Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 24

POV. Camille


- Dónde está César?- les pregunté una vez que nos separamos. Todos se miraron confusos antes de que Sean hablara con el ceño fruncido.

- Se fue cuando terminaste de contar tu recuerdo...- masculló pensativo mientras se acariciaba el vello de la nuca con nerviosismo. Le resté importancia con un gesto de la mano pero la verdad era que le había cogido un especial cariño al rubio teñido. Además, el iba a tener que leer mi recuerdo más bonito... Se me encendió una bombilla en la cabeza y sonreí con felicidad. Si, ya se me había pasado el momento de debilidad.

- Ahora que estoy con esta cosa.- dije alzando mi brazo escayolado en alto.- Alguien tiene que hacerme la redacción del recuerdo, quién se ofrece voluntario?- les pregunté con una sonrisa malvada. Oliver se levantó de un salto junto a Kathia.

- Yo... Tengo que ir al baño!- exclamó mi amigo con nerviosismo antes de desaparecer corriendo por la puerta.

- Y yo lo acompaño!!- gritó Kathia mientras que salía detrás de Oliver. Sean frunció el ceño y salió corriendo tras ella antes de que ninguno de los demás pudiese decir nada.

- Lo acompañas al baño?!- le preguntó a Kathia con incredulidad y algo de celos mientras desaparecía tras la pelirroja. Puse los ojos en blanco y miré a los tres chicos restantes. Me encogí de hombros con indiferencia al ver sus miradas confusas.

- Por que han salido todos huyendo?- me preguntó Carter con asombro. Lo miré como si fuera obvio.

- Porque... Bueno... No lo se, narices! Pregúntaselo a ellos, son ellos los que han salido corriendo, no yo!!- exclamé cuando noté cómo me empezaba a doler la cabeza.

- Está bieeen...- accedió Caleb con abatimiento.- Yo te escribiré el trabajo...

- Gracias!!- exclamé con felicidad poniendo cara de niña pequeña agradecida, lo que le sacó una risa a los tres. Al fin y al cabo, era mi último trabajo y tenía ganas de hacerlo tras haber hablado (bueno, prácticamente gritado) a los chicos y Kath sobre el día anterior al asesinato de mis padres. Caleb, Anthony y Carter negaron con la cabeza mientras seguían riendo suavemente. Les ofrecí una sonrisa cansada que fue reemplazada rápidamente por un gran y amplio bostezo de agotamiento.

- Vaya, que boca más grande tienes.- dijo Caleb un poco asustado.

- Es para masticarte mejor, Caperucita.- le respondí con un guiño.

- Bueno morita, te dejamos tranquila.- dijo Hunter entrando por la puerta de pronto, dándome un susto.

- Joder Hunter!! Como se te ocurre entrar así en la habitación de una enferma??- lo recriminé con cariño. El pobre hombre que me tenía que soportar se sonrojó visiblemente y sonrió con ironía.

- Interrumpo algo?- inquirió con una ceja alzada en dirección a los tres chicos que tenía delante. Lo miré con los ojos desorbitados y llenos de espanto.

- Oh, por dios, no!! Son mis amigos y compañeros de piso!!- exclamé todavía algo shockeada por la pregunta de mi "segundo padre". Él me observó con perspicacia antes de asentir con la cabeza y alzar las manos en son de paz.

- Okey, Okey, te creo morita. Bueno, pues eso, que me voy. Recupérate pronto!- exclamó el hombre con alegría y una sonrisa (a la que correspondí con cariño) antes de que saliese de la habitación. Lo tres chicos que tenía delante me observaron como si fuese una especie de animal exótico en peligro de extinción antes de negar todos con la cabeza a la vez.

- Nosotros también nos vamos, tenemos que trabajar.- dijo Carter como la persona responsable que era. Caleb simuló pegarse un tiro en la sien y yo me reí. Entonces me atacó la curiosidad.

- Chicos, en que trabajan?

- Yo en un taller de coches.- dijo Anthony con sencillez mientras se encogía de hombros, se despedía de mi con un beso en la mejilla y abandonaba la pequeña estancia.

- En una tienda de cómics.- confesó Caleb un poco sonrojado mientras me daba otro beso y se iba junto a nuestro compañero de piso. Miré a Carter interrogante.

- Yo... Ejem...- él se rascó la nuca con indecisión. Tras unos momentos de reflexión, se dio por vencido y suspiró en derrota.- Soy barman en un club de strippers.- dijo sonrojado hasta las orejas. Abrí mucho mis ojos, con incredulidad.

- Pe-pero bailas?

- No!! Eso lo hacen los otros chicos... Y chicas...- comentó distraído mirando un feo cuadro de la pared en vez de a mi.

- Hey, pero ganas dinero?

- Si.- respondió con el ceño fruncido. No entendía a dónde iba a parar.

- Te gusta tu trabajo?- al ver su cara de confusión, me apresuré en explicarme.- Es decir, disfrutas ejerciéndolo?

- Si...

- Pues eso es lo que importa. Disfrutas? Te gusta? Te lo pasas bien? Te pagan bien? Pues con eso tendría que llegarte porque has encontrado un buen trabajo.- le dije con sencillez. Carter se abalanzó sobre mi para abrazarme a pesar de mis quejas y súplicas porque no lo hiciese. En serio que no me gustaba abrazar a la gente. Se separó de mi con una sonrisa pero antes me susurró unas palabras al oído.

- Te he echado de menos, pequeña.- oír después de tanto tiempo mi apodo me hizo emocionarme y luché con todas mis fuerzas por no revivir los recuerdos. Él se fue, dejándome sola en aquella adusta habitación blanca, sumida en mis pensamientos hasta que Morfeo vino a recogerme y me abandoné al sueño.


POV. César


No podía seguir allí escuchándola hablar de la muerte de sus padres. Simplemente no podía, no lo soportaba porque la culpa me carcomía por dentro hasta llegar a mi desvencijado corazón, que bastante culpable se sentía ya. Salí del hospital a toda prisa, ignorando el amable saludo de Hunter y pasando por delante de un montón de médicos que me observaban con curiosidad. Si, me miraban porque estaba quitándome las dos lentillas marrones, dejando al descubierto mis ojos verdes naturales. Sacudí mi pelo, liberándolo del peinado que había conseguido hacerme por la mañana, dejándolo así como a mi me gustaba realmente. Despeinado y libre. Corrí hacia la salida ignorando también a los guardias de seguridad que me "aconsejaban amablemente" que no corriese y respiré profundamente al llegar fuera. Seguí corriendo por las calles sin saber muy bien a dónde me dirigía hasta que llegué a un pequeño parque solitario en el que jugaba una niña en un columpio cuya madre estaba sentada en uno de los bancos. Me acomodé en el asiento más apartado y coloqué mi cabeza entre mis rodillas, tratando de recuperar el aliento perdido en la carrera. Mis pensamientos viajaban a toda velocidad y no conseguía retener ninguno. La cabeza me daba vueltas y no veía con claridad, por lo que cerré los ojos con fuerza, tratando de ordenar mis ideas, cuando sentí unos tímidos golpecitos en mi hombro. Sorprendido, levanté la cabeza con brusquedad, asustando a la pequeña niña rubia. Luego, tras recuperarse del susto, me ofreció una sonrisa amistosa.

- Oye niño grande, por que lloras?- me preguntó con curiosidad. Asombrado, descubrí un poco tarde que había comenzado a llorar y que no podía regular mi respiración debido principalmente a mis sollozos. La madre de la niñita estaba absorta en su periódico, ajena a que su hija estaba hablando con un completo desconocido.

- Creo que no deberías hablar conmigo, tu madre se puede enfadar.- dije secándome los lagrimones de las mejillas y mandíbula. Ella me miró con sus enormes ojitos confundidos.

- Mi mamá?

Extrañado, señalé a la señora con la cabeza. A la pequeña pareció hacerle gracia que me preocupase por su seguridad, porque empezó a reir animadamente.

- Oh, ella no es mi mamá!!- exclamó aún riéndose. La señora comenzaba a mirarnos raro y yo la miré raro a ella, provocando que escondiese su cara roja de vergüenza tras las lánguidas hojas de la prensa. Colocadas al revés, lo que me sacó una risa.

- Ella es mi niñera. Mamá trabaja hasta tarde y luego me da un beso de buenas noches.- me explicó la pequeña con una sonrisa soñadora.- Por cierto, tienes una risa muy bonita, por qué lloras si es mejor reir?- me preguntó con curiosidad. Resoplé con abatimiento mientras me pasaba las manos por el pelo.

- Digamos que he hecho cosas muy malas de las que me arrepiento y me acabo de enterar de que una de esas cosas ha afectado gravemente a una nueva amiga.- susurré aunque la niña pudo oírme con claridad debido a que estaba sentada a mi lado balanceando sus cortas piernecitas adelante y atrás porque no llegaba a tocar el suelo.

- Bueno, pues pídele perdón a esa nueva amiga. Seguro que lo entenderá.- me consoló con una sonrisa. Una risa ronca salió de mi garganta.

- No creo. No la conoces, puede llegar a matarme si quisiese...- dije con diversión mezclada con seriedad. La niña me miró a los ojos antes de levantarse del banco y ponerse a dar palmadas, totalmente encantada.

- He visto tus ojos!! Brillan como cuando papá habla de mamá!!- exclamó con felicidad sin dejar de dar saltitos. La miré completamente espantado. No estaba hablando de lo que creía que estaba hablando, no?- Te gusta!! Te gusta!!- y confirmó mis sospechas. Hombre, la verdad era que no había podido dejar de pensar en el beso por venganza que me había dado el otro día, pero de ahí a que me gustase...

- No, qué va.- le respondí con fastidio.

- Que si!!

- Que no!

- Que si!!

- Que no!!

- Que siiiiiii!!!

- Que nooooo!!!

- Que noo!!- exclamó la pequeña.

- Que siiii!!!- le respondí yo sin ser consciente de lo que decía hasta demasiado tarde.- Noooo!! Que noo!!!- exclamé desesperado. La niñera de la pequeña rubia nos observaba con incredulidad.

- Has dicho que sii!! Has dicho que sii!! Has dicho que sii!!- canturreó ella con evidente tono victorioso. Pequeña hija del demonio...

- Pero sólo porque me has confundido!!- exclamé mientras me enfurruñaba como un niño pequeño. Se sentía extraño volver a comportarse así después de cuatro años de fingir ser alguien que no era.

- Claro, pero es que si no no lo ibas a admitir nunca!- exclamó ella elevando sus pequeños brazos al cielo con desesperación. La situación era de lo más cómica. Imagínate a un chico con tatuajes y rubio teñido de ojos verdes sentado en un banco al lado de una niña pequeña y rubia dando saltitos a su alrededor y desesperándose mutuamente. Pues eso.

- Bethany!! Nos vamos!!- gritó la señora del periódico. La rubia se despidió de mi con un beso en la mejilla y un gesto con la mano, el cual le devolví. Estaba alucinado, una niña de menos de diez años me acababa de dar una lección.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro