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Capítulo Uno: La puerta del infierno

Hace unas décadas una leyenda corrió en todos los rincones del mundo, no había un solo lugar habitado que no supiera de la historia.

"La leyenda decía que en cierto lugar al norte se habían abierto las puertas del infierno, y que de este lugar emergió un demonio tan hermoso que con solo mirarlo por un momento hiponotizaria tanto a damas y caballeros, haciéndolos enamorarse perdidamente de este"

Esa leyenda se perdió y dejó de escucharse con el pasar de las décadas, ahora sólo los más viejos conocían la historia, mientras que incluso si se la contaban a los más jóvenes, ellos por su lado se reirán y dirán que todos son solo cuentos inventados por gente sin ocupación.

El joven que escuchaba al anciano en este momento tampoco era diferente —Señor, ¿entonces dices que el lugar a donde me dirijo esta lleno de demonios? —enarcó una ceja.

El anciano asintió furiosamente —¡Así es, ese lugar es un paso al infierno y nuestro mundo! —exclamó.

—Anciano, ¿alguna vez has estado ahí?

El nombrado negó, el joven se río —Entonces, ¿como puedes afirmar tan fervientemente que ese lugar es malvado? —preguntó burlón.

El anciano se quedó en silencio, Taehyung solo sonrió y se puso de pie —Agradezco mucho la bebida, pero debo irme.

—No lo hagas, escucha a este viejo -el anciano agarro su manga y lo detuvo.

Taehyung torció un poco el labio —No te preocupes, en esta vida ni los demonios ni lo fantasmas me asustan, los humanos son mucho más aterradores —se soltó del agarre ajeno y se marchó.

Tomó el tren que estaba listo para irse, busco el asiento que marcaba en el ticket y se sentó. Sonrió mientras veía el paisaje pasar en su ventana, esta era su vida. Viajar por todos lados disfrutando plenamente el estar vivo.

Aún recordaba como hace dos años aun estaba postrado en una cama de hospital como lo había estado desde que tenia memoria.
Desde que nació fue débil de su corazón y si se mojaba bajo la lluvia se enfermaba.

Si hacia un sol asfixiante se enfermaba.

Si olía el humo del tabaco se enfermaba.

Si corria mucho se enfermaba.

Sólo respirar era igual a enfermarse.

Pero gracias a ese doctor que lo operó hace dos años el logro estabilizarse y volver a vivir una vida normal. Hace dos años había caído tan grave que no tenía esperanzas de vivir, apenas a sus 18 años la palabra vida le estaba siendo arrebatada, pero un hombre donó el corazón de su esposa que acaba de fallecer en la sala de operaciones. Ese hombre fue el mismo que lo operó.

Estaba agradecido con aquellos que le otorgaron una segunda oportunidad de vivir, entonces hace medio año en su fiesta de cumpleaños número veinte dijo frente a toda su familia que se iría en un largo viaje, para poder disfrutar esta segunda oportunidad que la vida le estaba dando.

Así fue como Taehyung empezó su viaje y ahora mismo estaba a punto de llegar a Prisbei, o como el anciano dijo que solían llamarle "la ciudad que alberga demonios"

Luego de dos horas de viaje llegó finalmente, bajó su equipaje y fue a hospedarse en algún hostal del lugar, tomó un taxi que lo llevó hasta el hostal en el centro de la ciudad. Entró y en la recepción un hombre regordete le atendió.

—Buenas tardes señor, ¿una habitación? -preguntó amablemente.

—Si, por favor.

De inmediato el hombre empezó a digitar en su computador –¿Podría decirme su nombre y apellido?

—Kim Taehyung.

Luego de escribir otros datos más finalmente me entregó la llave de mi habitación.

—Muchas gracias —tomé la llave y la guarde—. Por cierto, ¿sabe de algún lugar donde haya una cafetería? —pregunté.

El señor hizo un expresión de sorpresa pero la recompuso —Oh, no hay ninguna cafeteria en esta ciudad, si quieres beber algo puedes pedirlo en un restaurante —asentí agradecido.

Luego de eso fui hasta mi habitación y me di un baño para luego cambiar mi ropa, para cuando terminé la luz del sol se había ido.

Revise mi celular y marcaba las siete y veinte, bajé nuevamente a la recepción y salí del hotel, iba a dar la vuelta un rato por el lugar e ir a visitar algún lugar para comer.

Luego de caminar por diez minutos di con un letrero gigante en forma de taza sobresaliendo mientras alumbraba las palabras "The Profane"

-Creí que no habia ninguna cafeteria en este lugar -arruge la frente, luego volvi a leer el nombre y reí por lo creativo. Me dirigí hasta la entrada, cuando abrí la puerta sonó un leve ding~ de la campana en la puerta, sentí una ligera punzada en la cien, pero se fue de inmediato por lo que lo ignoré.

Cuando la puerta se cerró me percaté de que la cafetería estaba totalmente vacía, no había absolutamente nadie.

"Acaso estaba cerrada y entre sin permiso" pensé, voltee a ver el rótulo y decía abierto. Me extrañe y camine hasta la barra, me senté en uno de los asientos y llamé -Hola, ¿hay alguien? -ni un solo ruido.

-¿Hola? -de nuevo nadie contestó.

Me puse de pie nuevamente dispuesto a irme, talvez esta cafeteria no estaba en funcionamiento. Cuando estaba por salir una voz detuvo mis movimientos.

-Lo lamento mucho, no se vaya aún -giré para ver al dueño de la voz y me tope con un joven pelinegro en un traje rojo, elegantemente vestido.

-Señor cliente, sea bienvenido y tome asiento -dio una sonrisa delicada.

Como si fuera un robot asentí y volví a sentarme, el chico era jodidamente hermoso, nunca había visto un hombre tan guapo en toda mi vida.

Este hombre era realmente digno de la frase: "Si ser guapo fuera un pecado, el infierno lo tendrías ganado"

-¿Qué desea de beber? -su voz me hizo salir de mi ensoñación con su hermoso rostro.

Tosí suavemente -¿Que recomienda la casa? -pregunté elevando una ceja, amablemente el joven me respondió; -Bueno si lo que busca es un sabor fuerte puede tomar un Espresso, pero si lo que quiere es algo más como un postre le recomiendo un Affogato. A pesar de que el Affogato es considerado una bebida, muchos lo asocian más a un postre.

Término su explicación haciéndola corta y sencilla -Entonces dame lo último, ya que tengo algo de hambre -nuevamente sonrió; -Muy bien, prepararé su bebida inmediatamente -asentí y el comenzó a mover sus manos, agarro un vaso y fue a prepararlo.

Me quedé viendo atentamente cada mínimo movimiento suyo, luego de un par de minutos me entregó el postre.

Me entregó una cucharilla -Intentelo -asentí.

Cuando el helado mezclado con el café tocó mi lengua fue un sabor delicioso, sumarle a esto el toque casi tibio del helado fue aún mejor. Realmente sabía rico.

-¡Me gusta mucho! -exclamé metiendo otra cucharada en mi boca. Él asintió sonriendo.

Cuando acabé de comer, agradecí -Estaba muy rico, muchas gracias, lo recomdare de ahora en adelante -sonreí.

-Se lo agradezco -dijo.

-Por cierto, ¿cuánto es el costo? -pregunté, sin dejar su actitud amable el contestó; -Veinte dólares señor.

Me sorprendí, no traía tanto dinero conmigo, solo llevaba cinco en la billetera, sonreí nervioso -Eh... yo, bueno no creí que costaría tanto jaja -rasque mi nuca-, pero si te voy a pagar, ahora mismo tengo cinco dolares conmigo, el resto esta en mi habitación, me estoy hospendando en el hostal a diez minutos -señale hacia la puerta.

-Déjame ir a ver el dinero y vuelvo a pagarte de inmediato, ¿esta bien? -pregunté.

El joven no respondió nada, pero su sonrisa se había esfumado, sus ojos me veían fijamente, por alguna razón me sentí nervioso y desprotegido.

-¿Cómo puedo confiar en tus palabras? -preguntó en un tono sarcástico.

Me moleste un poco -No planeo irme sin pagar, realmente me hospedó aquí, no imagine que costaría tanto la bebida, pero te dejo cinco dólares para que sepas que puedo pagarte y no miento -explique rápidamente.

Él elevo una ceja e hizo una mueca -No creo en tus palabras, ustedes los humanos siempre están diciendo mentiras -no preste atención a todas sus palabras, solo a la palabra que me llamaba mentiroso. Me enfadé.

-No soy ningún mentiroso, si deses puedes venir conmigo para que veas que no miento -él no dijo nada y empezó a caminar hacia la izquierda, luego salió de la barra.

Se paro a mi lado y noté que nuestras estaturas no eran muy diferentes.

-¿Puedes pagar con tarjeta? -preguntó.

-No tengo una -dije.

El sonrió ladino -Entonces, ya que no confío en ti... -se acercó aún más, invadiendo mi espacio personal, comencé a retroceder y él a avanzar. Me tropecé y caí sentado en el asiento donde antes estaba.

Él posó sus manos a mi lado, una en cada lado, encerrandome. Mi ritmo cardíaco se disparó, haciendo que llevase una mano a mi pecho, estaba asustado y no tenía idea del por qué.

El joven de rojo se acercó a mí oído y susurró -¿Por qué no pagas con tu cuerpo? -abrí los ojos lo más que pude.

¿Qué había acabado de escuchar?

Lo miré fijamente sorprendido, su expresión era normal con una sonrisita pícara pintada en sus labios.

-Tú... tú, ¿qué acabaste de decir? -lo señale nervioso.

El ladeo su cabeza y me miró divertido -Dije, que si deseas pagar, lo hicieras con tu cuerpo.

-¡Que demonios! -exclamé-, deja tu mierda -me enfadé.

El joven soltó una suave risita -Señor cliente, le ofrezco un método de pago y sin embargo... -me miró y soltó un suspiro-, usted no está dispuesto a hacerlo. Jamás creí que ustedes los humanos serían tan mediocres y mentirosos -ladeo la cabeza.

Me puse de pie enfrentándolo -Que diablos, hasta ahora no te he ofendido y sin embargo, tu lo has hecho sin parar -tomé su mano-. Vamos, te llevare conmigo y verás como te pago maldita sea.

Cuando intenté avanzar hacia la puerta, mi cuerpo se heló por completo, se suponía que a donde me dirigía era la salida, pero ahora mismo no había ninguna puerta. Era una pared blanca y pálida. Giré mi cabeza a todos lados y no había una puerta en ningún lado, voltee hacia la persona detrás mío y no había nadie, nunca noté cuando se había soltado de mi mano.

Tragué grueso, okey ahora si estaba un poco asustado, que diablos estaba pasando. Primero me dicen que no hay cafeterías en este lugar, luego aparece una y ahora la cafetería no tiene ninguna puerta.

¡Estoy encerrado en este lugar!

-Vamos, no tienes que tener miedo -nuevamente escuche la voz del chico, miré a todos lados pero no había nadie.

-¡Déjame salir! -dije.

Una risa resonó en la habitación, miré hacia el techo pero seguía son ver de donde provenía el ruido -¿Por qué debería? -giré mi cabeza y encima de la barra estaba él, sentado con sus piernas cruzadas y una sonrisa aterradora en su cara.

-¡Ese lugar es un paso del infierno y nuestro mundo! -de pronto la voz del viejo de antes retumbó en mi cabeza.

Mi espalda comenzó a sentirse fría, gotas de sudor gruesas se deslizaban. Si lo que el viejo dijo era la verdad, significaba que lo que tenía frente a mí, definitivamente no era humano.

-¿Qué estás pensando? -su voz volvió a resonar en la silenciosa habitación, desvíe mi mirada y cerré fuertemente mis ojos.

Todo a mi alrededor era silencioso y oscuro, minutos después escuché el sonido de pasos, él se estaba acercando. Estando cerca mío se detuvo -Si me evitas de ese modo, me sentiré algo ofendido -su aliento caliente golpeó mi oreja.

Abrí de golpe mis ojos y me encontré con los suyos, ya no eran café como antes, se habían tornado oscuros y tenían leves tonos rojos, como un trapo con manchas de sangre.

Intente retroceder, pero por la velocidad de reacción mis pasos se volvieron torpes, definitivamente mis pies y mi cerebro no habían tomado bien la orden de alejarse. Estaba a punto de caerme pero el joven me salvo sosteniendome en la cintura.

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