V E I N T I C U A T R O | F I N A L E S 👠
«Dudaba de su palabra, pero, al fin y al cabo, ella tenía la última decisión»
Klaus
Una joven pelirroja se encontraba asomada en el balcón del piso donde se reunía el equipo.
Observaba las hermosas vistas que le dejaba la ciudad nocturna de París, después de un día lleno de trabajo y en le que casi pierde a su clienta. Ahora que Ágata se encontraba a salvo en su piso con Klaus, Wanda quería disfrutar y descansar mentalmente de aquel día y de aquellos meses que le había dejado Francia.
Varios pasos se escucharon tras ella, sabiendo exactamente quien era por el ruido de aquellos zapatos que reconocería hasta en la otra punta del mundo. Pero no dejó de mirar aquellas vistas y dejó que el aire le despeinara el cabello.
Enzo se colocó a su lado, dejando una pequeña distancia entre ambos y miró también la ciudad, admirado por su belleza.
—¿Es cierto que te vas? —cuestionó, haciendo que Wanda arrugara su frente, pero no lo mirase. En cambio, él si la miró—. ¿Dejas Francia por Estados Unidos?
Wanda iba a dejar aquel trabajo y dedicarse de lleno al deporte, como siempre le había gustado. Era su vida y fue una deportista de élite años antes.
Lo miró con la ceja elevada, encontrándose con los ojos hermosos de Enzo y preguntó;
—¿Quién te lo ha dicho?
Una pequeña sonrisa se asomó en el rostro inexpresivo de Enzo. Y era la primera vez que Wanda veía algo de emoción en el rostro de él.
—Un pájaro muy grande —respondió.
Wanda negó y volvió a mirar las vistas.
—Black no se calla ni debajo del agua...
—¿Y?
Enzo se acercó a ella, sin retirar su mirada del rostro de la mujer y Wanda, sin mirarlo, asintió.
—Así es. Quiero dejar estas experiencias y vivir algo más tranquila —susurró. —Me ofrecieron un trabajo para entrenar a niños en atletismo y esa es mi vida; el deporte.
Enzo asintió, comenzando a sentir como su corazón latía nervioso, con mucha fuerza, deseando preguntarle aquello que llevaba horas dándole vueltas.
Si, había sido un estúpido con ella, pero sabía que no podía fingir más lo que había ocurrido entre ambos y debían hablar o, al menos, intentarlo.
—¿Puedo ir contigo?
El rostro completamente sorprendido de Wanda no pasó desapercibido para Enzo, que esperó impaciente su respuesta, mirándola y deseando saber que es lo que su mente tanto pensaba en silencio.
La joven se giró, para mirarlo a los ojos y cuestionó;
—¿Qué?
Y, sin aguantar más, Enzo dijo las palabras que le había dicho a Wanda aquel fin de año, en el que un borracho jamás mentía.
—Estoy enamorado de ti, Wanda.
Wanda, afectándole un poco aquellas palabras, comenzó a sentir que su rabia salía al exterior, cabreándose con ese hombre que la sacaba de quicio la mayor parte del tiempo y con el que no dejaba de discutir. Apretó la mandíbula, mirándolo a los ojos y analizando si realmente era Enzo o un fantasma que se había metido en el cuerpo de él. Pero realmente era ese chico con el que siempre estaba discutiendo.
—Llevas casi un año comportándote como un...
—Gilipollas —acabó él la frase, asintiendo—. Lo sé... Y no tengo motivos para serlo, solo miedos internos por cosas que viví y que quiero explicarte... Si me dejas.
Wanda siguió observando los ojos de él, esperando alguna respuesta más, pero aquello no le servía. Hacía falta muchas cosas más para que ella volviera a confiar en él como antes, para perdonarlo por lo inepto que había sido.
—Ignoras lo que hicimos... ¿Ahora no? —cuestionó. —¿Esperas que...?
Los labios de Enzo se estamparon en los labios de ella y, en aquel balcón frente a las vistas de París, ambos se soltaron, dejando el enfado atrás, dejando sus diferencias... Al menos, unos segundos, antes de que Wanda lo separase, aún enfadada con Enzo.
Faltarían muchas más cosas para que ella lo dejase entrar en su vida.
—¿Cuál es tu respuesta?
La joven apretó los labios, aun sintiendo el aliento de Enzo sobre su piel y, aunque necesitase que él le demostrara que realmente sentía algo por ella, contestó;
—Tengo que pensármelo.
🥀
Klaus y Black se encontraban hablando en el gran salón de Ágata, cuando una joven rubia, cubierta de heridas en el rostro, apareció frente a sus 2 escoltas, interrumpiendo su conversación sobre la seguridad de ella.
El alemán la miró, preocupado por ella, por si se encontraba mal y una joven, algo extraña, dijo;
—Klaus, ¿podemos hablar?
Nada de Niko, ni de ese tono humorístico o irónico con el que solía hablar ella. Aquello le pareció tan extraño a Klaus, que sabía que algo malo rondaba en la cabeza de Ágata y esperaba que no fuera lo que él se imaginaba.
Él asintió y se despidió de su compañero Black, mientras caminaban juntos hacia el despacho de ella, con la mano de Klaus en la parte baja de la espalda de la joven. Entraron al lugar y él cerró la puerta, notándose nervioso por lo que ella le fuera a decir.
El ambiente se había convertido en algo muy cargado, agotador incluso, y cuando ella se giró, viendo el rostro de tristeza en ella, supo que nada bueno iba a decirle.
¿Acaso alguien la había amenazado? Quizás después de todo lo que había pasado, ella tenía más miedo que nunca y eso lo sabía Klaus. Pero jamás pensó que ella le pediría al tan difícil como lo que Ágata tenía que pedirle en ese momento.
Desde que habían salido del hospital, la notaba distraída y sabía que había vivido una experiencia horrible en la que casi muere, pero no era solo eso y Klaus la conocía.
—¿Qué ocurre?
Ágata volvió a darle la espalda, caminando hacia las hermosas vistas que tenía desde su despacho, donde escribía tan increíbles novelas y no lo miró en ningún segundo. No sabía ni como mirarlo a la cara cuando le dijera lo que su padre le había pedido que hiciera. Y todavía dudaba si hacerlo, si despedirse de él, pero... Si no lo hacía, Klaus también podría sufrir las consecuencias y no quería eso para él. Quería que estuviese fuera de todo ese peligro y que pudiera disfrutar de aquella tranquilidad que tanto necesitaba su escolta y el hombre del cual se había enamorado.
Dio un paso más hacia la ventana y entrelazó sus manos, mirando su reflejo en el cristal.
—He pensado que ya no me hace falta tu protección. Que te mereces ese descanso que deseabas y esa tranquilidad —susurró.
Y aquello bastó para que las alarmas de Klaus salieran a la luz, dando varios pasos hacia ella, remangándose la camisa blanca que llevaba puesta y mirando el reflejo de la dama.
No quería alejarse de ella y menos ahora que aún seguía en peligro hasta que pudieran dar con el paradero de Le Goff. Le estaba pidiendo un imposible para él y alejarse de ella era lo último que deseaba.
—¿Me estás despidiendo? —preguntó, aunque sabía ya la respuesta.
Estaba tan sorprendido que ni se esperaba que Ágata le dijera aquello.
Ambos eran un equipo, separados era lo peor que les podría pasar. Y Klaus, ahora que por fin había encontrado a su compañera, esta lo estaba alejando y empezó a creer que era por las cosas que le habían dicho aquel día cuando la secuestraron Nolan y Thiago.
—Es lo mejor. —Jugueteó con su cabello dorado, haciéndole ver a Klaus que las cosas no estaban bien, que ella no jugaba con su cabello jamás, exceptuando cuando estaba muy nerviosa o triste por algo que le habían dicho.
Algo había pasado y Klaus sabía que no era por una opinión suya, sino por alguien externo a ella.
—¿Mejor? —preguntó como si fuera una broma—. ¿Thiago te ha amenazado?
Esperó a que ella le mirase a los ojos, que no fuese cobarde para despedirlo sin mirarlo. Aquella Ágata no era la que él conocía desde hacía meses. Algo pasaba y quería descubrirlo, protegerla y llevársela lejos de allí.
—No —susurró. —Nadie me ha amenazado.
Y era cierto, su padre solo le había dicho lo que tenía que hacer para que nadie sufriera. Al fin y al cabo, él mismo le había puesto a Klaus en su camino. Confiaba en su padre, a pesar de los secretos y mentiras que le había ocultado. Sabía que era por su bien y para el de Klaus.
Y era cierto, si se ponía a pensar.
Si Klaus seguía en su vida, alguien acabaría con él y con ese peso no quería vivir. Ya había visto como en otras ocasiones quisieron matarlo y frente a sus ojos. Como casi lo asesinan a sangre fría por el simple hecho de protegerla. Ahora le tocaba a ella protegerlo a él separándose.
La mano de Klaus se colocó sobre la de ella, tratando de llamar su atención para que lo mirase a los ojos y volver a ver aquellos hermosos ojos marrones de los que se enamoró.
—Ágata, conozco tu mirada y nunca te había visto tan insegura como esta noche. —La sinceridad en él era una de las cosas que más le gustaba a Ágata, pero aquella noche no quería entrar en detalle, solo que pasara rápido y, cuanto antes estuviese seguro, mejor.
No quería alejarse de él, pero era necesario.
—Klaus, si no te vas de mi lado, sufrirás y no quiero eso. Ya has hecho tu trabajo protegiéndome, un gran trabajo. Con el dinero que has ganado conmigo, podrás descansar una buena temporada —habló claro, apretando la mandíbula mientras seguía observando su reflejo en el cristal—. Vete esta noche, ve y protégete.
Pero él negó y no quería eso. Se pegó tras ella, tomó su mano haciéndola girar y los ojos de ambos conectaron de una forma única, como solo ellos podían sentir.
Las manos de Klaus se colocaron sobre el rostro de ella y susurró;
—Ágata, se lo que estás pensando... Pero somos un equipo y no pienso dejarte sola.
—Klaus, por eso mismo, porque somos un equipo —contestó, haciendo que a ella le fuese más difícil alejarse de él y continuó. —Te prometo que no será por mucho tiempo, ni me va a pasar nada.
Aquello le pareció extraño a él, ¿acaso ella tenía un plan? O esas eran el tipo de preguntas que Klaus se hacía mientras la observaba, analizaba sus gestos y se memorizaba cada esquina de su bello rostro. Y lo que estaban viendo sus ojos, le hacían querer indagar más, notando el roce de Ágata, como sus manos querían despedirse de él.
—Ágata —trató de decir, pero ella se puso de puntillas, haciéndolo callar con ese gesto.
Y lo besó. Un beso dulce, cariñoso, sin ser muy profundo, pero que te dejaban con ganas de más y Klaus quería más y más de esa joven.
Deslizó sus labios, disfrutando de aquel beso y queriendo que jamás acabase ese momento. Cuando la joven Ágata separó sus labios para mirarlo frente a frente.
Y dijo;
—Te amo, Klaus. Por favor, confía en mi.
Aquellas palabras impactaron tanto al escolta, que no pudo contestarle algo que él también sentía. Ese amor era mutuo, ninguno quería más que el otro, eran iguales y eso los hacía un gran equipo.
Pero a veces, los finales eran inevitables. Y ella sabía que era por el bien de ambos.
Klaus volvió a besarla dulcemente, con aquellos labios irresistibles, pero ninguno pensaba que era por última vez. Ni se lo imaginaban.
Él la miró a los ojos después de besarla y preguntó;
—¿Cuánto tiempo?
Ella se quedó unos segundos callada antes de decir;
—No lo sé, pero espero que no por mucho.
Él quiso decirle que la amaba, lo que sentía por ella y dejar atrás esa forma de ser de él tan fría, como le habían enseñado en el ejército. Ahora con ella era distinto, quería ser más cálido, por ella y por él.
Pero cuando Klaus fue a abrir la boca, Gabin entró al despacho y él se calló.
Y, para responderle a la última frase de ella, contestó;
—Como desee, señorita Conte.
Klaus, sabiendo que no la dejaría sola aquella noche, caminó hacia el pasillo tomando su móvil para llamar a 2 compañeros suyos que conocía a la perfección y podrían protegerla esa noche. Recogió sus cosas de su cuarto y se marchó del piso, costándole bastante alejarse de ella y, mirando una última vez, deseando volver a verla. Pero él sabía que no iba a irse, y que al día siguiente volvería para protegerla desde la distancia.
Ágata podría decir cualquier cosa, pero no la dejaría sola. Jamás.
Mientras, Ágata y Gabin se quedaron mirándose mutuamente, con bastante distancia entre ellos.
Y Gabin preguntó;
—¿Cómo estás?
—Bien.
Hubo un silencio extraño entre ellos y Gabin solo deseaba saber, por boca de ella, lo que le tenía que decir. Aunque Gabin ya se lo esperaba.
Ágata se alejó de la ventana y miró a Gabin a los ojos, segura de lo que iba a hacer.
—No lo hemos hablado abiertamente, pero lo nuestro se ha terminado desde hace tiempo.
Gabin miró hacia el suelo y asintió, con sus manos en los bolsillos.
—Lo sé...
—Desde hace 3 años que nuestra relación está fría, y tus contestas hacia mí, tu forma de tratarme... Eso no ayudaba.
Tragó saliva, asintiendo por todas las cosas que ella le estaba diciendo.
—También lo sé... Pero... —Ella no le dejó acabar.
—No le eches la culpa al estrés. Por muchos problemas que uno tenga, tiene que saber respetar a las personas —contestó una Ágata, cansada de todo, más de ese hombre que fue su pareja por años—. Y tu no me has respetado.
Él asintió. Sacó su anillo de compromiso que le había dado en su día a Ágata y que ahora lo guardaba él en su bolsillo. Lo miró por un largo rato delante de ella y la joven no apartó la mirada de los ojos de su ex.
—Guarda eso para tu futura esposa, si es que quieres tenerla algún día —respondió ella.
—Lo nuestro se ha acabado después de casi 9 años —murmuró él.
—A veces las relaciones no funcionan. —Entonces, antes de guardarse algo más, dijo lo que era un secreto a voces—. Y sé que has estado con otras mujeres. —La mirada de él se clavó en los ojos marrones de ella, estupefacto por lo que estaba escuchando—. ¿Te creías que no lo sabía? Esos viajes de negocios, cuando llegabas oliendo a perfume, aquella llamada que escuché horas antes de que se presentara Klaus como mi nuevo guardaespaldas... —Ella negó, tomó su maleta media echa y empezó a colocar algunos libros que le tenían cariño, sobre todo uno que le recordaba mucho a Klaus—. Gabin, ambos cometimos errores, tu muchos más, pero hubo una época que fuimos una pareja increíble. Y no me arrepiento de ello.
Gabin, tras ser expuesto, no dijo nada sobre lo que era ya cierto. La observó como hacía su maleta y, sin decirle nada de donde iría, dijo algo que sentía realmente.
—Siento todo lo que te he hecho y como te he tratado.
Ella negó, no queriendo hablar más del tema.
Y entonces Gabin preguntó;
—¿Te vas?
—Si, pero no me preguntes a donde, porque ni yo lo sé.
Gabin hizo un gesto con sus labios, odiando lo que le ha hecho a Ágata, el no saber amarla y continuó;
—Amas a Klaus, ¿verdad? Porque él se nota que te ama.
Ágata no dijo nada. No había escuchado a Klaus diciéndole esas mismas palabras que ella le había dicho en un arrebato de sinceridad. Y jamás se arrepentiría de decírselo. Ya sabía que él sentía cosas por ella, Ágata lo sabía por su manera de ser con ella, aunque siempre se quedaría con las ganas de escucharlo decir aquellas palabras.
—Voy a recoger algunas cosas. El piso es tuyo, no lo quiero y tampoco tengo tiempo de venderlo. Haz con él lo que quieras —dijo ella.
Tomó su maleta, cuando de pronto escuchó 2 toques de su teléfono, significando que todo estaba listo y que era hora de irse.
Dejó su móvil, destruyendo la tarjeta y luego se marchó al pasillo, observando aquel piso que había vivido tantos años. Su hogar.
—Ágata —dijo él.
Ella se paró y se giró para verlo.
—Siento todo. Siento todo lo que te he hecho pasar —respondió, saliendo de verdad que lo sentía y ella asintió.
—Queda en el pasado. —Abrió la puerta y dijo. —Adiós, Gabin.
—Adiós.
Ella bajó sola por el ascensor, después de tantos meses con escoltas y, al salir a la calle, miró hacia todos lados, cuando un móvil sonó, encontrándolo sobre el capó de un coche negro que disimulada con todos y ella se acercó para contestar.
La voz de su padre se escuchó de fondo.
—No hay mucho tiempo. Súbete a ese coche negro, donde estaba el móvil desechable.
—Vale.
Ágata dejó la maleta en los asientos traseros y se subió, arrancando el motor con las llaves ya puestas. Se imaginó que su padre tuvo que ser el que había dejado previamente ese coche antes de que ella bajara.
—Ahí tienes la llave. Conduce por donde yo te diga.
Ella comenzó a conducir por las calles parisinas, siendo guiada por su padre, el cual estaba muy concentrado de proteger a su hija desde la distancia.
Al llegar a una de las carreteras menos transitadas, el le dijo;
—Dirígete hacia la carretera solitaria que hay a tu derecha.
Ella no respondió, pero giró hacia esa carretera, alejándose de la ciudad para ir al sur y precisamente no entendía a donde iba a llevarla, si el aeropuerto no se iba por esa zona.
Miles de dudas, el miedo de dejar a Klaus ahí y no volver a verlo, le hizo tener miles de dudas y, mientras tenía a su padre al otro lado del teléfono, le preguntó;
—¿Klaus está en peligro?
—Si lo vas a buscar ahora, si.
Si, la conocía muy bien. Ella deseaba poder verlo, poder ir a buscarlo y huir juntos hacia cualquier lugar. Pero no entendía el plan de su padre, que es lo que quería hacer con ella o porqué los separaba, cuando él mismo le había dicho que Klaus era uno en los que tenía que confiar.
Era algo que no comprendía, pero sabía que ella era un peligro para él, al menos mientras siguiera en Europa.
—Cuando te diga, da un volantazo hacia la izquierda.
Aquello la sacó de su ensoñación y miles de dudas le surgieron en su mente.
—¿Qué? Papá, me voy a matar si lo hago.
—No te va a pasar nada. Confía en mi, pequeña.
Aquella forma de él de hablar con ella, jamás lo olvidaría y había algo en esa palabra, en ese pequeña que hacía confiar en su padre ciegamente, lejos de aquellos 2 secretos que le guardó a ella.
Pero justo ahí, frente a ella, un coche negro y alto, se puso frente a ella, en dirección contraria con la finalidad de matarla. No pudo ver bien quienes estaban dentro, pero juraba que era uno de los matones de Le Goff o Thiago y el miedo se apoderó de ella.
Y, a escasos metros antes de que ese coche la embistiera, Ágata reacción y su padre gritó;
—¡Ahora!
Y Ágata giró.
***
Fin.
Es broma xD.
Mañana subiré 2 capítulos, que sería el capítulo 25 y el epílogo.
Así que prepárense para todo lo que vaya a suceder.
¿Que les ha parecido la escena de Enzo y Wanda? ¿Ella lo perdonará pronto?
¿Y que Ágata se separe de Klaus?
¿Que piensan que ha pasado realmente en la escena final del capítulo?
Nos leemos mañana, prohibidas.
Patri García
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