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*+:。.。Extra 2 (Taekookv)。.。:+*

Tres meses se pasaron volando, en los que Jungkook, Taehyung y sus amigos planearon la boda perfecta. A pesar de sus trabajos y horarios ocupados, todos los involucrados lograron una excelente organización para un evento de esta clase, por lo que confiaban en que sería inolvidable.

El gran día por fin llegó, y Kim sentía que se moriría de los nervios, o que estaría propenso a sufrir algún tipo de colapso mental. Cualquiera de las dos tendría el mismo resultado.

—Taehyung-ah, tranquilízate, tu vida será de ensueño—calmó Seokjin, acomodando la corbata del menor—. No tienes motivo para ponerte tan nervioso.

—Pero, ¿y si me caigo cuando esté llegando al altar? ¿O me tropiezo y termino dañando la decoración del lugar? —comentó nervioso, mientras Wheein soltaba un sonoro suspiro al escuchar las posibilidades que su amigo daba—. Peor aún si termino tirando el pastel de bodas al suelo. Cualquiera de las tres sería una desgracia y no me lo perdonaría jamás.

—TaeTae, por Dios, eres un dramático. A este paso nunca terminaré de maquillarte—regañó la chica—. Hazme un favor y quédate quieto.

—Whee, tiene razón. Este es un día importante, no el fin del mundo, solo se tú mismo, ¿sí? ¿O dónde se quedó la confianza del Taehyung considerado como el platónico de la mayoría de universitarios? —inquirió Yongsun con una sonrisa—. Demuéstrame que sigue ahí.

—Quedó en mis días de universidad, Sunnie—bufó Taehyung y todos rieron con ganas ante el comentario sarcástico del chico de sonrisa cuadrada.

—No cambiarás jamás, TaeTae—expresó Jimin, feliz por toda la situación en general—. Igual el de las caídas siempre he sido yo, y para mi buena suerte, cuando mi boda se celebró, no me paso nada. Estoy de una sola pieza, por lo que estoy seguro de que estarás bien. Recuerda que tú se lo pediste, y lo hiciste en tus cinco sentidos. Solo relájate.

Taehyung terminó por asentir, tenía que calmarse porque sabía que ningún novio se vería bien en su día especial si se encontraba muy tenso. Y él no quería ser el primero. Estaba seguro de dar ese gran paso, porque amaba a Jungkook con locura y el susodicho, siempre que podía le hacía sentirse como la mejor persona del mundo.

Con ese hecho grabado en su corazón, inhaló por la boca y se dispuso a tener un mejor ánimo para que este eclipsara el pánico de segundos atrás. Él podía hacerlo, tenía al pelinegro a su lado y ese era motivo suficiente para saber que no fallaría y si lo hacía, su pareja estaría dispuesta a levantarlo y acompañarlo en cualquiera de sus circunstancias.

—Hey, ¿ya está listo el novio? —Hoseok interrogó con una brillante sonrisa al adentrarse a la pequeña recepción en la que los presentes esperaban ser llamados cuando todo estuviera listo.

—Sí, solo un poquito nervioso, pero nada grave—musitó Yongsun con tranquilidad—. ¿Ya es hora?

—Lo es, en cinco minutos la celebración dará inicio. Jungkookie ya está en el altar esperándote, TaeTae. Y si te sirve de consuelo, él también está que se muerde las uñas por la ansiedad.

Hoseok soltó una risita, que alivió en demasía al castaño, pues le alegraba no ser el único en esa situación.

—Entonces vamos de una vez a nuestros respectivos lugares, chicos—anunció Wheein y todos le dieron la razón con un movimiento de cabeza.

Jungkook se encontraba en la posición que le designaron, observando con ansiedad a sus amigos Namjoon y Yoongi, quienes no paraban de susurrarle palabras de aliento o mostrándole los dedos pulgares en señal de apoyo. Además, para Jeon tampoco pasaba desapercibida la emoción de las personas, teniendo muy en cuenta que a cada minuto que pasaba, era un paso más para darle el sí a su amado.

Luego de varias conversaciones, la pareja decidió casarse al aire libre, más específicamente en un jardín. Aquel lugar yacía decorado con sillas cubiertas de telas impolutas y con una especie de tul color púrpura, ramos de flores en lugares estratégicos, que le daban la apariencia de un sitio sacado de un cuento de hadas, una mesa en la que los invitados podrían servirse algunas picaditas y el majestuoso pastel de bodas, el cual en su último piso poseía dos figuritas que simulaban a la pareja que hoy se unía una vez más para siempre.

Jungkook estaba en una especie de mini capilla de color blanco en la que se podía apreciar las mismas telas de las sillas en sus bordes, junto a algunas flores que complementaban el bonito y mágico diseño. Sin querer, el azabache se perdió en sus pensamientos y en grabar en su memoria lo que sus ojos captaban a su alrededor, tanto así que no pudo evitar quedarse sin habla cuando vio al amor de su vida asomarse en la entrada, después de salir de la recepción en la que estuvo arreglándose por tanto tiempo.

Analizó cada uno de sus movimientos, los cuales denotaban tranquilidad, mientras caminaba tomado del brazo de su madre, quien sería la que lo entregaría a él, escuchando al fondo la inconfundible melodía de la marcha nupcial. Taehyung poseía un tierno rubor que iba desde sus mejillas hasta su orejas, pero con una sonrisa cuadrada un tanto tímida a causa de las miradas sobre su persona.

Era tan perfecto y etéreo como solo él podía serlo.

Jeon lo vio llegar a su lado, por lo que de forma automática extendió su brazo para que Kim lo tomara, mientras le regalaba una sonrisa a la que convertiría en su suegra. Ella solo le devolvió el gesto antes de besar la mejilla de su querido hijo, que hoy una vez más, extendía sus alas y volaba de su lado para un destino mejor.

Las miradas de lo tortolitos se conectaron por un efímero instante, al mismo tiempo en que se acomodaban frente al juez que llevaría a cabo su unión legal.

—Estás muy guapo, amor—susurró Taehyung—. Siento que contraje casamiento con un modelo de Calvin Klein.

—Tú igual, Tae. Luces tan atractivo—el castaño le regaló una risita que calentó el pecho de Jungkook y restauró su confianza, haciendo desaparecer a los tontos nervios que lo molestaban.

Escucharon carraspear al hombre mayor, y ellos con un movimiento de cabeza le incitaron a seguir y dar inicio a la ceremonia. Si bien escuchaban las palabras que este decía, los novios estaban ensimismados en la sensación tan reconfortante de estar uno junto al otro, mientras cada cierto tiempo sus orbes que relucían cuál estrellas se encontraban como si con ese gesto quisieran transmitir el amor que se profesaban día a día desde su reencuentro.

Por casi una hora entera se siguió todo el respectivo proceso, incluyendo la participación de los testigos que firmarían la respectiva acta que daba validez a la unión. Por parte de Jungkook los involucrados eran Namjoon y Seokjin, mientras que para Taehyung lo eran Yeonjun y Wheein.

Yeonjun no se lo pensó dos veces para firmar el documento, recibiendo aplausos por parte de su novio Soobin, pues para el universitario siempre sería la mejor experiencia el haber participado e influenciado en el reencuentro de esas almas que se encontraban tan pérdidas desde su separación.

Eventualmente, llegaron a la parte de los votos matrimoniales, donde Jungkook tomó la iniciativa de agarrar una de las manos de Taehyung, mientras sus ojos se conectaban sin poder separarse, fundiéndose en la expresividad de los mismos.

—Kim Taehyung, te tomó como mi esposo, para amarte y respetarte por el resto de mi vida, siéndote fiel y convirtiéndome en tu amigo, confidente y amante que siempre estará dispuesto a ayudarte cuando más lo necesites—sacó de su bolsillo la sortija para colocársela con delicadeza en uno de sus finos dedos, más específicamente en el cuarto—. Por eso, con este anillo te pido que aceptes ser mío hasta mi último aliento.

Taehyung afirmó con emoción, y repitió la acción de su amado.

—Yo, Kim Taehyung, te aceptó como mi esposo hasta que la muerte nos separe. Siendo también la persona que estará siempre dispuesta para ti, acompañándote, motivándote en todo lo que te propongas, pero, sobre todo, amándote con todo lo que tengo y con todo lo que soy. Porque eres mi complemento perfecto desde el día uno.

El azabache le sonrió como respuesta, observando de reojo al juez que musitó lo siguiente: los declaró esposos, pueden besarse, en conjunto, a las ovaciones de los invitados. Ni corto ni perezoso, Jeon atrajo a su marido hacia su cuerpo por la cintura con la intención de que ambos musitaran al unísono un significativo: te amo.

Después de esas dulces palabras, el beso llegó y a pesar de que no lo profundizaron por cuestiones obvias, ambos lo sintieron como la mismísima gloria. Tomados de la mano, los tortolitos salieron del lindo jardín, mientras se dirigían al salón en compañía de los invitados que bailarían y comerían hasta sentirse contentos. Los ahora esposos disfrutaban de lo planeado, abriendo la pista de baile con el instrumental de Perfect de Ed Sheeran, que inundaba el ambiente en su totalidad.

Más personas se les sumaron, siguiendo así por un largo rato, hasta que Yeonjun hizo un pequeño llamado a los presentes al golpear con una cuchara la copa de cristal que sostenía en su otra mano.

—Hoy en este espectacular día donde mi tío y su pareja, que oficialmente es mí otro tío—resaltó causando pequeñas risas en el lugar—. Se unieron para siempre con el motivo de convertirse en el todo del otro. Por eso, no me queda más que desearles mucha felicidad, y que tengan la comprensión y confianza suficiente para resolver los problemas que se les presenten en su día a día, porque ninguna pareja es perfecta. Sin embargo, lo que les hace compatibles es que, a pesar de todo, encuentran la manera de resolverlo juntos sin hacerse daño. Reafirmando sus valores y poniéndole mucho amor a su relación para que jamás decaiga.

El sobrino de Kim alzó su copa en alto y todos le imitaron cuando exclamó con orgullo: este brindis es por ustedes y por un futuro próspero.

Jungkook y Taehyung sonrieron por las lindas palabras del menor al que siempre le agradecerían que hubiera sido un metiche (de buena manera), porque por más que fanfarroneara al respecto, no había ninguna mentira en el hecho de ser un detonante para que su amor floreciera como en el pasado.

Algunos meseros sirvieron las diversas preparaciones que no demoraron en ser degustadas por los presentes, mientras estos cada que podían continuaban felicitando a la pareja que compartía en una de las mesas con sus amigos y familiares más cercanos. Entre conversaciones amenas, los invitados terminaron de degustar la comida y uno de los organizadores del evento hizo la petición respectiva a los recién casados para que partieran el pastel.

Los esposos rebosantes de alegría, se levantaron y se dirigieron al lugar donde yacía colocado el pastel. Taehyung se ubicó detrás de su esposo, mientras ponía su mano encima de la de Jungkook, quien sostenía el cuchillo con el que cortarían las primeras rebanadas que les pertenecerían a ellos.

El postre fue servido para no tardar más en la segunda parte del evento, la música instrumental cambió por una más alegre, en lo que le pedían a Jungkook que lanzara un ramo preparado con anterioridad para no perder la típica tradición de darle suerte a la persona que logre atraparlo. Aunque no creía mucho en aquella superstición, el azabache sabía que el destino podía ser un total enigma, porque sin ir más allá, él pudo experimentado en su propia piel.

Caminaron hacia el jardín para llevar a cabo dicha acción. Taehyung se encontraba respaldando a su pareja, mientras este se ponía de espaldas y lanzaba con fuerza el ramo, escuchando los vítores y chillidos de hombres y mujeres que se pusieron a sus espaldas con la esperanza de atraparlo. Inmediatamente, Jeon se giró y encontró a un Hoseok sonrojado, con las manos ocupadas, pero manteniendo su mirada en una dirección específica.

Grande fue la sorpresa de la pareja al comprobar que se trataba de Wheein, la mejor amiga del castaño, quien le sonreía con amplitud. En definitiva, la vida sí que podría tener varias sorpresas bajo la manga. Después de eso, el baile se reanudó, mientras se repartían unas cuantas bebidas alcohólicas para los que desearan ingerirlas. Jungkook y Taehyung acompañaron a los presentes por unas horas más hasta que llegó la hora de partir a su tan ansiada luna de miel con dirección a la suite del hotel más lujoso de la ciudad.

Mientras el azabache conducía con diligencia, Kim no tardó en acariciar el muslo contrario un tanto coqueto y sonrojado por el poco alcohol que ingresó en su organismo a diferencia de su esposo, que estaba en sus cinco sentidos al decidir no beber para evitar cualquier accidente.

Jungkook tragó duro, él se encontraba igual de ansioso por lo que sucedería cuando arribaran al hotel, pero por esa misma razón se contuvo de distraerse con los traviesos toques. Él deseaba guardar en su memoria la primera noche después de su boda, porque al fin eran esposos, compartiendo su amor de una forma carnal, pero no por eso menos especial.

Era todo lo contrario, porque ambos se grababan en la piel ajena, delineando sus cuerpos con sus bocas y manos, mientras se fundían el uno con el otro. Simplemente sublime.

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Al llegar a su destino, entraron a la bonita y elegante suite, no tardaron en dirigir sus miradas a la cama matrimonial en la que varios pétalos de rosas rojas yacían esparcidos, las cuales regalaban un ambiente romántico gracias a la luz tenue de las velas ubicadas a los lados.

Sin querer alargar más las cosas entre ellos, Jungkook tomó desprevenido a Taehyung, alzándole en sus brazos, mientras este reía con suavidad contra el pecho ajeno. Este era el efecto de Jeon sobre él. Caminaron despacio hasta tocar la cama, en la que Taehyung fue depositado con delicadeza por su esposo, que luego se ubicaría entre sus piernas, quedando encima de Kim para tomar su rostro y dejar varios besos castos en sus mejillas.

—No sabes cuánto te extrañé, osito—susurró en su oído, estremeciendo a Taehyung, que sabía de sobra el significado de esas palabras, porque él también se sentía igual.

Desde hace tres semanas no tenían ningún tipo de intimidad, porque tuvieron que adelantar mucho trabajo y cuando llegaban a su hogar acababan agotados. Lo máximo que hacían era comer algo para contentar sus estómagos antes de ir a dormir acurrucados el uno con el otro. A fin de cuentas, este sacrificio lo afrontaban para poder sacar sus vacaciones y disfrutar de la luna de miel que tenía como principal destino Jeju, pues al día siguiente de su matrimonio, lo primero que harían sería tomar un vuelo a esa isla paradisiaca.

Como el tiempo disponible que poseían era tan escaso, el apoyo de sus amigos en la organización fue fundamental para ellos, porque de no ser así, hubieran terminado muy estresados por todo lo que conllevaba organizar un evento de esa magnitud.

—Por eso, ¿me dejas probarte primero, Tae?

—Yo también te extrañé mucho, Koo. Te lo permito, porque te necesito de una manera desperada—murmuró acariciando las mejillas de su pareja con adoración, dejando un corto pero húmedo beso en su atractiva mandíbula—. Fóllame duro, hazme gritar tu nombre como yo haré contigo. De cualquier forma, tenemos la noche entera para acariciar nuestros cuerpos.

—A sus órdenes, esposo mío, hoy no vamos a dormir por un buen rato—respondió, sintiendo la excitación recorrer sus venas, porque no existía nada que lo calentara más que escuchar a su pareja de esa forma. Aunque luego se lo cobraría con creces.

—No planeaba que lo hicieras, conejito.

(Parte taekookv +18, versátil. Si no quieres leerla, debes ir unos cuantos párrafos antes de que el capítulo termine. Gracias por comprender)

Taehyung le dedicó una mirada cargada de lascivia que terminó por fundir la poca cordura del azabache, dando inicio a la noche de pasión entre ellos. Jungkook unió sus labios en un intenso beso en el que recorrió la cavidad bucal de su pareja, robándole suspiros y algunos jadeos al castaño que sentía cómo su lengua era atacada por la contraria sin piedad.

Tanto sus manos como las de su esposo acariciaban con esa desesperación tan anhelante del cuerpo ajeno, por lo que en menos de lo que ambos pudieran procesar, las finas piezas que conformaban sus trajes de alta costura quedaron en el piso, dejándoles tan solo en ropa interior.

El castaño gimió con suavidad al sentir cómo el joven de piel hacía un camino de besos y mordidas en su torso, perdiéndose en sus clavículas y jugueteando en el espacio entre su hombro y cuello, incluyendo su manzana de Adán, que no se salvaba de los cariñosos gestos de su amado.

Jungkook amaba perderse en el cuello de Taehyung, porque era su lugar privado, en el que amaba dejar marcas que se irían en un par de días. Además de ser una zona en la que nadie más que él tenía acceso, porque ahí se concentraba el olor de su deliciosa colonia, la cual se volvió su favorita. porque el hecho de que fuera suave, no evitaba que fuera masculina.

Era un total deleite para sus fosas nasales.

—¿Te gusta? —preguntó sin descuidar la tarea de sus labios, mientras dirigía una de sus manos al pecho acanelado, llegando a uno de los pezones que yacían erectos bajo su intenso tacto.

Esos botones oscuros pedían su atención, por lo que él no se negaría a dárselos. Sus dedos no demoraron en pellizcarlos, jalarlos y acariciarlos en círculos hasta hacerlo temblar.

—Te dije que no juegues tanto conmigo, solo tómame ya—el castaño delineaba las facciones de su esposo con sus largos dedos—. Lo deseo sin ningún tipo de piedad, bebé.

—Lo siento, cariño. Es la costumbre—besó sus labios para dedicarse a llevar a cabo lo que su pareja le pidió con tanta desesperación.

Ambos amaban los juegos previos, pero hicieron oídos sordos. Olvidando que lo que más querían eran fundirse con el otro. Jungkook se enderezó un poco de su posición, alimentando su vista con la imagen tan perfecta de Taehyung frente a sus ojos, mientras los muslos impropios rodeaban sus costados, como si quisieran asegurarse de que no podría escapar.

Jeon rio por aquello, ubicando sus manos en el elástico de la ropa interior blanca del castaño, notando que la humedad en la parte delantera, más precisamente en el bulto que evidenciaba su notable excitación. Él nunca fue atrevido con nadie como lo es con su osito, pero nadie podía culparlo al permitir que sus instintos más salvajes salieran flote en estas situaciones.

En un acto rápido que su esposo no vio venir, el azabache lamió el bulto hasta sacar un jadeo desde lo más profundo de la garganta contraria, para casi enseguida quitar la última prenda, deslizándola por las torneadas piernas canelas, dejando a su completa disposición el miembro erecto, goteante y rojizo de su pareja.

Totalmente sensible, justo como tanto le encantaba.

—Eso es lo que provocas en mí—Jungkook sonrió ladino ante el comentario.

—Me siento orgulloso de eso, aunque estamos en mismas condiciones, Tae—señaló su entrepierna igual de despierta con un leve movimiento de cabeza, provocando que su amado se mordiera el labio en anticipación a lo que iba a venir.

—Lo justo es que estemos en igualdad de condiciones, conejito— respondió con obviedad y Jungkook rio, pues sabía lo que quería hacer. Por eso, juntó más sus cuerpos para que a su pareja se le facilitara bajar el bóxer negro que portaba—. Así me gusta, mucho mejor. Aprecio tener estas vistas como no te imaginas.

Jungkook gimió bajito por eso, pero se alejó lo suficiente como para terminar de quitárselos, pues quería gozar como debía, porque este encuentro se trataba de los rapiditos a los que estaban tan acostumbrados, pues se quitaban lo justo y necesario para poder liberarse mediante tan apasionante acción.

Kim sentía sus mejillas acalorarse más, porque podría pasar el tiempo y siempre tendría la misma reacción al ver el imponente miembro del azabache. El cual, por más sucio que se escuchara, amaba montar.

El azabache se inclinó, quedando nuevamente encima de su esposo, tomando ambas hombrías para comenzar a masturbarlas juntas, marcando un vaivén fuerte que los estaba dejando atontados, y provocando que la habitación fuera inundaba por gemidos bajos y gruñidos.

—Si sigues así, yo voy a... ¡Ah!

Al estar sumido en la exquisita sensación que se producía en su vientre bajo gracias a la estimulación directa en sus masculinidades, el mayor terminó por correrse con fuerza entre ambos cuerpos, siendo seguido al instante por el castaño, quien no pudo aguantar más al ser testigo de la expresión de placer y satisfacción en el rostro de su esposo.

—Eso fue genial, osito—dejó un beso en la frente perlada del castaño que trataba de regular su respiración tras el fuerte orgasmo.

—Amor, sigue con lo que quiero, ¿sí? —sus ojos estaban cerrados y su boca entreabierta cuando hizo esa petición.

Taehyung quería sentirle ya, nada más.

—Voy, pequeño mandón—riñó Jungkook, incorporándose para traer un pañito húmedo y limpiar un poco del desastre que se evidenciaba en ambos abdómenes antes de continuar.

Durante el proceso, buscó el lubricante que trajeron consigo para facilitarles el trabajo durante esa primera larga noche. Con rapidez, el azabache se limpió a sí mismo y con cariño quitó el resto de esencias derramadas en el bonito cuerpo que descansaba en la cama con los párpados cerrados, que poseían una espesa capa de largas pestañas.

Hermoso. Sí, se había sacado la lotería con ese hombre tan hermoso en todos los sentidos de la palabra.

Taehyung estaba tan tranquilo, dejándose hacer cuál muñequito de trapo, relajándose ante esas suaves caricias a lo largo de su anatomía. Porque por más fogosos que fueran, con esos pequeños actos demostraban que siempre estaría presente el deseo de querer cuidarse y mimarse después de un encuentro pasional tan intenso como ese.

Así eran ellos.

Una vez más Jungkook se posicionó entre las piernas canelas, besando el interior de los muslos, mientras escuchaba los suaves suspiros de Taehyung inundar sus oídos. Levantando un poco aquel respingado trasero, dejando a la vista la entrada que lo esperaba con anticipación. Llenó sus dedos de lubricante, tanteando un poco los bordes, dejándola húmeda hasta enterrar uno por uno sus dedos.

Taehyung no demoró en gemir al experimentar los habilidosos movimientos que comenzaban a estimular su apretado interior. Algunos eran circulares, otros en tijera, y los restantes llegaban con precisión a lo más profundo, lo justo para tocar su próstata.

Ese punto que lo hacía delirar, a tal punto de perder la vergüenza y demostrar con creces lo mucho que le gustaba el tacto del azabache que lo miraba con fascinación, como si fuera la pieza de arte más costosa y preciosa en el mundo.

—Sabes que te amo, ¿verdad? —cuestionó con voz ronca, mientras sentía como el interior de su pareja se contraía más, apretando los tres dedos que dilataban la zona para recibirle sin ningún tipo de problema o incomodidad.

—¡Mghh! L-Lo sé—afirmó como pudo—. Eres mi todo, Jungkookie.

—Tú también, TaeTae, eres la persona más jodidamente encantadora, tanto en personalidad como en físico, no sabes lo afortunado que me siento por tenerte conmigo.

—No, amor. Yo soy el que se siente así, eres tan especial, único y de preciosos sentimientos, por lo que todavía no comprendo cómo es que alguien en el pasado pudo llegar a traicionarte. Pero, aunque se escuche mal, debió ser así para encontrarnos y amarnos con locura.

El menor estaba al borde del colapso, o más bien, de su segundo orgasmo provocado por los dedos mágicos de Jungkook. Porque para su suerte o tormento, en ningún momento en el que estuvieron inmersos en tan profunda charla, su pareja dejó de hacerlo ver el cielo, pero ahora poco le importaba, pues después de responderle, sintió como los dígitos eran reemplazados por algo más grande.

Un grito de placer inconmensurable se escapó de su boca al sentirse lleno hasta el fondo.

Los movimientos acompasados no tardaron en hacerse presentes, experimentando el choque continuo de la pelvis ajena que arremetía contra su trasero sin compasión alguna, justo como lo pidió, mientras el castaño se masturbaba con la mano para aumentar la intensidad de la situación.

—Se siente tan bien—confesó Jungkook, derritiendo a Taehyung en el proceso—. Se siente tan bien estar aquí dentro.

—Mmmgh—gimoteó, con unas pequeñas lágrimas bordeando sus ojos, mientras apretaba con sus piernas la cadera del azabache—. Y-Y tú, te sientes tan bien estando dentro de mí.

Jungkook sonrió complacido, volviendo a besarle con todas sus ganas, borrando con sus belfos las lágrimas traviesas que se le escaparon. Los sonidos provocados por el choque de sus pieles cubiertas de sudor eran la única melodía que ninguno de los dos quería olvidar jamás, porque eran una de las tantas cosas que atesoraban en esos instantes de pura intimidad.

Sus lenguas se sumergieron en una batalla que parecía no tener fin, porque cuando les tocaba separarse por un poco de aire, veían cómo un hilo de saliva los unía por lo salvaje de aquellos besos compartidos.

Sin embargo, eso solo les hacía sonreír como los tontos enamorados que eran.

Taehyung sabía que no aguantaría tanto, deseaba venirse junto a Jungkook como la vez anterior. Así que lo obligó a cambiar a esa posición que tanto le gustaba y que a su pareja adoraba, lamentando romper su unión, aunque fuera por una buena causa.

Con la poca fuerza que le quedaba en su cuerpo que parecía una gelatina, empujó al azabache para que terminara recostado, mientras él se acomodaba en su regazo. Tomó el miembro de su esposo, observándolo de reojo, pues notaba que lo miraba tan encandilado como nunca por esa faceta suya, tan atrevida y desvergonzada; la misma que le recordaba a la época en la que se conocieron, provocando que el susodicho sonriera ladino, contento por lograr su cometido.

—Así me sentirás mejor. Ahora yo seré el conejito, ¿te parece? —preguntó con coquetería y no tardó en captar un asentimiento por parte del joven de tez más clara.

Acarició por última vez aquel falo erecto y levemente mojado en la punta para alinearlo a su agujero, que no tardó en ser llenado al dejarse caer sobre este, comenzando a saltar de manera constante, mientras el ejecutor de dicho ritmo, liberaba sus gemidos para deleitar al azabache debajo de su cuerpo, que percibía como su pene era apretado por aquellas paredes tan cálidas a su alrededor.

—Tae, mi vida.

Con solo llamarlo por su nombre, Taehyung comprendió, entregando sus manos que sirvieron de soporte, al estar posadas en el pecho de Jungkook, pues este quería era entrelazarlas, porque según sus propias palabras amaba sentir como encajaban tan bien.

Y aquello solo hacía que el castaño lo amara más.

Luego de un fuerte gemido, ambos alcanzaron el preciado clímax, con el mayor descargando todo su semilla en la entrada de su amado, quien arqueaba la espalda al ver las estrellas por los constantes golpes en su sensible punto, gritando el nombre de su pareja, y de paso, liberándose en finas tiras de líquido blanco sobre el pecho y abdomen impropio debido a la excitante sensación.

Cuando la pareja se recuperó después de algunos minutos, se limpiaron y compartieron un tierno beso antes de continuar.

—Segunda ronda, ¿estás listo?

—Contigo siempre.

Taehyung sonrió en grande, atrapando los belfos del azabache en un beso demandante, que los hizo caer sobre el suave colchón con sábanas desordenadas. Con habilidad, estimuló sus pezones con sus dedos, pellizcándolos hasta conseguir las reacciones que quería de su esposo.

Cortó el beso para ir descendiendo por el cuello, dando mordidas en la piel expuesta y trazando con su lengua el abdomen trabajado de Jeon. Sin pensárselo dos veces, metió el miembro ajeno en su boca para darle una felación que tuvo a su acompañante gimiendo sin control.

Esa cavidad húmeda era el jodido paraíso.

—M-Más, por favor—rogó, enredando sus dedos en la cabellera castaña, mientras movía su cadera al compás de los movimientos impropios.

Kim sabía cómo controlar las arcadas, siendo un experto en este tipo de cosas, permitiendo que el chico hiciera lo que quisiera con su boca. Sin embargo, sabía que su pareja no querría correrse de esa manera, por lo que se obligó a romper el contacto.

Sus labios estaban hinchados, sus ojos cristalizados y su respiración agitada, pero ni siquiera eso lo detendría para marcar al azabache como tanto anhelaba.

Dejó un corta lamida en el glande rojizo antes de incorporarse y darle la vuelta a Jeon, quien seguía en una burbuja de incertidumbre desde el instante en que su orgasmo fue interrumpido de golpe. Aunque no se quejaba, porque quería dejarse ir con el miembro ajeno en su interior.

—En cuatro, cariño. Quiero ver y marcar ese lindo trasero que te cargas.

—Y yo deseo que lo hagas, no te preocupes tanto por mí. Fóllame cómo más se te apetezca.

—Espero tomes responsabilidad de eso, cariño.

Taehyung recibió un asentimiento de Jungkook, quien estaba ansioso por tocar el cielo.

El castaño acarició con vehemencia los glúteos ajenos, amasándolos con sus grandes manos que abarcaban toda la zona, mientras sus oídos se deleitaban con los suspiros del contrario.

A estas instancias, su erección ya era molesta, pero prefería priorizar el bienestar de su amado. Con destreza, tomó el envase de lubricante y lo esparció en la entrada que quedó a su disposición, metiendo un primer dedo para que el azabache se acostumbrara a la intromisión.

Dilató poco a poco hasta que tres dígitos se abrían paso en el anillo de músculos que cedió ante la exhaustiva preparación. Los gemidos del joven que ejercía como profesor eran amortiguados por la almohada en la que se escondía para no ser tan ruidoso.

Sus piernas temblaban con más fuerza conforme su próstata era alcanzada de una forma tan exquisita y satisfactoria.

—Cariño...

—¿Te gusta que toque aquí? —inquirió con voz seductora—. Resiste un poco más, porque sabes que hay algo con lo que puedo llegar más al fondo.

—Por favor, no creo tener tanto aguante.

Y no decía mentiras, porque el delicioso calor en su vientre bajo ya se estaba acumulando a la espera de explotar.

—Yo sé que sí, hazlo por mí.

Kim se remojó los labios con la lengua, mientras extraía sus dedos del cálido interior, provocando un molesto vacío en su pareja. Escuchó una tierna queja, por lo que se apresuró a tomar su miembro y masajearlo, cubriéndolo con su propio líquido preseminal y lubricante antes de restregarse contra el cuerpo ajeno.

Ese roce provocó una corriente eléctrica en toda la columna vertebral de Jeon, quien de forma inconsciente se hizo para atrás para obtener un poco más de eso. Una risita grave se escapó de los labios del joven de piel canela.

Su esposo estaba tan desesperado. Merecía una reprimenda por eso.

Un golpe cayó sobre la dermis que se volvió rojiza en cuestión de segundos, pero ese apenas era el inicio de una buena ronda de nalgadas hasta que el castaño quedó satisfecho.

Tampoco era tan masoquista como para alargar más la tortura de ambos. Quería, no, necesitaba enterrarse en el azabache que seguía pidiendo por él mediante susurros y jadeos.

—Voy a entrar—avisó, masajeando la espalda baja del mayor con su mano libre—. Relájate, bonito.

Y antes de obtener una respuesta, se alineó contra la entrada de su chico, comenzando sus movimientos pélvicos con un vaivén lento, pero profundo. Al solo recibir gemidos, su lívido aumentó y se sintió en plena confianza para que sus estocadas subieran de nivel.

Diversos sonidos de placer inundaban la suite, mientras la pareja entraba a un estado de sintonía única en la que no pensaban nada más que alcanzar la cúspide para un nuevo orgasmo.

Taehyung afianzó con más fuerza sus manos en la cadera de Jungkook, sabiendo de sobra que estas quedarían marcadas en su dermis naturalmente sensible. Sin embargo, ninguno se detendría hasta dejarse ir.

Una, dos, tres embistes más fueron suficientes para que pudieran correrse con intensidad, uno sobre las sábanas y el otro en la cavidad que lo apretaba tan bien al punto de gruñir de satisfacción.

Ambos se desconectaron del mundo real después de eso, pero cuando el menor se alejó de su esposo, no demoró en ubicarlo entre sus brazos, susurrándole lo genial que fue su encuentro. Las respiraciones de los involucrado se fueron ralentizando, mientras el azabache percibía como la esencia blanquecina se regaba por sus muslos.

Debían recuperarse antes de ordenar una vez más ese desastre. No obstante, lo más importante para ellos siempre sería confesarse lo que sentían en palabras.

—Te amo, Kookie. No lo olvides nunca—dejó un beso en la frente del mencionado, quien le respondió dejando una cariñosa mordida en su cuello que lo hizo reír—. ¿Por siempre mío?

—Te amo, TaeTae. Desde el primer momento en que nos vimos—aseveró—. Por siempre tuyo hasta mi último día.

Luego de tan dulce reiteración de amor, se besaron de manera fugaz, sonriendo en medio gesto antes de tomar una nueva posición para entregarse al otro. Todavía les quedaban ganas de continuar, porque la noche era joven. Y lo único que querían era seguir grabándose en la piel ajena, mientras recuperaban el tiempo perdido.

La pareja continuó amándose y adorándose bajo caricias que contentaban sus corazones, que golpeaban con fuerza en sus pechos, sabiendo que eran los únicos dueños y causantes de los latidos ajenos, y así sería hasta que la muerte, o, mejor dicho, el universo decidiera lo contrario.

Porque tanto Jungkook como Taehyung sabían que conocerse no fue una simple coincidencia, mucho menos encajar como lo habían hecho, porque eso los hacía sentir satisfechos de vivir un romance que se podría describir como insuperable.

De esa manera finalizaba una parte de la historia del coqueto alumno que se enamoró de su dulce profesor, los cuales de ahora en adelante serían el complemento para las aventuras que se les pudieran presentar en su día a día.

Con la confianza y amor a su justa medida.

Fin 📚

Gracias por leer el segundo extra, espero les haya gustado tanto como a mí. No saben cuanto disfruto escribir partes que sean versátiles. Nos leemos pronto, no olviden dejarme sus lindos comentarios, mis queridos corazones.

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