Capitulo 19
No se puede empezar una trilogía y no terminar de verla.
El viernes no tengo nada que hacer.
Di tú la hora.
Quedaron ese viernes a las siete, Minho no dijo el lugar, pero Jisung entendió que vendría él a su casa.
Eran las seis y media del día de la cita. Jisung no había podido esperar y ya tenía preparada el agua para el té, unas galletas, la película puesta y todo limpio.
Su casa nunca había estado tan perfectamente recogida como en ese momento.
Todavía queda media hora... ¿Qué hago? Ya lo tengo todo listo, no falta nada. ¿Y si nota que la he limpiado a propósito? ¿Pensará que lo hago porque estoy desesperado por él? A lo mejor tendría que dejar algún papel por ahí, para hacer como que ya no me acordaba de que venía.
Si hago igual se piensa que no me importa... o que paso de él.
Jisung se miró a sí mismo, examinando la ropa que había elegido para el momento, algo que no llevaría por casa, sino para ir a una cita en un restaurante elegante.
En este aspecto me he pasado, debería ir como voy por casa, porque ir así sí que sería raro.
Fua a cambiarse para ponerse algo normal y entonces sonó el timbre del portal. Eran las siete menos cuarto.
¿¡Llega quince minutos antes!?
Jisung sale corriendo del cuarto terminando de acomodarse los pantalones y descuelga el telefonillo. Era Minho y era excesivamente puntual. Estuvo a punto de pillarlo desprevenido.
Cuando le abre la puerta lo ve, viene con unas gafas de sol y una mascarilla.
―¿Vienes de incógnito? ―se mofa Jisung.
―Algo así, he traído esto ―Minho saca de su espalda una botella de vino tinto y se la muestra al maestro.
―Muchas gracias, aunque yo no entiendo mucho de vinos.
―Oh yo tampoco, pero es lo que se hace cuando alguien te invita a su casa y supongo que debe ser bueno, porque la etiqueta está en francés.
―Se trae vino cuando alguien te invita a cenar.
―Y... ¿no vamos a cenar?
―¿Eh?
―La película dura tres horas, ¿no me mandarás a casa con el estómago vacío no?
Mierda, no tengo nada preparado para eso.
―Pues... la verdad es que no me di cuenta de eso... lo siento.
―No importa, te puedo preparar yo algo con lo que tengas.
Minho entró y se sentó en el sofá, quitándose las gafas, pero no la máscara. Jisung fue a la cocina y trajo las tazas con té.
―Por favor, no le eches agua fría esta vez ―pidió Jisung.
―¿Quieres que me queme?
―Echarle agua fría lo estropea, es mejor dejarlo reposar.
Jisung se sentó a su lado en el sofá y la película empezó. Había un considerable espacio entre ellos, un amistoso espacio. El maestro no podía creerse que ese hombre estuviera en su casa, tan cerca de él, viendo una película como si nada.
Había pasado una hora, en esa hora se habían acabado el té y Minho se había apropiado del bol de las galletas, que ahora descansaba vacío en su regazo mientras prestaba suma atención a la pantalla.
De pronto, se giró mientras Jisung lo observaba, el maestro se sonrojó pero no le apartó la mirada.
―¿Quieres probar el vino? ―preguntó Minho.
―Cl-claro, iré a abrirlo.
Jisung paró la película y se fue a coger la botella. La abrió en la cocina con un sacacorchos que tenía y que no había usado nunca. Sirvió dos copas y probó de una.
Un sabor amargo y fuerte inundó su boca, provocando una mueca de asco en su cara. Escucho unos golpecitos en la puerta y se dio la vuelta sin cambiar su expresión.
Minho estaba apoyado en el marco de la entrada de la cocina.
―Lo has probado ―dijo con cara juiciosa.
―Si... creo que no me...
―Hay que dejarlo respirar unos minutos antes de darle un sorbo.
―¿No era que no sabías de vinos?
―Eso lo sabe todo el mundo.
Llevaron las copas y la botella al salón, las dejaron sobre la mesa y continuaron con la película. Un minuto pasó cuando Jisung notó que Minho se retorcía ligeramente en su asiento, había cruzado los brazos y encogido un poco las piernas.
Jisung cogió la única manta que tenía, con la que Minho lo había cubierto el otro día, y se la tendió.
Sin decir nada y mirándole con dudas, Minho aceptó la prenda y se la puso por encima. Era grande, así que la extendió y tapó también a Jisung, quien lo miró nervioso.
―Así no me siento solo ―dijo el hyung.
Pasó un rato y entonces el maestro notó un pie por debajo de la manta, llamándolo. Minho sujetaba su copa de vino y le hacía un gesto a Jisung para que lo probara también.
Le hizo caso, cogió su copa y acercó su nariz antes de dar un pequeño sorbo. Olía muy bien, a frutas y ahora sí que sabía bien. Ardía suavemente en la garganta y dejaba un gusto afrutado en la boca. Podría acabar aficionándose a los vinos si dejaban esa sensación.
Minho lo observaba para comprobar su reacción. Ahora sí. Jisung le hizo un gesto afirmativo y Minho asintió también.
El calor de la garganta sumado al calor que tenía en el pecho recreaban un sentimiento muy dulce para el profesor. Estar cerca de Minho era lo mejor del mundo, él era diferente, se burlaba de él de una forma que en el fondo le divertía y su presencia le aportaba calma.
Deseaba estar ahora mismo viendo la película mientras abrazaba a ese hombre. Abrazarlo y acurrucarse en su hombro mientras él también lo abrazaba.
Ya no le prestaba demasiada atención a la peli, sus párpados comenzaron a cerrarse poco a poco, pero no llegó a dormirse porque una mano en su hombro lo agitó.
―¿No te ha gustado el vino? ―con la máscara puesta no llegaba a entender qué quería decir con eso, antes le había dicho que sí le gustaba.
―Si me gusta ―alcanzó a decir Jisung desperezándose un poco.
―¿Entonces por qué lo tiras?
―¿Lo qué...? ¡Oh mierda!
La copa que Jisung aun tenía en su mano se había inclinado en su momento de sueño y se había desparramado el vino sobre la manta. El maestro se levantó de golpe y la recogió, mirando la mancha que por suerte no era demasiado grande.
―Prometiste no dormirte.
―No he llegado a dormirme.
―Esa manta no diría lo mismo ―no podía verle toda la cara, pero se notaba que Minho esbozaba una sonrisa de burla ―dámela.
Minho cogió la manta y se fue con ella a la cocina. Jisung se dejó caer en el sofá echándose las manos a la cabeza.
Si que soy un torpe...
El hyung apareció un rato después enseñándole la manta, mojada, pero sin ninguna mancha.
―Ahora deberías meterla en la lavadora.
―¿Cómo lo has hecho?
―Es un secreto.
¿Acaso sabe hacer de todo? ¿Todo se le da bien? ¿Podría ser más perfecto?
Jisung le obedeció y cuando volvió de dejar la manta para lavar retomaron la película. Minho volvió a cruzar los brazos, volvía a tener frío, pero ahora ya no tenía nada que pudiera dejarle para cubrirse. Ésa era la única manta.
El maestro deseaba cogerlo y abrazarlo para calentarlo. Él desprendía mucho calor y era raro que tuviera frío. Pero Jisung no iba a lanzársele así como así, ¿qué excusa pondría? ¿Y si él lo rechazaba? Esas dudas siempre estaban presentes para Jisung.
Siguieron así hasta el final de la peli. Ahora los dos se levantaron y Jisung se arrepintió de no haberle proporcionado él mismo el calor que el hyung necesitaba.
―Quédate aquí, yo prepararé la cena ―dijo Minho.
―Oh, ¿estás seguro? No tengo mucha cosa.
―No hay problema, tú dame veinte minutos y mira la tele.
El color natural de la piel de Jisung se tornó rojo pasión. Al menos en presencia del hyung. Estaba viviendo su propio sueño. Habían visto una película mientras tomaban vino y ahora él le prepararía la cena, en su casa.
Si esa era una forma de quedar de amigos, no podía imaginarse cómo sería una cita de verdad.
A los diez minutos Minho se asomó por la puerta del salón.
―¿Dónde está la sal? ―preguntó.
Jisung se giró para responderle y entonces se le cortó la respiración. Llevaba puesto un delantal que tenía un dibujo del cuerpo de una chica en bikini que le había regalado Felix el año pasado.
―¿D-de dónde has sacado eso?
―¿Esto? Estaba al fondo de uno de los cajones, me ha costado sacarlo de ahí.
―¿Has encontrado eso y no encuentras la sal? ―Jisung experimentaba sentimientos de enfado, risa y desconcierto al mismo tiempo ―está en el armario de al lado de la nevera.
Minho se disipó y Jisung agarró un cojín para taparse la cara de vergüenza. Y luego soltó unas cuantas risas. Esa imagen del hyung no la iba a olvidar, Minho había sido el primero en darle uso a ese regalo.
―¡Ve poniendo la mesa! ―gritó el hyung un tiempo después.
Jisung pasó a la cocina, estaba limpia, como si nadie hubiese cocinado allí y Minho seguía con el mandil, apoyado en la encimera ocultándole una olla al maestro y mirándolo mientras él cogía los platos.
Cuando todo estuvo listo Jisung se sentó y Minho apareció con la olla y la destapó después de ponerla sobre la mesa.
―¿Has hecho pasta carbonara? ¡Pero si no tenía nata, ni leche!
―La receta original no lleva nada de eso ―Jisung estaba impresionado, pero más le impresionaba otra cosa.
―Ejem...
―¿Qué?
―¿Podrías quitarte eso? ―dijo señalando el delantal que aun llevaba Minho.
―¿Te molesta que lo lleve?
―Un poco...
―Pues entonces me lo dejo puesto.
―No lo dices en serio...
―Muy en serio, ¡venga, a comer!
Jisung dio el primer bocado.
―¡Está delicioso!
―Me alegro de que te guste.
―¿Hay algo que no sepas hacer?
―Mmmh... No sé tocar el violín.
Cenaron, bebieron vino y entre burla y burla se echaron unas risas. Eran casi las doce de la noche.
―Creo que debería irme, ya es tarde ―Minho se levantó y se quitó el delantal para entregárselo a Jisung en mano ―para la próxima te lo pones tú.
Próxima...
―¿Quieres repetir esto?
―Lo repetiría cada día.
¿Qué acaba de decir?
Minho se dirigió a la puerta y Jisung lo siguió para despedirlo. Para su desgracia él se volvió a poner su máscara. Antes de salir le tendió la mano al maestro para despedirse con un apretón.
Con algo de desilusión Jisung agarró su mano y la apretó con firmeza al igual que él. De pronto el hyung dio un tirón y sin soltarle la mano le abrazó con su brazo libre y le susurró al oído.
―¿Nos vemos mañana?
―S-si, por supuesto.
Minho se separó y se marchó. Jisung cerró la puerta, apoyó la espalda en ella y se dejó caer lentamente hasta sentarse en el suelo.
Era el momento, ése era el momento para dar el paso. Debí dar el paso, he tenido mil oportunidades. Él me ha dado esas oportunidades, quiso ver una película en mi casa, trajo vino, preparó una cena, tenía frío... ¿quería que yo lo tapara? Pero ahora al final se puso la máscara, eso es que no quería un beso... Yo se lo habría dado...
¡No, no Jisung! Tú no ibas a dar el primer paso, lo tiene que dar él. Le gusto, sé que le gusto, ningún amigo hace las cosas que hizo. Aunque por otro lado, siempre mantuvo las distancias... salvo ahora... pero se puso la máscara... ¡No entiendo nada! Aaay... Minho... vas a acabar conmigo...
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