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V E I N T I C I N C O | E S P E J O S 👠

«No debí alejarme de ella»

Klaus

Black, concentrado en su siguiente movimiento, alargó la mano para mover la reina que tenía en una esquina del tablero, para colocarla en el centro, cerca de una ficha que devoraría si Klaus no la moviera.

Pero el alemán tenía la mente en otro lado, por lo que movió al ficha errónea y Black la tumbó, estando solo a 3 movimientos de su victoria.

Klaus sacó el aire que tenía guardado en su interior y miró hacia su móvil, para saber si los 2 escoltas que le puso a Ágata anoche le decían como estaba. Ya que se encontraban en la calle, hasta que Ágata no saliera no podrían decirles nada y ya estaba buscando a varios guardaespaldas para que los sustituyesen a él y a su equipo, para que Ágata siguiera protegida. Al menos, hasta que Klaus tuviese un plan para sacarla lejos del continente, ellos solos y así ignorar las órdenes de ella.

Black no dejó de mirarlo, clavando su mirada en los ojos perdidos de aquel grandullón y preguntó;

—¿Estás bien, muchacho?

Klaus trató de pensar en su siguiente movimiento, pero no tenía la mente para eso, por lo que Black lo derrotó en seguida.

—Ya estoy algo mayor para que me digas muchacho.

Black apagó su puro sobre el cenicero y esperó a que pudiera sonsacarle los pensamientos de su compañero y amigo.

—Nunca se es viejo, joven —aclaró, sonriendo para intentar animar un poco a su amigo, pero no lo consiguió—. ¿Y?

Klaus tomó todo el aire que podía y cambió su mirada hacia la ventana que había a su lado, iluminando el tablero a tan tempranas horas de la mañana. Se encontraban en el piso de Black, donde él se había quedado a dormir aquella noche después de que Ágata lo hubiese despedido. Y no pegó ojo en toda la noche pensando en ella.

Pero, por duro que pareciera, él la comprendía. Si fuese al revés, si él fuera el que tuviese a un grupo de personas buscándolo para matarlo y, los primeros que mataría serían a sus seres queridos y protección, también se hubiese despedido de Ágata. Pero aún así, él no quería separarse de ella y no le importaba dar su vida por esa mujer, ya se lo había dicho en muchas ocasiones y se lo seguiría diciendo, aunque a Ágata no le gustara escucharlo.

Ya no era un amor prohibido, ya no eran escolta y clienta... Había algo mucho más allá entre ellos, un lazo que habían creado en todos aquellos meses que estuvieron trabajando codo con codo. Y para Klaus, lo mejor que hizo en su vida fue aceptar aquel trabajo.

Miró a su compañero y dijo;

—No... No debí dejarla sola. Aunque ella me dijera mil veces que la dejara anoche, tenía que haberme quedado haciendo guardia desde el coche. —Negó con la cabeza, sintiéndose culpable y miró el tablero, ya sin su rey en acción tras perder contra Black—. Pero no sé que me pasó...

Black lo comprendió. Sabía que quizás había sido chocante para Klaus que ella lo despidiera en un momento delicado, y ambos sabían que ella lo había hecho para protegerlos a ellos, a sus propios escoltas, sobre todo a Klaus. Pero le había dolido que ella le pidiera que se separase de ella, cuando él haría cualquier cosa por Ágata.

—La quieres. No hace falta ser un experto para verlo en tus ojos.

—Me he enamorado de Ágata, Black. Pero algo vi en sus ojos anoche... Miedo, el mismo miedo que tengo yo a perderla, lo tenía ella anoche... Me dijo que quiere que me separe de ella para que yo esté a salvo... —él negó con la cabeza. —Lo que no sabe es que voy a seguir protegiéndola, aunque sea en la distancia.

Black asintió, tomando la ficha de la reina entre su mano, aquella ficha blanca y se la colocó sobre el tablero, frente a los ojos de Klaus y el alemán pensó en Ágata al ver esa ficha blanca.

—Y mira que te lo advertí... Esas piernas kilométricas... —Hizo sonreír por unos segundos a Klaus, pero no por mucho—. ¿Por qué la dejaste anoche?

Tardó unos segundos en poder contestar;

—Porque me lo pidió... Pero pedí a algunos amigos que la vigilaran desde fuera del edificio.

Pero algo que él no sabía es que, en ese momento que Ágata había salido de su edificio, Zeus había despistado a aquellos 2 escoltas, para que así Ágata pudiera salir sin ser vista por nadie.

—Estás enchochado por esa chica.

Klaus asintió y tomó la ficha blanca con la que Black había ganado la partida.

Ágata siempre tenía el último movimiento. La conocía muy bien para saber que algo estaba planeando y no sabía cuanto tiempo podría estar para llevar a cabo sus planes, pero deseaba poder volver a su lado lo antes posible.

Sonrió al recordarla y dejó la ficha sobre el tablero, cuando una Wanda agotada de correr, subió las escaleras, ya que su piso estaba en la parte de abajo y abrió la puerta de Black, alarmando a los 2 hombres que se encontraban allí'.

—Deberían ver las noticias.

Ninguno contestó nada, solo vieron como Wanda tomaba el mando a distancia y encendía la televisión. En seguida, un avance informativo con la frase «Fallece Ágata Conte» hace que Klaus se paralice frente a la tele.

Imágenes de un coche completamente destrozado por completo, cubierto de humo y en el cual, los bomberos trataban de apagarlo, hicieron que todos los que se encontraban allí estuviesen atentos a aquella terrible noticia.

—Tenemos una noticia de última hora; La escritora y periodista Ágata Conte sufrió un accidente mortal en la madrugada del domingo. Los expertos dicen que falleció en el acto y, según el desgaste de los neumáticos en la carretera, un coche venía en dirección contraria, teniendo que esquivarlo, chocándose frente a un árbol —comenzó diciendo el presentador—. Recordemos que hace pocos días, Ágata se llevó el premio a la mejor novela, siendo una de las mejores escritoras más jóvenes de los últimos tiempos con tan solo 28 años. Una tragedia que los policías investigan en estos momentos.

Wanda y Black, mal por la noticia, observaron a Klaus, quien parecía no reaccionar por ello.

Su mirada, sus gestos, el apretón de puños que estaba teniendo en ese momento, hicieron ver mal a Klaus por aquella noticia y el malestar en todos apareció por completo.

Black se acercó para poder hablar con él.

—Klaus...

Pero él le hizo un gesto de mano para que no hablara y se marchó de allí para meterse solo en el baño y encerrarse.

Miró hacia el espejo y cerró los ojos, tratando de no pensar en lo mal que hizo la pasada noche en ignorar las órdenes de ella y quedarse a su lado, para protegerla ante cualquier cabrón del mundo.

Pero la rabia, la tristeza y todas las pesadillas, salieron a la luz, apareciendo en Klaus, quien levantó el brazo derecho y rompió el espejo, haciendo añicos los cristales, comenzando a sangrar salvajemente por su puño y, ni ese dolor esa suficientemente grande para quitarle el dolor de la pérdida de la mujer que amaba.

La culpabilidad de no haber estado la otra noche con ella, de no haber hecho algo más y de saber que no la volvería a ver, aquello le hizo romper su mundo por completo. Sus piernas flaquearon y se sentó en el suelo, apoyando su espalda en la pared del baño y llorando en silencio, mostrando sus sentimientos por primera vez al ver que Black y Wanda, tras el ruido de los cristales rompiéndose, entraron para consolarlo.

Pero nadie lograría hacerlo.

Nadie le devolvería lo que más quería.


***

Ha sido un capítulo bastante corto, pero era necesario.

Dentro de unas horas podrán leer el tan ansiado epílogo de «PROHIBIDA».

Nos leemos dentro de un rato, prohibidas.

Patri García

Pd; lloros y pañuelos por aquí, por favor —>

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