4-April
April me mira con extrañeza.
—Deberías haber muerto...creo.
Nosotros, los vampiros, no sólo bebemos la sangre de nuestras víctimas sino qué, por alguna razón desconocida también nos quedamos con parte de sus recuerdos.
Yo vi los recuerdos de April cuándo la transforme y ella también debió de quedarse con algunos de los míos.
Por eso sospecha que algo no va bien.
—Sí, lo sé —contesto —,pero no sé que ha pasado.
—Pues yo me alegro —dice ella muy feliz —me alegro de verdad.
La miro y le sonrió. Esta realmente preciosa en su nueva naturaleza.
Calculo que tendrá unos quince años. Su cabello cobrizo parece aun más rojo debido a la sangre que lo ensucia. Su piel es pálida, ahora mucho más que está muerta y sus ojos son de un verde esmeralda, claro y transparente, rodeados de una legión de pequeñas pecas. Unas pecas que cubren solamente su nariz y sus mejillas. Sus labios, muy pálidos en el momento de su muerte ahora parecen llenos de vida otra vez.
Realmente es una chiquilla preciosa y a partir de este momento, mí preciosa hija.
—¿Que te gustaría hacer ahora? —le pregunto.
—Descubrirlo todo.
Eso es lo que vamos a hacer esa nueva mañana, la mañana de su renacimiento. Le mostraré el mundo que ha heredado.
Tiendo mi mano hacia ella y ella entrelaza sus dedos con los míos.
—Te mostraré lo que eres capaz de hacer —le digo y juntos volamos más que corremos por las calles de la ciudad. En un momento dado dejo de sentir el suelo bajo mis pies y ascendemos al tejado de un edificio.
No es que podamos volar, (eso se queda solo para los pájaros) es solo la impresión que sentimos al trepar con nuestra increíble agilidad.
Una vez en la azotea del céntrico edificio, April contempla la ciudad a sus pies.
—Siempre creí que los vampiros no existían —dice ella mientras observa la ciudad con sus nuevos ojos.
—Es preferible que sigan creyendo eso. El cine tiene un papel muy importante en ello. Nadie cree nunca lo que ve en las películas, sean alienígenas o en este caso vampiros...
—¿Existen los alíens?
—Yo todavía no he visto ninguno —contesto —pero eso no quiere decir que no existan. Quizás sepan esconderse tan bien como nosotros.
—¿Cuánto tiempo hace que eres...?
—Cuánto hace que soy un vampiro ¿quieres decir?
—Sí.
—Hace ochenta y dos años que me transformé. Ahora mismo tengo ciento siete años.
—¡Vaya! —responde ella sorprendida —.Yo iba a cumplir catorce dentro de unos días.
¡Sólo tiene trece años! Me siento fatal. Como un ladrón que ha robado una flor en el momento en que es más fragante. Apenas es una niña y la he robado su vida.
—No te preocupes Sebastian, odiaba a mis padres. Ni siquiera eran mis verdaderos padres, era adoptada.
Tampoco me llevaba bien con los chicos del colegio, ni con los profesores...En realidad me había escapado de casa esta misma mañana y no pensaba volver. No tenía nada por lo que hubiera merecido la pena volver.
El destino, pienso, siempre el destino.
—Antes sólo quería morirme —continúa ella —.Había pensado en la forma de quitarme la vida...Ahora estoy viva, viva de verdad y quiero verlo todo. Tú me has devuelto las ganas de vivir, Sebastian.
—Pues haré todo lo que esté en mi mano para que la vivas intensamente.
La soledad y la tristeza que tenía ancladas en mi corazón comienzan a desaparecer.
—Salta —le ordeno. Si quiere emociones fuertes las tendrá.
Ella mira hacia abajo, la altura es considerable, estamos en la azotea de un edificio de trece plantas y las personas abajo parecen hormigas.
—No te puede pasar nada —le digo —confía en mí, salta...
Y lo hace, se acerca al borde del tejado y se deja caer. Yo salto inmediatamente después de ella y llegamos al suelo casi a la vez.
—¡Guauuu! —Grita ella a pleno pulmón, deseando volver a hacerlo.
No ha sufrido ningún daño. Jamás volverá a sufrir ninguna herida al caerse desde las alturas. Eso no puede hacernos daño, aunque si hay formas de dañar a un vampiro, pero no son las que vosotros pensáis. Por ejemplo, nada de estacas. En otro momento os lo contaré.
April esta muy excitada. Los vampiros también tenemos sentimientos como los humanos. Podemos sentir amor, odio, frustración y exaltación, pero nunca tendremos hambre, (sed sí, mucha) ni frío, calor o dolor.
Nuestros cuerpos están muertos pero nuestras mentes siguen funcionando a todo trapo.
Por eso una caída desde un treceavo piso no nos hace mas que cosquillas, lo mismo que si nos atropella un coche o nos disparan con un arma. No se puede puede matar lo que está muerto.
Debéis saber una cosa, mientras quede una sola gota de sangre en nuestros cuerpos, un vampiro puede volver a la vida; aunque le hayan desmembrado o decapitado o cualquier otro tipo de salvajadas por el estilo.
Recordad, una sola gota de sangre.
Casi me parece oíros.
¡Queremos ser vampiros! ¡Queremos ser vampiros!
¡Vale! Pues buscad alguno que este dispuesto a morir, como yo pretendía hacerlo y sugerírselo. Si no os devora antes, a lo mejor os convierte en vampiros. Pero luego no me vengáis quejándoos cuando las cosas no salgan como vosotros pensabais. O cuando os topéis con ellos. Con los que se dedican a exterminarnos. Algunos les llaman caza vampiros yo les llamo hijos de puta.
—¿Hay más como nosotros, Sebastian? — Me pregunta ella.
Es inevitable, esa es una pregunta de cajón. Tarde o temprano siempre acostumbramos a juntarnos con otros como nosotros, debe ser un residuo de nuestra olvidada naturaleza humana.
—Sí, hay mas —le digo — ¿quieres conocerlos?
—¡Oh, sí! ¡me encantaría!
—Entonces te los presentaré.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro