Eleleth estaba sentada en el jardín trasero desolado, imaginando cómo se vería aquel lugar lleno de plantas y flores. En secreto, había hecho crecer una pequeña flor en la parte más alejada del jardín para que Azrael no la viera. Y, cada que podía, se aseguraba de que estuviera en perfectas condiciones.
Eleleth no tenía mucho que hacer en ese lugar. Se sentía sola y extrañaba a su familia. No tenía idea de cómo estaban las cosas afuera, pero esperaba que la guerra en verdad hubiera llegado a su fin. Ya había visto suficiente sangre en todos esos años, así que deseaba no volver a ver al mundo devastado; sobre todo, a los Ishim. Su comunidad se estaba extinguiendo para poder defenderse, quería detener eso.
—Las criadas dicen que no estás comiendo bien —comentó Azrael, entrando al jardín.
Eleleth se sobresaltó al escucharlo. Era la primera vez en varios días que lo veía. Estaba extremadamente guapo. Llevaba una camisa abierta, mostrando la grandiosidad de su cuerpo y unos pantalones negros entallados. Al mirar abajo, le llamó la atención que estuviera descalzo. Al verlo a los ojos, se ruborizó y apartó la mirada.
—No tengo mucha hambre...
—Deberías comer, soy responsable de ti. —Eleleth vio algo en sus ojos cuando dijo eso, pero no supo interpretarlo —. Tu hermana está aquí para verte.
—Pero...creí que...
—Será mejor que vayas ahora, antes de que me arrepienta.
Eleleth le sonrió y corrió dentro del castillo para ir a ver a su hermana. La encontró en la sala de espera. Llevaba el cabello en una coleta alta y ropa de entrenamiento. Su hermana le sonrió ampliamente cuando la vio y corrió a abrazarla. Eleleth envolvió a Leliel entre sus brazos y derramó unas cuantas lágrimas.
— ¿Estás bien? Estás más delgada, ¿no te está alimentando? Y estás más pálida —comentó sin cesar.
—Estoy bien —la tranquilizó —. Es solo que no he salido mucho de mi cuarto.
—Todos te extrañamos —dijo acongojada.
—Yo también los extraño a todos. ¿La guerra...en verdad terminó?
—Sí, no te preocupes por eso. —Acarició su cabello y le sonrió —. Los Ishim estamos bien. Todos estamos bien.
— ¡Me alegra tanto!
Leliel supo que esa sonrisa no era la de siempre. Su hermana estaba sufriendo en ese lugar. En ese momento, se juró que no permitiría que la luz de su hermana se apagara. La sacaría de ahí a como diera lugar. Borraría a Azrael del mapa, así fuera lo último que hiciera. No permitiría que matara a su pequeña hermanita. Aceptó protegerla cuando comenzó a ser una guerrera y seguiría haciéndolo por el resto de su vida.
—Te sacaré de aquí, hermana. No dejaré que ese Elohim te destruya —rugió en voz baja.
—Estoy bien, hermana —sonrió con las mejillas sonrojadas —. Azrael no me ha hecho nada malo. Me trata muy bien y yo quiero estar aquí con él.
Leliel notó algo extraño en su hermana. Una preocupación y anhelo por estar con Azrael que no le había visto ni expresado los días después de que se anunciara su compromiso. Parecía que la manipulación del Elohim estaba haciendo efecto en Eleleth. Leliel necesitaba hacer algo para ayudar a su hermana antes de que fuera demasiado tarde.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro