquella joven. Era un hombre muy serio y que había sido entrenado para ocultar sus emociones y eso estaba pasando ahora factura. Pero trataba de trabajarlo y a veces salía al natural el verdadero Klaus, la cual Ágata ya conocía.
Y, mientras estaban solos en aquella habitación de motel, su secreto prohibido estaría a salvo cuando se demostraron aquel amor que se tenían.
🥀
Al rato, ambos se vistieron con la ropa de la noche anterior. Ágata con aquel fabuloso vestido y Klaus con aquella ropa manchada de sangre. Parecía que habían tenido una noche loca, y lo cierto es que así fue.
Tras llamar Klaus a Black, 1 hora después, un coche los esperaba fuera del lugar y la pareja salió, fingiendo que no había ocurrido nada para no alarmar a Black. Pero lo cierto, es que nada más verlos bajar de las escaleras, la sonrisita del chófer hacía ver que ya se imaginaba que ciertas cosas habrían pasado la pasada noche.
Klaus ayudó a subir a Ágata en el asiento trasero, abriéndole la puerta y, cuando la cerró, se encontró con su amigo mirándolo con aquella sonrisa. Solo le faltaba su puro para decir «te lo dije».
Satisfecho, movió las cejas, aprovechando que la joven no los miraba fuera del coche.
—No hace falta que me respondas, te lo veo en la cara —dijo, mientras se dirigía hacia el asiento del conductor y Klaus apretó la mandíbula.
Si, sabía a lo que se refería, pero no quería seguirle el rollo, por lo que fingía que no lo entendía.
—¿El que?
Black no respondió, solo sonreía.
—Déjame tranquilo, Black —susurró antes de subirse al coche.
Durante el viaje, nada más se dijo. Klaus había llamado a sus compañeros Enzo y Wanda para aclarar lo que había ocurrido con los hombres que la pasada noche trataron de matarlos. Y todavía quedaban cosas por aclarar después de que un antiguo amigo suyo se deshiciera de uno de los cuerpos que Ágata había disparado en propia defensa.
En pleno París, cuando ya nadie hablaba, Black se dirigió a la joven, después de las suaves bromas que les dirigió a ambos por lo serios que estaban.
—¿Cuál es el plan de hoy, princesa?
Ágata sonrió al escuchar aquella palabra que tan buenos recuerdos le traía.
—Princesa... Así me llamaba mi padre —murmuró.
Le había traído tantos recuerdos, que casi se echó a llorar allí mismo, por todo lo que echaba de menos a su padre. Todo había empezado por eso mismo y su culpabilidad, aquella maldita culpabilidad que sentía por no haber hecho nada por ayudarlo, por no haber dado su vida por salvar a su padre, la hacía sentir como una mierda.
Pero en el fondo sabía que había disfrutado el tiempo con él. Y cuando ella no dijo nada, Black se puso serio y su sonrisa se borró al percatarse que había metido la pata por completo.
—Oh, siento si...
Ella negó rápidamente y aclaró.
—No, Black. Me ha dado añoranza, gracias —murmuró con elegancia y luego siguió mirando hacia la ventana mientras recordaba a sus padres con cariño.
🥀
En una reunión, como ya era habitual entre aquel equipo de guardaespaldas, Klaus les contaba a todos lo que les había ocurrido la noche anterior —exceptuando lo del sexo—, que mantuvo preocupado a todos.
Cada vez estaban más y más cerca de Ágata. Cada vez parecía que venían más a por ella y no se cansarían hasta dar con ella.
Querían matarla, eso estaba más que claro, pero lo que ninguno les había quedado claro es quien demonios era Deimos. Ellos no lo sabían, pero aquella persona tenía mucho más poder que Le Goff, y Zeus había advertido a Ágata sobre el poder de alguien más y que Le Goff solo era una marioneta, una muñeca que daba la cara.
Mientras Ágata se encontraba en su despacho, mirando hacia las vistas de su lugar de trabajo, Klaus y compañía se encontraban en el gimnasio de ella, tratando de buscar alguna posible solución para su protección y el que más desesperado se le veía por encontrarla, era Klaus.
—¿Deimos? ¿Ese es nuevo? —preguntó Wanda, perdida.
Enzo la observó, con un rostro distinto a otras ocasiones y Klaus asintió sin decirles nada.
—Ya decía yo que Le Goff no participaba solo... Y pienso que él es solo una marioneta —continuó Klaus, atrayendo todas las miradas—. Deimos es el pseudónimo de alguien, pero no sabemos quien.
—Él tiene que ser el más importante de un imperio. Un hombre que maneja el dinero y que prostituye a las personas, independientemente de su sexo —aclaró Black mientras caminaba por el lugar, encajando las piezas del puzle.
¿Quién podría estar tan obsesionado como para querer matar a Ágata? ¿Alguien de su entorno? ¿Rencor hacia ella? ¿O simplemente placer? Nadie lo comprendía y todavía faltaban muchas cosas para que aquel puzle encajase del todo.
Enzo, por primera vez, dejó la seriedad a un lado para sacar información.
—En la mitología griega, Deimos es la personificación del terror... Si lo llaman así, por algo tiene que ser.
Klaus miró a Enzo, arrugando su frente por esa información.
Y recordó lo que una vez Ágata le había dicho sobre Pandora. El cual él le dijo expresamente que no se acercase a ese mismo disco duro que tantas desgracias ocultaba dentro.
—Ágata me dijo una vez que había un disco duro con archivos secretos de ellos. Allá quien se acercase, lo asesinaba... —Todo su equipo lo miró, llamándoles la atención aquella información extra—. Lo llaman Pandora y ahí dentro tienen que haber muchos nombres de clientes de Le Goff y Deimos.
Black está callado y no puede evitar verse mal por todo lo que estaba descubriendo y por lo que su sentido de escolta le decía. Wanda se percató.
—Black, ¿qué ocurre?
Black miró a Klaus, solo a él, a ninguno más de esa habitación y tragó saliva antes de decirle que es lo que pensaba sobre todo ese caso.
Estaban acercándose demasiado al fuego y por cada milímetro que se aproximaban, más les quemaba. Sobre todo, Ágata, quien era la estaba envuelta en todo ese caso.
Klaus le leyó la mente y se negó a creerle.
—Muy a mi pesar, por mucho que tratemos de salvar a Ágata, esas personas conseguirán su cometido. No pararan hasta hacerla desaparecer y todos somos conscientes de esto desde hace muchos meses —respondió con una mirada seria, angustiosa podría decirse de pensar que Ágata sufriría cualquier daño por personas malvadas—. Pero viendo como aquel al que atrapan termina muerto, removerán cielo y tierra para encontrarla.
Klaus se negó a pensar en ello, se negó a que Ágata le ocurriese algo y, por primera vez, dejó de lado su instinto y se centró en lo que sus sentimientos le dictaban. Mala combinación para un caso como ese.
—Nadie la va a atrapar —contestó cortante.
Pero Black era el que más se acercaba y el que tenía toda la razón. Por mucho que la ayudasen, tarde o temprano, acabarían con ella. Black no quería que le ocurriera nada a Ágata, pero había una mafia tras ella que quería verla muerta.
—Klaus, en el fondo tú ya lo sabías.
El alemán negó mientras le daba la espalda a Black.
—Soy su guardaespaldas y voy a protegerla cueste lo que cueste. No me voy a separar de su lado.
—¿Pero cuanto tiempo puedes tenerla así? —preguntó y Klaus se giró rápidamente para encararse con él.
—Todo lo que ella me pida.
Black apretó la mandíbula y Wanda se acercó a ellos para separarlos.
—Esto tiene mucha más mierda de lo que pensábamos —dijo la joven.
Necesitarían más ayuda, ellos solo eran pocos y para salvar a Ágata de las manos de aquellas personas, necesitarían mucho más que unos escoltas, incluso un milagro para que nada acabara como Klaus había soñado en una de sus últimas pesadillas.
Mientras el equipo se encontraba discutiendo sobre lo que necesitaban, Ágata se encontraba en su despacho esperando a Gabin.
No paraba de pensar en Klaus y en lo que había pasado la noche anterior, por no hablar de las cosas tan profundas que habían vivido juntos y en el buen equipo que hacían.
Su móvil empezó a sonar y ella dejó de mirar hacia la ventana para dirigirse hacia su escritorio y contestar. Ni siquiera miró quien era, cuando contestó;
—¿Diga?
La voz de una mujer desconocida llamó su atención.
—¿Es usted Ágata, hermana de Thiago Conte?
Todo aquel buen humor que tenía se esfumó rápidamente al escuchar, de la voz de aquella desconocida, el nombre de su hermano.
La otra noche no lo había visto y juró que él le había dicho que iba a salir un momento, pero después de todo lo que vivió la joven, ni siquiera pensó en que podría haberle pasado algo a él. Thiago tenía unos guardaespaldas que ella había contratado para protegerlo.
Pero aquella voz la congeló por completo y se quedó quieta antes de responder;
—Si, ¿él está bien?
Un minuto de silencio se escuchó y todo lo malo que pensó en algún momento de su vida, se cruzó en su mente en ese mismo instante.
—Señorita, siento mucho lo que le voy a contar, pero se ha encontrado a su hermano muerto por una sobredosis en un callejón de París.
Fue ahí que un Klaus deseoso por verla, entró en el despacho, el cual estaba entreabierto y se encontró con una Ágata paralizada, mirando hacia un punto fijo del cuarto y sin ninguna expresión en su rostro.
—Ágata, ¿estás bien? —preguntó, sin saber que es lo que le estaba pasando o con quien hablaba.
Y ella, sin responder, comenzaron a fallarle las piernas y se desmayó, cayendo al suelo su móvil mientras Klaus reaccionó rápido para tomarla antes de que cayese al suelo.
🥀
Durante el viaje, nadie dijo nada. Todos callaban y, mientras Wanda y Enzo iban en el coche de enfrente, Klaus y Black escoltaban a Ágata para que pudiera identificar a su hermano, ya que alguien le había desfigurado el rostro.
Ella no había llorado, estaba tan atascada emocionalmente, que ni siquiera había dicho nada desde la noticia de que su hermano había fallecido. En cambio, Klaus empezaba a ponerse cada vez más nervioso, porque lejos de que pudiera ser cierto que había muerto por una sobredosis, pintaba más que fuera por ajuste de cuentas con la banda de Le Goff y compañía.
Ágata no paraba de darle vueltas a lo que su hermano le había dicho, de que había trabajado con Le Goff y, seguramente, él quería acabar con la vida de este para darle otro aviso a Ágata, pero nada estaba seguro.
Cuando Black y Enzo aparcaron los coches, Klaus acompañó a Ágata para que entrara en el edificio y se dirigiera a la morgue para ver a su hermano.
Klaus no le dijo nada, solo colocó su mano en la parte baja de su espalda y la guio por el lugar hasta llegar al lugar, donde Ágata se quedó petrificada mirando hacia la puerta cerrada y cerrando los ojos, deseando que todo eso fuera solo una horrible pesadilla. En cambio, su escolta trataba de estar a su lado, sin decirle nada, pero dándole compañía en ese momento.
Un hombre salió y recibió a la joven con seriedad, pero a la vez, tratando de ser comprensivo por la reciente pérdida. Un policía la escoltó, pero Klaus no pensaba dejarla sola y, cuando fueron a entrar, el policía puso la mano en el pecho del guardaespaldas, obligándolo a retroceder.
—Señor, debe quedarse aquí —dijo el doctor, bajándose la mascarilla.
Klaus analizó a los 2 hombres y negó, porque no iba a dejarla sola en ningún momento.
—Ella no irá sola a ningún sitio.
La mano de Ágata lo acarició dulcemente sobre el dorso de su mano, haciendo que captase toda su atención en ella.
—Klaus, quédate. No me pasará nada.
Él apretó la mano de la joven y la dejó ir sola, costándole bastante en separarse de ella.
La joven, con unos ojos apagados y apunto de llorar, entró dentro del lugar.
El doctor la acompañó y el policía cerró la puerta. Ella observó el lugar, tan tétrico que jamás pensó que entraría en una morgue para identificar a un familiar suyo, mucho menos a su hermano.
Tragó saliva cuando se acercó a un cuerpo, tapado con una sábana y el doctor la acompañó. Contó hasta 3 cuando el hombre vio que estaba preparada para destapar al cadáver y ver a su hermano desfigurado.
Pero lo que se encontró fue algo muy distinto. Un hombre rubio, desfigurado, pero no era su hermano. Para nada se parecía en él y su tranquilidad apareció en su rostro, transformándose en calma, pero guardando un respeto por esa persona fallecida que había sobre aquella mesa.
Se giró, con un rostro iluminado y dijo;
—Él no es mi hermano.
Pero ninguno de los 2 hombres habló, y un tercero entró en escena.
—No, no lo es.
La voz de Thiago apareció tras ella, haciendo que Ágata abriera los ojos por completo y el supuesto doctor se acercó tras ella y el policía la tomó del brazo para que no escapase.
Y el rubio dijo;
—Hola, hermanita.
Al verlo, con un rostro muy distinto, incluso mejorado del hermano que conocía, se alejó de su escondite y quedó a 3 metros de ella, encarándose con Ágata.
Ahí, todas las cuentas y todas las piezas del puzle, comenzaron a juntarse por si solas. Era como la mejor partida de ajedrez, dejando sola a la reina y al peón, o quizás a la misma torre del tablero. La joven empezó a creer en todas las cosas que Zeus una vez le dijo, sobre que no se fiase de nadie que la rodeara, solo de 2 personas, una era Klaus y la otra nunca se lo dijo.
Pero su hermano no era en quien debía confiar.
—¿Qué coño ha pasado realmente? ¿Por qué me has traído aquí? —preguntó con asco en su voz mirando a su hermano Thiago, como la observaba con soberbia.
Se metió sus manos en los bolsillos y respondió;
—Deimos requiere tu presencia.
Todo lo que creyó, todo lo que luchó por conseguir que su hermano se recuperase, cayó como un balde de agua helada sobre su cabeza. Y ese rostro, lleno de dolor, se cruzó frente a ella, haciendo que Thiago se burlara de ella.
Y Ágata creyó que él era Deimos.
—Siempre has sido tu... ¿Cómo has podido?
Va a llamar a Klaus, cuando alguien le tapó la boca y el médico le inyectó algo en el cuello, cosa que hizo que comenzara a fallarle el cuerpo y ambos hombres la tomasen para que no cayera.
La joven no puede hablar, nota la lengua pesada y sus párpados comienzan a caer. No podía llamar a Klaus y su hermano se acercó al brazo de ella para quitarle aquel reloj digital, donde podrían saber donde se encontraba en todo momento, tirándolo al suelo y haciéndolo añicos con sus zapatos.
Pero Thiago aún no había acabado de hablar y la cruda realidad cayó como un rayo, partiéndola en 2.
Se acercó a su rostro y susurró;
—Tu solo eres una hija bastarda. Una hermana de otra madre gracias a la aventura que tenía papá con otra mujer —habló con rabia en su voz, mientras que Ágata todavía le quedaban algo de fuerzas para escucharlo—. Y si, siempre he sido yo el que te enviaba los pétalos, pero no soy Deimos. Pronto lo conocerás.
Y la joven cayó dormida por lo que le había dado el doctor, haciendo que todo se volviera oscuro.
***
Solo diré que todavía les queda saber mucho más.
¿Qué les ha parecido?
¿Ya se lo esperaban?
Por cierto, veo que la mayoría no recuerdan que Deimos salió en un capítulo. Fue en el capítulo 12, por sí quieren refrescarse y así tengan más presente a Deimos.
¿Quieren más?
Nos leemos, prohibidas.
Patri García
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