31
Se despertó incómodo en el pequeño sillón color burdeo, sus músculos reclamaban libertad ante la detestable posición, pero él quería permanecer un rato más con los ojos cerrados, viendo la oscuridad, escuchando el silencio. Acurrucado en la manta, dada por sus doncellas, dejaba pasar los minutos antes de que amaneciera completamente; vigilaba a su amiga casi sin pestañear, estaba atento a cualquier movimiento hecho por ella, aunque haya sido minúsculo, en él crecía una esperanza de que se iba a recuperar.
La persona que curó a Dahyun resultó ser una mujer de treinta años, llena de paciencia y cuidado, al parecer tenía experiencia en casos como este. Durante todo el proceso de cremas y vendajes, Jimin notó la extraña mirada de la mujer en su amiga y, de vez en cuando, de soslayo observaba a algunas de sus doncellas como si buscara algo. Pero no tuvo que preocuparse tanto sobre eso, ya que hubieron reacciones por parte de Dahyun que alegraron al castaño. Y ahora era uno de esos momentos donde ella se removía, inquieta, muecas de aflicción arrugaban su cara, debía sentirse inútil sin poder moverse.
Lord Jimin cerró los ojos, deseoso de arrancarle el sufrimiento y cicatrizar su piel. Él era culpable del daño causado.
Dos de sus doncellas ingresaron a la habitación, silenciosas, revisaban a Dahyun y las vendas en su espalda, pues habían recibido estrictas indicaciones de limpiar las heridas. Jennie cercioraba la frazada en el cuerpo de su amiga, dándole la comodidad y el refrescante calor que necesitaba, mientras HyeRi apartaba el cabello enmarañado del rostro para que este no provocara molestia en su sueño.
Park sonreía bajo la manta, apreciaba la dedicación de sus doncellas, la trataban como si fuera una noble digna de grandes títulos, parecido a una princesa bella o reina importante. La misma atención que era puesta enteramente en él, ahora estaba en la chica de ojos avellanos, sin prejuicios ni críticas al momento de ayudarla o prepararla, sin importar la casta ni sus acciones. Solo importaba la vida de la persona.
Él la miraba igual que un pirata cuando hallaba el más brillante tesoro, con admiración. Le admiraba por su resistencia, su fuerza, sus deseos de seguir viviendo a pesar de la crueldad en la vida, su burla hacia la muerte. ¡Era un milagro! Sonrió aún más ante eso.
—¿Lord Jimin? —llamó HyeRi, nerviosa—. ¿Puedo hablar con usted a solas? —rascó su brazo.
El castaño asintió destapándose y miró a Jennie para que se retirara de la habitación, agradeciéndole por la asistencia en Dahyun. Una vez que vieron la ausencia, HyeRi se sentó en el suelo y agarró las suaves manos de su Lord, se sentía más segura y podría hablar sin titubeos lo que fuera.
—¿Recuerda lo que dijo Jihyo anteayer? ¿Sobre cómo llegó al palacio? —inquirió, de repente sintiéndose una traidora por revelar lo que diría, no sabía de dónde provenía aquellos impulsos de contarle, pero de alguna manera tenía la certeza de que le ayudaría al Siete.
Le vio asentir, interesado por el rumbo que tomaba la conversación.
—Lo que dijo Jihyo, en parte es verdad, pero omitió unas cosas.
—¿Qué cosas? —frunció el ceño.
—Primero que nada, yo ingresé al palacio un año después que Jihyo, por lo tanto lo que le diré me lo contaron, pero estoy segurísima que es así —miró hacia la puerta, miedosa—. Ella no llegó por azares del destino, más bien, por sobrevivir; Jihyo llegó con latigazos en su espalda igual que ella —apuntó a Dahyun—. Le he visto cicatrices.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Pero cómo Jihyo pudo llegar hasta acá? —cuestionó confundido—. El palacio está muy alejado del pueblo.
—Dijeron que un muchacho (en las mismas condiciones que ella) se la entregó a un soldado para que la socorriera. En esos años buscaban personal, como lo dijo, lo cual Jihyo pudo quedarse.
—¿Y el muchacho?
—Él no tuvo suerte, hubiera tenido la oportunidad de quedarse como soldado, pero los cupos ya estaban cerrados. Él solamente salvó la vida de Jihyo y se fue malherido —suspiró sintiendo un peso menos en su alma, pero al segundo percibía el goteo de la culpabilidad, que quizás aumentaría hasta llenar el vaso o ahogaría su conciencia.
El castaño miró hacia otro lado imaginando los hechos y tratando de encontrar una respuesta a la omisión de su doncella respecto su entrada en la realeza. ¿Qué incitaría a Jihyo en no decir la historia verdadera? ¿Pensaría que la juzgaría por su pasado? ¿O acaso era un tema delicado el cual quería olvidar? ¿Debería Lord Jimin involucrarse en la vida ajena? ¡Pero es que su curiosidad llamaba la calma y la calma era la verdad!
Si ella recibió latigazos es porque quebrantó una importante ley de Seúl. Basándose en esa suposición: ¿qué delito pudo haber sido? ¿Robar, matar, relacionarse con alguien de otra casta? ¿Podía ser una persona de temer o solo huía de sus errores que le perseguían y molestaban? Jimin hizo una mueca. No imaginaba a Jihyo cometiendo un delito, en realidad pensaba que era apegada a las leyes debido a su gran respeto, obediencia y formalidad.
Repasó las últimas acciones de Jihyo: el nerviosismo al ver a su amiga en el fatal aspecto físico, la evasión a toda costa con tal de no acercársele. Ahora entendía: le recordaba a ella misma cuando sufrió los insensibles latigazos, tal vez volvió a sentir su carne abrirse, el dolor filtrándose intensamente, el escozor escabulléndose entre sus cicatrices. El pánico que ella le mencionó al admirar la sangre..., imaginaba la suya.
¡Pobre chica! ¡Había sufrido y llorado tanto! Pero lo que aún no captaba, ¿por qué no le fue sincera? ¿Sería porque no representaba la suficiente confianza? Se sintió ofendido, pero ahora lo que tenía en mente era acercarse a la vida de sus doncellas, conocerlas mejor, compartir sus historias sin importar lo felices o dolorosas que sean. Prácticamente ser amigos y, quizás, si tenía la posibilidad, agregar a Dahyun, ya que cabía la mala suerte de que su amiga permaneciera siempre en la cocina, sin salir de ahí por los interminables quehaceres.
Respiró hondo, reconocía de lejos otra ola de confusión que revolotearía sus preguntas, así que, por el momento, finalizó de indagar en la misteriosa vida de Jihyo. Agradeció a HyeRi por su información a lo que esta le sonrió ampliamente retirándose de la habitación. Otra vez recaía en la soledad, suspiró.
Recién amanecía con apenas unos débiles rayos de sol rasguñando la ventana. Estiró pesadamente sus extremidades anhelando que en esos segundos de cansancio existiera más que un respiro de Dahyun. Pero nada. Aunque se oyeron un par del golpeteos en su puerta, extrañándolo. La incertidumbre le causó exclamar "pase".
Una cabellera rubia se asomó tímidamente, de pronto abriendo los ojos de par en par al observar a la muchacha en la cama con manchas de sangre seca en sus atuendos. Miró al Siete apretando los labios y enarcó una ceja, incrédulo.
—Hey, Taehyung —saludó somnoliento; no quiso darle importancia a esa mirada interrogativa—. ¿Qué te trae por aquí a estas horas?
—Hum, yo quería hablar contigo... sobre un tema que es muy importante para mí.
—Claro —sonrió, viéndole traer el asiento del tocador y posicionarse frente a él. Jimin admirando los atuendos holgados del rubio (un pijama azul marino y descalzo), ofreció su caliente y gigantesca manta para el frío mañanero.
—S-Son mis sentimientos —balbuceó sonrojado.
Oh, por favor, ¿era necesario escuchar lo que sentía su amigo por el príncipe? El castaño se removió incómodo.
—Confió en Jungkook, pero..., no lo sé, pienso que solo me dirá consejos que no me servirán, y yo necesito alguien que me ayude. Ese eres tú. —Lord Jimin fingió una sonrisa agradecida—. Yo... Últimamente mis sentimientos han cambiado, ya... ya no son por Yoongi, s-son por otra persona.
Park abrió los ojos de sorpresa y preocupación, aquellas sensaciones abundaban en su iris azul intentando advertirle a Taehyung sobre el terreno donde se estaba adentrando o ya quedó atrapado sin escapatoria. Estaba confuso, recordaba el congenio entre el príncipe y su amigo, eran los más aclamados en el Report, incluso —Jimin podía agregar— en el reino de Seúl. ¿Por qué no nació el brote del amor?
—¿Quién es? —inquirió el Siete.
—Un soldado. Aquel que saludas antes de entrar al comedor —especificó observando sus manos.
—Hoseok —susurró incrédulo.
La situación era bastante delicada y peligrosa, un paso en falso y descubrirían la atracción o amor de Taehyung; tal vez lo usarían en su contra o simplemente lo gritarían a los cuatro vientos para que el rubio fuera castigado por su infidelidad hacia el príncipe.
—¿Has cruzado palabra con él? ¿Algo? —Jimin iba intentar persuadir el camino de Taehyung, no permitiría que se entregara con los brazos abiertos a la muerte.
—Nos... N-Nos besamos una vez.
Lord Park negó con la cabeza demostrando el mal hecho por semejante acción amorosa, pudo haber sido un desliz, pero los ojos brillantes del Dos al mencionar al soldado Jung confirmaban que no era un error, sino el nacimiento de un nuevo amor, mucho más puro e inocente.
Taehyung se estaba condenando, pero Jimin le ayudaría. Al fin y al cabo, eran amigos; y, por algún motivo, había confiado en él.
Amo el VMin ksjdjdjdj
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