LXVI
Eren terminó de arropar a sus hijos, había pasado un mes desde que Daella llegará y Carla recuperará la memoria, todo iba bien excepto por algo.
Levi pasaba demasiado tiempo fuera de casa, llegaba demasiado noche y las ocasiones en que Eren lo buscaba para algo más que el beso de buenas noches alegaba estar demasiado cansado.
Reviso que Aelyx y Yul durmieran para esperar al azabache.
Levi se preocupó al ver la hora, últimamente llegaba demasiado tarde, sabía que esto comenzaba a molestarle al castaño.
Sabía que la situación causaría conflictos tarde o temprano, suspiro cuando vio la luz de su habitación encendida y la silueta de Eren cerca de la ventana.
Subió las escaleras pensando en que decir, como disculparse, antes de entrar a su habitación paso a ver a sus retoños como cada noche.
Cuando por fin entró a su habitación vio que Eren seguía de pie frente a la ventana, se apresuró en acercarse y abrazarlo dejo un beso en el cuello y uno más en su clavícula.
Eren se giró para encararlo, como Levi supuso el amor de su vida estaba molesto.
Eren: Llegas tarde de nuevo.
Levi: Lo se, todo está fuera de control en la clínica.
Eren: Pudiste decirlo.
Levi: Lo siento.
Eren: Es tarde, hay que dormir.
Levi: ¿Y para dormir me esperas así?
Eren arqueo una ceja, ¿qué de malo tenía utilizar una pijama ligera y de seda?
Eren: Hace calor.
Levi: ¿Tienes calor?
Eren: Si.
Levi: Eso se soluciona facil.
El castaño lo miro con duda, el azabache aprovecho para cargarlo y entrar al baño.
Eren: No se que planeas pero déjame ir.
Levi: Planeo quitarte el calor.
Eren se removió en los brazos de Levi intentando huir, Levi aprovecho para entrar en la ducha y abrir la llave del agua fría.
Eren: ¡No!
Levi: Silencio, los niños y tus padres duermen.
Eren: ¡Esta helada!
Levi: Esta perfecta así ya no tendrás calor.
Eren lo miro mal, Levi lo dejo en el suelo dejándolo contra la pared.
Levi: Lamento mi comportamiento estos días, ya no pasará más.
Eren: Idiota, por un momento creí que tu ya no querías estar conmigo.
Levi: Yo quiero estar siempre contigo.
Sin que el castaño se lo esperará lo beso, las manos de el azabache recorrían su piel.
Levi: Jamás dudes de cuanto te amo.
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