𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 39: 𝐿𝑙𝑢𝑣𝑖𝑜𝑠𝑜
Capítulo final
El olor del desayuno hacía que el estómago de JungKook rugiera, además de que la comida de su madre era exquisita. Desayunaba en silencio escuchando las noticias del televisor, llevaba los palillos a su boca sin ver nada, era increíble cómo sus otros sentidos lo ayudaban mucho más que antes.
—Hoy llegará el camión con más frutas—informó su madre—Debo ir al mercado a comprar lo que falta en casa, ¿Quieres acompañarme o prefieres quedarte con tu padre?
Salir con su madre sería enfrentarse a muchos ruidos y olores de la calle, permanecer en el local sería más tranquilo para él, era difícil acostumbrarse a ser ciego cuando por veintinueve años pudo ser capaz de ver lo que le rodeaba.
—Ayudaré a papá.
—Está bien. Les dejaré listo el almuerzo para que se los lleven por si tardo.
Y JungKook sólo asintió sin decir más.
▪︎▪︎▪︎
El señor Jeon caminaba con su hijo a su lado, JungKook tomaba su brazo mientras el bastón delgado estaba extendido haciéndole saber por dónde iba, escuchaba voces de personas cercas, ladridos de un perro, olores de comida por restaurantes, el olor de la brisa y también de la lluvia.
— ¿El clima está mal hoy? —preguntó a su padre.
—Un poco, está nublado.
—No me gusta que mamá salga sola cuando llueve.
—Tu madre saldría incluso con un huracán—bromeó—No creo que haya muchos clientes el día de hoy.
Eso significaba que cerrarían temprano.
▪︎▪︎▪︎
Busan era lo que Olivia tenía en mente, una ciudad que le pareció bonita, aunque un poco opaca por el cielo nublado, NamJoon detuvo un taxi dando la dirección, adelante iba él y detrás iban las hermanas Miller. La ansiedad de Liv iba en aumento junto al nerviosismo, varias veces respiraba profundo calmando su corazón y Julia tomó su mano para calmarla.
Apreciaba mucho que su hermana estuviera apoyándola pues ella sola no haría todo eso.
La lluvia comenzó a caer en el camino tomando desprevenido a los que no tenían paraguas. El agua complicaba ver por la ventana, cuando el taxi se detuvo su respiración se agitó. NamJoon volteó hacia atrás mirándola.
—Del otro lado de la calle está la tienda de sus padres, ¿Quieres que te acompañemos?
— ¿O quieres ir sola?
— ¿Qué se supone que haga cuando lo vea?
—No necesitas presentarte, con sólo escucharte lo sabrá.
—Prefiero que ustedes me acompañen, no podría sola—apretó la mano de su hermana.
—Ve con ella, esperaré con el taxi.
Julia asintió obedeciendo a las palabras de Nam, ambas hermanas bajaron del auto cubriéndose bien con la capucha de sus chaquetas. Cruzaron la calle con prisa por el agua entrando a la tienda, había algunos clientes tomando las frutas que llevarían, Liv se deshizo de su capucha identificando un hombre en caja tomando el dinero, sintió algo de frío en sus manos frotándolas. Julia también buscó con la mirada con disimulo, entonces lo vio.
—Liv—llamó.
Olivia lo identificó jugando con un bastón delgado en sus manos. Su cabello no era morado, era totalmente oscuro como cuando lo conoció, ya no usaba gafas, sus ojos veían a algún punto ciego, él ya no podía verla. La imagen fue impactante para ella conteniendo las lágrimas, tragó con dificultad sin poder hablar. Su hermana la empujó con suavidad animándola, Liv avanzó despacio hacia el hombre que una vez le dijo no cansarse de mirarla siempre, el que dijo que sus ojos eran los más hermosos y quien una vez dijo amarla.
JungKook sentado en un banco de madera sintió que alguien estaba mirándolo fijamente, se quedó quieto escuchando perfectamente que alguien se acercaba hacia él, no sólo eso, esa persona se había sentado a su lado, un perfume invadió su nariz, era dulce, como...fresas. Su corazón se agitó pues se le hacía muy familiar.
Olivia con ojos cristalinos no dejó de verlo, JungKook no sabía que ella estaba allí, no podía verla y no lo haría de nuevo. ¿Qué podía decirle?, ¿Y si regresaba corriendo y decidía que era una mala idea?, tomó una bocanada de aire, el chico iba a levantarse, pero su bastón cayó al suelo, Liv de inmediato lo tomó y él hizo lo mismo.
—Gracias—dijo sin poder ver lo que tenía en frente.
Liv se armó de valor finalmente permitiéndole escucharla.
—De nada.
El rostro de JungKook cambió. Había escuchado perfectamente.
—Olivia.
Falta el epílogo
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