
Capítulo 13
Conduje sintiendo el aire en la cara hasta llegar al instituto. También denominado jungla, selva, cárcel, infierno particular... Para mi solo era como un chicle pegado en mi bota que no me dejaba avanzar. De no ser por mis faltas e infracciones continuas, ya habría acabado el instituto hacía años gracias a mi mente privilegiada, pero, que le vamos a hacer? Es más divertido ir a carreras ilegales con Oliver que estar seis horas o más sentada en una silla atendiendo a las lecciones de un vejestorio amargado. Aparqué a mi bb en una plaza 'para motos libre y me bajé tranquilamente. Como no había llevado casco me limité a sacar las llaves del contacto y a guardármelas en el bolsillo trasero de mis pantalones cortos. Intenté peinarme un poco la maraña que tenía como pelo y tras cinco estresantes minutos, me di por vencida y lo amarré en una coleta alta que dejaba caer mis rizos violetas por mi espalda hasta casi la mitad de ésta. Caminé con tranquilidad por los pasillos, consciente de que el odioso timbre aun no había sonado y de las miradas perplejas de mis compañeros por verme alí a primera hora. Si, no podría decirse que fuese madrugadora precisamente. Fui hasta mi taquilla e introduje mi código para sacar mi libro de historia. Como no llevaba mochila, cogí mi carpeta con folios, un boli que situé tras mi oreja izquierda y el libro bajo el brazo. Fui la primera en llegar al aula, por lo que me senté en la última fila en una mesa de dos. Puse mis cosas sobre la mesa y esperé pacientemente a que el timbre sonara mientras mis compañeros iban llenando el aula. Algunos cuchicheaban al verme allí, otros me dirigían una mirada de indiferencia y otros como Mike, James y sus otros amigos me saludaban con un gesto de cabeza o una sonrisa amistosa. Yo me limitaba a responderles los gestos en silencio. El timbre sonó y el profesor entró al aula seguido muy de cerca por el patoso de Oliver. El señor Castro le dirigió una mirada cansada antes de pedir silencio. Entonces se percató de mi presencia.
- Vaya, Camille, nos vas a honrar con tu presencia hoy?- me preguntó con curiosidasd. Era el único profe que me caía bien. A parte de ser el único menor de 35 y además estar tremendamente bueno.
- Si, hoy me han entrado ganas de madrugar, sobretodo gracias al despertador de cierta persona aquí presente.- dije mientras señalaba a Oliver con mi cabeza. Él se había sentado en el sitio libre de mi lado. El profesor me miró divertido antes de asentir.
- Bien, pues quiero que os pongais por parejas para...
- Lo siento señor, puedo pasar?- preguntó un César exhausto desde la puerta, interrumpiendo al profesor. Él frunció el ceño pero asintió.
César caminó con la cabeza gacha hasta tomar asiento a mi izquierda, en un sitio libre que no había visto.
- Bien, como iba diciendo, quiero que formeis parejas para hacer un trabajo obligatorio que contará para la nota final.
Se escucharon gemidos, bufidos y protestas en general por todo el aula. Yo me mantuve callada a la espera de más instrucciones.
- Y las parejas las escogeré yo, dado que si dejo escoger a la señorita Camille y a unos cuantos más, acabarán haciendo todo el trabajo solo unos pocos.- dijo mirándome significativamente. Yo, como una idiota, me sonrojé. Era cierto que cuando había que hcer trabajos obligatorios por parejas, Oliver y yo nos poníamos juntos y entre los dos lo hacíamos, aunque más bien era, yo trabajaba y él dormía la siesta en el sofá desvencijado del almacén de Mike.
- Bien, estas serán las parejas...(...) y Camille y César. Bien, es para dentro de tres días y lo tendreis que exponer. Tiene que tratar sobre vuestro recuerdo más feliz y vuestra pareja va a tener que contar el vuestro y vosotros el de vuestra pareja.
Arugué la nariz al escuchar el tema del trabajo. En serio no solo iba a tener que compartir me recuerdo más feliz si no que lo va a tener que leer el rubio teñido? Dejé caer mi cabeza sobre la mesa y pude escuchar la risa disimulada del profesor.
- Ja.ja.ja, no vea la gracia que me hace, profe.- le dije con la voz cargada de sarcasmo. él volvió a reir.
- Vamos señorita Camille, estoy convencido de que usted tiene recuerdos muy bonitos y especiales.- me trató de animar. Hice un esfuerzo sobrehumano y entonces mi mente viejó por l baúl de los recuerdos. Sin querer, las lágrimas se habían empezado a deslizar por mis mejillas y me rei con la voz ronca por el llanto contenido.
- Si, los tengo de todos los tipos y colores. Pero uno en especial es muy especial para mi.- dije son levantar todavía la cabeza.
- Bueno, pues ese lo puedes usar para el trabajo.- dijo alegremente el profesor, ajeno a mis lágrimas silenciosas.
- Y que pasa si no quiero compartirlo?- le pregunté con la voz rota, levantando la cabeza. El señor Castro me observó atónito mientras intentaba analizar la situación de que yo estuviese llorando por un estúpido recuerdo. Oliver a mi derecha también me miraba sorprendido y un poco en shock. Yo era de esas personas que nunca lloraban cuando estaba acompañada, todo me lo guardaba para mi solita. César al otro lado, me observó con comprensión. Me levanté de mi asiento y le pregunté al profe tras aclararme la garganta en un intento desesperado por recobrar algo de compostura.
- Puedo ir al baño a lavarme la cara?- aquello fue el colmo de los colmos y mi profesor, en profundo estado de shock, asintió como un autómata.
- Gracias profe.- le dije intentando aligerar un poco la seriedad de la situación. Rei suavemente al ver las caras de todos mis compañeros. Caminé con prisa por el aula hasta atravesar la puerta y salir como una flecha al baño. Una vez dentro, respiré hondo y me refresqué la cara con agua fría. Estaba regañándome mentalmente cuando escuché unos sollozos provinientes de uno de los cubículos. Curiosa, me acerqué al sitio de donde provenía el sonido y me senté contra la puerta.
- Hey, por que lloras?- le pregunté a la otra persona que estaba tras la puerta. Al parecer la asusté porque los sollozos se interrumpieron abruptamente y escuché cómo la persona de detrás de la puerta se daba un golpe con una de las paredes.
- Por nada, que? No, no estoy llorando, por que lo dices? Solo estaba esto... Limpiando, si! Limpiando la puerta. Ejem, soy la conserje.- dijo la voz del otro lado intentando parecer la de una señora mayor.
Me reí por la mala imitación de la chica.- Que yo sepa, de momento José es un chico.- le dije nombrando al único conserje del centro.
- Mierda...- escuché su risa sarcástica.- Soy un poco poco inteligente.- dijo con amargura la voz.
- Un poco, si, pero como todos.- le contesté con sinceridad.- Ahora si, por que llorabas?
- ... Porque... Bueno... Digamos que... No soy una persona con gente que la quiera y... Bueno, me acaban de llamar diciendo que mi padre ha tenido un accidente de tráfico...- un sollozo la interrumpió.- Y ha muerto en el acto. Era el único familiar que me quedaba.- En aquel momento la voz volvió a estallar en llanto y yo sin poder aguantarlo más, me levanté del suelo y abrí la puerta del cubículo, encontrándome con una chica de mi curso con el pelo rojo largo, bajita (1´65 aproximadamente) y con unos enormes ojos verdes rodeados de ojeras y rojos por la irritación provocada por el llanto.
- Dios, lo siento... Creéme cuando te digo que se por lo que estas pasando.- le confesé mientras la rodeaba con los brazos de forma protectora. Ella al parecer me reconoció y se mostró sorprendida al principio, pero luego se abandonó al llanto sobre mi hombro. Le acaricié el pelo mientras ella se desahogaba. Cinco minutos más tarde, ella ya se había tranquilizado y yo pude acordarme de que era nueva en el centro y que todavía no tenía amigos (la chica).
- Como te llamas?- le pregunté amablemente. Ella me miró indecisa antes de susurrar.
- Kathia, y tu eres la famosa Camille?- me preguntó un poco avergonzada. Rei y asentí.
- Y por que soy famosa, por mi belleza y hermosura o por mi mala leche?- le pregunté exagerando en un intento por hacerla reir. En realidad me importaba muy poco lo que la gente pensase de mi. Ella rió.
- Por ambas cosas. Sobretodo por ser la... ¿Melliza nacida en diferente dia y de diferente madre de Oliver?- me preguntó a la espera de que la corrigiese.
Yo estaba sorprendida porque nuestra "broma particular" estuviese ya en los oídos de todos en el instituto, parpadeé y asentí aún confusa.
- Bueno, ahora tenías clase de historia?- le pregunté con curiosidad. Ella asintió.- Bien, pues vienes conmigo, de acuerdo?
- En serio?
- Sip.
- Okey.
Ambas salimos del baño y entramos tan tranquilamente en el aula sin llamar a la puerta. Cuando llegamos a la altura de mi asiento, empujé a Oliver con la cadera, dejando libre el asiento a mi lado y a mi amigo en el suelo quejándose de mi "salvajidad" o algo por el estilo. Le ofrecí el asiento a Kathia, quien estaba observándome pasmada.
- Oyes, eso no está bien, estás bien?- me regañó y luego le preguntó con preocupación a Oliver. Él la miró con sorpresa y luego a mi. AMbos estábamos igual de sorprendidos.
- Te regaña y todavía no le has arrancado la cabeza?- me pregunta incrédulo.- Si yo te hubiera regañado ya estaría en el suelo.
- Ya estás en el suelo.- dijo Kathia con obviedad frunciendo el ceño. Yo seguía mirándole como si fuera un extraterrestre.
- No tengo ganas de pegarte.- le dije perpleja. Ella frunció aún más el ceño.
- Eso es malo?- le preguntó a Oliver insegura. Éste se levantó de un salto y le ofreció su asiento que ella aceptó con gusto, Oliver se sentó en el asiento contiguo mientras exponía su teoría. El profesor ya hacía rato que había retomado la clase.
- No lo se, esto es nuevo.- dijo pensativo.
- Bueno, pues yo lo tomaré como algo bueno. No debe de ser sano tener ganas de pegarle a todo el mundo a todas horas.- me dijo mirándome con curiosidad. Yo la miré de la misma forma.
- Me gustas.- le dije con sinceridad. Ella me miró raro y comprendí mi error.- Quiero decir, como amiga y como persona, aunque ciertamente eres la primera chica que es mi amiga asi que sinceramente no se como comportarme...
- Bueno, cuando era pequeña y mis hermanos aún vivían estaba con ellos y yo ta,bien he tenido solo amigos chicos desde entonces asi que... Trátame como lo harías con tus amigos.- me dijo con una sonrisa. Oliver rió entre dientes.
- Entonces esto te va a resultar duro. Yo aun no se por que sigo siendo amigo suyo.
- Oh, vamos, porque sabes que en el fondo me amas.- dije lanzándole un beso.
- En el fondo, muy fondo, eh!- dijo con una mueca divertida. Me giré de pronto hacia Kathia, sobresaltándola y sacándola de sus pensamientos.
- Te gustan las motos?- le pregunté. Ella abrió los ojos como platos y un brillo especial apareció en su mirada.
- Estás de coña? Adoro las motos! Mi bb está aparcada en el párking, ahí fuera. Iba a cogerla después de esta clase para ir a identificar...- su voz se rompió y supe que si no hacía algo ella iba a volver a llorar. La atraje hacia mi y la abracé fuerte. Primer abrazo que daba por voluntad propia a una chica. Bueno, segundo contando el que le di en el baño...
- Hey, quieres qu ete acompañe?- el pregunté. Oliver nos observaba sin comprender pero sin intervenir tampoco. Miró a Kathia preocupado porque ella había empezado a sollozar en silencio. Y en ese instante supe que Kathia sería nuestra trilliza.
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