Capítulo 2: "No hay música en Azkaban"
"Música"
Encerrado en una celda de cuatro por cuatro metros, se encontraba Draco Malfoy agazapado en una esquina. Su mente no paraba de dar vueltas sobre los acontecimientos sucedidos en su hogar, el cual desde hace ya varios meses había dejado de llamarle así. Era su jaula, aunque en comparación a donde se encontraba en aquellos momentos, era más grande, pulcra y contaba con todos los servicios, como alimentos y bebida, un baño. Anhelaba tomar una buena ducha de agua caliente en su enorme tina; pero al final de cuentas seguía siendo una jaula.
Ahora encerrado en esas cuatro paredes, minúsculas, húmedas y apestosas para su gran desagrado. No podía dejar de pensar en las consecuencias de sus actos. Como en tan solo unos cuantos minutos, había perdido absolutamente todo. Sus padres, su orgullo, su libertad, aunque estas dos ultimas se habían ido al traste en el momento en el que aceptó esa maldita marca tenebrosa en su brazo izquierdo; debió haberlo sabido antes, pero el miedo de perder a su familia si no aceptaba unirse al Señor oscuro fue más grande.
<<¿Y todo para qué?>> se ha repetido un millón se veces esa pregunta, de qué valió todo lo que hizo, si al final de cuentas perdió a sus dos padres a manos de aquellas personas a las que juraban lealtad, pero lo que mas le dolió fue perderlos a manos de quien compartía la misma sangre, su familia.
Draco sabía de la locura de su tía, desde que ésta había salido de prisión. Lo había notado en sus maniáticos ojos negros, en su sonrisa retorcida. Bella amaba la sangre derramada, le excitaba enormemente la tortura física. Él incluso llegó a presenciar los actos de su tía cuando en las vacaciones de verano, antes de su sexto grado. Le enseñó Oclumancia, disfrutaba destruir sus paredes como si fuera un tornado, arrancando y llevándose a su paso aquellos recuerdos que preservaba con tanta intimidad. Sus encuentros en Hogwarts con algunas compañeras, sus momentos de desfachatez embriagándose con sus amigos. En todos ellos logró entrar, dejando al desnudo la mente y el alma de Draco Malfoy, pero el recuerdo que más preservaba para sí mismo, fue el día en que no pudo más y confeso a sus dos mejores amigos Theo y Blaise la razón de su marca. Recuerda haberse tomado toda una botella del mejor whisky de fuego de la reserva personal de su padre; como entre hipidos y lloriqueos confeso todo el miedo que tenía, que debía completar esa misión por ella. Sin importar si él perecía al final, siempre lo haría por ella. Una y otra vez volvería a tomar esa maldita marca que ahora detestaba.
Su tía al enterarse de la verdad, de la poca lealtad por la causa, le enseñó a base de algunos Cruciatus y otras torturas mentales. Todo el tiempo convocaba un tocadiscos mágico, con la música a todo volumen, lo más estridente que aquel artefacto pudiera tocar. Utilizaba tales tácticas para provocarlo evitando que se concentrara en su tarea de cerrar su mente. Después de un par de sesiones más, lo logró y solamente así dejo de molestarlo; e incluso varias ocasiones logró salvar su pellejo frente a Voldemort quien siempre se adentraba en la mente de sus servidores sin previo aviso.
El miedo a perder a su madre era su única motivación, bueno ahora ya no tenía miedo, ya la había perdido y todo por su culpa. Si tan solo hubiera entregado a Potter, ahora estarían en la gloria ¿pero por cuánto tiempo antes de que volvieran a torturarlos? Draco lo sabía, no era tonto, sabía que su líder era un homicida megalómano que no perdonaba errores, y su familia ya había cometido demasiados. Sin embargo, el "hubiera" le pesaba en el alma.
Agazapado y solo en aquella esquina mal oliente, extrañaba poder escuchar algo, aunque sea aquella maldita música estridente que tantos dolores de cabeza le provocó. Temía volverse demente como Bella; su mente seguía girando en las muertes de sus seres queridos, si bien ya no tenía a su padre en un pedestal, como lo había hecho años atrás, no dejaba de ser su padre y su muerte le dolió, pero no de la manera tan intensa que sufrió al ver a su madre siendo desgarrada por aquel maldito hombre lobo. Los ojos de Narcissa le observaban mientras aquel canalla la devoraba y él juraba que nunca, jamás podría volver a dormir tranquilo sin poder recordar la mirada suplicante y desesperada que le lanzó su progenitora.
Aquellos grilletes le pesaban en las manos, <<al menos no tenía en los pies>> se dijo a sí mismo. Jaló y acomodó la pequeña e incómoda cama, parándose sobre ésta para poder ver a través de la minúscula ventana, el viento y la brisa se colaron a través de su rostro, tomo con fuerza aquellos barrotes incrustados en los bloques de Azkaban, trató de jalarlos, pero de nada sirvió, así que sólo se dedicó a ver aquella niebla que cubría el mar que rodeaba la prisión.
De pronto escuchó pasos que se acercaban a su celda, bajo rápidamente de la cama colocándose en posición defensiva, unos jaloneos, maldiciones exclamadas y un -estate quieta gatita- resonaron por el pasillo.
-Greyback- susurró con cara de asco. Le repugnaba y odiaba a ese hombre, el asesino de su madre. Si antes su miedo era su motivación, ahora la venganza lo sería.
-Hola pequeño Malfoy ¿me extrañaste? Te traje compañía- exclamó el hombre lobo tirando cual si fuera un costal de papas a aquella castaña pelo de arbusto, quien fuese torturada en su mansión tan solo horas atrás, Hermione Granger.
N/A Sé que el título del capítulo es horrible, pero no se me ocurría nada, prometo editarlo pronto!! Saludos y gracias por seguir leyendo!!
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