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Capítulo 21

Volteaste, Kyojuro y tú se miraron a los ojos, ibas a caminar unos pasos más para abrazarlo, pero Shinobu tomó tu mano apenas te moviste. Apretó un poco y te hizo retroceder; caíste en cuanta de donde se encontraban y que muchos podrán verlos, suspiraste.

—Todo bien, Rengoku-san, sólo que yo la asusté hace un momento —respondió tu amiga por ti.

Entonces comenzaron a caer gotas de lluvia, comenzaba a llover al parecer.

—Eso me alegra —dijo mientras una sonrisa se formaba en su rostro. —Entonces si vas a pasar la tarde conmigo, puedes esperarme y nos vamos juntos.

—Oh... Me gustaría, pero quiero volver a mi casa para poder cambiarme —respondiste con una sonrisita. —De hecho creo que ya me iré, no se queden afuera por favor, que ya está lloviendo.

Kyojuro sonrió, cuando volteaste a ver a Shinobu te diste como como estaba aguantando las ganas de reír. Soltaste su mano, los miraste a los dos e hiciste una leve referencia para después comenzar a correr. La de puntas moradas volteó a ver a su profesor, entonces los dos caminaron de vuelta al interior del colegio.

—La quieres mucho, ¿verdad? —preguntó tu amiga.

Rengoku negó.

—La amo.

Respondió para luego despedirse y volver a lo que estaba haciendo, Kocho vio algo extraño a lo lejos y se dio cuenta que era tu madre con papeles en la mano. Aunque cuando se percató de su presencia, también se dio cuenta que estaba viendo hacia su dirección. Decidió ignorar esto, quizás después te contaría en cuanto descubriera qué tanto vio.

Mientras tanto, decidiste tomar un taxi para llegar más rápido y no tener que correr bajo la lluvia, tu casa queda como a 20 minutos caminando normal, no es muy lejos, de hecho está casi cerca; pero en cuanto al hogar de Kyojuro, pese a que también está cerca de la escuela, para ti si está algo alejado. Una vez enfrente de tu casa, sacaste las llaves y cuando viste el llavero que tu novio te dio, sonreíste como tonta. Abriste la puerta y luego entraste, por costumbre al llegar no saludaste ni nada, debido a que tu madre casi nunca se encuentra en casa. Sin embargo cuando te quitaste los zapatos para entrar y caminaste, escuchaste a Himaru saludar.

—Bienvenida —lo miraste.

—¿Gracias? —dijiste extrañada.

—Normalmente la otra persona avisa que regresó a casa —frunciste el ceño.

—No sabía que estabas aquí, no suele haber nadie en este lugar —respondiste caminando. —¿También van a vivir aquí? No me sorprende...

—Deberíamos llevarnos bien y volvernos cercanos... Tú y yo seremos compañeros en pocos días.

Ignoraste sus palabras, subiste las escaleras para ir a tu habitación, aquel chico te siguió. Entraste a tu cuarto y le cerraste la puerta en la cara, le pusiste seguro a la puerta y luego dejaste tus cosas en la cama. Buscaste ropa en tu armario y también la tiraste en la cama. Sacaste tu celular y llaves de tu falda y las dejaste a un lado de la cama. No querías pensar en las cosas malas del día, más que nada lo relacionado a tu madre y su nueva familia; solo quieres salir, llegar a casa de tu pareja y disfrutar antes de volver a trabajar ya que no podrán pasar tanto tiempo juntos. Te sentaste en la cama, agarraste tu celular y le enviaste un mensaje a Kyojuro; diciéndole que ya habías llegado a casa.

Querías comer antes de ir, pero el destino ha de haber querido que comas junto a Rengoku.

Él te envió un audio diciendo que está en camino a su hogar, también preguntó si querías comer para que preparara algo antes de que él llegara.

Obvio le dijiste que sí.

Te quitaste la ropa para cambiarte rápido, tomaste una chamarra con gorra y te la pusiste. Agarraste tus llaves, celular y los guardaste, luego le retiraste el seguro a la puerta y saliste, cuando bajaste volviste a encontrar a el hijo de la pareja de tu mamá.

—¿Te vas?, ¿le avisaste a tu madre?

—Disculpa, pero a ti no te interesa. Soy mayor de edad —respondiste caminando hacia la entrada.

Te pusiste tus zapatos, abriste la puerta y saliste. Himaru había dicho algo más pero no quisiste escucharlo, sacaste tu celular para escribirle un mensaje a tu pareja.

Te apresuraste a llegar rápido debido a que estaba comenzando a llover más fuerte, empezaste a cuestionarte el por qué no tomaste la sombrilla. Cuando llegaste y te paraste en frente de la puerta, ibas a tocar, pero dejaste tu puño a unos centímetros; ¿será mejor tocar o abrir con las llaves que te dio? Tragaste saliva al no saber que decisión tomar, luego de pensarlo por un momento, sacaste las llaves y abriste la puerta; la lluvia se volvió más fuerte y comenzaba a hacer frío afuera.

Al apenas entrar, te recibió un agradable olor y también Kyojuro.

—¿No trajiste paraguas? —preguntó acercándose a ti.

Una sonrisita nerviosa apareció en tu cara mientras negabas.

—Tan solo mira como te mojaste... —dijo poniéndose detrás de ti para quitarte la chamarra. —¡Para nuestra suerte, la comida casi está lista...! Aunque en realidad me gustaría saber más sobre tus gustos, así podría cocinar lo que a ti te guste.

—En realidad puedo comer casi cualquier cosa —respondiste. —Si lo cocinas tú no podría negarme, esa es la magia de que alguien cocine para ti... ¿sabes?

Kyojuro río.

—Eres muy linda, ven, sientate —te dirigió hacia la mesa.

—Aquí en comparación de allá afuera es muy cálido.

Te sentiste y le miraste, Kyojuro tardó un poco en responder porque fue a revisar la comida para después sacar los platos y servir. Te paraste para ayudarle.

—Siempre suele ser así, ¿no? —preguntó de vuelta.

Negaste.

—Es más cálido que en mi casa —respondiste. —Por eso me gusta estar contigo.

—¡Siempre eres bienvenida aquí, incluso si no estoy!

Dejaron los platos en la mesa y al terminar de acomodar todo se sentaron a comer. Comieron en silencio, pero fue un silencio bonito y acogedor, nada incómodo o algo que perturbara su presencia. Una vez terminaron la comida, te ofreciste a lavar los platos, pero Kyojuro se negó, sin embargo seguiste insistiendo hasta que aceptó. Él fue a cambiarse, no tardó mucho y entonces se sentó en el sillón para luego sacar sus cosas y unos papeles. Lo miraste de reojo, concluiste tu tarea muy rápido, pues solo era cosa de nada.

Te sentaste a su lado.

—¿Qué es eso? —preguntaste.

—Las hojas que les di en la tarde. Te veías muy nerviosa en ese momento, ¿fue porque viste a tu madre?

¿Cómo le ibas a decir que en parte sí y también que no? Esa es una de las razones, pero te exaltó mucho más el hecho de que ella hablara con Rengoku sin saber que él es tu novio, y que luego de todo eso; fuera él quien precisamente entregara esas hojas con relación a un tema, que si bien te parece normal; la simple idea hizo de tus pensamientos un desastre sólo por Kyojuro.

—No fue eso, bueno sí, pero... —no querías mentir. —Sólo estaba muy pensativa...

El rubio sonrió, su gentil mirada te hizo imitar su acción aunque te ruborizaste en el acto, puso su mano encima de la tuya; la apretó con cariño y afecto.

—No me termina de convencer las cosas que ella dijo, sin embargo... ¡Ten en cuenta que siempre vas a tener mi apoyo y amor!

Una risita salió de tu boca, no te esperabas esas palabras, sólo aumentaron tus nervios. Rengoku te tomó del mentón e hizo que giraras tu cabeza para que lo vieras, fue lo más cuidadoso posible. Se acercó a ti hasta el punto donde podías sentir su respiración en tu piel y aunque creíste que sus labios se iban a unir, sólo dejó un beso en tu mejilla. «Solo me está poniendo más nerviosa, debo calmarme. Quien se está imaginando cosas soy yo...» Te dijiste a ti misma, él se alejó y luego revolvió tu cabello.

—Por lo que escuché mañana vas a volver a trabajar —dijo regresando la mirada a los papeles.

—¡Así es! Ya que soy mayor de edad me van a dar el trabajo oficialmente, y mi sueldo aumentará —comentaste con emoción.

—No sabes cuanto me alegra —volteó a verte. —¡Salgamos cuando tengas algún día libre!

—¡Me alegra que ahora sí me propongas de manera directa que tengamos una cita! —reíste.

Lo miraste y viste como sus mejillas se teñieron de un leve color rojo, al parecer recordó esa vez que te dio que salieran al museo con una buena excusa.

—Ahora tengo la libertad de hacerlo... —murmuró. —Por cierto, te tengo una pregunta, amor.

«¿A... Amor?» asentiste.

—Tengo que hacer los grupos para las exposiciones, ¿quieres usar el privilegio y elegir con quiénes quieres trabajar?

—Oh... Bueno, diría que sí porque casi no me llevo con nadie, pero como se trata de ti estoy segura que todos van a trabajar... ¡Así que hazlo como gustes!

Kyojuro sonrió. Te levantaste para ir a buscar agua porque te había dado sed, cuando llegaste a la cocina tomaste un vaso y te serviste, luego regresaste para sentarte frente a Rengoku, en la alfombra del piso, él se encontraba escribiendo algunas cosas. Tu mirada fue a aquellas hojas y de pronto te invadió una curiosidad tremenda, ¿las habrá leído? y ¿por qué aún las tiene? Lo viste concentrado revisando lo que quizás es algún tipo de examen.

—¿Puedo leerlas? —preguntaste haciendo referencia a las hojas a un lado suyo.

—Claro —respondió dándote una miradita.

Tomaste todo el montón y en lugar de leerla una por una, buscaste el grupo de Shinobu para ver que había respondido ella, de verdad que la curiosidad te invadió muy feo. Solo las ibas levantando para ver la parte de arriba donde decía el grupo, aunque también te detenías a leer las de letra bonita, en donde algunas te sorprendieron lo que escribían. Entonces te diste cuenta del buen novio que tienes, aunque ya lo sabías. También lograste descubrir que algunas respuestas no eran tan congruentes con lo que habían preguntado, suspiraste volviendo a acomodar todo. Ni siquiera encontraste las de tu amiga, querías encontrar algo para burlarte de ella así como a veces lo hace Kocho.

Kyojuro regresó con una manta, la dejó en el sillón y luego de preguntar si seguías leyendo, se llevó las hojas ante tu respuesta negativa.

Tomaste el control de la televisión y la prendiste, el sonido de la lluvia comenzó a hacerse más fuerte al igual que el frío. Prendiste la TV para buscar un buen canal que ver, Kyojuro regresó, se quitó su suéter y te lo puso en los hombros; lo miraste y luego se sentó a un lado tuyo, jaló la manta que había traído con anterioridad y los cubrió a los dos.

—Hace frío y al parecer no quieres sentarte en el sillón —sonreíste.

—Muchas gracias.

Inclinándote un poco, pasaste de estar recostada en su hombro a terminar acostada en su regazo. Rengoku comenzó a acariciar tu cabello, relajandote suspiraste ante su toque.

—No entiendo como tuve tanta suerte...

Dejaste el control a un lado, te volteaste para verlo al rostro, tu pareja levantó su mano y bajó la mirada para verte.

—¿A qué te refieres? —preguntó.

—A esto... A ti.

Estiraste una de tus manos y tocó su mejilla, con las yemas de tus dedos la acariciaste con cuidado y suavidad; su rostro se pintó de un leve rojo, sin embargo muy notorio y sentiste como su piel se calentó. Pese a la simpleza de tus palabras, hiciste que Kyojuro se avergonzara al no esperar tales palabras bonitas. Él puso su mano sobre la tuya y la sujetó con cuidado, la llevó a su boca y dejó un besito en su dorso.

—¡Al parecer los dos somos unos suertudos! —ríeron.

Te levantaste, él te miró. Acercaste su rostro al tuyo, acortando la distancia poco a poco... Con el apoyo de tus brazos, los pusiste a sus laterales y recargándote sobre ellos; te acercaste más hasta que sus labios se unieron. Fue algo sutil, pero bonito y cariñoso. Al separarte del rubio, viste un brillo muy bonito en sus ojos, se acomodó, te tomó con cuidado e hizo que te sentadas sobre su regazo. Estiró su brazo para alcanzar el control de la tele y cuando lo hizo, acomodó la manta y luego te abrazó mientras buscaba algún buen canal en la televisión.

—Este día estuviste muy rara —comentó.

Al estar detrás de ti y tan cerca, su voz te hizo estremecer; lo dijo en un tono suave diferente al usual, algo más calmado, casi como un susurro.

—Quizás solo un poco estresada —respondiste.

—¿Hay algo que pueda hacer por ti? —preguntó.

Dejó las caricaturas en ls televisión, al parecer no había nada bueno, aunque tampoco la verán; están muy atentos a la plática. Suspiraste ante su pregunta, lo miraste.

—Siempre preguntas por mí, quiero saber como estás tú —dijiste mientras lo señalabas y hacías un puchero. —Tú eres profesor, debe ser mucho más estresante.

Kyojuro río ante tu acción, le pareciste muy tierna. Te dio un beso en la frente para luego responder.

—Aún si tuviera problemas, no son lo suficiente estresantes co-...

Lo interrumpiste.

Pusiste uno de tus dedos sobre sus labios.

—Todos los problemas importan, Kyo —dijiste bajándote de su regazo y sentándote de rodillas a un lazo suyo. —Así como tú te preocupas por mí, yo quiero saber de tu día.

Rengoku se quedó callado durante un momento, deslizaste tus dedos por su cabello y comenzaste a jugar esperando su respuesta. Él tomó tu mano y entrelazó sus dedos con los suyos, te tomó del mentón y dejó un suave beso sobre tus labios, comenzó a besar toda tu cara; cerraste los ojos, te da cosquillas.

—Gracias, ________. Pero de verdad estoy bien, demasiado feliz por tenerte a mi lado, quizá, ¡pero perfectamente!

—Eres demasiado honesto como para mentir —dijiste riendo. —Pero eh... Yo...

Desviaste la mirada, tragaste saliva, apretaste su mano.

—¿Qué sucede? —preguntó acercándose a ti.

Se miraron de frente, a los ojos; quizás solo era tu idea, pero puede sentir la leve tensión que hay entre los dos. Los latidos de tu corazón no esperaron y se aceleraron; golpeando con fuerza tu pecho, tus mejillas se ruborizaron, sientes la cara caliente y un montón de pena por lo que sea que dirás. Kyojuro soltó tu mano y deslizó la tuya hasta tu cintura; al parecer iba a abrazarte, pero se detuvo cuando vio que te moviste. El silencio que creaste al pensar como hablarle de lo que tienes en mente, hizo el ambiente más pesado, los ojos de Rengoku brillan, en su mirada detona que comienza a impacientarse por saber lo que querías decir. Una acción vale más que mil palabras, dicen por ahí. Lo tomaste de la ropa y sus labios se rozaron, esta simple acción bastó para que fuera tu pareja quien decidiera sellar tus labios con un beso.

Cerraste los ojos, un bochorno te invadió, pusiste una de tus manos el pecho del rubio; su corazón también está acelerado.

El sonido de la lluvia o de la televisión... Ya nada les importó. Es un beso húmedo, la lengua de Kyojuro se deslizó por tus labios, entreabriste la boca y entonces sus lenguas se encontraron. Él se inclinó para tener más acceso a ti, no obstante tuvieron que separarse, con pena te limpiaste la saliva que cayó de tu boca. Ninguno de los dos miró al otro, pese a ello aún es posible percibir la notoria tensión entre los dos.

—Yo... —volteaste a verlo.

Te encontraste con un Rengoku avergonzado, tocando sus labios. Tragaste saliva, te moviste un poco más hacia él, te miró y una sonrisita apareció en su rostro; «aún está rojo y su mirada...» pensaste cuando sus ojos se encontraron.

Kyojuro se recargó con sus codos en la alfombra, de alguna manera terminaste encima suyo. Comenzaron a darle beso tras beso, uno más desesperado que el otro; tus manos fueron al interior de su playera, al tocar su abdomen sentiste como tembló ante tu tacto, tal vez por tus manos frías. Estabas por subirle la playera para quitársela cuando tu celular comenzó a sonar. Te separaste exaltada, limpiaste tu boca y te quitaste encima de él, dejándolo agitado; el rubio respiró hondo, pasó su mano por su cabello, giró la cabeza para poder verte. Mientras que tú ibas a responder la llamada hasta que leíste que se trataba de tu madre, frunciste el ceño y respondiste dándole la espalda a tu novio.

Él también se limpió, se levantó de la alfombra y se fue para darte un poco de "privacidad"...

—¿Qué necesitas, mamá? —preguntaste en voz baja. —Soy mayor de edad, no necesito permiso para salir y aparte no estabas en casa, ese ya no es mi problema.

Frunciste el ceño.

—¿Qué tonterías te dijo, Himaru? Él ni siquiera sabe donde estoy y no tiene derecho a decir eso sobre mí, no, no es mi culpa que te hayas preocupado más por inscribirlo en el colegio en el que estudio en lugar de ir al trabajo.

"Entonces dime dónde diablos estás, niña"

—¿De verdad te importa tanto? Casi nunca te importa. Si en verdad no necesitas nada urgente debo de colgar... No quiero escuchar más de tus regaños, entiende. Ve a mimar a tu nuevo hijo. Adiós.

Colgaste, revolviste tu cabello y volviste a guardar tu celular.

No estás mal por la llamada, sólo que no sabes como terminaste en esa situación con Kyojuro, te sentaste en el piso y apretaste las piernas; te levantaste rápido y caminaste hacia la sala cuando escuchaste a tu pareja.

—¿Todo bien? —preguntó.

Asentiste con una sonrisita.

—Ya no hace tanto frío, ¿verdad? La lluvia se calmó...

Él te extendió la mano, la tomaste.

Te jaló hacia él, envolviendote en un abrazo. También lo rodeaste, respiraste su aroma y te relajaste.

—Te amo, cariño —cerraste los ojos.

Tu corazón aún late con fuerza, pero al parecer el de Rengoku también.

—También te amo, Kyo... Y mucho.

En realidad no querías volver a casa, iba a ser muy molesto, demasiado molesto.

—En cuanto a lo de hace un momento, yo... —abriste los ojos y le miraste.

Mejillas enrojecidas, sonreíste.

—¿Tú? —preguntaste aferrándote a él.

—Mañana trabajas, ¿cierto? Yo... Podría ir a dejarte comida.

Sabes que no iba a decir eso, de hecho también entiendes a lo que se refiere y piensan lo mismo sobre ello. Ya no eras la única avergonzada ahí, te separaste para verlo.

—¿No estás ocupado?... Si gustas hacerlo, ¡te espero!

—¡Ahí estaré!


Las que pensaron que habría lemon...
Lo siento XD

Aunque no lo parezca llevan 3 días de relación XD, cada pareja va a su ritmo, pero quiero crear ese ambiente y comenzó con esto ~(~ ̄▽ ̄)~~

Este es de mis capítulos favoritos, quiero ver como avanza todo en el futuro ((๑ 丷๑)))💕

Gracias por leer, espero les haya gustado💕✨

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