Parte 8
Octavo Capitulo: Vestidos nuevos y confesión
La escapada al ryokan de la montaña Kurama paso como un suspiro y después todos volvieron a la vida diaria aburrida y repetitiva de todos los días, con sus clases, sus deberes y las aburridas caminatas hacía el templo.
Nanami había pasado los siguientes días en una nube, respondía con si y no a lo que le preguntasen y aunque Kei y Ami la habían sometido al tercer grado no habían conseguido que la joven soltara prenda sobre aquello que ocupaba sus pensamientos.
Lo cierto es que la mente de la pequeña diosa de la tierra estaba completamente obsoleta y llena de pensamientos confusos. Hacía días que no dormía correctamente, pasaba las tardes mirando a la nada y hasta los deliciosos platillos de Tomoe no le sabían, por lo que sus comidas raramente terminaban con el 100% del cuenco vacío.
¿Por que? Se preguntaba Nanami, mientras veía las nubes pasar desde la azotea de la escuela. Había conseguido librarse del cuestionario diario de Kei y Ami y había escapado en el momento del receso para estar unos momentos a solas, aunque temía que su familiar se diera por vencido y posiblemente la encontraría pronto.
Y lo cierto es que era culpa de aquel familiar que ella estaba en aquella situación. ¿Que significaban las acciones de Tomoe cuando estuvieron en el ryokan? ¿Acaso era un avance? ¿Se lo preguntaba? !No¡ Si lo hacía podría acabar en una situación aun peor que la que ya de por si tenía. Pero no se podía quitar de la mente aquellos recuerdos, como la había tocado, como la había besado,...como sus ojos la habían mirado...¿Acaso con devoción? ¿Con...amor?
Se hizo una bola, tapándose el rostro con uno de sus libros, cerró los ojos. Era inútil, su corazón latía rápidamente, delatandola. Vale, no podía olvidarse de aquello...Desde hacía varias semanas Tomoe se había comportado raro, desde el beso en las escaleras a causa del labial, sus celos por Kurama o Mizuki, la mirada que le dedicó cuando la vio con su vestido nuevo y por último lo ocurrido en la habitación del ryokan, era consciente de lo que podría haber pasado entre ellos si Kei y Ami no llegasen a aparecer...y ella no lo hubiera detenido...
-En verdad soy una tonta...
-Pues sí que lo eres-Dijo Kei, asustando a Nanami. Ambas chicas se sentaron, Kei la observó un par de minutos como esperando que Nanami produjera algún tipo de sonido que le indicara algo, alguna señal de que seguía viva...
Nanami suspiro y observó sus zapatillas como si fuera lo más interesante del mundo, olvidándose parcialmente de la presencia que estaba a su lado.
-No se porque estoy así...-Confesó sin saber porque había empezado a hablar-Llevo esperando eso mucho tiempo, es como un sueño hecho realidad y yo...lo estropeo todo...
-¿Que estropeaste? ¿Tiene que ver con Mikage cierto?-Dijo seria, mirando a la diosa de la tierra con ojos curiosos.
-El nunca se había mostrado así...y se supone que es lo que yo deseaba pero...
-¿Te sientes intranquila?
-Si
-¿Tienes miedo de Mikage?
-No
-¿Entonces que te detiene? ¿Amas a Mikage no es así?
-Lo amo
-Entonces no hay nada malo, esta todo bien...Solamente dile como te sientes en el interior y todo estará bien-Le dio una palmadita en el hombro-Los chicos son muy estúpidos pero si le dices como te sientes y le comentas tus dudas estoy segura de que él lo comprenderá, al fin y al cabo es Mikage
-Gracias Kei-chan, lo haré. Gracias
Ambas chicas se volvieron a levantar, ya que para aquella hora ya había terminado la jornada de clases y Kei había tenido una idea que contaba con Nanami, Ami y toda la tarde visitando tiendas, tiendas y más tiendas.
Consiguieron salir de clase eludiendo hábilmente a Tomoe, quien intentó seguir a su maestra pero fue impedido por Kei que le soltó que no era necesario que contara con su ayuda para sus planes y que no se preocupara por Nanami.
Tomoe gruño, molesto por las palabras de la humana molesta y perfilo con la mirada a Nanami quien escondió el rostro entre el pelo, sonrojada y el zorro se preguntó si sería por su causa.
Desde que habían vuelto al santuario, después de aquella visita a la montaña Kurama, su diosa se había comportado de manera extraña, evadía todas sus miradas, casi no probaba bocado de sus platillos, enfadandolo constantemente y dejándolo sumamente confuso.
¿Que ocurría con Nanami? Ella siempre...Era sencillamente hermosa, dulce como el mejor sake y tan confusa como el mayor de los enigmas de los que él se había enfrentado. Era desconcertante como ella misma, adictiva, irritante, molesta...pero lo había hecho despertar.
En el momento que la había visto en la intimidad de aquel pequeño cuarto en el ryokan, con aquel pequeño cuerpo de pecado, con aquella diminuta ropa, tentándolo mortificándolo con su belleza, la suavidad de aquella piel de marfil, lo terso de sus labios...
Cuando la beso y ella le correspondió sintió que su cuerpo no podía alejarse de ella, tenía que estar más juntos, más cerca, más intimo...
Fue despojándola de aquellas prendas extrañas sin poder evitarlo, lo deseaba. Sus pechos cabían en su palma, aterciopelados y llenos; sus caderas pegadas a las suyas, dulces, hermosas...Y su interior cálido y húmedo...
Como demonio que era sabía lo que significaba, lo honraba y algo muy dentro de él, que ni él mismo sabía que tenía, quería tomarla, dejar su huella dentro de ella, reclamarla y poner su sello en su tersa piel para que ni esa serpiente ni el odioso cuervo volviese siquiera a osar mirarla sin saber que le pertenecía.
Pero aquella escurridiza humana había vuelto a escaparsele, pero no lo tendría tan fácil cuando regresase al templo. Sonrió ante las expectativas y recogió su bolsa.
Mientras tanto Nanami y compañía habían recorrido varias tiendas de la ciudad donde muchas de ellas habían descontentado a Kei, diciendo que su plan no se ceñía a ese tipo de tiendas, así que arrastro a la joven castaña a una tienda donde los encajes y las transparencias aparecían por todas partes.
Nanami enrojeció hasta las orejas, queriendo escapar de aquel lugar, pero la férrea mano de Kei se lo impidió metiendola en el interior y pasandole multitud de perchas con trajes realmente ridículos y que casi no se le podían llamar así.
-No se Kei...esto...
-Hazme caso, a Mikage le gustara, ya veras. Así podrás descubrir lo que te preocupa.
-¿Sera verdad?
-Claro, ahora, las dos, al probador-Dijo echando a Ami y a Nanami a los probadores con multitud de trajecitos.
Las dos jovenes se pusieron a probar los trajecitos que les paso Kei, Nanami decidió coger dos, que pensó que eran los más recatados y que no parecían enseñar mucho.
Uno era negro, sin tirantes y que se abría peligrosamente en la parte del pecho, se ataba a la cintura, casi por debajo del pecho con un cinturón de cuero y Nanami estaba segura de que le alzaba demasiado del busto. La espalda quedaba al descubierto haciéndolo mucho más sexy y la falda le cubría hasta por debajo del muslo, dejando sus piernas al descubierto.
El otro era morado y azul, en una bonita combinación de degradados y estaba formado por un corpiño que se ataba a la espalda y se abría en una diminuta falda de cuero que marcaba todas sus curvas. Le cubría realmente poco, moriría de la vergüenza si Tomoe la llegase a ver así vestida...pero, de todos modos le gustaba.
Ami también se llevó unos cuantos y las tres chicas regresaron a sus casas después de aquella tarde de compras. Nanami llego al templo motivada para hablar con su amado zorro pero su humor fue desvaneciéndose a medida que subía las escaleras hacia el templo Mikage.
Cuando entro en el interior no percibió sonido alguno, a pesar de que no era muy tarde pensó que sus familiares estarían cansados así que no le dio mucha importancia y fue directamente a su cuarto, cerrando suavemente la puerta y tirando las bolsas a un lado se fue despojando del uniforme para volver a probarse lo que había comprado.
A la luz de la lampara de papel su cuerpo brillaba bajo aquella tela negra como el azabache que marcaba más aun la palidez de su piel. Nanami se vio hermosa, extrañamente hermosa con aquella ropa tan provocativa y que en un principio pensó que no iba con ella.
-Bienvenida a casa, Nanami-Dijo una voz gutural junto a su oreja y casi le da un paro cardíaco cuando unos potentes brazos la rodearon por la cintura, acercándolo a un cuerpo cálido y con un potente olor a té de hiervas y a sake. No había duda. Tomoe.
-¿T-T-Tomo-e?-Jadeo sintiendo como los colores subían por su rostro y su corazón latía fuertemente.
-Has llegado muy tarde...-Dijo con aquella voz gutural acercándola más a su pecho-Y vuelves llevando...¿esto?
Le produjo un escalofrío cuando sopló suavemente en su oreja. ¿Que estaba haciendo ese zorro?
-Es...nuevo...fue...idea de Kei...-Dijo poniéndose más nerviosa a segundo que pasaba
-Ya veo...-Sus manos subieron lentamente de su cintura a su pecho y la joven dio un saltito cuando los dedos del familiar le rozaron la piel del pecho-Es...demasiado para tí, Nanami
-¿Eh?
-Quitatelo, ahora-Dijo y Nanami sintió que le faltaban las piernas
-¿¡Eh¡?
-Nanami...-Susurro mas dulce en su oreja y recorrió sus pechos por encima del traje con las manos-No puedo soportar verte con esto...
Los ojos de la diosa de la tierra se agrandaron, pensando que quizá para Tomoe el vestido no le quedaba bien. Se deprimió un poco.
-¿Por que?
-Me hace desearte
-¿T-Tomoe?
-Me has estado evitando desde lo que ocurrió en el ryokan...y ahora me apareces con esto... incitándome de nuevo
-Yo...no...-Tartamudeo, sorprendida por las palabras de Tomoe. ¿En verdad se sentía así?
-Si...Nanami, me haces desearte de tal manera...estoy intentando controlarme por todos los medios porque eres mi señora y yo soy tu familiar, pero últimamente me es más complicado a cada día que pasa y cada día estas más hermosa, sonriendo a esa serpiente y al cuervo...-La apretó más contra sí-Y ahora cambias tu recatada ropa por esta...y tu aroma es cada vez más envolvente...casi parece que lo hicieras a propósito...
-No...sabía que...
-Es verdad...no lo sabías...
-Yo...
-Nanami, permiteme...
-¿Eh?
Tomoe encontró la cremallera del vestido en un costado y con un suave tirón, se lo bajo y tiró de él, dejando a Nanami simplemente con unas braguitas azules de encaje demasiado pequeñas a ojo del familiar. El vestido cayo enrollado a los pies de Nanami y el zorro le rodeo la cintura antes de levantarla básicamente como si no pesase nada y la llevó hacia la ventana del cuarto, donde la sentó y se dedicó a observar como sus pechos subían y bajaban al compás de su acelerada respiración. Precioso.
-To-mo-e...-Susurro roja como un tomate la diosa de la tierra mientras su familiar se acercaba a ella y posaba sus labios en los suyos con delicadeza. Nanami quedo estática por aquel suave beso y la dulzura que le transmitían los labios de su amado zorro.
Le rodeo el cuello, no pudiendo resistirse a sus besos y correspondiendole a su familiar, quien agradecido por el avance de su diosa la rodeo por la espalda y la instó a abrir más los labios, iniciando un beso más intimo y sensual.
Cuando se separaron el familiar no perdió el tiempo y se dirigió a besar los hermosos senos de su amada diosa quien gimió presa de sus atenciones, que lo acercó más a ella, queriendo sentir más aquellos labios y sus dientes.
Tomoe mordisqueo sus pezones alternativamente, sintiendo como se endurecían y pedían más atenciones que él, encantado, les iba a dar. Los gemidos de la joven lo maravillaban y le daban a entender que quería aquello.
-Nanami...
La joven respiraba agitadamente cuando el zorro se alejo de sus pechos, ya enrojecidos por sus besos y lentamente la dejo respirar mientras acariciaba su cabello y la llevaba en brazos hasta su futón, donde la recostó con dulzura, quedando él encima de ella.
Le beso la frente, las mejillas y acarició con mimo su cuerpo, no quedando ningún lugar sin recorrer con sus manos. Sus ojos azules miraron fijamente aquellas pequeñas bragas que cubrían su intimidad como llamándolo a gritos.
Cuando las acaricio con suavidad, encontró que ya estaba húmeda, deliciosamente húmeda y eso hizo sonreír al familiar zorro.
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