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Capitulo 11 "Cada vez más cerca"

El teléfono del lugar sonó haciendo que por unos momentos olvidáramos lo sucedido. 

Me acerque al teléfono y atendí.

-Familia Willson-

-¡Amelia!-del otro lado pude distinguir una voz ronca.

-Señor Edwards, ¿Sucedió algo?-hubo un silencio, un silencio que logro erizarme la piel-Señor-

-Amelia, Lo lamento. Ellas murieron... Él esta cerca-

-No-susurró.

-Realmente lo lamento, haremos lo posible para que....-

-¡No!-grite.

"Él esta cerca, él esta cerca, ¡él esta cerca!"

-¡No!-volví a gritar, tire el teléfono y comencé a retroceder.

-Amelia-pude visualizar a varios de los chicos enfrente mio pero solo los ignore y me fui corriendo a un lugar incierto. Solo quiero estar sola y pensar bien, y la encontré, el salón de baile.

Entre al lugar, cerré la puerta con llave. Me acerque al espejo hasta quedar cerca de está.

Él esta cerca, él en cualquier momento vendrá por mi, en cualquier momento atacara y... me matara... Matara a los chicos, a Annie, a mi padre, matara a todos.... Y luego de una inmensa tortura me matara.

-¿Por qué me matara?-susurró. Mire mi reflejo, estoy un asco, me tiemblan las piernas, estoy pálida y un pequeño sudor recorre mis palmas y rostro.

"-No te matare-dijo con una sonrisa macabra, limpio las lágrimas que recorrían mi rostro y me beso, un beso que solo me hizo sentir más asco hacía él y hacía mi. Cuando se separo solo sonrió nuevamente-Solo te destruiré por dentro-

-¿Por qué?-susurre-Es por él ¿no?-

-También-"

Soy una idiota de primera, le tengo miedo a un estúpido, un estúpido que jure matar lentamente. Me puse firme, y deje caer una lágrima. Aquello me hizo enojar conmigo misma, ya estoy cansada, de él, de ellos, de toda la mierda que siempre me rodeo. Forme un puño con mi mano y sin pensarlo golpee unos de los espejo con fuerza. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete veces hasta que por fin se rompió. Caí de rodillas al suelo mientras dejaba invadirme por los recuerdos. Necesito matarlo, tengo que matarlo... Mire mi sangre, aquel líquido que recorría mi mano sin pudor, sonreí.

-Te matare-susurró.

-¡Amelia!-escuche la voces de mis hermanos al otro lado de la puerta pero no les tome importancia.

-Te matare-volví a susurrar. 

Clave mi mirada en mis manos, solo en ellas, y me interne en el pasado, en aquel crudo pasado.

"-¡Papá, hay que ir por ellos!-grite una vez que puse en movimiento al auto.

-No podemos-

-¡Pero morirán!-exclame, mire la casa, mientras me alejaba de ella-¡Morirán, papá. Detente, morirán, papá!-gritaba desesperada. Mi padre freno de repente el auto y se giro para tomarme de los hombros y sacudirme con fuerza.

-¡Ya basta!-grito. Comencé a llorar, no porque me haya gritado, sino al darme cuenta que había perdido a mi familia-Lo siento-dijo mientras me abrazaba-Lo siento, mi pequeña-"

-Hijo de puta, me convertiste en esto-susurró mirando mis manos con sangre-No me arrepiento de esto, me arrepiento de haberte conocido-

La puerta del lugar se abrió de golpe pero aún así no le tome importancia a nada de lo que hacían o lo que me rodeaba, solo anhelaba que apareciera para matarlo.

Sentí como alguien me tomaba dejando de sentir el suelo. Mire al responsable, era Mark y notaba que expresaba preocupación y nerviosismo. Baje la mirada, creo que me excedí un poquito.

Luego de salir de mi trance, me di cuenta que me encontraba en la sala principal rodeada por mis hermanos, entre ellos, Henry era el que me curaba las heridas de mi mano derecha. Baje la cabeza mirando un punto indefinido.

-Amelia-la voz de Henry me llama pero no quiero mirarlo, no tengo ganas, no estoy de humor-Amelia-no tuve remedio. Él termino de curarme la mano.Gire mi rostro para verlo a los ojos-Nosotros... Lo sentimos-Gire mi rostro para ver el suelo.

"No lo permitiré, no. Me podrá matar pero no permitiré que le haga daño a los que me rodean"

Cuando llegue al zaguán detuve mi paso, podía sentir las miradas de mis hermanos, el zaguán estaba conectado a la sala principal. Estoy molesta, la impotencia y los nervios me están jugando muy en contra, me están desesperando. Y repentinamente me di cuenta de que en mi rostro recorrían lágrimas. Caí de rodillas al suelo y me deje llevar por la impotencia, cubrí mi rostro mientras dejaba a las lágrimas libres.

"¡No los tocara!"

-Amelia-su mano toco mi hombro, me di vuelta, me incorpore y lo empuje.

-¡No vuelvas a tocarme!-grite mientras dejaba que mis lágrimas recorrían mi rostro. Tobias solo se limito a mostrarme una mirada de tristeza y pena.

No lo pensé más, moví mis piernas, y corriendo, me dirigí a mi habitación ignorando los llamados de mis hermanos. 

Cerre la puerta de un fuerte portazo. Cuando por fin me sentí lejos de su atención me deje caer de rodillas y deje las lágrimas recorrían libremente por mi rostro, olvidándome por una vez lo que me rodeaba.

"No los matara, no permitiré que me arrebate lo que amo"

Y mientras él se preparaba para el ataque, yo esperaba que este cada vez más cerca.

***

Abrí de golpe mis ojos soltando un fuerte bocado de aire, pude sentir un frió sudor recorrer mi frente, mis piernas tembladas, y un escalofrío recorrió todo mi espinal dorsal.

Gire mi cabeza, posando mi mirada en el reloj que colgaba en la pared.

-Ocho de la mañana-susurre.

Solté un suspiro. Pasé toda la noche llorando recordando aquella escena una y otra vez, la verdad no sé si mis llantos llegaron a escucharlo, si estoy segura que no quiero verlos... Aún no.

Unos pequeños golpes detrás de la puerta se escucharon.

-Amelia... ¿Iras a...-el que se escucha es Alix, pero no soy tan estúpida para darme cuenta que el resto esta a su alrededor expectante. No lo deje seguir hablando, tome una de mis zapatillas y se la tire con fuerza logrando que impacte contra la puerta soltando un gran sonido. Simplemente no quiero verlos, si lo hago... Me destruiré.

El silencio habito nuevamente el lugar y hasta que todos ellos se hayan ido no fui capaz de salir de mi habitación. Cuando pude confirmar que ya no había nadie fue cuando pude abrir la puerta lentamente hasta dejarlo completamente abierto. No quiero salir, tengo miedo que estén ahí. Solté un suspiro hondo y camine hasta entrar al pasillo donde confirme que no había nadie.

Fue a paso lento cuando comencé a recorrer toda la casa... No estaban, solo yo y mi soledad.

Fui a la cocina donde únicamente tome unas pocas galletas saladas y un vaso de yogur de frutilla. Pero no pude terminarlo ya que perdí mi atención en unos cuchillos de la cocina.... Aquel filo... Alguien...

"Cálmate"

Parpadee varias veces hasta que, subconscientemente, solté varias lágrimas. 

No lo puedo comprender, no llego a comprenderlo... ¿Cómo es posible que unas simple frases me lleguen a desmoronar?. Deje que mi cuerpo caiga en un rincón de la cocina y solo llore... Aún sin comprender que es lo que más me dolía.

Luego de un tiempo largo me levante y comencé a caminar por el lugar, tratando de desahogarme.... Pero las lágrimas cumplían aquella acción. Ya no lo soporte más, solo subí muy lento las escaleras y me interne en mi habitación.

Olvide por completo la noción del tiempo y de todo tipo de hambre o necesidad, solo me interne en aquel dolor y deje que se limpiara.

Unos pequeños golpesitos del otro lado de la puerta lograron sacarme de mis pensamientos y distraer un poco mi tristeza.

-¿Amelia?-la tierna voz de Wes logró hacer recordar algo importante.

"Él no tiene nada que ver en esto"

Lentamente y a paso torpe me dirigí a la puerta pero aún así no la pude abrir.

-¿Si?-logre soltar de una forma muy débil.

-Tengo un poco de comida... Supongo que estas hambrienta-sonreí, aquel niño con sus simples actos podía calmarme o sacarme una sonrisa. Tome el picaporte y abrí la puerta lentamente dejándolo a la vista con su uniforme del colegio, esté llevaba en sus manos una lonchera abierta dejando al descubierto cuatro cupcake hechos de manera.... Infantil. Ese simple acto me causa una ternura inmensa-Son para ti-dice extendiéndome la lonchera, le sonreí y acepte su pequeño regalo.

-Gracias, Wes-me agache un poco para estar a su altura-¿Quieres comerlos conmigo?-

-¡Claro!-exclamo feliz regalándome unas de sus tiernas sonrisas. Este entro a mi habitación sentándose sin problemas en la orilla de mi cama, con una sonrisa cerré la puerta para luego sentarme a su lado y con tranquilidad comenzamos a comer. Pero, apesar de su gesto tan tierno, el silencio nos invadía a los dos.... Hasta que lo rompió-¿Duele?-lo mire incrédula-Vamos, Amelia, no soy tonto, se lo que mis hermanos dijeron. Te recuerdo que pronto voy a cumplir doce-

"¡Es cierto!"

Se me habia olvidado por completo que Wes no es niño, ya estaba siendo un adolescente, un adolescente que escucha y ve todo lo que lo rodea. Nunca pude verlo como un adolescente, su comportamiento medianamente infantil y caprichoso me impedía verlo como lo que es. Lo mire mejor, es cierto... Ya no es un niño... Nunca lo fue del todo.

-Si-digo girando mi rostro para que no duela-Duele más que aquello venga de...-

-¿El hombre que te gusta?-lo mire sorprendida con un pequeño ardor en mis mejillas.

-Iba a decir hermanos-

-No soy tonto, Amelia-este se levanto y se coloco enfrente mío-Lo note en el casamiento.... Solo sientes cosas por él-su sonrisa de inocencia se torno a una de maldad-Pero eso no va a impedir que te ame. Puede que solo sea un pre-adolescente, y que no sepa lo que es amar, pero pronto seré un hombre y te demostrare mi amor, mientras tanto tengo que luchar por ti, hermana-

"Tiene que ser un maldito chiste"

Se acerco a mi y me dejo un pequeño beso en la comisura de mis labios.

-Disfruta la comida, hermana-dice con una sonrisa. Luego de eso, él me dejo nuevamente sola en la habitación.

-No puede ser-susurre mientras cerraba los ojos con fuerza-Me siento una maldita pedofila-digo mientras cubro mi rostro con mis manos ante la vergüenza.

Si Anne se enterara de todo esto, puedo afirmar con mucha seguridad, que ahí si conoceré lo que es estar con muerte cara a cara.

Mientras soltaba un suspiro dirigí mi mirada en el ventanal, fruncí el seño al darme cuenta que ya era de noche. Me levante, deje la lonchera en la cama y me encamine al balcón donde una cálida me abrazo por completo. Mire el cielo nublado, hoy no parecía ser un día hermoso.

Bajo la mirada posandola en la calle, pues mi "paisaje" que me vendría mi balcón era una de los costado de la casa, por ende, podía ver la calle a la perfección.

-Hoy no será un día hermoso-susurre. 

Rápidamente salí de mi habitación y me fui corriendo a la sala principal. Me detuve en seco al llegar, puesto que lo primero que visualice fue la presencia de mis pocos hermanos, estos posaron su mirada en mi lo que me puso más nerviosa.

"No te desconcentres"

Sacudí un poco mi cabeza y me dirigí a la pequeña biblioteca que había cerca de una ventana. La tome y con fuerza la tire al suelo. Fruncí el seño al no encontrar lo que quería.

-¡Amelia, cálmate!-

"Ah, cierto que están ellos"

No le tome mucha importancia, mire el sillón. Me acerque a este y comencé abrir los almohadones de este con mis manos, me costaba ya que estos eran muy duros y difíciles de abrir.

-¡Amelia!-una mano tomo mi muñeca con fuerza lo que me sorprendió y me asusto a su vez. Gire mi rostro para poder ver la mirada de Tobias. No me pude controlar, le di una fuerte cachetada para luego empujarlo con fuerza contra el suelo.

-¡Tu no me toques!-exclame molesta.

Tome la almohada del sillón y con dificultar comencé abrirlo.

-¡Amelia, cálmate!-exclamaron la mayoría de mis hermanos pero les hice caso omiso. Una vez que abrí el almohadón metí la mano sacando toda la guata hasta que... Eureca. Saque primero el cartucho con balas y luego el arma, una hermosa submetralladora Uzi 9mm. Rápidamente lo cargue, saque el seguro y apunte al hombro de Mark. Estos quedaron sorprendidos ante mi acto.

-¿De donde demonios sacaste eso?-exclamo Franck molesto y sorprendido.

-Amelia... Cálmate, baja el arma-habló Mark, negué con una sonrisa.

-Luego me lo agradecerás-hable para luego disparar. 

Pero todos quedaron sorprendidos que la bala no le hizo ningún daño a Mark sino a un hombre que estaba atrás, rápidamente me levante y me acerque a este causándole la muerte de un simple disparo en la cabeza.

-No estoy de humor-anuncie, me di media vuelta con un giro muy bien sincronizado y dispare al hombre que quería entrar por la ventana. Primero se escucho como se fracturaban el vidrio y luego el sonido de un cuerpo muerto cayendo al suelo me hizo sonreír. Solté un suspiro-Creo que llego el momento-hablé, lentamente me di media vuelta para tener todas las miradas de mis hermanos en mi-Mi nombre es Amelia Elizabeth Müller....-podía ver como sus rostro cambiaban a uno de miedo y sorpresa, más que el de antes-La hija de narcotraficante Anthonio Müller... El más buscado y peligroso narco del mundo-


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