U N O | O F E R T A 👠
«Algo nuevo estaba a punto de tocar en mi puerta y no sabía que podía depararme el futuro»
Klaus
Un hombre estaba sentado en alguna cafetería de Alemania mientras leía un libro esperando su café. Era uno de esos días que le gustaba pasar el día tranquilo, después de todas las cosas que había vivido.
Estaba en una especie de vacaciones, pero sin salir de su lugar de residencia, donde descansaría después de haber estado viajando durante muchos años en casi todo el mundo. Se había cortado aquel cabello largo y que siempre llevaba en un moño para pasar desapercibido, habiendo sido uno de los guardaespaldas más solicitados y que ya, su aspecto, era bastante reconocido en varios lugares.
Por no hablar de que fue uno de los guardaespaldas de la chica más adinerada de Alemania. Necesitaba tranquilidad y su cabello ya le molestaba cada vez que entrenaba. Ahora lo tenía bastante corto, con un leve tupé mal peinado que le quedaba de escándalo y con una barba que lo hacía mucho más interesante y maduro para sus 36 años.
Pasó la página de su novela, de esas policiacas que tanto amaba disfrutar leer y su vista captó algo que lo molestó de su momento de tranquilidad.
Y no, no era su café.
—¿Le ayudo en algo, caballero? —cuestionó galantemente mientras lo observaba con aquellos ojos inexpresivos que Klaus tenía y que en el ejército le había enseñado a disfrazar.
El muchacho se colocó la camisa y, sin preguntarle, se sentó frente a Klaus en aquella silla vacía que había frente al hombre.
—¿Es usted Nikolaus Müller?
Instintivamente ya sabía que es lo que quería aquel joven. Colocó su marcapáginas en la parte que más interesante estaba del libro y cerró su novela para luego dejarlo sobre la mesa de la cafetería.
Con la espalda recta, se recostó un poco en el asiento y clavó sus ojos, intimidando un poco a aquel hombre que parecía tener un oficio delicado.
—Klaus; solo pueden llamarme Nikolaus los más allegados —avisó.
No le gustaba que cualquiera le llamase por su nombre. Solo había 2 personas en su vida que lo llamaban así y ambas personas ya no estaban en ese mundo.
Klaus observó como el muchacho lo miraba nervioso, peinándose el pelo hacia un lado y notándose cada vez más y más asustado. El guardaespaldas tuvo que sonreír al ver un hombre, que seguramente estaría acostumbrado a hablar con desconocidos, ponerse así.
Él no se creía nadie importante como para que otro lo tratase de esa manera, así que esperó pacientemente a que ese chico hablase.
—Klaus, necesito sus servicios.
La ceja de Klaus se elevó, interesado en el interés que el joven que estaba frente a él necesitaba.
—¿Por qué está nervioso? Juraría que tiene un oficio que le requiere no tener timidez, ¿abogado tal vez? —cuestionó él a la vez que daba toquecitos con sus largos dedos sobre la mesa.
El joven, que no esperaba encontrarse con un tipo bastante duro de mirada, arrugó la frente sin comprender como él lo sabía.
—¿Cómo lo sabe?
La sonrisa de Klaus se hizo presente, formándose una pequeña arruga por el lado derecho de su mejilla.
—Lleva un reloj bastante caro, un traje que rondaría el mismo precio que su reloj, por no hablar de que se le ve un poco su tarjeta en el bolsillo de su americana —señaló.
La camarera llegó con el café de Klaus y este le agradeció amablemente a la muchacha mientras esta se iba con una sonrisa en la cara. Y él tomó un sorbo de aquella bebida caliente, esperando una respuesta del individuo.
—Oh... Disculpe —susurró el joven mientras escondía mejor su tarjeta de presentación.
Y Klaus se prometió jamás llamar a ese joven como su abogado. Ya tenía uno y era de los mejores.
Dejó su café a un lado, junto con su novela y se irguió para colocar sus brazos fuertes sobre la mesa.
—Mire, deje que le deje algo en claro...
—Soy Nolan Robert.
—Robert. Estoy de año sabático —aclaró Klaus. —He estado muchos, muchos años sin tener días de descanso. Ahora no quiero tener ningún tipo de estrés.
Nolan asintió, comprendiéndolo, pero no podía dejar de mirar hacia la carpeta que debía darle a ese guardaespaldas. Necesitaba que su clienta pudiera tener los servicios de ese hombre, el tiempo que fuera necesario.
—Es algo muy importante —contestó Nolan.
Klaus negó.
—Da igual.
Realmente, él necesitaba esas vacaciones, despejar su mente de todo tipo de estrés. Quizás más adelante volvería a trabajar como guardaespaldas, pero era un trabajo complicado dependiendo de quién debía proteger.
—Por favor, déjeme explicarle y después saque sus propias conclusiones. —El guardaespaldas miró al abogado y elevó nuevamente la ceja. —¿Conoce el caso Edmond Le Goff?
El hombre arrugó su frente, analizando el rostro de ese chico para luego contestar con otra pregunta, no muy puesto en el tema;
—¿El político y empresario más rico de Europa? —El otro asintió. —Algo he oído. Aunque no veo las noticias.
Volvió su mirada hacia su café y tomó otro sorbo, disfrutando del sabor.
—Vale, pues resulta que Ágata Conte, mi clienta, sacó a la luz una noticia que pone en peligro el futuro del magnate —dijo, atrayendo la mirada de Klaus y el interés del caso. —Sacó varias pruebas que corroboran los crímenes que ha cometido, pero ahora ella está amenazada de muerte y Le Goff todavía está libre.
Algo que no comprendió el hombre fue lo extraño que le pareció el caso, pero claro, necesitaba leerlo todo, saber qué es lo que ocurría y todos los acontecimientos que la llevaron a sacar esa noticia a la luz.
—¿No sabía el peligro que corría si publicaba esa noticia? —cuestionó él, mirando a Nolan y este asintió.
—Lo sabía y lo había aceptado, pero el problema vino cuando mataron a su padre de un disparo en la cabeza, quizás no era muy consciente. Pero es una periodista de sobrenombre, es a lo que se dedica. Señor Müller...
—Klaus —corrigió, no gustándole que le traten de usted.
—Klaus, por favor... Ella le ofrecerá una cantidad bastante considerable de dinero para que proteja a su familia y a ella. Podría jubilarse con tan solo ver la cifra —murmuró.
Pero Klaus no estaba interesado en el dinero.
—¿Ella también es adinerada?
—Es muy famosa, una de las escritoras más leídas de Europa y una de las periodistas más importantes del país.
Él asintió, pero no respondió.
—Al menos, por favor... Ve a verla y lee el contrato. Le prometo que si la proteges hasta que Le Goff entre en la cárcel, podrás tener esta vida de tranquilidad durante el resto de su vida —contestó.
Pero era complicado que él aceptase tal oferta.
—Mire, aunque la proteja durante unos meses y ese tal Le Goff entre en la cárcel, no significa que no esté en peligro después —contestó el guardaespaldas.
—Lo sabemos y ella, después de eso, se marchará a otro lugar donde nadie la encuentre. Solo quiere asegurarse de que nadie más salga herido de ese hombre.
Klaus apretó la mandíbula mientras miraba la carpeta que sabía que era ahora para él. No estaba seguro de aquello, meterse en un gran problema como esa. Había estado metido en muchos problemas, pero ese iba a ser bastante duro y difícil de conseguir. No tenía la seguridad de que iba a poder protegerla, pero tampoco iba a prometer nada.
—¿Cuáles son los delitos por los que se le inculpan a ese hombre?
Nolan, al escuchar la pregunta de Klaus, tomó la carpeta y se la puso frente a él sobre la mesa.
—Violaciones, secuestros, asesinatos, corrupción... Y la lista sigue —dijo seriamente.
Él observó la carpeta donde ponía el apellido de Le Goff y negó con la cabeza al escuchar todas esas barbaridades.
—Si es un hombre de poder, es muy difícil que entre en la cárcel —contestó el alemán.
Nolan, desesperado por el futuro de su clienta, intentó seguir insistiendo;
—Por favor, solo le pido que la visite. Piénseselo al menos. —Se levantó y colocó un billete sobre la mesa antes de que Klaus preguntara. —Disfrute de su café, ya le invito yo.
Y se fue, dejando solo a Klaus con una carpeta llena de documentos y miles de preguntas arremolinándose en su cabeza.
🥀
Llegó a su pequeño piso solitario. Cerró la puerta y se dirigió al sofá para sentarse, dejar su novela y la carpeta sobre ella y mirar hacia el techo, pensativo.
Tan solo llevaba 1 mes de vacaciones desde que había dejado su antiguo trabajo de guardaespaldas como para ahora tener que volver a meterse de lleno en otor trabajo y encima, el triple de peligroso. No pudo dejar de pensar que esa mujer había cavado su propia tumba al exponer una noticia tan importante como aquella, pero... ¿Quién le había dicho que lo sacara a la luz? Seguramente ella debe tener personas que la guíen si debe sacar una noticia tan importante exponiéndose ella o quizás fue otra cosa.
El caso era peliagudo y había que tomarlo con pinzas.
Miró fugazmente a la carpeta y, dándole rabia por dentro, lo tomó para luego abrirlo y encontrarse con un montón de artículos impresos de noticias relacionadas antes de que esa periodista lo sacase a la luz. Varias amenazas de muerte, muchas fotografías sobre ese Le Goff y sobre todo y lo más importante, ese artículo que ella escribió con varias pruebas que culpaban a Edmond en sus crímenes.
Sin percatarse, estuvo toda la noche leyendo cada párrafo de cada artículo. Observando dichas imágenes y mirando milímetro a milímetro dichas amenazas.
Y sin quererlo, ya se estaba aprendiendo de memoria aquel caso peligroso.
🥀
Aquí tienen el primer capítulo de Prohibida. Espero que les haya gustado este capítulo de inicio.
Es el más corto que he escrito, pero no se preocupen porque los próximos capítulos serán bastante largos. Entre 2500 palabras hasta 5000. Así que espero que les haya gustado aunque el próximo... Solo diré que amarán como se conocerán su clienta y papi Klaus.
Cuéntenme, ¿que esperan de esta historia?
Nos leemos el próximo viernes.
Patri García
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