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✨8✨

Las cosas se habían complicado un poco para Tzuyu, pues quería quedarse con el pequeño gatito, pero su departamento había resultado demasiado pequeño para un gatito demasiado desastroso.

Su roomie de inmediato se había mostrado disconforme ante la idea de adoptar al felino, ya que aparte del desastre que hacía, había resultado alergica a ellos.

—¡Tzuyu, saca a ese pequeño monstruo de aquí! ¡Achuuuu~!—Le gritó a la chica, para después estornudar por décima vez.

—No es para tanto, Momo.—La chica cargó al pequeño minino, mismo se quejó cuando interrumpieron su tarea de redecorar con sus uñas en la cubierta del sofá.—Mira esos ojitos, ¿Acaso no está bonito?—Se lo mostró, casi poniéndolo frente a su rostro.

—Lo mismo me preguntaste de JongIn y no, no está bonito.—Dijo, para luego apartar al gato de su rostro.

—Pfff, JongIn es igual de bonito que esta bola de pelos.—Dió un beso a la cabecita del gatito blanco, mismo que limpió con su patita.

—La única similitud que veo en esos dos es que ninguno de los dos quiere estar cerca de ti, Ja, ja, ja.—Apuntó al felino que se removía entre sus manos, con el objetivo de ser bajado y continuar con su tarea.

—¡Momo!—Lloriqueó, para luego soltar un bufido.

—Es la verdad. Pero solo te digo que si continúa así, acabará con nuestro departamento. Tendrás que ir buscándole un nuevo hogar.

—Pero yo no quiero deshacerme del gatitooooo. Siempre quise uno y mi mamá nunca me lo quiso comprar.

—Yo sé, Tzuyu, pero mira nada más, ¡no lleva ni un día aquí y ya tiene el departamento de cabeza!—Apuntó con sus brazos todo el departamento, el cual se encontraba en muy mal estado.

Los sillones se encontraban rasgados, los muebles de madera con pequeños colmillos incrustados en ellos, la tierra de las macetas del balcón estaba regada por el suelo, los platos se encontraban guardados en un lugar seguro, después de que varios de ellos terminarán rompiéndose gracias a un gatito muy metiche.

—Pfff, no es para tanto, son cosas materiales…

—¿Acaso me has visto?—Preguntó Momo con sus brazos cruzados, mostrándose inconforme ante el comentario de la contraria. El rostro de la pelinegra se encontraba un poco inchado y rojo y que decir de su nariz, todo debido a la alergia que le estaba causando ese pequeño monstruo.

—Ayyy.—Soltó Tzuyu una vez que se dió cuenta del estado de su amiga.

—Yo sé que siempre quisiste un gatito, Tzuyu, pero lamentablemente este es muy rebelde y no podemos cuidarlo.

—Mmh, bien…—Suspiró la castaña, rindiéndose a la idea de adoptar al pequeño gatito.—Pero no voy a dejarlo en manos de cualquiera, tengo que asegurarme de que se lo quede alguien de mucha confianza.

—Mmh, bueno, yo conozco a una amiga que le encantan los animales y que vive con sus padres, así que tiene un espacio grande para el pequeño remolino.

—¿Podrías preguntarle si puede adoptarlo?

—Sip, pero antes, voy a pedir sushi, que tengo mucha hambre.

—¡Yo también!

La pelinegra se dirigió rapidamente hacia su celular, donde marcó el número de su restaurante de sushi favorito para poder hacer un pedido.

Tzuyu iba a reprochar, ya que Momo siempre pedía sushi de ese restaurante y digamos que no estaba tan rico, pero entendía los motivos de su amiga.

Ya que, a Momo le gustaba el repartidor de ese restaurante…

Así que no la juzgaba, ella solía hacer lo mismo por su crush.

Después de diez minutos, el timbre del departamento sonó, Momo se vió alarmada al no terminar de arreglarse para poder recibir a su repartidor, sin embargo, se arregló lo más que pudo y después abrió la puerta, encontrandose con el guapo motero.

—¡Hola, Darwin, no sabía que estarías en el turno de la tarde!—Sonrió coqueta, mientras enredaba un mechón de su cabello al rededor de su dedo anular. Por supuesto que sabía que estaría en aquel turno…

—Hola, Momo. ¿Cómo estás? No te veía desde hace… un día.

—Ja, ja, que cosas dices.—Rió con nervosismo.

—Es verdad, pides muy seguido sushi. Estoy comenzando a dudar en si te gusta el sushi o yo…

—JAJAJAJAJA, ¡NO! Qué cosas dices, je, je, je.—Negó rápidamente, mientras sonreía y reía nerviosa.—¡Oh, mira qué hora es! ¡Te tienes que ir a entregar más pedidos!

—En realidad este es el único, no mucha gente compra sushi en el restaurante, ja, ja, solamente tú eres una clienta frecuente.—Se burló un poco el chico de ella, mientras que ella sólo deseaba que la tierra se la tragara.

—D-darwin, y-ya tengo que irme, Tzuyu debe estar muuuuuuy hambrienta.—-Hizó el intento de cerrar la puerta, sin embargo, el más alto fue más rápido y se interpuso, quedando a escasos centimetros del rostro de la chica.

—¿D-darwin?—Susurró Momo, sintiendo desfallecer cuando el chico badboy que tanto le gustaba estaba a punto de besarla…

Pfff, son unos tórtolos, ugh.—Gruñó el gatito en su mente, para luego salir del departamento con porte y elegancia. No le importaba a dónde, no quería estar cerca de esos dos.

Además, estaba molesto, pues nadie ponía de su parte, ¡Por qué no le dejaban redecorar el departamento en paz!

¡¿Que tenía de malo que quisiera eliminar esa vasija y esos sillones tan anticuados?!

En parte, se encontraba agradecido con la chica, que lo había salvado y le había dado un poco de leche. Lo cual se le hizo extraño, porque le encantó. ¿Qué por qué le había encantado a pesar de que no le gustaba la leche? Oh sí, ¡porque era un gato!

¡Un gato!

Pasó más de una hora llorando y quejándose de ser un gato. Había brincado de un lugar a otro, y así fue como los platos habían terminado rotos en el suelo

Sin embargo, pronto comprendió porque la facilidad en la que la doncella lo cargaba. También el porque todo se había vuelto tan grande para él y tan desconocido.

Pero eso no iba a impedir que conquistase el mundo, que recuperara su forma humana y derrocara a su hermano del trono…

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