Capítulo 29
(Narra Dipper)
Regresamos a casa solos, dedicados a cubrirnos de la lluvia, aunque ya parecía en vano porque estábamos todos mojados.
La casa estaba vacía, ningún sonido salía o entraba, solo nuestras respiraciones agitadas era lo único que rompía el molesto silencio.
—¡Quitate eso!— Ordenó Mei mientras ponía sus tenis en el suelo por lo húmedos de estos.
Sin decir mas, obedecí sus instrucciones, primero los zapatos y luego la camisa, ¿Qué mas daba?, estaba en mi casa.
Después de quedarme con la de resaque mi hermana me aventó una toalla.
—Me iré a cambiar a la habitación...— Dijo tranquila mientras subía las escaleras dejándome abajo.
Una intensa curiosidad me invadió, no por el morbo si no mas bien por estar solos en una casa, tal vez y era una ayuda de mis tíos por hacer que Mei y yo avancemos en este tonto juego por salvarla, ¿O soló lo estoy imaginando por tomar ventaja?
Trague duro para después con lentitud subir las escaleras hasta la habitación de aquella que me tenía loco.
Como si otra vez el destino jugará a mi favor, la puerta de su cuarto estaba entreabierta y gracias a la luz de su cuarto podía notar como es que se movía dentro.
"¿Esto es lo que quiero realmente?", aunque una cantidad muy pequeña de duda surgió en mi, no estaba dispuesto a seguirla, estaba a punto de lograr algo que ni siquiera yo había imaginado.
Con un ligero toque abrí la puerta, Mei giro preocupada pero al notar que era yo se relajó.
—¿Qué tienes?— Preguntó al notar que me había quedado estático observándola, mentiría si dijera que mi rostro estaba sereno, pero es que con su camisón blanco y cabello suelto era imposible no admirarla.
No respondí a su pregunta, sólo me acerque sin descaro hasta ella tomando su mejilla y con un dulce movimiento rozándola.
Noté su rostro de duda, por lo que supuse que ya era momento de revelar aquello que me ha aquejado desde que supe la verdad.
Una sonrisa pícara apareció en mi rostro seguido de una risilla.
—Sabes, hay muchas cosas que no sabes... Pero me gusta que te quedes con tu rostro de inocencia al tenerme cerca.— Se tenso al escucharme decir aquellas palabras. —¿Quieres que te diga por qué regrese?— Sus ojos se abrieron al decir eso. Volví a ensanchar mi sonrisa, un ligero nerviosismo era notable pero trataba de ocultarlo tras aquella mueca del rostro. —¿Nunca te preguntaste por qué te cuidaba tanto?, ¿El qué te ayudara en todo?...— La castaña demostró una cara de duda tras fruncir el ceño, pero yo había tomado eso como una ventaja y enredar su mano con la mía.
Levante ambas manos unidas para poder detallarlas con la mirada, mi hermana me observaba con duda, pero al notar que ya no era un juego trato de zafarse de mi agarre. —Esto se esta poniendo raro...— Dijo evadiendo la vista, pero que yo volví a atraer.
Nuevamente nuestros ojos se juntaron, no cabía duda: Me enloquecía con solo verla.
Me acerque a su oído. —Te amo...— Susurré, sentí claramente como es que se tenso ante mi comentario.
Con cuidado acerqué mis labios a los suyos, no miré su rostro ya que había cerrado los ojos, según dicen es mas romántico así, espero que sea cierto ya que para mi este momento era tan importante...
Sus delicados labios rozaron con los míos provocando que una corriente pasara por mi espina.
Dulces como siempre lo había imaginado, sentí gran satisfacción con aquel acto.
Abrí los ojos teniendo una sonrisa en los labios, pero no pícara, mas bien era algo parecido a compasión y cariño... Aunque este no era recíproco.
Mei se había tapado la boca con ambas manos, sus mejillas mas que rojas y sus ojos tenían ligeras gotas de agua que se acumularon hasta caer rodando por sus mejillas.
¿Cómo era posible que pasara de una emoción a otra?, hasta hace unos segundos estaba en el paraíso y ahora me sentía como una misera criatura... La culpa sin duda alguna era el sentimiento que mas odiaba y que mas me acompañaba.
—¡L-Lo siento!...— Traté de disculparme, como si eso fuera a arreglar algo, pero... Una pequeña mano me detuvo antes de retirarme.
Escuchaba la respiración agitada de mi hermana, no se si acaso fue por el nerviosismo o cualquier otra cosa, pero... Lo que mas me sorprendió fue lo que me dijo.
—Yo t-tambien t-te amo...—
Me quedé en shock.
(Narra Mei)
Siendo tan solo una niña note como es que mis emociones hacía aquel que era mi hermano habían crecido hasta sobrepasar aquella barrera donde se ve lo correcto y lo inmoral.
Recuerdo que el día que nos abandono me había enojado tanto con él que incluso pensé que lo odiaba por haberme dejado... Pero no podía ni yo misma creerme eso.
Los siguientes días estaba inconsolable, deseaba tenerlo otra vez entre mis brazos y que me abrazara... Me sentía mal por desear eso, pero creí que era capricho de una niña.
Pero, al verlo de nuevo, tras 5 años de ausencia, me hicieron notar lo cambiado que estaba físicamente, sin embargo seguía siendo el mismo que me cuidaba y protegía de pequeña.
Quería tenerlo conmigo, pero también deseaba que fuera feliz, por lo que internamente pensé que él y Pacífica podían ser mas que conocidos a una relación para así él jamás me abandonará y yo lo superará.
Ahora, lo tengo frente a mí, confesando sus sentimientos diciendo algo que pensé que solo escucharía en sueños.
¿Debería aprovechar la situación y confesarme yo también?, estaba debatiendo internamente cuando por sorpresa sentí sus labios contra los míos.
No pude reaccionar, era mi primer beso con mi primer y único amor... Simplemente un sueño.
Después ni siquiera una palabra, aún estaba en las nubes por su acción...
A la mierda con lo que es bueno o malo, si yo lo amo y el también, ¿Qué mas daba?
(Narro io/...)
Los días habían pasado desde aquella confesión espontánea, los tíos de los chicos fingían no saber ese secreto que ambos mantenían, pero Dipper les había dicho lo sucedido así que estaban mas "Tranquilos" aunque el sentimiento de culpa seguía presente.
—... Y es por eso que ya no volví a cortar un tronco sin antes sacarle filo a la sierra eléctrica... — Dijo Mei con una sonrisa en el rostro, todos en la familia estaban en la sala con una taza de chocolate en manos y un panecillo en la otra.
Eran raros los momentos en los que estaban todos reunidos, por lo que cada uno era preciado por los ellos.
—¿Esa es la razón por la que no fuiste a la escuela por una semana?— Preguntó Stan con una sonrisa.
—Yep...— Concluyó la castaña seguida de una oleada de risillas.
El chico revisó la hora de su reloj para después mirar a su hermana. —Es hora de que te vayas a dormir...— Dijo con seriedad.
Tras un puchero, la otra sonrió. —¿Me llevas tú a la cama?— A Stan y Ford ya no le parecían extrañas las peticiones de la menor, quien a cada rato le decía cosas como esas a su hermano.
—Esta bien...— Era casi imposible que se negará ante aquellos grandes ojos.
Los dos se despidieron de sus tíos y caminaron hasta el cuarto de la castaña.
(...)
Como todas las noches; Dipper arropaba a su hermana y la dejaba dormir, pero esta noche era la excepción.
—¿Te acuestas conmigo hasta que me duerma?...—
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro