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Jinnie estaba muy preocupado por su hermano. Ya habían pasado al rededor de tres horas desde que habían regresado del pueblo.

Los guardias los habían escoltado de vuelta al castillo y en cuanto los llevaron hasta los reyes, estos se acercaron rápidamente hacia él, para revisar que este se encontrara ileso.

Después de eso, se voltearon hacia Jaesoo y lo miraron con decepción y enojo a la vez. Jinnie intentó entrometerse en la conversación y decir que todo había sido su idea, mas no se lo permitieron y en lugar de esto, lo sacaron de la habitación.

No podía hacer nada contra eso, pero lo que sí podía hacer era quedarse afuera y escuchar un poco…

—¡Por qué hiciste eso, Jaesoo! ¡Tu hermano pudo haber muerto!—Su padre, el Rey, se encontraba gritándole con furia a su hermano mayor, mientras que este este no podía evitar llorar.

—L-lo siento, padre. Nunca fue mi intención ponerlo en riesgo…—Dijo sollozando.

—¡Pero lo hiciste!—Y entonces, algo que nadie se esperaba sucedió, le dió una abofetada en su mejilla, dejando perpleja a la Reina y a Jinnie. Por otro lado, Jaesoo dejó de llorar y se quedó inmóvil.—Lo único que has mostrado es que no puedes ni siquiera cuidar a tu hermano…—Declaró con su voz cargada de autoridad. Jaesoo siguió perplejo, mientras que su madre permanecía quita sin poder hacer o decir algo.—Vete a tu habitación, estás castigado…

Jaesoo no necesito más para salir de aquel salón. Abrió la puerta con brusquedad y se topó con los ojos llorosos de su hermano menor.

—Hermano…—Musitó el menor, pero Jaesoo no se detuvo a contestarle y comenzó a correr por los pasillos de aquel castillo.

Jinnie se sentía tan culpable de que su hermano hubiera recibido el castigo en lugar de él, por eso aprovechó que la puerta del salón aún seguía abierta, para poder introducirse y hablar con sus padres.

—¡Papá, Mamá!—Entró llamando su atención, la cual no tardó en llegar.

—Jinnie, este no es momento, por favor ve a tu habitación…—Le contestó su madre con su voz dulce.

—No, no puedo permitir que culpen a Jaesoo. El no tuvo la culpa, yo fuí quien lo obligó a llevarme al pueblo.

—Jinnie deja de hecharte la culpa.—Le respondió su madre.

—Además, tu hermano es el mayor y el futuro Rey, sino es capaz de pcuídarte a ti, no será capaz de cuidar al Reino.

—P-pero él me cuidó, yo fuí quien se alejó de él y no hizo caso…

—Jinnie, no quiero tener que castigarte a ti también, por favor vete…—Respondió secamente su padre, evitando sacar su enojo con su hijo menor.

—P-pero…—Sollozó, pero su madre avanzó hasta él y lo sacó de la habitación con delicadeza.

—Pero nada, Cariño…—Y entonces cerró la puerta, dejando al pequeño rubio en medio de los pasillos del castillo.

Dejó de llorar y comenzó a correr por los pasillos, como lo había hecho su hermano mayor.

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Al entrar, no se encontró con nadie y estaba por irse,  sino fuera porque alguien se delató con un estornudo.

—Jaesoo…—Musitó, al tiempo que caminaba hacia las grandes cortinas rojas y las recorría.—¡1, 2, 3 por Jaesoo!—Exclamó con alegría al haber encontrado a su hermano, pero él no estaba feliz, en su lugar le quitó la cortina y la volvió a recorrer.

—¿Qué quieres Jin? Vete de aquí…

—Pero no me quiero ir…—Bufó.—Además esta también es mi habitación…—Jaesoo no lo contradijo ya que decía la verdad.—No me molesta compartirlo aún contigo, en realidad es ¡muy divertido, como cuando éramos más chicos!—Exclamó con entusiasmo al recordar aquellos días en los que jugaban hasta el amanecer.

—A mí tampoco me molesta seguir compartiendolo contigo…—Musitó, mientras salía de entre las cortinas.—Es sólo que me siento muy mal, te puse en peligro y casi te roban. Fue mi culpa haber salido del castillo, papá tiene razón, soy el mayor y debí pensar mejor las cosas.—Dijo cabizbajo, haciendo que Jin se sintiera aún más mal.

—Hey, no pongas esa cara, tú no tuviste la culpa.—Se acercó hasta él, para después poner su mano sobre su hombro.—Sabes perfectamente que yo te obligué…—Dijó, intentando animarlo.—Intenté decírselos a nuestros padres pero ellos no me creyeron…—Suspiró, al tiempo que bajaba su cabeza.—Perdón…

Jaesoo no pudo evitar sentirse mal por su hermano, por eso mismo se acercó a él y lo abrazó.

—Tranquilo Jinnie, no pasa nada.—Se separó, para después sonreírle.—Además, papá y mamá se la pasan regañandome y creo que ya me acostumbré.—Alzó sus hombros, restándole importancia.

—De todos modos te prometo que no volveré a meterte en problemas.—Alzó su meñique con una sonrisa y Jaesoo de inmediato supo que tenía que sellar esa promesa.

—Está bien, te creo…—Le sonrió con dulzura.

—¡Oh! Olvidé que te traje algo…—Pegó un brinco al recordar, rebuscó entre sus ropas bajo la mirada atenta de su hermano.—¡Galletas!—Se las mostró en una servilleta de seda, al mismo tiempo que sonreía con complicidad.

—Pero Jinnie, estoy castigado…—Le susurró, al mismo tiempo que buscaba que su hermano las volviera a guardar.

—Pero nadie lo sabrá…—Le respondió.—Además no me digas que no quieres…—Arqueó una ceja, a lo que su hermano mordió su labio inferior, por supuesto que quería, amaba las galletas, en especial esas, esas galletas eran especialmente hechas para su hermano y este siempre le compartía, por eso mismo no podía seguir resistiendo la tentación.

—Bien, pero sólo una…—Tomó una de ellas y la llevó hasta su boca, donde la degustó con placer.—Ay, está…deliciosa…—Suspiró con alegría al terminarla, pero después cayó en cuenta que había dicho que solamente quería una.

—Y…¿Seguro que no quieres otra?—Le tentó Jinnie.—De todos modos son todas para ti…—Sacó todas las que tenía en su bolsa, para después ponerlas en la cama. Caminó hacia la puerta y la abrió.

—¡Nos vemos!—Se despidió, para después cerrar la puerta, dejando sólo a su hermano mayor, el cual miraba atentamente las galletas. Jinnie sabía que Jaesoo amaba esas deliciosas galletas de mantequilla y que no podría resistirse a ellas.

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