9-Huida en la noche
—¡Los mataré a todos!
No soy yo quien pronuncia estas palabras, sino April.
Sí, los mataría a todos como había matado a Jeremias.
Ahora empezaba comprender. ¿Sería verdad la leyenda? ¿Sería el fin de los vampiros?
No me importa, nadie le hará daño. Mientras yo esté vivo nadie la tocará.
—No tenemos mucho tiempo, hemos de irnos.
—¿Dónde iremos? -pregunta ella con tristeza —.Esta es tu casa, ahora es mi casa. No quiero marcharme ahora que he encontrado un hogar.
—No tenemos más remedio, April. Vendrán aquí en primer lugar.
—Lucharemos contra ellos.
—No, no podemos, el consejo mandará a sus asesinos, las "sombras". Son letales, están habituados a matar a otros vampiros. No tendríamos la menor oportunidad. Hazlo por mí, April.
—Sí, padre —Dice con un mohín.
Me quedo parado mirándola. Es como una niña pequeña a la que han quitado su dulce preferido. Me acerco a ella y la beso en la frente.
—Lo hago por ti, April. Lo hago por nosotros.
—Lo sé.
—No podría perderte ahora que te he encontrado. Recoge tus cosas, solo lo imprescindible.
Salimos de la casa unos minutos después, no sin haberme cerciorado antes de que nadie nos vigila. La noche nos envuelve como una cálida manta. Nadie nos sigue, pero aún es demasiado pronto. Cuando conozcan la muerte de Jeremias, saldrán a buscarnos.
No les voy a dar el privilegio de que nos atrapen en casa.
Nos movemos con pasmosa velocidad entre las sombras de los edificios. Mi plan poco meditado, esa es la verdad, es dejar cuánto antes la ciudad. He decidido tomar un tren que nos lleve lejos. Eso, supongo yo, es lo que menos se esperaran.
Llegamos a la estación de ferrocarril, pasada la medianoche. Saco dos billetes de tren para el destino mas lejano que había. Cinco horas de trayecto hasta la otra punta del país. No pienso llegar tan lejos, a mitad de trayecto abandonaremos el tren para evitar en lo posible que nos rastreen.
¿Dónde iremos? Tengo una ligera idea según se perfila un plan en mi mente.
Había una casita en medio del campo. Un lugar que nadie mas que Adela y yo conocíamos. Aquel había sido el lugar donde nos conocimos y donde habíamos vivido felices muchos años.
Ella tan sólo tenía diecisiete años cuando la vi por primera vez. Una mujer fuerte y muy independiente. Vivía allí, sola, porque quería estar lejos de la civilización. Aspiraba convertirse en una gran pintora, en comunión con la naturaleza.
Entonces llegué yo y cambie su vida por completo.
—¿Estás bien, Sebastian?
—¡Eh!, Sí...sólo recordaba.
—Pues debía ser un recuerdo muy triste.
—No, en realidad no.
—¿Pensabas en Adela?
—Sí. Creo que ya sé dónde podremos escondernos. Conozco un sitio donde podremos pasar desapercibidos. El lugar donde la conocí.
El tren llega un rato después y montamos en él. Tenemos un coche-cama en primera clase, para nosotros dos solos. Dejo las mochilas en el porta-maletas y llamo al mozo para que nos extendiera las camas. Lo más importante es actuar como la gente corriente, sin levantar sospechas. El consejo tiene espías en todas partes, tanto vampiros como humanos y no quiero que por un desliz, encuentren nuestra pista.
En mitad de la noche, cuando fingimos dormir, abandonamos el tren. Nadie sabrá nunca en que estación nos hemos bajado.
Aquel lugar trae muchos recuerdos a mi mente. Recuerdos que ya creía olvidados.
El pequeño pueblo, ahora dormido nada ha cambiado. La vieja iglesia, la plaza mayor y los estrechos callejones muy empinados siguen igual a cuando los conocí medio siglo atrás.
Dejamos el pueblo tras nosotros y cruzamos un viejo puente de piedra. El río de frías y turbulentas aguas ruge por debajo.
Frente a nosotros se halla un oscuro bosque. Recuerdo perfectamente la ubicación del camino que cruza entre los arboles y no me es difícil encontrarlo. Al cabo de un rato e iluminándonos con la fría luz de la luna llegamos a un extenso prado. En el centro de aquel claro se levanta una vieja casa de piedra. Nuestra casa.
—¡Oh!, es preciosa —dice April. —¿De verdad podremos quedarnos aquí?
—Sí, eso espero. Sólo una persona sabía de este lugar, aparte de Adela y de mí.
—¿Y si esa persona se lo dice? ¿o le obligan a contárselo?
—Lo dudo mucho. Esa persona esta muerta. —digo yo —Tú le mataste anoche, April.
—¿Jeremias?
Asiento con la cabeza. Él era el único que lo sabía. Mí amigo.
—¿Te encuentras bien, April? —observo que esta mas pálida de lo normal (para un vampiro) y sus ojos parecen haber perdido el brillo y la frescura que anoche tenían.
—No lo sé, me siento extraña... Es como si mis fuerzas me abandonaran por momentos.
—Creo que ya va siendo hora de que te alimentes de nuevo.
—¿Tendré que bajar al pueblo?
—No, no hace falta. Hay muchos animales por la zona: Ciervos, jabalíes y gamos.
—¿Animales? —dice ella con un gesto extraño.
—Como sustituto está bien. Esta vez dejaré que caces tú sola.
Ella me mira un segundo y veo en su rostro el ansia depredadora. El instinto de la caza se ha adueñado de su mente.
La veo alejarse y rezo para que no encuentre a nadie en el camino.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro