~Único capítulo ~
Nota: corregí varios de los horrores ortográficos, pero como siempre, no estoy totalmente segura de haber quitado todos.
—¡Oye!, eso no es justo, quedamos que nada de burbujas, solo escudo —decía Connie mientras retrocedía ante el nulo ataque hacia su amigo.
—Ups, lo siento, te juro que fue involuntario —. Steven rompía con aquella barrera translucida de color rosa mientras soltaba una risita.
La lucha prosiguió a favor del joven Universe, quien ahora sobresalía por su audacia y habilidad. La práctica era un requisito de vivir en Ciudad Playa por todo lo que acostumbraba a pasar, quería estar en forma por si algún inconveniente se presentaba, poder estar allí y defender a los suyos, nada lo iba a tomar desprevenido.
—¡Ríndete, Connie! Esta vez yo tengo la victoria — sonreía triunfal el de cabello rizado mientras forcejeaba entre el encuentro cruzado de armas con su compañera de pelea.
Es cierto, Connie estaba en desventaja, si realizaba un movimiento equivocado la llevaría a la derrota, a menos que...
Steven vio como su amiga se acercaba peligrosamente a su rostro, no tuvo tiempo de reaccionar, la de tez morena había acabado con la distancia entre sus rostros para darle un beso, uno que lo tomó con sorpresa, dejándolo estupefacto e inmóvil, su rival aprovechó aquello para tirarlo al suelo y arrebatarle la victoria.
—¿Quién pierde ahora, Steven? —se pavoneó la chica mientras ponía la punta de su espada en la arena y colocaba la palma de sus manos sobre el mango de esta.
El humano-gema tardó en reaccionar, se encontraba totalmente sonrojado, pero en cuanto volvió en sí se levantó rápidamente.
—¡E-eso fue trampa! —. Su rostro aún se encontraba ardiendo.
—Tu empezaste —dijo y le sacó la lengua. Rio ante la expresión de su amigo; era demasiado inocente. Sin embargo, en el fondo también guardaba una creciente y palpitante emoción por animarse a dar el primer paso.
Steven seguía frunciendo el ceño por la vergüenza. ¿A qué se debía tan repentino actuar?
—Bueno, me tengo que ir, mi madre me inscribió a algo así como un campamento de verano. Te veré después —miró su teléfono para acto seguido guardarlo en su bolsa trasera.
—Espera, ¿te vas?, ¿por cuánto tiempo? —. El color había comenzado a bajar, estabilizando su temperamento.
—Prácticamente un mes —. Aquella oración sonó un poco triste en sus palabras, aunque tratara de ocultarlo.
—¿¡Un mes!?
—Sí, realmente no quiero hacer esto, pero mi madre me amenazó con prohibirme venir aquí si no asistía, ya sabes, por el peligro constante que cree que representas —soltó una risa incómoda.
El más alto enmudeció, a veces creía que seguía sin agradarle del todo su amistad.
—No te preocupes, regresaré en cuanto salga de allí, compañero —. Ante su expresión de tristeza optó por darle un golpecito en el hombro tratando de sonar alegre.
—Estaré bien, tu trata de divertirte, sino será pesado —sonrió de lado para tranquilizarla.
—Sí, claro, la diversión de un campamento no se compara con la emoción de combatir gemas alienígenas que intentan destruir nuestro hogar.
Ambos rieron al unísono, hacían buen dúo.
Connie volvió a aproximarse al joven, nuevamente poniéndolo nervioso, cuando lo tuvo en frente posó sus manos en su pecho y le plantó un beso.
Esta vez fue más duradero, ambos cerraron sus ojos y disfrutaron de contacto. Los labios de Steven cosquilleaban, percibía extraña aquella nueva sensación; su pecho latía con fiereza, sentía que la temperatura en todo su cuerpo aumentaba, por lo cual inconscientemente empezaba a sudar, sus manos ligeramente temblaron mientras rodeaban la cintura de su compañera y la aproximaba más a su cuerpo. Sus labios se apilaban y movían lenta e inexpertamente.
Luego de unos segundos se separaron y Connie corrió, no sin antes despedirse como si nada, se hacía tarde y no quería problemas con su madre. Sacudió la mano y giró su torso para ver a su enamorado una última vez al momento en que se perdía en la lejanía.
Steven estaba quieto, se sentía extraño, en un estado ido, el cosquilleo en sus labios aún perduraba, y ni hablar del color carmesí en su rostro.
°~°~°~°
Desde que Connie partió a aquel campamento nuestro querido protagonista se sentía más "solo" de lo normal, se sentía... Necesitado.
El beso de la morena logró encender algo en el joven de tez clara que no sabía como explicar. Se hallaba más ansioso de lo normal, escalofríos le recorrían cuando pensaba bastante en su amiga, además de que había empezado a tener sueños extraños.
—¿Qué demonios es esto? —se preguntaba Steven mientras daba vueltas en las sabanas, había comenzado a sudar y entrar en desesperación.
Esa noche se la pasó viciado en el celular, observando vídeos en internet, checando redes sociales, cualquier cosa en internet... Hasta que, sin saber cómo, terminó en una página muy peculiar.
Vaya noche sería...
°~°~°~°
—¡Steven! ¿Qué te apetece desayunar? —preguntó Perla al observar al humano-gema bajar las escaleras que conectaban su cuarto con la sala.
—No lo sé. ¿Huevos? Lo que sea está bien —habló sentándose en uno de los banquillos de la barra que conectaban la estancia, bostezó y recargó la cara en la superficie mientras soltaba el celular.
—¿Estas bien?, ¿no dormiste? —. Como siempre nuestra gema más atenta ya se estaba adelantando al interrogatorio.
—Vamos, Perla, no le fastidies tan temprano, seguramente se quedó viendo videos toda la noche —. Amatista tomó lugar al lado de Steven; Perla le miraba de mala manera ante ese comentario. —Es parte de crecer, ¿verdad, viejo? —. No obtuvo respuesta verbal como tal, solo un quejido.
La gema morada observó el artefacto que reposaba en la superficie de la barra y lo miró sin permiso, total, la contraseña se la sabía a la perfección.
—Ohhhhhh, Perla, ¡mira esto! El joven Steven está en pleno crecimiento —dijo de manera divertida mientras leía el historial del chico.
Aquello llamó la atención de los presentes en el lugar, haciendo que Perla se aproximara para ver, al mismo tiempo, Steven luchaba por arrebatarle el celular a la más baja.
—¿Qué se supone que... —no terminó de decir cuando retrocedió con espanto.
—¡Amatista!, ¡devuélveme eso!
Por fin logró quitar el objeto de sus manos, frunciendo el ceño con un enorme sonrojo que marcaba la vergüenza de ser descubierto viendo ese tipo de "cosas".
—No tienes de que avergonzarte, hombre, es normal a tu edad —habló coquetamente y seguido comenzó a reír, empeorando el color rojo en las mejillas del de cabello rizado.
—No sabía que estabas... Ya sabes, pasando por esa etapa —. Perla se sobaba la mejilla con cierto grado de incomodidad.
Garnet entró al lugar interrumpiendo aquel bullicio, como resultado, dejando todo en total silencio.
—¿Qué? —preguntó al notar que todas las miradas ahora se centraban en ella.
—¡Garnet! No vas a creerlo, ¡Steven es... —. La de cabellera albina estaba a punto de hablar, pero fue interrumpida agresivamente por el mencionado.
—¡No es nada!, ¡no es nada! —gritó totalmente ruborizado.
—Steven, ¿sabes que puedo ver diferentes líneas temporales, verdad? —. Impasible como siempre, la gema mayor ya entendía parte de la situación.
—¡Agh!, ¡Amatista!
La otra solo pudo reír, le causaba gracia el aprieto en el que había metido al chico.
—Steven...
Esperó respuesta del joven quien aún no era capaz de alzar la mirada.
—No hablemos de esto por favor, es demasiado incómodo —se rascó la nuca.
—Bien, estaremos aquí cuando necesites "la charla" —acarició su cabello, imaginaba que era una situación algo difícil para él.
—Aunque también podrías hablarlo con Greg, de hecho, creo que sería lo más adecuado —agregó Perla mientras cruzaba los brazos.
°~°~°~°
Después de aquella incómoda situación el joven Steven no tuvo de otra más que salir a tomar aire, se sentía asfixiado.
—¿Qué tienes? —. Aquella voz lo hizo perder el equilibrio de la roca donde estaba sentado y cayó de espaldas.
Observó a la portadora de esa voz, Spinel.
—Wow, ¿qué haces aquí?
Es verdad que después del incidente la gema de corazón residía en el planeta madre, pero ya desde hace tiempo le hacía visitas casuales al de tez clara. Una manera de "empezar de nuevo" y ser amigos.
—Vine a verte un rato, ¿te interrumpo en algo importante? —se mostró preocupada por llegar en mal momento.
—No, perdón, es solo que estaba distraído y me asustaste —suspiró y miró más atentamente a la gema rosa, por alguna razón esta permanecía igual que aquel día que partió, no parecía interesada en querer cambiar su aspecto.
—Bien... —, desvió la mirada unos segundos. —¿Estás ocupado?
°~°~°~°
Ambos terminaron en casa de Steven luego de que la lluvia arruinara sus planes de salir a pasear por la ciudad, que más bien era como un pueblo, aunque ahora se había modernizado un poco con la expansión de las edificaciones para gemas.
—¡Hey! No vale estar apretando todos los botones.
Steven iba perdiendo en aquel videojuego de lucha.
—¿Por qué?, funciona para mí —cuestionaba la de coletas mientras miraba atentamente la pantalla.
—¡Porqué así cualquiera gana!
Un último golpe que acabó con el personaje restante del de cabello negro y bum, game over.
—Creí que eras un experto en esto —se burló Spinel mientras soltaba el mando en el colchón de la cama.
—De nada sirve aprenderte todas las combinaciones contra esa táctica —se dejó caer encima de las cobijas mientras suspiraba pesadamente.
—Olvidemos los videojuegos, juguemos algo que no implique pantallas —escuchó mientras mantenía los ojos cerrados.
—¿Cómo qué?
No obtuvo respuesta, abrió los ojos y no encontró a Spinel, se levantó del lugar en busca de la gema.
—¿Spinel?
Silencio absoluto.
—¡Sorpresa! —. La de coletas se había abalanzado sobre el humano-gema, haciéndolo perder el control y por consecuencia, volviéndolo a tirar al suelo. Ella se mantenía con el torso agachado cerca de su rostro, tal como en aquella ocasión donde lo sorprendió durante su regeneración. —A que no te lo esperabas, ¿verdad? —reía fuertemente ante la expresión del joven.
Steven no se movía, Spinel estaba bastante cerca, alterándolo de aquella manera que últimamente le estaba atormentando.
—¡Oh, vamos! No me digas que de verdad te asustaste. ¡Mira tu cara! —. Su expresión seguía siendo burlesca y su risa estruendosa, hasta que algo la paró en seco.
Steven se recargó sobre sus antebrazos, invadió el espacio que ya era casi inexistente entre ambos individuos y lo cerró de golpe con un beso.
Lo sabía, era aquella sensación de nuevo. Ahora era el turno de Spinel para caer de espaldas ante la sorpresa.
—¡Oye!, ¿qué clase de truco fue ese? —. Su rostro se encontraba sonrojado a más no poder.
—Yo, no sé, ¡perdón! —corrió a auxiliarle lo más rápido posible, le extendió una mano y la levantó del piso.
—Eso fue extraño —desvió la mirada y se colocó una mano en la boca.
—Perdón, no debí hacer eso. ¿En qué rayos estoy pensando? —se revolvió el cabello con desesperación e impaciencia.
—Hey, tranquilo, no fue desagradable, pero sí, fue muy raro.
Aquello lo tomó por sorpresa, ¿qué había escuchado?
—¿No te dio asco? —se acercó con interés hacia ella.
—No, solo que... Fue muy repentino. Además, ahora siento extraño aquí.
Spinel le señaló donde se encontraban sus labios.
Steven se sorprendió. ¿También era capaz de sentirlo?
—Lo sé, es raro la primera vez —, se rascó la nuca y soltó una sonrisa incómoda. —pero créeme, después deja de ser extraño, es más, se siente... Bien.
—¿Cómo que bien? —alzó una ceja. Era obvio que Spinel era una gema desentendida de la vida humana.
—Veras... —se acercó a ella con la intención de quedar cerca. —Es algo, ¿cómo lo explico?
Se aproximó al rostro de la gema de corazón, quien, sin entender nada, se quedó estática ante los movimientos del contrario. Le estaba besando de nuevo, pero ahora no podía evitar sentirse confundida; cerró los ojos, un calor impropio le estaba rodeando.
Steven aprovechó para colocar sus manos a ambos extremos de la cadera de la gema, movía los labios sobre los otros y ahora trataba de jugar con ellos.
Spinel creía que Steven estaba en lo correcto, ahora mismo experimentaba una sensación placentera ante tal acto. Su pecho dolía y podía sentir un ligero temblor en sus piernas.
—Tienes razón, se siente bien —dijo Spinel con inocencia y sinceridad.
Sus miradas no se despegaban y como acto de reflejo volvían a unirse, ahora subiendo la intensidad, mordían sus labios, claro, sin llegar a lastimarse, era adictivo, percibir como aquella zona sensitiva interactuaba con la contraria, no se explicaban como, pero era maravilloso.
Steven presionó con más fuerza las caderas de Spinel y la atrajo hacia ella, lo cual causó como respuesta un quejido de la otra, que por alguna razón fue agradable a oídos del chico.
El portal activándose causó que ambos se separaran de golpe.
—¡Steven!, ¿adivina quién trajo un nosequé de algún lugar de la galaxia?
Amatista subió a la parte superior donde se encontraba su habitación.
—Oh, Spinel, no sabía que estabas aquí.
—Bueno, en realidad ya me iba —rio con incomodidad y tomó distancia del de cabello rizado y poniéndose al lado de Amatista. —Nos vemos Steven —se despidió sin mirarle, tratando de ocultar un tono más fuerte que reposaba en sus mejillas.
—Vale, ve con cuidado —habló con el mismo problema en su rostro.
—Claaaaaro —sonrió de manera forzada y abandonó el lugar.
—Eh, ¿me perdí de algo importante?
Amatista creía estar un poco fuera de lugar en aquella atmósfera.
°~°~°~°
Al tiempo que los días avanzaban, el joven Steven y Spinel tenían encuentros cada vez más frecuentes y "especiales". Él sabía que estaba mal, se aprovechaba de la inocencia de su compañera para satisfacer su estado, pero había momentos en los que no sabía ponerse un alto, era como si su cuerpo actuara en contra suya, y lo peor es que lo disfrutaba. Se había hecho adicto a ese tipo de "juego" entre ambos.
—¿Qué estoy haciendo? —suspiró con pesar mientras observaba el mar y su movimiento.
—¡Steven! —se escuchó a lo lejos, una voz que cada vez encontró más fuerza al tiempo que reducía la distancia.
El mencionado volteó para encontrarse con una chica morena, quien no tardó en abrazarle.
—¿Connie?
¿Ya había pasado un mes?
—¿Quién más podría ser? —soltó una risa y se acurrucó en su pecho, le había extrañado.
Steven correspondió el abrazo con la misma intensidad, y al finalizar de éste ambos caminaron hacia el templo.
—Y dime, ¿qué hiciste en mi ausencia? —preguntó la chica subiendo las escaleras a la par del otro.
—Nada relevante —dijo con nerviosismo mientras pasaba una mano por su cabello.
"Steven Universe, estas en graves problemas", pensó.
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