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9

Jimin miraba el verdoso y urbano paisaje que pasaba rápidamente frente a sus ojos mientras retenía entre sus manos un té caliente que gustosamente aceptó de sus doncellas. El auto en que viajaba tenía la esencia de riqueza, el olor a valor, los materiales pulidos con dedicación; él al lado de todo eso no era más que basura impidiendo el brillo que destilaba el coche a su alrededor.

Llevaba cuatro horas sentado en el muy cómodo puesto, de vez en cuando preguntándole a sus doncellas cuánto faltaba para llegar al palacio, ellas decían que menos de diez minutos. No sabía si la información de la hora era falsa o solamente para tranquilizarlo. De todos modos era sofocante estar encerrado y más con las miradas de las muchachas escudriñando cada parte de su anatomía. Se sentía agobiado y raro, dolido y melancólico; extrañaba a su madre, a sus hermanas, a Dahyun.

Recordaba lo que ocurrió esa misma mañana en que se tuvo que despedir de todas ellas, el llanto de las gemelas aún perduraba en sus oídos, las felicitaciones de SoDam y JeongHwa aún las escuchaba, y la sonrisa triunfante y confiada de Dahyun aún la veía. Pero el más doloroso recuerdo era el de su madre, los abrazos y besos que le dedicó antes de creer que todo aquello estaba sucediendo, que su hijo mayor se iría, todavía los sentía rodeándolo con amor y cariño.

Jimin no caía en la cuenta de que su vida dio un giro totalmente contrario al que vivía; por muy malagradecido que sonara, él prefería mantenerse en la mugre con su familia cerca a que estar lleno de lujos y solo. ¿Quién diría que con solo una inscripción desde el infierno en que habitaba lo mudaría hasta el cielo?

Jihyo suavemente zarandeó el brazo del castaño despertándolo del triste ensueño, llamó su atención dirigiéndole un pequeño movimiento a la ventana. Jimin miró y, para su vista, era absolutamente inválido admirarla. El palacio de color beige era gigantesco, cuatro pisos llenos de largas ventanas que solo algunas desprendían la amarillenta luz, la flora que rodeaba la inmensa edificación variaba en colores causando un efecto indiscutible de armonía.

Era tan maravilloso que lo consideraba utópico.

-¿A qué no es grandioso, Jimin? -habló HyeRi con una sonrisa.

Jihyo golpeó el hombro de la chica y exclamó-: ¡Tenle respeto, por Dios! ¡Es un Lord!

-¡Quiero que sea mi amigo, se ve que es muy divertido!

-¡No puedes ser amiga de la realeza!

Jimin rió en voz alta atrayendo la atención de todos en el automóvil, incluso del chófer; todas las personas que estaban a bordo quedaron embobados con la melodiosa risa. Él se calló de inmediato pensando en que hizo algo mal, con su mano hecha un puño cubrió su boca, silenciando el sonido y dirigió su vista al otro lado de la ventana.

-¡Es demasiado tierno! -dijo Jennie con las manos en sus mejillas emocionada a lo que todos estuvieron de acuerdo. Aquello no hacía más que sonrojar al muchacho.

Un soldado interrumpió la situación abriendo la puerta esperando que descendiera el último afortunado; los demás chicos ya estaban en la, renombrada, Sala de los Hombres escuchando algunas indicaciones de Dara. La Selección iba a comenzar cuando él cruzara la enorme puerta del palacio. De pronto, Jimin ya se sentía inseguro, algo dentro de él le susurraba que iba a ser rechazado: ¿serían los participantes o el príncipe? A juzgar por su apariencia todos estarían en su contra.

Salió del coche y caminaba sin ser consciente de cuán cerca se hallaba de la decorosa y gran sala, hasta que los incesantes gritos de órdenes siendo lanzados de un extremo del lugar al otro le provocaron espabilar y regresar a la tierra. Observó el sitio y solo podía definirse como el caos de la belleza. Cada joven desprendía aires de grandeza que eran perfeccionados por sus doncellas, y personas arreglando su imagen, la mayoría ya se encontraban listos sentados en los sillones largos degustando algún tipo de bocado delicioso.

Jimin ingresó a la sala cuando jalaron de su brazo y lo sentaron bruscamente en una silla.

-¿Qué pretendía hacer de pie, joven? -le cuestionó duramente una mujer de treinta años, debía de ser Dara-. ¿Cree que estando parado como una estatua iba a conquistar al príncipe y más con esos atuendos?

-Apenas lo intente ya estaré fuera -contestó desanimado.

Dara trató de subirle el ánimo pero en ese momento se escuchó el incomparable bullicio de gritos alardeando la presencia del príncipe Min Yoongi en la Sala de los Hombres. Los chicos se pusieron de pie y crearon una fila para que el prestigiado joven los viera con suma atención, sacando lo mejor de sí en busca de una oportunidad y, claramente, no perder la ocasión para coquetearle.

-Mis sinceras disculpas si interrumpo esta primera reunión de los Seleccionados, Dara -la voz grave de Yoongi llenó los oídos de cualquier persona que lograra escucharlo-, pero no pude evitar mirar a los atractivos candidatos cuando pasaba por aquí. Sinceramente, discúlpame.

La mujer de pelo negro y lentes le dedicó una mirada de represión y algo de disgusto.

-Es una sorpresa que se encuentre aquí, príncipe. Que yo sepa, usted no tendría que verlos hasta mañana en la cena.

-Hay cosas por las que no puedo esperar.

Jimin aún estaba sentado, impasible a lo que tenía que hacer; lógicamente tendría que formarse junto con los demás pero no tenía dominio de sus movimientos. Estaba ido. Jennie le hizo ponerse de pie y le dió un empujón para que se uniera a la línea perfecta de grandiosos muchachos. El príncipe estaba saludando educadamente a cada uno e intentando memorizar los nombres de ellos.

La abrupta llegada tímida de Jimin en la fila hizo desviar la atención de Yoongi hacía él, solo un par de segundos los ojos de la realeza estuvieron posados en su pequeño cuerpo. Pasaron menos de dos minutos cuando la fornida anatomía del príncipe se puso delante del castaño, casi intimidándolo. Sería la mentira más grande si confirmaba que no estaba nervioso o si se hallaba en todos sus cabales.

-¿Cómo te llamas, cariño? -inquirió aquella inconfundible voz.

-Park Jimin -dijo evitando el contacto visual, agachó su cabeza y observó sus dedos.

-Eres un poco tímido al parecer.

-Eso creo..., alteza.

Yoongi sonrió, extrañamente le gustaba el hecho de que no le dirigiera la mirada, pero la curiosidad de conocer su rostro era más fuerte que otra cosa. El príncipe levantó el mentón de Jimin cuidadosamente haciendo que no le quedara opción de observarlo.

El iris gris del príncipe quedó embelesado por el precioso azul genuino del muchacho provocándole la falta de aire.

-Cariño..., intenta mirarme a los ojos cuando te hablo, ¿sí? Para mí es más íntimo -susurró esto último.

-Está bien.

Yoongi se separó y les dirigió unas palabras antes de marcharse.

-Sean todos bienvenidos y disfruten su estancia en el palacio. No duden en pedir lo que quieran para eso están sus doncellas. ¡Que tengan una muy buena noche, los veré mañana!

Él se retiró, los muchachos explotaron de emoción y suspiros, y Jimin no podía creer que aquellos ojos grises eran los más hermosos del planeta.

Yoongi hizo su primera aparición :3, ¿qué les pareció?

Como que todos están cayendo por el Jiminshi xd.

Aunque, ¿quién no cae por ese hombre? Es perfecto xd.

Bueno, nos leemos en el próximo cap<3

6/7

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