COLMENA 1
Entre nubes de polvo barridas por el viento, se abría paso el oscuro pura sangre de brillante melena que dejaba tras de sí el sonido constante de sus cascos contra el suelo, tomada de las riendas Arlen, acoplaba sus movimientos con los del brioso animal, era de vital importancia regresar lo antes posible a la colmena siete a llevar la información sobre la devastación que había ocurrido hace tan solo unos instantes.
Que por cierto, no era para nada favorable.
Aminorando el paso, la líder de grupo haló con seguridad de la brida teniendo como respuesta el relincho de su bestia cansada. A su espalda más jinetes de su compañía detuvieron la marcha.
Seguido de Arlen, desmontaron aprisa una tras otra dejando que las encargadas de los establos se los llevaran.
No era para nada un día bueno, todo se les había salido de las manos por culpa de las debilidades de los pocos salvos de aquella colmena. La vena de la sien le palpitaba constantemente mientras avanzaba a paso decidido en dirección a una de las escuelas para protectoras.
Odiaba que todo se hubiera ido a la mierda.
Como pudo, limpió la negruzca sangre salpicada en su rostro con la manga de su vestidura, la joven empujó con ambas manos la puerta doble que la dirigió a un largo pasillo. Solo el rumor de pasos apresurados hacía eco por el estrecho corredor iluminado con alargadas bombillas sujetas al techo.
Hacía mucho tiempo que la energía eléctrica solo se obtenía mediante molinos de viento y paneles solares, por lo que conseguir la iluminación necesaria junto con otros accesorios más necesarios se había vuelto imprescindible para lo que quedaba de humanidad.
La joven continuó caminando encontrando otra puerta igual a la de antes al final del pasaje.
Que caos más espantoso comenzaría ella ahí dentro con tan solo abrir la boca, la líder se detuvo con la mano puesta sobre el pomo de la puerta resoplando por la nariz.
— ¿Preocupada mi Arlen?—la joven de más estatura que la seguía de cerca apoyó un puño en la puerta intentando insuflarle confianza a su superior.
— ¿Tú lo estás?—le devolvió la pregunta a la pelirroja con una ceja arqueada.
Su mejor amiga y combatiente.
—Puede que si como también puede que no—respondió esta con una expresión bastante jovial en su rostro—y dejando eso de lado, será mejor que le demos comienzo a esto lo antes posible—le apretó el hombro con ademán amistoso a lo que Arlen respondió abriéndose paso al salón el cual ya se encontraba ocupado por varias personas.
Que de inmediato posaron sus miradas sobre la mujer de aspecto terrible.
Sin dar si quiera una presentación, la joven se adelantó hasta una silla vacía y corriéndola ruidosamente se sentó. Al encontrarse en una posición cómoda colocó ambos codos sobre el mesón entrelazando los dedos.
Y antes de que alguien más lo hiciera habló.
—Mi compañía y yo acabamos de regresar de las hilanderas y déjenme decirles que ahora es una zona roja de pies a cabeza—al escuchar aquello, los miembros del consejo se tensaron.
Este, estaba conformado por los más veteranos, personas de la anterior generación con la suficiente fortaleza mental que no decaía ante ninguna situación de peligro y por una sola joven protectora con la mejor capacidad intelectual de aquella colmena, además de los curas que también ejercían un papel importante para la defensa de las mismas.
Ellos eran realmente la columna vertebral de todas las colmenas, cada una tenía un grupo de ellos. De no ser así, nada de lo que quedaba de la raza humana se hubiese salvado.
Eran un punto tan vital que jamás estaban sin protección.
—Esos asquerosos demonios lograron entrar—lanzó Gaela con furia—la protección bendita de una de las fronteras estaba en su tiempo de caducidad y perdió el poco efecto que le quedaba, de haber llegado más tarde de seguro el área continua a esa también hubiese terminado infestada.
—Protectora Gaela, se de antemano el odio irremediable que siente hacia los demonios—comenzó a decir con calma el jefe supremo—pero recuerde que una vez ellos también fueron personas como nosotros. No está bien juzgarlos.
—Comparto la misma opinión que mi compañera—la apoyó Arlen cruzándose de brazos—no han hecho más que destruir y acabar con lo poco que queda de nosotros.
—No creo que sea el momento preciso para tener este tipo de discusión con ustedes—se salió por la tangente el anciano—hablemos de lo ocurrido.
Soltando un suspiro Arlen comenzó su explicación.
—Bien camarada Cormac—se restregó los dedos pulgar e índice por el entrecejo pensando muy bien las palabras adecuadas—mi compañía y yo habíamos escuchado en las afueras de la colmena siete que un grupo de salvos pensaban cometer tabú—todos en aquella sala dejaron escapar una exclamación de asombro—por lo que no dudamos ni un segundo en ir por ellos.
«Los encarcelaríamos para asegurar que no agredieran a nadie pero, llegamos demasiado tarde. Sacrificaron a dos niñas, una de doce y la otra de seis—varios de los curas se persignaron y dieron unas breves oraciones por las almas de las que pudieron ser futuras protectoras mientras que otros se dieron golpes en el pecho con el puño en señal de dolor y perdida—no hubo manera de detenerlos, en pocos minutos ya se habían regado por toda la colmena y las personas que huían tomaron el rosario del altar que los protegía del exterior pensando que los ayudaría supongo que se pelearon entre sí por hacerse con este y lo rompieron.—la idea solo la hizo sentir aún más decepcionada de su raza—Fue una masacre total, las centinelas a cargo salvaron a todos los que pudieron aunque esto se hubiese evitado si esos miserables no hubieran sacrificado a esas inocentes criaturas.»
Se hizo un silencio repentino luego de esta amarga noticia. Nadie, incluido los curas podía mirar con buenos ojos estas terribles acciones.
Pasaron unos segundos más y solo el supremo se atrevió a hablar.
—Lo que no logro comprender es el porqué de esos actos abominables, si de antemano se ha hecho saber a los habitantes de las colmenas que sacrificar a personas inocentes, sobre todo a esas niñas libres de toda maldad no resolverá nada—el supremo Cormac miró a la protectora con una gran impotencia en su alma—así lo único que provocan es que más demonios como esos se multipliquen y pongan en riesgo la poca vida de los salvos que aún quedan bajo estos rosarios benditos.
Todas las personas allí adentro compartían el mismo pensamiento, aun no se podían creer que existieran dudas como esas a estas alturas de la vida.
—Es simple—rompiendo la atmósfera de tensión, la protectora hablo decidida—aún hay personas bajo estos muros que dudan de la palabra y se hunden en la incredulidad, supremo Cormac—llevando su mano derecha a la superficie del reposabrazos, Arlen tamborileó con los dedos al tiempo que se arrellanaba en el asiento—están tan desesperados por seguir con vida que acabar con los demonios ha pasado a ser su mayor prioridad por lo que dudan completamente de lo amable que ha sido Dios y no temen hacer daño a otros por simple egoísmo, en el interior de sus cabezas solo hay miseria. Pensar si quiera en dar en sacrificio a mujeres de la generación actual por ser estas un bocadillo mortal para las bestias es imperdonable—dijo arrastrando las palabras—y no vaya a malinterpretar mi forma de expresarme camarada, no pensara que estoy burlándome de esas almas puras, es solo que aun no entiendo cómo puede alguien ser tan desagradecido con las personas que desde que nacen están destinadas a salvar sus vidas.
Tanto las protectoras de su bando como las que escoltaban a los curas asintieron ante esas innegables palabras.
El cura entornó los ojos comprendiendo el dolor que sentía esta luchadora por sus hermanas muertas pero por los momentos no podía hacer nada para aliviar su angustia, no había palabra alguna para excusar aquella conducta tan salvaje e inmoral con esta jovencita que únicamente arriesgaba su pellejo por los salvos de las colmenas.
—Tan solo de pensar en cometer tal acto atroz—continuó la chica a la que todos prestaban atención—debería ser penado—Gaela la observó detenidamente en su asiento temiendo a que la líder perdiera repentinamente el control—acaso el tabú no es dictado correctamente en las clases de todo salvo—dejando escapar un respiro de frustración dictó uno de los párrafos enseñado de los nuevos textos creados en su generación—…diez mandamientos para acatar y tener orden en la vida, diez mandamientos que deben ser respetados…uno en específico es imperdonable trayendo como consecuencia la corrupción del alma y con esta la transformación irreversible en demonio.
Todos en la sala se miraron espantados ante aquello que creían que no volvería a suceder.
Ahora tenían que ser más cuidadosos y evitar a toda costa que este acontecimiento se volviera a repetir.
Mientras todos en aquella sala pensaban sobre la mejor manera de proteger a las nueva generación, la única joven perteneciente al consejo tomó la iniciativa esta vez para retomar el tema.
—Deberíamos reunir a todas las guardianas y avisarles que un nuevo toque de queda comenzara de inmediato—aquella decisión no se discutiría en absoluto, lo que esta joven adolescente decidiera era irrevocable—no sabemos que nos depara el destino de este ataque interno, la duda debe ser eliminada al instante y por supuesto los curas se encargaran de ello.
El grupo de hombres con sotana asintieron ante esta innegable petición. Eran ellos los portadores de la palabra de Dios, su fe ciega hacia él los hacia completamente confiables.
Por lo que si alguna futura revuelta se comenzaba a fraguar, sería aplacada al instante al aclarar la verdad sobre lo ocurrido.
Era así como esta joven resolvía hábilmente cualquier situación. Su mente era la más brillante de todas, gracias a ella se habían descubierto muchas cosas sobre los demonios haciendo más fácil su exterminación.
— ¿Y que pasara con la colmena seis, Rebeca?—preguntó ansioso el supremo Cormac.
—De eso no se preocupe supremo—dijo la chica caminando hacia la puerta, asomó la cabeza al exterior y le pidió a los dos guardias apostillados en esta que vigilaran la entrada principal.
Obedecieron alejándose rápidamente.
— ¿Por qué esa actitud tan repentina?—continuó Cormac extrañado—no era necesario correr a los guardias de esa manera.
Ella solo le sonrió, luego miro a Arlen. Ambas muchachas eran de la misma cohorte pero cada una escogió un camino diferente después de graduarse.
—Digamos que un sentimiento de que esta charla no debe ser escuchada más que por nosotros me hace cosquillas en el oído—en cierta forma solo las guardianas comprendieron a lo que se refería.
Los instintos de supervivencia de las mujeres de la nueva generación resultaban ser muy agudos, por lo que todas allí presentes, desde que Arlen hizo su entrada, sintieron una especie de pesadumbre sobre sus cabezas.
Así se sentían cuando un demonio estaba cerca.
—Por favor—Rebeca le hizo señas a una de las chicas escoltas de los curas para que se acercara a ella—puedes pasarles una toalla y agua limpia de mi cajón a Arlen y a Gaela. Así podrán quitarse un poco esa porquería que llevan sobre su piel y hacernos descansar nuestras atormentadas cabezas.
Esta asintió obediente.
—Intentas insultarnos amablemente—le rugió Gaela a la defensiva.
—No querida—respondió muy seria—solo intento aligerar el ambiente para todas, me extraña que hayas sido tú la que pienses de esa manera.
Arlen resopló por las aletas de la nariz advirtiendo a su compañera que guardara silencio. Aunque tuvieran sus rencillas no era de educación comportarse como niñitas inmaduras frente a todos los presentes.
Después de haberse aseado la piel un poco con el agua particular de Rebeca, la verdadera creación de una perfecta estrategia para recuperar la colmena atestada de demonios, dio comienzo.
Ya era de tarde cuando Arlen y su compañía, se trasladaban a sus aposentos por las calles iluminadas de naranja, aquella reunión sí que se había extendido.
Todas estaban cansadas y hambrientas.
— ¿Maya, quedo algo de carne en el refrigerador?—preguntó Arlen deteniéndose con la vista fija en la panadería.
Luego de hacer memoria esta le respondió.
—Sí.
—Entonces la rendiremos con vegetales—dijo la líder tomándose el cabello para recogerlo en una coleta alta—ustedes vayan a comprarlos, Gaela, Sayec y yo iremos por el pan.
—Comprendido—y al instante se retiró el resto de su compañía.
A pesar que un apocalipsis había acabado con más de la mitad de la humanidad, parte de la tecnología que anteriormente estaba creado no se dejó perder. La gente siempre necesita hacer algo para sentirse útil, que una exterminación del hombre diera comienzo no significaba que se mantuviesen en la miseria.
Y para mantener la mente distraída de los salvos, Rebeca había dicho que prosperar hacia un futuro también dependía del trabajo útil, por lo que se esforzó al máximo en levantar negocios que mantuvieran la normalidad.
Y tal cual como dijo, esto trajo verdaderos cambios.
Las personas se sintieron más cómodas y más tranquilas es decir; engañarlos con esta falsa sociedad trajo paz y calma para todos.
Esa chica era muy astuta, sus ideales nunca defraudaban a nadie por esa razón había ascendido a un cargo tan alto en tan poco tiempo.
Con estos pensamientos en mente todas se dispersaron.
Mientras las tres jóvenes se encontraban en la vitrina comprando, la cabeza de Arlen daba vueltas en el plan de recuperación para la colmena seis, no sería nada fácil lo harían en varias etapas. Y eso era lo que la molestaba.
Muchas mujeres guardianas y curas estaban incluidos en aquella misión suicida. No podrían permitirse tener más bajas, había sido un milagro salir ilesas del enfrentamiento contra tantos demonios como para lanzarse a otro ataque tan descabellado en aquel sector.
No estaba segura de que todo les resultaría como planearon, lo mejor que debía hacer por la seguridad de los salvos era evitar a toda costa las muertes de guerreras como las de su cuadrilla.
Gaela que se encargaba de elegir los panes que a su parecer eran lo bastantes gordos, no prestaba atención a su líder que se dirigía a otra de las vitrinas colmada de esos panes rellenos de las sobras que tanto le gustaban.
En ese momento una extraña sensación invadió su cuerpo, no era ningún escalofrió ni dolor de cabeza como cuando se les presentaba un demonio, no, si no algo más bien agradable.
Un tenue calor que se esparcía por su pecho hasta las puntas de los dedos, se sentía tan relajante que muy bien podía quedarse parada allí eternamente. Y al parecer no fue la única en darse cuenta de eso.
Muchas de las chicas guardianas que allí se encontraban se miraban unas a otras en busca de lo que estaba creando aquel alboroto interno.
Pasaron unos segundos y los sagaces ojos de Arlen apuntaron hacia una mujer no muy mayor parada frente al vendedor. Por naturaleza, sabía que esa muchacha pronto tendría a un bebé, los instintos de toda la nueva generación funcionaban así.
Podían sentir la gestación de una niña en el vientre de una madre sin necesidad alguna de que estas presentaran una notoria barriga. Pero esta vez ese sentimiento resultaba muy distinto a lo normal.
Con determinación, la líder dio grandes zancadas en dirección de la mujer y en solo un instante ya la tenía tomada del brazo con delicadeza.
La materna se giró encontrando los fríos ojos marrones de Arlen sobre ella, su mirada impenetrable la intimido hasta los huesos, a pesar de que aquella no era más que una jovencita frente así.
Sintió un poco de miedo.
—Está embarazada—fue lo único ingenioso que se le ocurrió decir a la protectora.
Cuando pudo detallar más de cerca a la mujer algo familiar la hizo recordar brevemente una voz lejana en su cabeza, solo que no pudo distinguir con claridad si fue un recuerdo o un sueño.
En fin, dejo de pensar en eso y se enfrasco en los verdes ojos que la miraban asustados, hasta ese momento no reparo en el hecho de que estaba intimidando a la materna.
—Perdone—la soltó del brazo—no fue mi intención incomodarla.
Claro está, esa reacción le pareció a todas las expectantes más que normal pues si no lo hacía Arlen lo haría cualquiera de las allí presentes.
—No hay de qué preocuparse—contestó amablemente la mujer.
La verdad es que, sus dudas sobre lo que escucho en la escuela sobre que las protectoras saben cuándo una mujer está en cinta fueron aclaradas. Fue algo realmente sorprendente ver como tantas mujeres la observaban sin detenimiento pero aun peor ver como una tomaba la determinación de acercársele tanto.
Resultó ser una gran casualidad que hubiera conocido a la capitán Arlen de la colmena siete y que la mirara como si pudiera ver lo que llevaba dentro. Pasó unos minutos de angustia mientras los ojos de aquella chica la atravesaban.
Nadie, absolutamente nadie, sabía del embarazo de esta joven. Debió haberle hecho caso a su esposo sobre quedarse en casa a partir de ahora pero, se sentía tan sola que decidió hacer sus diligencias como siempre.
Ahora tendría que enfrentar los reclamos de este sin rechistar.
—Dios bendiga a las futuras protectoras—expresó Arlen inclinando la cabeza en forma de respeto para después retirarse con sus camaradas.
Había sido muy grosera y todavía no se lo podía creer. Necesitaba lavarse y pensar seriamente en su comportamiento, no se perdonaría si hacía sentir mal a una materna.
¡Hola! espero que estén bien, he estado muy perdida, no he leído las historias que he querido tal cual ;(.
Siempre me acuerdo de tu historia @Ookami-Shoujo la tengo entre ceja y ceja, muy buena. Estaría muy agradecida de que leyeran esta nueva historia que he creado con mi hermana cuyo usuario es @francysepe25. Adoraría sus comentarios, así sean horribles los soportare...nah mentira ustedes son muy cool 😎.
Me despido mis cadetes.
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