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✨6✨

No era capaz de conciliar el sueño, por más que lo intentaba no podía sacar aquella idea retorcida de su cabeza.

Estaba cansado, había llegado al punto en que odiaba todo, incluyéndose a él mismo. No era capaz de complacer a sus padres, no era capaz de esforzarse lo suficiente para vencer a su hermano y lo peor, no era capaz de ser Rey. Su hermano le había quitado el trono qué le correspondía por derecho, era el primogénito y había nacido con la corona y el título de heredero.

Era injusto, SeokJin ni siquiera se esforzaba por ser el mejor, por satisfacer las demandas de los reyes y ahora… sería el siguiente en ser Rey.

Todas esas cosas eran las que rondaban por su mente, todas esas cosas hacían qué poco a poco comenzara a ver a su hermano como una competencia y no como lo había visto desde que eran pequeños.

Un sudor frío rodó por su frente , se levantó sobresaltado y miró a su al rededor. Era de noche, todo el castillo y el reino estaba en completo silencio, pues se encontraban durmiendo plácidamente mientras ponían toda su confianza y seguridad en su amada luna.

Patético. Pensó Jaesoo, era totalmente patético creer que la madre luna te cuidaría mientras tú duermes sin ninguna preocupación.

Se levantó de su cama, no quería seguir acostado, pues no servía de nada, no podía dormir porque su mente se encontraba torturandolo de una manera tan sucia. Se colocó sus botines negros, un abrigo y una capa, todo en sumo silencio para evitar despertar a su hermano, quien dormía plácidamente, ajeno a lo que sucedía en la mente de su hermano.

Salió de la habitación, no sin antes dar una última mirada hacia su hermano y entonces una vez más deseo ser SeokJin, deseó estar durmiendo plácidamente bajo la creencia de que la madre luna te protegería, en lugar de estar diseñando uno de los planes más macabros que alguna vez se pensaron en aquel reino lleno de paz y abundancia.

Entonces emprendió su camino por los pasillos de aquel vacío pero bien protegido castillo. La densa oscuridad pintaba los pasillos, con excepción a unos pequeños rayos de luna que le permitía ver por donde caminaba, pero como todos en ese lugar, la luna no era capaz de tocarlo pues no lo creía digno y para ser sinceros, Jaesoo ya estaba acostumbrado…

Al momento de pasar por la habitación de sus padres, sonrió ladino al verlos dormir tan plácidamente.

—Sólo esperen y estarán muy orgullosos de lo que soy capaz de hacer.—Musitó, sus padres no fueron capaces de escuchar lo que dijo, pues dormían tan profundamente, creyendo en la promesa de su luna.

Jaesoo continúo su camino. Pensaba que todo hubiese más fácil si la corona se encontrara en la habitación de su padre, pero lamentablemente contenía una piedra tan valiosa para el reino que era guardada en un sótano de suma vigilancia y seguridad, o al menos eso creía.

Bajó las escaleras en silencio, era un trabajo algo difícil debido a que sus botines negros resonaban y hacían eco por las paredes de los salones. Sonrió al imaginarse que de esa misma manera se haría saber sobre su presencia en cuanto fuera el Rey de aquel reino. 

No podía estar más entusiasmado.

Una vez que terminó de bajar todas las escaleras, avanzó por la alfombra roja que le llevaría directamente hasta la corona.

Todo le parecía totalmente patético, la seguridad, el lugar para guardarla, todo estaba a la merced de quien quisiera hurtarla y lo peor es que nunca se había dado cuenta. La mayoría de los guardias de seguridad se encontraban en el exterior del castillo, todos con la tonta idea de quien quisiera hurtar la corona sería detenido y encarcelado en el calabozo, sin cruzarles por la mente que el verdadero ladrón se encontraba dentro del castillo y que sería parte de la misma familia real.

Después de bajar unas cuantas escaleras más, consiguió estar frente a la puerta del sótano que retenía su corona. La puerta estaba siendo aguardada por tan sólo dos guardias, patético.

—Buenas noches.—Saludo el príncipe con una elegancia que solamente podía pertenecer a la familia real.

—Buenas noches, príncipe Jaesoo.—Saludaron los soldados al unísono.

—¿Se le ofrece algo?—Preguntó uno de ellos y el príncipe no pudo evitar sonreír ladinamente.

—Hace unos días recordé una joya que me fue obsequiada por mi abuelo y me gustaría… sacarla.

—A-ah, nos encantaría poder ayudarle príncipe, pero no podemos abrir la puerta sin autorización del Rey.

—¿Disculpa? ¿Acaso sabes quién será el próximo Rey? Yo, así que no te conviene decirme que no.

—Y-yo creí que el príncipe SeokJin…—Mala idea, solamente provocó que el odio y el rencor de Jaesoo creciera, más se controló.

—Mi padre y yo estamos en una especie de conflicto, pero lo arreglaremos y no le quedara otra opción más que cederme el derecho que me corresponde. Así que… no creo que quieras perder tu empleo, ¿o si?—El guardia negó, para después mirar a su compañero, este no estaba dispuesto a entrometerse, estaba solo en esto, tenía que tomar una decisión para salvar su empleo. Tomó las llaves en sus manos y apartó la qué abría la gran puerta de madera, Jaesoo se mantuvo quieto y sereno, pero por dentro, sonreía hasta más no poder, todo estaba saliendo perfecto.

Un click se escuchó, la puerta estaba abierta…

—Fue un placer hacer negocios con ustedes caballeros.— Y en menos de un abrir y cerrar de ojos, golpeó con sus técnicas de ataque a ambos guardias, dejándolos inconscientes en el suelo y el camino libre para poder tomar su corona.

Su capa larga y negra rozaba el piso con tanta delicadeza y maldad, sus botines nuevamente se encontraban haciendo eco, esta vez dentro de aquel gran salón donde los tesoros del rey se encontraban bajo resguardo.

—Me aseguraré de darte una mejor seguridad que la que mi padre te dio.—Le habló a la corona, como si esta pudiese escucharlo, rompió el cristal que la protegía, no hubo alarma, no hubo guardias rodeandolo a los segundos, había sido todo tan fácil y sencillo, si tan sólo su padre no lo hubiese retado de esa manera…

“Nuevamente haz perdido”

—¿Quién es el perdedor ahora?—Contestó a aquel pensamiento que proyectaba su mente, mismo que no paraba de atormentarle, pero ya no tenía mucha importancia.

Tomó la corona en sus manos e inmediatamente esta tomo un color oscuro al contacto con sus manos, la piedra paso de ser rosa a convertirse en roja, un color que hacía semejanza al color de la sangre de los inocentes qué terminaría esparciendose durante ese reinado.

—¡Mi reino ha comenzado!

Nubes negras y rayos iluminaron el cielo en cuanto Jaesoo se colocó la corona, dando la bienvenida al nuevo reinado, uno de completa oscuridad, como el corazón de Jaesoo…

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