Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

COLMENA 4



Desde que Arlen le había dicho que debía encargarse de su hermana, un montón de preguntas empezaron a rondar en la cabeza de Maya. Ya era suficiente tiempo para que se acostumbrara a los repentinos cambios de planes o jugadas inesperadas con las que su capitán siempre salía, sin embargo en una misión suicida como esta esos cambios repentinos daban motivos suficientes por los que preocuparse.

Pero, por sobre todo eso, lo que más ruido le hacía era la presencia de Sarah, sabía lo sobreprotectora que resultaba ser Arlen con su hermana. Ella nunca la exponía a un peligro y ahora hela aquí contra uno tan aplastante.

Por esa razón es que le habían mandado a los molinos de viento a colaborar con los científicos, si aprendía algo de sus estudios podría muy bien aportarlo como información valiosa a la colmena. Era el lugar más seguro para ella claro, sin tomar en cuenta que esos acianos eran un puñado de paganos.

Pero a Sarah no le gustaba estar lejos de la acción o sea lejos de su hermana, no quería estar allí, rodeada de esos tipos, ese "Montón de carcamanes" como la joven les solía llamar siempre que se enzarzaba en una acalorada discusión con Arlen.

Se quejaba por hacerla a un lado sin darle explicación alguna. Esa era la cantaleta de todos los santos días y que la capitán ya estaba acostumbrada a ignorar.

Y aun estando al tanto de todos estos detalles, la protectora no pudo contenerse a preguntar.

—Sarah—esta que galopaba a su costado derecho, cruzó mirada con los perlados ojos de la joven. Al notar que bajaba la marcha también hizo lo mismo, seguida de las demás protectoras.

No hacían ni unos pocos minutos desde que habían atravesado la puerta de la colmena.

—Dime ¿Por qué estás aquí? ¿Ocurre algo con la misión para que la capitana tomara la decisión de traerte no solo a ti sino, a otras protectoras anónimas sin haberlo hecho saber de antemano?

La pobre joven ni siquiera había procesado la primera pregunta cuando ya la acorralaba con otra. Debía pensar en algo creíble, y rápido, pero con esa mirada tan penetrante clavada en ella le era imposible, parecía más bien como si esos ojos redondos se la estuvieran tragando, devorando lentamente. Tragó saliva agradeciendo al poderoso calor sobre su cabeza que disimulaba el sudor que resbalaba por su frente.

—No, no...nada de eso. Yo le insistí para que me dejara venir—vaciló, ni si quiera se esforzó por sonar convencible frente a una superior que aunque le llevara pocos años tenía una vida entera de batallas.

Fue la excusa más pobre que pudo haber dicho pero, no estaba acostumbrada a mentir lo que la hacía estúpida y torpe al hablar, decir casi una verdad que ocultaba una mentira podría ser más perdonable.

No la convencería con eso.

Aunque en parte, era cierto lo que decía, no solo en esa misión le había implorado de rodillas que la llevara a esos encuentros cercanos con los demonios—nada especial ni agradable, por cierto—, incluso, una vez tuvo la amabilidad—guiada principalmente por interés personal—de prepararle su comida favorita y acompañarle en esas aburridas horas de tejido que a según lograban calmarla. No comprendía como una persona tan...Arlen tuviera como hobby una actividad tan aburrida.

¡Tejer!, de seguro todos en la colmena siete tienen en mente que sus días libres los toma para afilar su espada o practicar frente al espejo montones de expresiones terribles que matarían a cualquiera con solo mirarlo.

De igual forma todo ese esfuerzo no valió la pena al darse cuenta después de un rato, que su hermana era incorruptible.

La respuesta siempre sería un rotundo e irreversible NO.

Sacudiendo la cabeza dejó que esos pensamientos se fueran, concentrándose más en la mirada recelosa de Maya, sentía como le corría el sudor por la espalda haciendo que se le pegara la franela del uniforme.

—Sabes que ella no permitiría que arriesgaras tu vida—dijo concienzuda la rubia esperando una respuesta más creíble—eres lo más importante que tiene y lo sabes muy bien, me extraña demasiado que de una forma tan repentina, Arlen te trajera con nosotras—hizo una pausa aferrándose a las correas mientras pasaban por un camino en mal estado.

Observó el rededor notando que algunas estructuras de las casas se encontraban salpicadas de sangre, las paredes, ventanas e incluso se podía apreciar en los tejados.

Aquello fue una terrible masacre y la mayoría de afectados fueron ancianos, toda la sabiduría del antiguo mundo la poseían ellos. Que mala suerte.

—No sé qué pensar—respondió Sarah que no sabía en qué pensar...o en que creer, bueno...la verdad en la única en que creía a ciegas era en su hermana mayor, en Arlen, la capitana de la colmena siete.

Pidió ayuda al cielo y a la vez disculpas por tener la desfachatez de exigirle que la iluminara con una buena mentira para Maya. Una mentira piadosa, por decirlo de algún modo.

Con los dientes apretados mientras terminaban de cabalgar por aquel intrincado camino, la joven protectora se prometió hacerle una visita al confesor de la capilla cercana a los molinos.

—Lo sé, pero no creerás que fue simple además la capitán me prometió que si salía de esta con vida no volvería a hacer la misma de siempre—de algún modo le vendería aquella excusa tan bien que se la terminaría creyendo por completo sin dudar—que por cuenta propia jamás le volvería a suplicar que me llevase y que eso sería castigo más que suficiente—y poniendo cara de aceptación añadió—: aun así me impuso una condición, quedarme en la retaguardia. Yo acepte de inmediato, no hay mucha acción allí pero, que considerara llevarme ya es algo además esta oportunidad podría garantizarme un segundo chance—al parecer esto logró convencer a Maya que sabía de sobra la actitud malcriada e irritante de la joven cada vez que iba a ver a su capitán.

El primer grupo era el encargado de despejar el camino a los demás, por cuya razón se encontraba conformado por las más fuertes y hábiles, Arlen y Gaela como guías. Los dos pilares más importantes de la compañía. Había visto más de una vez como ambas protectoras lograban acabar a cientos de demonios en un parpadear en las condiciones que fueran.

Por lo que estar en la retaguardia significaba, seguridad.

Y no era porque ella fuera mala luchando, sino que sus habilidades como médico para la líder resultaban muy importantes, no arriesgaría eso jamás.

Maya volvió su vista al camino tragándose las palabras de la joven. Aminorando la marcha se detuvo por completo, las demás la imitaron y le dirigieron miradas curiosas. La médico que inspeccionaba el área detenidamente y con cara de preocupación alerto a las protectoras.

—Pensé que había sido mi imaginación pero...el olor a incienso...lleva desaparecido desde hace mucho—continuó detallando cada rincón con una mirada sagaz.

Casas, vitrinas, tiendas, pedazos de tejas rotas desperdigadas por todas partes, una que otra maceta tirada por allí, libros...

Cuando de manera repentina esa sensación de pesadez en la cabeza emergió, como el efecto domino cada una de las mujeres experimento lo mismo, acto seguido todas comenzaron a apretarse los ojos y a llevarse la mano a la sien.

Sabiendo lo que se les venía encima automáticamente cada una se aferró a su arma con fuerza.

Sarah que no había tenido más que dibujos o muestras de sangre de estos seres en la escuela y en los laboratorios de los científicos traídas por algunas protectoras de viajes al exterior, experimento el verdadero dolor de cabeza—como si un puntapié se le hubiese clavado directo al cerebro. Ver por primera vez esa aterradora figura a la que todos en la colmena, incluyendo a las protectoras temían no era nada en comparación. No solo se trataba de una sino de un grupo exorbitante de rastreros viniendo de todas partes. Rodeándoles como buitres. A donde sea que mirasen solo encontraban esas miradas fieras llenas de esa maldad que no se puede describir de inmediato.

Las clases se quedaban cortas para lo que esta pobre jovencita estaba experimentando.

— ¿Qué significa esto?—expresó Maya más que aterrada. Se suponía que el camino había sido despejado por los grupos que encabezaban la misión. A menos que...

...el incienso no haya funcionado, no, no podría ser eso ¿O sí?

—Esto pinta mal—tragó saliva sin apartar la mirada de las bestias que se acercaban a una velocidad inhumana. Deshaciéndose del nudo en la garganta y sin poder creer lo que diría despego los labios y pronuncio esas terribles palabras—la misión...pudo, no, la misión ha sido saboteada—las miradas impactadas de las protectoras se clavaron en la médico.

Era totalmente ilógico que eso fuese cierto no cuando lo que las protectoras buscaban era el bienestar de los salvos y la exterminación absoluta de los demonios, si hubiera dicho más bien que la misión fallo seguro fuese más aceptable pero, saboteada.

Eso era imposible de creer.

Antes de que alguien más hablara los demonios comenzaron su ataque. Maya fue la primera en reaccionar sin necesidad de bajar de su caballo, comenzó a maniobrar ágilmente con su báculo.

Golpes certeros y potentes, los cuales asesto todos logrando apartarlos de las escoltas que ya le cerraban paso a estos bichos del alcance del sacerdote, lo rodearon formando un círculo apenas separadas por unos centímetros, dándole la espalda y con sus armas en alto listas para empalizar el suelo con los cuerpos de estos demonios.

El resto del grupo se enfrentaba a la oleada de demonios entre gritos y chillidos estrangulados. En cuanto a Sarah, al ver en carne propia lo que su hermana y las demás chicas hacían en sus misiones la helo de terror. No podía moverse, apenas y escuchaba los quejidos, los pasos apresurados y chuecos y las hojas de las espadas rasgar alguna parte de los demonios.

Parecía que los segundos fueran aún más lentos.

¡Esto es lo que se siente!

¡Esto es atreverse a morir por los salvos!

¡Tengo miedo!

¿Acaso esto será mi fin?

Al tanto del estado de Sarah, Maya empezó a llamarla a voz en grito mientras detenía ataques y solo a la tercera vez fue que la escucho y reaccionó.

— ¡Sarah!—la médico bajo de su caballo dispuesta a proteger a la novata al ver como un demonio estaba a punto devorarla.

La hermana de la líder percatando las intenciones de su superior dejo sus lamentaciones y se activó. Uso su arma con una mano para detener la mordida que de seguro le hubiese arrancado un buen pedazo del costado y con la otra, saco rápidamente un cuchillo de la funda de cuero sujetada a su muslo clavándolo con la misma velocidad sobre la cabeza de este.

La rubia observó con perplejidad por unos instantes a sabiendas de que al fin la chica había vuelto en sí. Respiro aliviada al saber que no tendría que protegerla ni vérselas negras con Arlen si algo terrible le sucedía.

Es hora de matar demonios.

Dando giros sorprendentes, Maya manejaba su báculo con una agilidad impresionante. Podía acabar fácilmente con varias de estas bestias a la vez, lo que les dejaba el camino servido a las demás. No era de las más fuertes y su destreza al luchar estaba lejos de ser comparada al de Gaela pero, eso lo compensaba con el gran manejo de armas largas que tenía y su seguridad al tomar decisiones.

Parecía una estupenda acróbata con cada vuelta que realizaba en el aire y sus caídas en la tierra eran tan impecables que no levantaba demasiado polvo y ni hablar del dominio de su vara. Podía cambiar de dirección sin dificultad alguna y con una velocidad imperceptible.

Pego una carrerilla hasta el centro donde se encontraba amurallado el cura arrodillado dando sus oraciones, las escoltas se encontraban en apuros su número había disminuido lamentablemente haciendo que quedaran flancos descubiertos y no podían permitirse dejar morir a un cura. Debían protegerlo a toda costa.

— ¡Todas abajo!—gritó la médico a todo pulmón.

Obedientes como un perro se tiraron a tierra al momento en que la joven daba una vuelta pasándose el báculo por el cuello y lo tomaba con su otra mano asestando a las costillas de un rastrero. Otra maniobra y dos más cayeron.

En un abrir y cerrar de ojos derroto a seis.

La fortaleza de esta protectora contagio inmediatamente a las demás que poniéndose en pie, arremetieron llenas de decisión. Ante los ojos de estas, Maya desbordaba luz, sentían que luchando junto a ella nunca perderían pues su fuerza era absoluta.

Y aún con todo ese poder, era ella una de las más débiles de la compañía de Arlen, por cuya razón—además de saber mucho de medicina y tratar a las protectoras heridas durante las batallas—siempre iba en la retaguardia. Al ser tan importante no podían darse el lujo de que le pasara algo grave.

¿Entonces a que se debía que hubiera aparecido un mar de demonios a ese grupo?

Sarah que no había bajado ni por un minuto de su montura sacó un arma de boca ancha de su ropa dispuesta a terminar con el ataque pero un rastrero que venía hacía ella la hizo dudar, no sabía si usar el arco y conservar balas o al contrario, los nervios le impedían decidir.

¡Reacciona Sarah!

Sacó un revólver de su cinto y apuntó al demonio que se encontraba a una distancia de cinco metros, calculo, soltó un respiro y disparo. Al instante cayó muerto con un agujero en la frente. Las chicas se sobresaltaron al escuchar la detonación, la única que usaba armas de fuego era Gaela que tenía una precisión perfecta, realmente era una sorpresa ver que la hermana menor de la líder fuera tan buena.

Eso les dio esperanza pues este tipo de armas se podía usar a larga distancia.

El sacerdote que aun rezaba agachado a un lado de su equino pedía con los ojos cerrados y con las manos juntas que un milagro ocurriera y que nadie saliera herido.

Las detonaciones siguieron haciendo eco a medida que la chica disparaba su arma derribando a sus enemigos sin fallar y en poco tiempo logro aligerar la carga.

Sin esperar a que la siguiente oleada de demonios acabara con los pocos segundos de calma que consiguió, Sarah sacó un peine el cual ajusto a la primera pistola que anteriormente sostenía en su mano, luego la levantó y disparó.

Una especie de capsula voló hacia el cielo y explotó, dejando salir una densa nube clara que se esparció lentamente por el aire y de poco en poco descendió cubriendo a todos los espectadores que no sabían de qué se trataba hasta que el olor los arropo.

Los demonios más cercanos a ese misterioso humo empezaron a aturdirse hasta terminar mareados sobre el suelo sin defensa alguna. Esta era la primera vez que la novata de Sarah presenciaba una escena semejante, estaba emocionada al ver cómo había logrado derrotar a estos demonios con simplemente incienso.

Por esa razón era que este material resultaba tan fundamental para todas las protectoras por cuya razón portarlo debía ser obligatorio.

La joven vio como sus compañeras no desaprovecharon ni un segundo cuando sin titubear fueron degollando a tanto monstruo encontraban tendido en la tierra, sin poder moverse y debilitados a causa del incienso bendecido, eran presa fácil.

— ¡Maya!—la llamó la chica apretando suavemente de la brida para calmar a su bestia.

La médico la miró bastante aliviada ya que los demás rastreros que estaban alrededor pararon de atacar tratando de huir del potente olor que los debilitaría.

—Has hecho un buen trabajo, novata—aceptando el elogio prosiguió.

—Pongámonos en marcha, debemos aprovechar que están en desventaja y encontrar un sitio menos peligroso donde planear algo.

Las protectoras que se miraban unas a otras acomodando sus cosas y revisando sus armas no comprendían el por qué la aparición repentina de incontables demonios si se supone que los primeros grupos se encargaban de estos, haciendo el peor de los trabajos, colocar los inciensos y acabar con unos miles de ellos.

—Han venido de todos lados por lo que no me extrañaría que el frente, este incluso más infestado—concluyó la hermana menor de la líder.

—Tienes mucha razón—levantó la voz y dio la orden de montar—en marcha y por ningún motivo descuiden al sacerdote—un sentimiento desconocido en Maya, la hacía sentir aliviada de que la hermana de Arlen la acompañara—espero y tengas más de ese incienso Sarah.

El que había lanzado ya comenzaba a perder efecto.

—Por supuesto—sonriendo, se dio unos toquecitos en la bolsa que tenía amarrada al cinto. Solo había gastado una de esas cápsulas nuevas.

Apenas las habían creado los ancianos de los molinos por lo que la única que las portaba era ella, su ratón de laboratorio de pruebas y errores.

Asintiendo Maya clavó los talones a los costados del caballo y salió a galope seguida de todas las protectoras que lograron sobrevivir.

Cuando esto acabara, la protectora se aseguraría de darle los respetos que se merecían sus compañeras convertidas en mártires.

Siguiendo la ruta en línea recta pudieron comprobar lo que Sarah había predicho sobre la infestación de demonios.

Después de unas detonaciones de incienso para despejar el área, se detuvieron a pensar en alguna solución que las hiciera salir ilesas pues de nada serviría continuar avanzando por en medio de un montón de colmillos sedientos de sangre armadas únicamente con voluntad y obviamente las capsulas de Sarah no alcanzarían para los kilómetros que aún faltaban por recorrer, tampoco nada les aseguraba que llegarían completas al final, es por esa razón que un capitán es esencial para cualquier cuadrilla y el de ellas estaba lejos.

—Les seré sincera compañeras—comenzó la rubia un tanto decepcionada de sí misma—no puedo jurarles que sus vidas estarán a salvo conmigo, pero de antemano sabíamos que esta misión era una locura así que no les mentiré diciéndoles que nada se me ocurre para continuar avanzando sin que sigan habiendo bajas.

Aunque todas sabían esto aún tenían la esperanza de salir ilesas, la tarea de todas ahora era la de mantener con vida al cura costara lo que costara y eso harían.

—No, no puedes rendirte aun—exclamó Sarah apretando los puños.

—Sarah sabes muy bien que no me gusta mentir—contesto molesta por verse interrumpida de esa forma—nos falta muchos kilómetros por recorrer para llegar a los limites en un pieza, que pretendes que les diga entonces porque si de pura casualidad tienes alguna idea que pueda llevarnos completas pues dila ahora que el tiempo apremia.

La doctora sabía que sus palabras habían salido de su impotencia por lo que sintió la temible necesidad de disculparse.

—Maya, ¿Sabes si tenemos alguna edificación grande cerca?

— ¿Edificación?—preguntó extrañada la joven sin comprender y olvidando lo de la disculpa.

—Sí, algún edificio o construcción grande—repitió la novata sintiéndose tonta.

Maya que anteriormente ya había inspeccionado la colmena con su compañía la vez que ocurrió la masacre, fue de inmediato a su caballo, hurgo en la bolsa de la montura con una mano y sacó un papel doblado con un aspecto magullado. Le hizo una señal a Sarah para que se acercara, luego extendió la hoja sobre su equino.

—Este es el plano de la colmena seis—dejo correr su dedo por encima de los diseños explicando—ahora estamos en esta zona y a unas cuantas cuadras se encuentra el edificio de actas...esta es la edificación más alta que encontraras en esta colmena no hay más.

La hermana de la líder se llevó el dedo índice al tabique y el pulgar por debajo de la barbilla haciendo presión con los ojos cerrados, tomó aire por la nariz y lo votó con fuerza por la boca.

— ¿Te pasa algo?—se preocupó Maya temiendo que estuviera teniendo alucinaciones por algún golpe del cual no se percató.

—Nada, no me interrumpas—levantó la mano como advertencia de que se callara, como si lo que sea que pasaba por su cabeza fuese a esfumarse.

Estuvo así por unos segundos más y luego abrió los ojos.

—Lo tengo—habló emocionada la protectora con una enorme sonrisa sobre su aun juvenil rostro.

—Si tienes una solución dímelo de inmediato no tenemos tiempo—la azuzo su mayor apremiante.

En vista de que no querían una enorme explicación resumió sus pensamientos así.

—Haremos explotar el edificio.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro