Capítulo 35
—¿Puedes pasarme el pimientero? Detrás de ti.
Kyojuro se dio la vuelta, lo tomó y luego se lo entregó a tu madre, ella se detuvo un par de pasos lejos de él.
—¿Hay algo en lo que pueda ayudar? —preguntó el rubio.
Intentando alejar el ambiente incómodo que siente, la mujer volvió a darle la espalda y caminó hacia unas sartenes. A Rengoku le sienta un poco mal quedarse parado sin hacer nada, así que solo está esperando una respuesta por parte de tu madre. Sin voltear, volvió a hablar.
—Sé que dijiste que estás dispuesto a casarte, pero, ¿qué tan seguro estás de esa decisión?
Una sonrisita se apoderó del rostro de Kyojuro, se cruzó de brazos.
—¿Sigue dudando sólo porque soy unos años mayor que ella?, si por mí fuera ya estaríamos casados, pero quiero que _______ se sienta cómoda.
Al parecer la respuesta no complació a tu progenitora. La mujer de cabello oscuro giró su cuerpo para quedar cara a cara con tu pareja, volvió a dar a unos pasos y se acercó más a él. Rengoku no quitó sus ojos de ella, comienza a ser algo fastidioso para él, pero quiere demostrar de la mejor manera posible que no importan los obstáculos, no desistirá. Su ceño se frunció cuando las manos de la azabache fueron a dar al borde de su abrigo, subiendo para acomodar el cuello.
—Debo admitir que para ser el primero fue buena elección —se jactó con arrogancia, retrocediendo. —Eres atractivo, Kyojuro.
—Me gustaría pedirle de favor que no diga ese tipo de cosas, no sé con que intención lo hace.
Soltó en un tono tranquilo, manteniendo la calma ante la situación; una sonrisa amable apareció en su rostro mientras cerraba los ojos. Si bien le molesta un poco, no tiene motivos para enojarse, mucho menos cuando está en tu hogar. Al parecer a tu madre le molestó su respuesta, creía que seguiría el mismo patrón de los demás, supuso que con unas simples palabras sería suficiente para "revelar sus verdaderas intenciones". Si todo seguía yendo así de mal tendría que usar su as bajo la manga, y para que funcione será mucho más complicado.
—Susumaru aún no regresa, así que si gustas vamos a sentarnos un poco.
Los dos caminaron hacia el sillón, un silencio reinó hasta que la mujer mayor volvió a hablar.
—¿Por qué de mi hija? —cuestionó. —¿Cuándo te comenzó a gustar?
—Es una de las mejores personas que he conocido, ¡tan madura y diligente... Alguien muy hermosa! Ni siquiera sé cuando pasó.
En parte tenía razón, no mintió. De verdad no sabe cuando fue que comenzó a verte con otros ojos, lo sentía desde el momento en que leyó esas cartas que Shinobu te robó, lo hizo ver algo obvio al darte su número; y lo comprobó la vez que te besó. Aquella distancia que se formó entre los dos luego de aquel beso, solo sirvió para que sus sentimientos se avivaran más, no hubo tantos momentos realmente especiales; esa fue la magia. A pesar de no ser algo diferente, se volvió representativo para él, tú manera de ser y la forma en que creciste como persona con el paso del tiempo, eso fue formando la confianza que se tuvieron; sin darse cuenta terminaron enamorados, amándose. Así que la vez que le preguntaste “profesor, ¿qué se siente enamorarse?” y luego apareciste en clase diciendo aquellas palabras...
Supo por completo que en efecto se trata de amor, no solo de cariño por conocer parte de tu pasado, su corazón se emociona y siente una calma inexplicable cuando está contigo. No hay nada más que pueda ser más que amor.
—Supongo que lo han ocultado muy bien para que no haya habido ningún problema hasta ahora...
—Nuestra relación y mi trabajo es algo que no quiero mezclar.
—¿Cómo fue que ella te logró enamorar?
A Kyojuro le fue difícil no poner una mueca, su ceño se frunció un poco, sin embargo mantuvo su sonrisa.
—¿De qué habla?
—Es una niña ingenua, quizás algo frágil y manipulable... Egoísta también.
Una risita se escapó de los labios de Rengoku, no pudo contenerse ante tal tontería.
—¡Al parecer no conoce a su propia hija! —exclamó.
—Por Dios, ella es una caja de sorpresas —se cruzó de brazos.
—¡Lo sé! Eso la hace más interesante, una de las razones por las que la amo... Debería dejar de hablar mal sobre ________.
«¿Cómo diablos puede estar tan enamorado de ella?» pensó tu madre, desvío la mirada y se cruzó de brazos. No había pasado tanto tiempo desde que subiste, pero aún no bajabas. Decidida, metió su mano en el bolsillo de su pantalón y de ahí sacó un collar, Kyojuro no la estaba mirando, así que tuvo que llamarlo para que volteara a verla. Apretó la joya en su mano para después mirar a tu pareja a los ojos, quien se encuentra confundido en este momento.
—¿Tanto la soportas? Tan solo mira que hizo con tu regalo...
¿Por qué trabaja en una empresa y no de actriz? El cambio tan drástico de su voz, su mirada de tristeza fingida, los ojos del rubio se movieron hacia el objeto en manos de la mujer, una sonrisita apareció en el rostro de tu pareja; entonces comprendió aún mejor todo por lo que tuviste que pasar y vivir, sus ganas de abrazarte y besarte aumentaron. Si bien se parece, hubo un detalle que le hizo ver la gran mentira de tu madre. No quiso decir nada sospechoso, sin quitar esa sonrisa de sus labios, respondió con tranquilidad.
—¿No le gustó? Que pena... ¡Tendré que comprarle uno que sea de su agrado!
—¿Eh...?
Ella respiró profundo, volvió a guardar el collar y se levantó del sillón.
—¿Me tardé mucho? —preguntaste bajando las escaleras rápido.
—¡Para nada, cariño! Te ves muy bien.
Tus mejillas se pintaron de rojo, el apodo y el halago te pusieron nerviosa, no fueron las palabras sino el hecho de que las dijera enfrente de tu madre. Te acercaste a tu pareja, él te tomó entre sus brazos y te rodeó con ellos. «¿lo hará a propósito?... No, ¿de qué hablaron?» las dudas comenzaron a invadir tu mente, cuando Rengoku te soltó te encontraste con su mirada y aquel brillo en sus ojos. Te tranquilizó, sin embargo tus dudas siguen contigo. Volteaste para ver a tu mamá, se alejó de ustedes dos mientras tomaba su celular y lo llevaba a su oreja.
—¿Sobre que hablaron? —murmuraste volviendo a verlo.
—Sobre cuanto te amo —respondió.
No mintió, pero mucho menos dio detalles.
—Recuerdo que habías mencionado algo sobre querer mudarte cuando fueras mayor de edad...
Los dos se sentaron en el sillón, te lo preguntó en un susurro como si fuera un secreto. Te tomó por sorpresa, no tiene nada que ver con algo que haya pasado ahora, no obstante, para tu novio es muy importante saberlo, aún más después de las cosas que intentó decir tu madre, quién sabe que más hubiera querido hacer. Dudaste en tu respuesta, olvidaste el tema así que ya no estás tan segura de que es lo que quieres, así que no tienes una respuesta concreta y bien formada en este momento. Kyojuro no quitó sus ojos de encima tuyo, su vista se mantuvo sobre ti, esperando con paciencia tu respuesta.
—Así es, sigo queriendo hacerlo. Hace un tiempo hablé con Shinobu sobre ello, pero aún no era mayor así que dejamos el tema de lado.
—Entiendo, entiendo.
—¡Tal vez le vuelva a comentar! Hace poco contamos cuanto dinero tengo ahorrado y puede que ella consiga un lugar rápido.
Es probable que le pregunté a Kyojuro si puedes mudarte con él, pero tu respuesta no terminó de llenar al rubio. Antes de que pudiera responder, tu madre regresó y se sentó a un lado tuyo.
—Suma dijo que hay algo de tráfico, que podemos comer sin esperarlo.
—¿Va a tardar mucho en llegar? —hubo preocupación en tus ojos.
—Es probable, apenas viene de regreso.
Un suspiró salió de tu boca, tu pareja puso una de sus manos en tu espalda y acarició con suavidad.
—¿Desean cenar ya? —cuestionó tu madre.
—¿Tienes hambre? —miraste a Rengoku.
—No mucha, podemos esperar más tiem-...
Se vio interrumpido por la mayor.
—Si ya tienes hambre, permíteme servirte... comamos, los 3.
—Yo no tengo mucha hambre, pero está bien.
El de puntas rojas no pudo entender como tu madre puede ser tan terca, no dijo nada más ya que también aceptaste así que sólo se quedó callado. Caminaron hacia la mesa, querías ayudarle a tu madre, pero Kyojuro dijo que mejor te quedaras sentada, que no te preocuparas y fue él quien caminó hacia la cocina para ayudarle a tu mamá. Esperó a que sirviera la comida en los platos, ninguno de los dos dijo nada hasta que la mujer habló, nada que le gustara a él.
—Eres sorprendentemente muy caballeroso —murmuró mientras le miraba de reojo.
No quitó su sonrisa, pero su ceño se frunció un poco.
—¡Mi madre me educó de la mejor manera posible! —exclamó.
Al parecer a ella no le gustó su respuesta, le hizo sentir molesta.
—Debe ser horrible no poder ser como una pareja normal, ¿verdad?, ¿no te molesta el hecho de que otros chicos coqueteen con mi hija?
—Un poco, a veces, pero tengo confianza en ella; si hubiera querido a alguien más ha tenido muchas oportunidades.
—Yo tampoco sería tan tonta como para dejar a alguien como tú.
Sus palabras comenzaban a ser más raras conforme pasa el tiempo, el rubio tomó los platos y se giró para caminar con dirección al comedor, no respondió al último comentario de tu madre. Dejaste tu celular a un lado cuando viste a Kyojuro llegando, le sonreíste.
—Gracias, ¿todo bien?
Él asintió, le creíste.
Claro que no te va a molestar diciendo cosas malas sobre tu madre, cosas que ya sabes.
Poco después de que terminaran de acomodar la mesa, tu madre se sentó junto a ustedes, hubo un silencio corto, pero incómodo a más no poder. Ibas a tomar un cubierto para empezar a comer, no obstante tu celular comenzó a sonar; fue tan repentino que te hizo sobresaltar. Lo tomaste para ver de quien se trataba, un suspiro salió de tu boca cuando leíste el nombre de Hana, te levantaste de tu asiento.
—Disculpen, es Hana...
Dijiste antes de alejarte un poco de ellos, no la hubieras tomado si no fuera porque Hana casi nunca llama, suele mandar mensajes para avisarte cosas; sus llamadas son cuando se trata de algo importante y esta es la razón por la cual decidiste aceptar. Fuiste a la sala para poder atender de mejor manera la llamada.
—Debe ser mentira que puedas querer tanto a mi hija, es solo una jovencita, puede que llegué alguien de tu edad y te enamoré.
—¿Disculpe? Usted no me conoce bien, por favor no haga ese tipo de juicios.
—¿Y si hay un malentendido entre ustedes dos?, ¿qué harán?
Kyojuro suspiró, su paciencia nunca se había visto tan tocada de esta manera, esta siendo realmente paciente y considerado de no decir nada malo o algo que pueda ofenderla. Tu madre se levantó de la silla para revisar si aún seguías hablando, cuando se percató de que sí lo seguías haciendo. Se acercó al rubio, él no le quitó el ojo de encima porque la ve algo sospechosa, ella se sentó a un lado suyo y en un movimiento rápido lo tomó de la camisa, ibas a jalarlo para poder besarlo, pero no solo Rengoku puso distancia, llegaste y la viste.
—¿Qué diablos te sucede, mamá? —exclamaste con molestia.
Casi gritabas.
La mujer lo soltó, Kyojuro se alejó de ella para luego acercarse a ti, lo miraste.
—¿Estás bien? —le preguntaste mientras tomabas su mano.
Él asintió.
—¡Este es el colmo! Puedo... Puedo soportar que te burles de mí, que me humilles o me hagas menos, ¡pero con Kyojuro no te metas!
—________ no digas eso...
No lo escuchaste.
—¿Crees estar en tu derecho de quejarte? Te he mantenido por 18 años, deberías de estar agradecida.
—¿De qué? Tú fuiste quien arruinó a nuestra familia, ¿de verdad eres capaz de sacrificar tu felicidad por verme infeliz?
—¿Quieres que te diga la verdad? —ella se acercó a ti, señalándote con su dedo. —Yo nunca quise tenerte, lo hice por petición de tu padre, pero el terminó largándose y ya eras lo suficiente grande como para deshacerme de ti.
—¿Qué clase de madre es usted?
Kyojuro te rodeó pegándote a su cuerpo, tu vista se nubló, tragaste saliva. No creías que fuera tan mala como aparenta, nunca llegaste a imaginar que podría decir esas palabras, tienes un nudo en la garganta y aunque quieres reclamarle, te es imposible pronunciar alguna palabra más. Querías que se callara, que no te hiciera sentir peor, pero continuó hablando, ignorando las palabras de tu pareja.
—Acepté tenerte porque creí que tu padre nunca me abandonaría sin importar lo que hiciera, me serviste sólo durante 7 años, después de eso te convertiste en una carga para mí. La gente ya te conocía, ¿qué más podía hacer? Sólo tenerte conmigo, no quería que mi reputación empeorara únicamente por una niña como tú.
—Amor, vámonos de aquí... —el rubio te murmuró mientras acariciaba tu cabello.
Las lágrimas ya estaban cayendo de tus ojos, te separaste un poco de Rengoku, no querías que te viera llorando, pero tampoco pudiste evitarlo. Él tomó tu rostro y te limpió las lágrimas con los pulgares, desviaste la mirada, un suspiro salió de su boca; en cambio te tomó de la mano y dio un leve apretón para darte fuerza y apoyo.
—Esa es la razón por la que te quedarás sola, ¿sabes? Eres una maldita egoísta, ¡no mereces a Susumaru!
Le gritaste, antes de que pudiera responder tomaste con fuerza la mano de tu pareja, caminaron hasta la puerta, salieron y comenzaste a llorar más fuerte. Se alejaron algunos pasos, hasta que el rubio decidió romper el silencio, te tomó de la mano, deteniéndote. Lo abrazaste apenas lo miraste al rostro, tus brazos le apretaron con fuerza, pidiendo que haga lo mismo contigo; demandando y suplicando por su cariño y calor. Tanta fuerza le hizo sobresaltar, pero se dio cuenta de como te relajaste cuando sus brazos te rodearon con cuidado; sabe que estás llorando y no porque no puedas ocultar bien tu llanto, estás mojando su camisa mientras aprietas su ropa, es evidente el dolor que sientes.
—Tranquilizate, _________...
Murmuró tu nombre de una manera tan suave que te hizo sentir en otro mundo.
—Aquí estoy para ti, está bien si lloras o te desahogas, amor...
Agregó, un par de palmadas amigables en tu espalda, y caricias en tu cabeza fueron las acciones que acompañaron a sus palabras. Tragaste saliva, no podías pensar de manera coherente que es lo que quieres decir.
—L-lamento que hagas tenido que ver eso —tartamudeaste.
—No, está bien, ahora me preocupa como te sientes. Hay que ir a casa y relajarnos un poco, ¿está bien?
Los latidos de su corazón te tranquilizaron, tienen una velocidad normal y no tan acelerada como los tuyos, no querías separarte de él, no querías que te viera a la cara teniendo los ojos tan rojos e hinchados por llorar; cuando te alejaste de él, mantuviste la mirada baja. Tu pena no es solo porque él escuchó las palabras que dijo "tu madre" sino que también por la manera en la que te ves en este momento, sigues hipando, y estás segura que si dices alguna otra palabra te trabarás. La mano de Kyojuro fue a dar a tu mejilla, cerraste los ojos.
—_______, mírame, por favor —insistió.
Entrelazó los dedos de su otra mano con los tuyos. Subiste un poco la mirada, sin estar segura y dudando.
—No me importa como te veas, no te dejaré de amar... Es más, ¡mi amor por ti será más grande si veo múltiples facetas tuyas! —exclamó.
Abriste los ojos, subiste la mirada y te encontraste con una sonrisa de su parte, apretaste más su mano; su expresión se relajó. Se inclinó hacia tu rostro, comenzó a besar desde la punta de tu nariz a dejar un beso en cada lugar de tu rostro; beso tu frente, mejillas, párpados y terminó dándote un beso en los labios. La mano que se encontraba en tu mejilla, bajó hacia tu cintura, donde te acercó más a el; presionando con dulzura sus labios mientras se deslizan encima de los tuyos, esto te tranquilizó un poco, pero sentiste algo de pena, pues sus labios saben a tus lágrimas.
—No deberías hacer ese tipo de cosas —murmuraste.
—¿Ah sí?, ¿por qué?
Preguntó con evidente felicidad, te soltó y volvió a atraparte entre sus brazos.
—Vamos a casa, es fin de semana así que podremos estar juntos... Estaré algo ocupado, pero también te vigilaré, ¡voy a cuidarte bien!
Exclamó.
No tardaron mucho en llegar ya que pidieron un taxi, tu pareja abrió, te invitó a pasar y lo hiciste; caminaste hacia el sillón, te tiraste ahí quedando acostada para después cerrar los ojos. Rengoku se acercó a ti, se agachó para mirarte bien.
—¿Tienes hambre?, ¿quieres que pida algo?
—Me duelen los ojos —respondiste.
Aunque no tenía nada que ver con lo que preguntó.
—Comamos algo antes de ir a dormir, ¿quieres cambiarte?
Levantaste la cabeza y abriste los ojos para verlo.
—¿Puedo usar tu ropa?...
El tono en que lo preguntaste hizo que Kyojuro sonriera, llevó su mano hacia tu cabello y revolvió un poco.
—Adelante, ¡ve al cuarto y agarra lo que gustes!
Tus mejillas se ruborizaron a la par que se abrieron tus ojos.
—Pero... Quiero que me digas que quieres cenar, ¿pido algo o te gustaría que te cocine?
—Por favor, Kyojuro... Somos pareja, pero ya eres lo suficiente tierno —limpiaste otra lágrima que había salido de tu ojos. —Si sigues voy a llorar de felicidad.
—¡Oh, no, no! —exclamó.
—Cualquier cosa está bien, ¿sí? De verdad que mientras seas tú, estoy bien con lo que sea.
—Entendido, amor. Ve a cambiarte, ¿está bien?
El mayor se paró, extendió su mano y te ayudó a pararte, lo hiciste, cuando lo soltaste caminaste hacia su cuarto. Te acercaste al armario para después abrirlo, el puro olor te hizo sentirte en las nubes, empezaste a buscar tratando de no mover ni desacomodar demasiado, hasta que encontraste algo que te llamó la atención. Tomaste un suéter que al parecer a Rengoku le quedaría un poco más grande de lo normal, te quitaste tu blusa y te lo pusiste; la calidez de la prenda es tanta que te hizo suspirar. Doblaste tu blusa, cerraste el armario y luego volviste junto a tu pareja.
—¿Es muy noche? —preguntaste.
Él negó.
—Son las 8 —respondió.
Volteó a verte y una gran sonrisa apareció en su rostro.
—¿Por qué te ves tan bien con mi ropa? —preguntó acercándose a ti.
Te abrazó y dio una vuelta contigo, eso te sorprendió, pero también te hizo reír.
—Esto fue tan repentino que olvidé mis pastillas... —comentaste con pena.
—¡Está bien! Mañana podemos ir por tus cosas, ¿te sientes bien usando las pastillas?, ¿no es molesto? —se separó.
—¡Nop! Todo bien —exclamaste. —¿Ir por mis cosas?... ¿Puedo quedarme aquí?
—No me gustaría que volvieras ahí después de lo que pasó, cariño... Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras hasta encontrar un lugar donde vivir o bien... Quédate conmigo.
Desvío la mirada cuando dijo las últimas dos palabras. Lo volviste a abrazar con fuerza, correspondió.
—¡Si puedo quedarme aquí lo haré con gusto!
—¿Ves? Ya estás mucho mejor, cariño.
—Es gracias a ti, solecito.
Kyojuro río tratando de ocultar su vergüenza. Lo miraste y dejaste un piquito en sus labios, escuchaste el timbre de la puerta, el rubio se separó de ti para ir a abrir y regresó con comida. Se sentaron en el sillón, pusieron algo en la televisión y empezaron a comer.
—También me gustaría hablar con Susumaru, no puedo dejar que él se quede con ella después de lo que intentó hacerte —comentaste dudando.
—Ten por seguro que tienes todo mi apoyo, ________.
Una sonrisita apareció en tu rostro.
—Te amo, Kyo.
Por ahí dicen que muerto el perro se acaba la rabia...
Ya saben, no hay mal que por bien no venga 😭🙏🏻
Este capítulo fue wow, o sea no hubo tanto drama cuz a mí no se me da el drama, pero me gustó XD
Fue... Pasable, 2.6 entienden la referencia? No, bueno...
Quiero hacer otro lemon jajsja, pero honestamente a la vez no, a ver que sale.
Hoy en realidad no tengo mucho que decir, espero les haya gustado, ya saben lo de siempre; ¿qué les pareció este episodio? :0
•
•
•
•
•
•
Un lemon con Kyojuro en traje, Dios santo... Que buena idea.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro