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Capítulo 8

Había un silencio terriblemente incómodo para ti, sin embargo también estabas lo suficiente concentrada como para hablar mucho; ni siquiera tenías algún tema del cual hablar. Rengoku te estaba viendo pero a la vez estaba concentrado en sus cosas, le escuchaste suspirar y volteaste a verlo.

—¿Sucede algo, Rengoku-san? —él dejó de verte. —Usted suele preocuparse por sus alumnos, ¿alguno le ha preguntado cómo se encuentra usted?

Sus ojos se abrieron de sorpresa, una sonrisita involuntaria se le formó en la boca. El tierno tono que usaste y la preocupación en él fue notable, pudo sentir como sus mejillas también se calentaban. Con su mano tapó la sonrisa de su boca y negó con la cabeza para alejar cualquier tipo de pensamientos.
Te inclinaste un poco para verle mejor pero luego suspiraste tú, volviendo a tu compostura; «puedes aprovechar esas palabras para sacar plática... ¡Vamos! Hazlo, no seas tonta.» Recordaste que mencionó a su madre, entonces aprovechaste el tema para poder hablar mejor con él.

—¿Es el cumpleaños de su mamá? —preguntaste.

—Es el aniversario de su muerte.

¡Perfecto! La cagaste. De inmediato empezaste a hacer un montón de reverencias mientras te disculpabas, él rió.

—¡Está bien, _______-chan...! No es nada por lo que disculparse. Son cosas que pasan.

—Gracias, Rengoku...

Él se sintió aliviado de que no preguntaras nada por el "chan", se le escapó de la boca.

Tu celular comenzó a sonar, te pusiste roja hasta las orejas en cuanto escuchaste el tono de llamada. De inmediato lo sacaste para responder y el celular casi se te cae.

—Disculpe, disculpe —le dijiste a Rengoku y devolviste tu atención al celular.

El rubio sonrió negando, dándote a entender que no te preocupes.

"Ara, ara... ¿Con quién te disculpaste?"

—Con un cliente —respondiste con nervios, ella terminaría dándose cuenta de cualquier manera. —¿Qué necesitas? Estoy trabajando.

"Lo sé, lo sé. Sólo quería avisarte que Rengoku-san irá, no estoy segura de a que hora pero en la tarde Kanae le dijo que podría ir ahí. ¡Te veías rara cuando nos fuimos y no dejabas de mirarlo! Te aviso porque me preocupas, ______."

—Eso es realmente muy bonito de tu parte, terminaré enamorándome de ti. —bromeaste mientras ponías el teléfono recargado en tu hombro.

Cuando Kyojuro escuchó eso volteó a verte, esa sonrisa en tu rostro... No habías perdido la concentración e incluso te veías feliz. El mayor suspiró, era estúpido, de verdad era una estupidez pensar que podrías gustarle. Quizás ya había alguien más en tu camino y él sólo se estaba haciendo ilusiones. Se cruzo de brazos mientras seguía escuchándote; no, no lo hacía por chismoso, no podía elegir no oírte. Fue entonces que escuchó algo que de verdad le interesó: «Me gustaría poder salir un rato lejos de los lugares a donde siempre vamos. Realmente amo estar contigo pero necesito salir de la rutina.» Kyojuro se tragó su orgullo y ética como profesor.

—Terminaré de trabajar, nos vemos, Shinobu.

Volteaste a ver a Rengoku, él también te estaba viendo y sus miradas se cruzaron, tragaste saliva. El brillo de sus ojos fue realmente lindo, y ni hablar de lo atractivo que lucía.

—¿A qué hora termina tu turno? —preguntó con curiosidad.

—¡En una hora! —respondiste casi terminando. —La señora me dio permiso de regresar más temprano a casa, mi mamá suele regañarme porque llego tarde, antes estaba en casa a las 9.

—¿Tan tarde? —preguntó.

—Necesito conseguir dinero para mudarme —respondiste tomando el ramo entre tus manos y acercándote a él. —La relación que tengo con ella no es muy buena, si consigo mudarme al ser mayor de edad, mucho mejor.

Él se levantó cuando te acercaste.

—¿Crees poder salir una hora antes? Me gustaría, si puedes claro, que me acompañes a un lugar.

—Eh, eh... Yo...

Terminaste aceptando.

Rengoku se agachó y dejó el ramo sobre la tumba de su madre, suspiró mientras cerraba los ojos y luego los abría. Se cruzó de brazos sin saber que más hacer, normalmente le contaría como está yendo todo o derivados, pero ahora contigo todo es un lío y no por tu culpa. El viento sopló, el cabello de Kyojuro se movió a la par de este y a sus pies voló un pétalo de unas flores cercanas a él. Ahí fue cuando supo que sólo debía de desahogarse y hablarlo con alguien, ¿qué mejor que su madre? Nadie más sabrá y de esta manera podrá resolver sus problemas él solo. Estabas a sólo unos pasos lejos de él, no podías dejar de verlo.

—Estoy seguro de que no es correcto que hayas venido conmigo —él volteó a verte.

Negaste.

—Ver lo mucho que quiere a su mamá me hace sentir envidia, Rengoku-san. Yo no puedo sentir lo mismo con la mía —lo tocaste en el hombro. —Me gustaría que alguien me quisiera mucho también.

—Yo te quiero —respondió él mientras revolvía tu cabello.

Sentiste esa sensación en tu corazón, esa calidez. Tragaste saliva, en cuanto Kyojuro se dio cuenta de lo que hizo, se disculpó. Lo volteaste a ver con los ojos llorosos, él te miró con sorpresa y nuevamente se volvió a disculpar pero en cuanto saltaste a sus brazos no dudó en corresponder. Acarició tu cabello con cuidado, olía tan bien... El abrazo fue tan caluroso y agradable que lo apretaste con fuerza. Alguien que los viera se daría  cuenta de los sentimientos que se tienen uno al otro y ustedes dos están negándolo tanto que no se dan cuenta.
Tú te echaste a llorar, estabas en una situación tan vulnerable que en cuanto encontraste comodidad te soltaste.

—¡Dejando de lado que soy tu profesor, puedes confiar en mí! —Dijo con un tono seguro.

—Yo pienso que es lo mismo con usted —reíste. —Podré ser solo una estudiante pero... míreme como una amiga... Aunque suena algo atrevido y no quiero que lo malinterprete.

Comenzaste a balbucear haciéndolo reír.

—Eres tan linda —murmuró. —Estoy seguro que mi madre se sentiría contenta de que te haya conocido.

Lo miraste, él te sonrió.

—¿Quieres comer algo? —preguntó.

—Eso sería mucho...

—¡Shinobu me contó que querías comer un ramen en cierto local!

—¿¡Qué tipo de cosas le dice ella!?

Así fue como pasaron un lindo y conmovedor momento juntos.

—Disculpe... —Volteó a verte. —Sé que no me dará más clases de historia pero me gustaría pasar más tiempo junto a usted, Rengoku-san.

—¿Qué tal si dejo más tarea para tener la excusa de alguien que me ayude a revisar? —te guiñó el ojo.

Definitivamente sentimientos de verdad, huh. Parecían dos tontos enamorados, aunque... Realmente lo son.

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