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Era sábado por la mañana el día en que las cosas comenzaron a ponerse extrañas. Lo recuerda porque normalmente cuando no tenía escuela se daba el lujo de dormir hasta tarde, pero sorprendentemente esa vez estaba en pie a eso de las 10 am revisando diversas páginas en internet de universidades que le llamaban la atención. A pesar de que apenas había empezado su último año deseaba tener al menos una idea de lo que se le venía por delante. Jungkook siempre fue de los que necesitaban un plan b en caso de emergencias y por eso ahora estaba allí, cubriendo todas sus opciones.

Es así como llegó al portal de la Universidad de Inglaterra donde se especializaban en el área de investigación matemática. Si querías estudiar algo relacionado con ello esa era la meta más alta a la que todos aspiraban. Para poder siquiera pensar en entrar tus calificaciones debían ser excelentes además de tener diversas cartas de recomendación y pasar la entrevista con el Decano, todo esto sin agregar que era una universidad ubicada en el extranjero por lo que si decidía intentar ir allí tendría que alejarse de todo lo que alguna vez conoció y vivir una vida independiente en un país desconocido. Aquello era un contra muy grande, a pesar de que le hubiese gustado que una oportunidad así se le presentara de manera más fácil... Aunque de todas formas podía intentarlo...

No.

Jungkook suspira, no podría hacerlo, no cuando su vida dependía de alguien que estaba en su ciudad natal.

Cerró la laptop estirando el cuello hacia atrás. Lo mejor era ir a Universidad de Busan como había decidido hace años. A pesar de que su departamento de matemáticas no era el mejor, si estaba bien catalogado y además se ahorraría el tener que vivir en los dormitorios ya que podía llegar a ella a través del transporte público. También debía ser sincero consigo mismo y darse cuenta de que sus oportunidades para entrar a ella eran mucho más altas que intentar que lo aceptaran en la Universidad de Inglaterra donde todos los años de los miles de postulantes que intentaban ir allí apenas si elegían a 300 que se convertían en alumnos de la institución. Jungkook nunca fue un gran soñador y por eso prefería no llenarse de esperanzas.

En ese momento la quietud del ambiente es opacada por el sonido de su celular avisando que alguien le estaba llamando. Al ver el nombre que se iluminaba en la pantalla alza una ceja sin poder evitar sentirse extrañado. Seguían siendo las 10 de la mañana así que recibir una llamada así y de esa persona era algo demasaido extraño.

Toma el aparato y antes de dejar que hablaran al otro lado de la línea dice:

—¿Quién eres tú y que hiciste con Jimin?

Puede escuchar un bufido del otro lado antes de obtener una respuesta.

—Muy gracioso, yo podría decir lo mismo de ti. ¿Qué haces despierto a esta hora?

La voz de Jimin sonaba algo grave por la somnolencia y Jungkook no puede evitar sentir una pequeña punzada en el pecho por ello. Demasiado lindo para los pocos sentidos que tenía activos a esa hora.

— Tú eres el que me está llamando a estas horas. ¿Qué estás planeando ahora?

Conocía tan bien a Jimin que tenía claro que algo tramaba si estaba despierto a esa hora un día sábado cuando el chico apenas si era capaz de llegar a la escuela a un horario decente.

—Casa del árbol en 10 minutos. Te diré allí.

La llamada termina y Jungkook suelta un suspiro. Definitivamente su mejor amigo estaba tramando algo si deseaba que se vieran a esa hora y en el lugar secreto (no tan secreto) de ambos. Sin más tiempo que perder se levanta de su silla y busca una camiseta limpia para salir a su encuentro con Jimin, a pesar de que quizá no le convenía ir, siempre iría donde su mejor amigo lo necesitase.

La casa del árbol no era una casa del árbol como tal, sino un intento de ello oculto en la rama del árbol más grande que había en el pequeño bosque de se ocultaba a un costado de la carretera a quince minutos de donde Jungkook y Jimin vivían. Se parecía más a una caja de cartón que apenas si podía sostenerse con el paso de los años, lo que no era de sorprenderse ya que ambos chicos se encargaron de construirla a los 11 años sin tener idea alguna de carpintería o como usar un martillo.

A pesar de su aspecto aquel lugar había sido el guardián predilecto de muchas de las aventuras que habían tenido cuando eran unos infantes pre pubertos. Hasta el día de hoy seguían subiendo hasta el para hablar de sus secretos más íntimos y preocupaciones. Para Jungkook ese lugar siempre sería especial ya que las facetas más frágiles de Jimin las había visto allí y esos momentos eran algo que sólo les pertenecía a ambos.

Con su bicicleta de compañera no le tomo más de diez minutos llegar hasta el lugar y a penas lo hace se da cuenta de que Jimin ya está arriba, ya que puede ver sus cortas piernas colgando y balanceándose desde la rama de manera despreocupada mientras tararea una canción.

—Espero que me hayas hecho venir por algo importante —dice a modo de saludo y Jimin de inmediato le mira de reojo—. Porque tengo sueño y pensaba seguir durmiendo cuando me llamaste.

Mentía, pero le gustaba molestar a Jimin y es que cada vez que lo hacía este le regalaba una sonrisa cálida, de esas que hacían sentir que su corazón latía más rápido, antes de responder.

—Sube tu trasero aquí antes de comenzar a regañar.

Hace lo que le piden. Pronto esta en la cima de la rama sentado justo al lado de Jimin. Sus muslos se tocan unos nanosegundos y Jungkook se aleja de inmediato. Había asumido sus sentimientos por Jimin hacia mucho tiempo y también se había dado por vencido en ellos de inmediato. Por eso prefería guardar distancia, porque hasta el más pequeño roce que compartía con el chico le descolocaba por completo y era mejor que no se notase la forma en que su cuerpo entero respondía ante la cercanía de Jimin.

— ¿Y bien? —Comienza y el chico a su lado parece perdido mirando al cielo— ¿Para qué necesitabas mi presencia?

— ¿No es obvio? —Pregunta Jimin— Hay que planear nuestro último año de escuela, Jungkook. 

En ese momento el chico le estira a Jungkook una lista hecha sobre un papel arrugado y que parecía estar a punto de romperse. Es ahí que el castaño se pone a leer lo que parecían ser las cosas que su mejor amigo quiere hacer durante el año y le es imposible no abrir los ojos sorprendido. ¿Cuánto más tenía que pasar para que se diera cuenta que a Jimin realmente le faltaba un tornillo?

— Eres un bastardo loco —dice arrugando el papel hasta hacerlo bolita y lanzarlo como un proyectil directamente a la cara a Jimin.

— Oye —dice este una vez que la lista vuelve a sus manos y la puede volver a estirar—, este es un año importante, tenía guardado todo esto para que fuera épico.



  — Tu solo eres un loco con demasiado tiempo para pensar en estas cosas —Jungkook suspira y las mejillas se le ponen rojas recordando el número 8 y el 11 de la lista— ¿Es que no puedes mantenerte quieto un segundo?

Jimin sonríe. Claro que no.

— ¡Tienes que ayudarme para cumplirlas todas o simplemente no será un año exitoso, Kookie!  

Ahí esta la voz de bebé y el apodo Kookie. Jimin solo desenfundaba aquellas armas una vez que se encuentra decido de convencer a Jungkook para que le acompañe en sus travesuras. El castaño ni siquiera puede mirarlo, estaba muy avergonzado.

— Vete a la mierda, puedes hacerlo solo.

Oh no. Con eso despertó a la bestia. Puede sentir como la cara de Jimin se le acerca peligrosamente mientras se queda paralizado en el lugar donde estaba sentado. Es cuando los rostros de ambos quedan tan solo a milímetros y Jungkook se encuentra totalmente estático e indefenso que Jimin termina esa sucia jugada que siempre empleaba para derretir a su mejor amigo.

Un puchero.

— ¡Dios! —Chilla Jungkook tapándose la cara roja con las manos y alejándose lo que más puede de Jimin— ¡Juro que eres lo peor, Park Jimin! ¡Siempre consigues arrastrarme contigo!

No importaba cuanto se negara, si el chico hacía esos pucheros le era imposible mantener la compostura y se odiaba a sí mismo por ello.

Jimin pone cara de pervertido antes de decir:

— Es tu culpa por ser tan vergonzoso... ¡Pero ve el lado bueno, ya hicimos la número 12, ahora tenemos que cumplir el resto de la lista y tener el mejor año de nuestras vidas!

Jungkook suspira y se acaricia a sí mismo el puente de la nariz. Ya sentía que este año iba a envejecer mucho más de lo normal por culpa de su mejor amigo.

Pero siempre fue así. Jimin decía algo, Jungkook se negaba, Jimin insistía y Jungkook accedía. A pesar de que el castaño intentaba persuadir al más pequeño de las estúpidas ideas que le ocurrían, la verdad es que prefería mil veces ser el quien lo acompañaba para evitar que algo grave ocurriese. Sin importar que eso le dañase a otro nivel. 

Pero ya no importaba, había accedido. Lo único que le quedaba era deshacerse de las dudas que le habían surgido en la mente una vez que terminó de leer la lista.

— ¿Enamorarte? —Pregunta de la nada pensando aún en el número 11— ¿Qué hay de Seungwon?

Ese era uno de los ex más actuales de su amigo. Jimin se alza de hombros.

— Era lindo, pero no creo que en algún momento lo hubiese amado, ¿sabes? Siento que a pesar de que no conozco el sentimiento, debe ser algo más avasallador, algo que te llene tanto que creas que te haz vuelto loco... No sé... Quiero aprender y amar a alguien. 

Jungkook pudo haber dicho en ese momento que sí, el amor era algo que llegaba como un torbellino y no dejaba en paz. Estaba allí en tu pecho, recordándote a la persona que te quitaba el sueño siempre. No era solo la atracción física, sino conocer a la persona y querer crecer con ella. Ser capaz de quizá no estar al lado de quien amas como una pareja y aún así ser capaz de desearle solo felicidad en su camino.

Odiaba estar enamorado.

— Ya veo...

Siguen hablando de cosas burdas hasta que la tarde llega y el estomago de ambos suena. Era tarde y ninguno había tomado desayuno, por lo que ya era de dejar su base secreta para volver a comer.

— Ven a mi casa —dice Jungkook cuando están bajando del árbol—. Mi madre hará kimchi.

— ¡Sí! —Contesta Jimin con los ojos brillantes y la boca sedienta— ¡Adoro el kimchi de tu madre!

Es así como ambos se suben a la bicicleta de Jungkook y comienzan a andar a la casa de este. Así eran los días normalmente. Comían juntos y jugaban videojuegos. Si tenía suerte Jungkook podía convencer a Jimin de que hicieran algo de tarea, aunque no sucedía a menudo. Eran dos mejores amigos normales y si era sincero, eso era lo que el castaño no quería perder. ¿Qué pasaba si se confesaba y momentos como esos desaparecían para siempre de su vida? No podía, no cuando habían estado tantos años juntos y quería que fuera así por mucho tiempo más.

Cuando llegan a la casa y han saludado a la madre de Jungkook éste ultimo dice:

— Sube, yo llevaré los platos arriba.

Jimin asiente y sube las escaleras tarareando una canción. Se tarda un poco, pero pronto Jungkook esta haciendo algo de malabares mientras va escalón tras escalón desafiando su coordinación con dos platos de kimchi y un vaso de agua. Cuando llega arriba suelta un suspiro, no ha derramado nada y Jimin esta de pie en el pasillo mirándole.

— ¿Vas al baño? —Pregunta el castaño aun concentrado en que la comida no se caiga.

Pero Jimin niega suavemente con la cabeza.

— Lo siento, Kook. Debo irme, mi madre me ha llamado. Comeremos otro día, ¿sí?

Eso es extraño, Jimin nunca se iba de su casa de esa manera y quiso increparlo, pero ya era muy tarde porque el chico paso por un costado, bajó corriendo las escaleras, gritó una despedida hacia su madre y salió por la puerta como si nada mientras Jungkook fruncía el ceño.

— Idiota —susurra cuando llega a su habitación y deja los platos sobre su escritorio sabiendo que una ración quedaría intacta—. Debe estar tramando algo.

Y por primera vez desde que se conocían Jungkook se equivocó sobre el comportamiento de su mejor amigo. No era un plan nuevo lo que había hecho que Jimin saliese corriendo e esa manera sin siquiera despedirse. Solo se trataba del hecho de que el chico se sintió completamente ahogado una vez que subió a la habitación de Jungkook y al intentar ocupar el ordenador para jugar un juego online se topó con la búsqueda de universidades es éste último.  

Mientras corría de vuelta a la casa del árbol en la cabeza de Jimin solo había una frase que se repetía constantemente.

"¿Inglaterra? ¿Por qué Jungkook no me dijo que se iría a Inglaterra?"

Al igual que una reacción en cadena, aquel fue el día en que todo empezó.  


 



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