XXV

Tus labios son la llaga partida,

mi herida de amor que sangra

que cuando los veo me dominan,

centinelas del deseo que hablan

por la boca de rosa que me cautiva,

ofrenda que me apresa y me abrasa.

Déjame besarte esa sonrisa,

labios de pasión desenfrenada.

Guardianes del alma sin medida,

del corazón que late y ama,

impulso ardiente de vida,

de la vida que se me escapa.

Déjame que descanse sin prisa

besándote desde lejos sin pausa.

Besarte es besar el beso que anida

en una promesa de eterna calma.

Besarte es rendir tributo a la vida,

es no necesitar nunca más nada.

Tus labios son indicio, garantía,

signo de que el tiempo se dilata

cuando hablas o cuando respiras,

y cuando me besas ya me matas,

me diluyo en la voz a ti debida,

para renacer con esperanza.

Bésame para olvidar toda agonía.

Consuélame en tu ternura innata.

Embelésame en esta hora tardía.

Déjame descansar en tu boca alada,

en tus labios de pasión y cercanía,

en tu bella, mi bella sonrisa de plata.