✨12✨
Los humanos no estaban en casa. El humano se había ido a un lugar llamado escuela, mientras que la bella mujer que se encargaba de mimarlo, se había retirado a quien sabe dónde; lo único que había comprendido de tantas cosas que había balbuceado había sido la palabra impuestos. Algo que no sonaba para nada rico…
¡Fue entonces que tuvo una gran idea!
El humano disfrutaba del arte de la literatura, lo había notado a lo largo de aquella semana que había pasado en esa casa. Así que se le ocurrió revisar la estantería donde estaban todos los libros que apreciaba el humano. Encontrándose con el libro que tanto anhelaba encontrar…
No fue fácil bajarlo del mueble con esas patitas de gatito que tenía. Pero afortunadamente lo logró. Lo empujó con todas sus fuerzas hasta que cayó abierto sobre la alfombra.
Bajó del mueble con suma agilidad. Se sentó sobre la alfombra y observó con atención el viejo libro que estaba cubierto de polvo. Mientras lo observaba se dio cuenta que las letras y los símbolos que estaban impresos en este, se encontraba en su idioma original. Tal vez era por eso que el humano lo había abandonado en la estantería.
En el libro se encontró un hechizo específico: uno que le prometía regresar a su forma humana, aunque fuera sólo por unas pocas horas.
Ser felino había resultado ser divertido; la libertad de moverse con agilidad, la capacidad de dormir sin preocupaciones, la facilidad con la que se deslizaba por la casa sin ser notado para robar comida le agradaba. Sin embargo, después de un tiempo, comenzó a extrañar su forma humana, sus manos, su hermoso rostro y la posibilidad de hablar…
Había estado buscando una manera de revertir el hechizo desde que ocurrió el accidente que terminó por transformarlo en un gato. ¡Y por fin, después de tanto tiempo, lo había encontrado!
Con una mezcla de nerviosismo y emoción, recitó las palabras del hechizo en voz baja. Los símbolos del libro brillaban débilmente mientras él los leía, sus ojos fijos en las líneas que parecían moverse frente a él. Sintió un leve hormigueo en su cuerpo, un cosquilleo que se extendió desde sus patas peludas hasta sus alargadas orejas. De repente, todo su cuerpo se tensó y, en un parpadeo, la transformación comenzó. Era extraño, como si el mundo alrededor de él cambiara de forma sutil pero impactante. Cuando el brillo rosa que lo había rodeado, desapareció, se percató que se encontraba de pie sobre la alfombra, esta vez en su forma humana.
Sus ojos brillaban de felicidad mientras recorría sus manos, su cuerpo y todo lo que había recuperado.
Con rápidez se aproximó hacia el espejo que tenía el humano en su habitación y fue entonces que pudo verse completamente. Encontrándose con su hermoso linaje de príncipe.
Estaba ahí, frente a su reflejo, con el cabello desordenado y el rostro sonrojado por la emoción, pero sobre todo, por la felicidad. Después de tanto tiempo, podía ver su propia imagen. Ya no era solo un gato mirando el mundo desde una distancia, era SeokJin, tal como era antes…
—Lo logré—, murmuró para sí mismo en voz baja, ya que se había desacostumbrado a escucharla salir de su garganta.
Mientras se miraba de arriba hacia abajo perplejo, no tardó en notar un pequeñísimo detalle: estaba completamente desnudo…
Sin embargo el hechizo no había dejado tiempo para que pensara en la ropa, en ese momento era lo menos que importaba. Lo primero que hizo fue dar un par de saltos por el cuarto, girando sobre sí mismo, probando las sensaciones de sus piernas humanas que había olvidado estando en su cuerpo felino.
Luego de unos minutos, empezó a sentir frío en su cuerpo. Ya no estaba rodeado de un pelaje que lo protegira del frío. Así que se acercó hacia la cama que estaba en la habitación, buscando algo que pudiera ponerse.
La camisa blanca que Namjoon había dejado en la cama le llamó la atención, y sin pensarlo dos veces, la tomó. Era grande, mucho más grande de lo que esperaba, pero se la puso con rapidez. El borde de la camisa caía justo por encima de sus rodillas, lo que le daba una apariencia un tanto cómica, pero eso solo hizo que Jin sonriera aún más. Luego, tomó un par de bóxers que había encontrado en el armario y se los puso. El hecho de que ahora estuviera cubierto de alguna manera lo hacía sentir un poco más tranquilo, pero la emoción de estar nuevamente en su forma humana seguía invadiéndolo.
Caminó alrededor de la habitación, tocando todo lo que encontraba. El escritorio, la ventana, los libros en las estanterías. Todo parecía diferente desde la altura de su cuerpo humano. Cada objeto se veía más grande, más cercano, más real. .
—Esto es increíble—, dijo en voz alta, caminando hacia la ventana. Miró la ciudad desde el segundo piso, disfrutando aquella libertad que había recuperado. La sensación de ser humano era incomparable: podía mover sus músculos con agilidad, podía correr, saltar, y sobre todo podía hablar y reír como siempre lo había hecho en su reino.
Sin embargo, las manecillas del reloj que estaban sobre la mesa de noche comenzaron a hacer eco en su mente. Sabía que su tiempo como humano era limitado. El hechizo solo duraría unas horas, y debía aprovechar ese tiempo mientras pudiera. También sabía que Namjoon volvería pronto de la escuela, y no quería ser descubierto. Si alguien lo veía en su forma humana, las consecuencias podrían ser graves. El hechizo era peligroso, y aunque había funcionado en su intento, SeokJin no estaba seguro de qué sucedería si alguien más lo descubría fuera de su forma original.
Fue así que aprovechó aquellas horas para prepararse algo rico para comer, tomar el baño de espuma que por alguna razón no le proporcionaban, poder prender la televisión en un canal interesante (en otras palabras, caricaturas). Y a pesar de que trató de resistir a la tentación, no resistió más y entró a la florería. Donde comenzó a darle vida a todas esas flores marchitas que lo necesitaban, dejándolas como nuevas…
Luego de unas divertidas y relajantes horas, el sonido de la puerta principal se escuchó a lo lejos, causando que todo su cuerpo se tensara.
¡Namjoon ya estaba de vuelta!
Miró a su alrededor, buscando un lugar donde pudiera esconderse. Con rápidez volvió hacia la habitación de NamJoon. Y aunque no quería admitirlo, el pánico comenzaba a subir por su garganta. Se deslizó rápidamente debajo de la cama, esperando que Namjoon no entrara directamente al cuarto. Desde allí, podía ver la puerta de la habitación del humano, y sus ojos se mantuvieron fijos en ella, esperando a que el humano no lo notara.
Podía escuchar los pasos de Namjoon acercándose por el pasillo. ¡Estaba tan cerca!
Contuvo la respiración. Su corazón latió con fuerza en su pecho al pensar en que la oportunidad de permanecer en aquella casa donde tenía pocas, pero buenas comodidades, estaba a punto de desvanecerse si Namjoon entraba al cuarto y veía a su adorado gatito siendo un humano.
Definitivamente lo enviaría a la hoguera…
Finalmente, la puerta se abrió lentamente. Pudo ver los pies del humano entrar en la habitación. Se quitó la mochila, para después continuar con su zapatos y ropa.
Desde ese ángulo, el humano no parecía estar nada mal… Después de todo el chico no sólo se la pasaba leyendo sino que también realizaba ejercicio todas las noches y a pesar de que nunca había prestado atención en ello, aquel abdomen semi marcado que tenía había capturado su atención por un instante…
—¡Monnie!—exclamó, buscando a su pequeño felino, recorriendo su habitación.—¿Estás aquí?…—inquirió revisando abajo de su escritorio. Sin embargo su pequeño gatito no se encontraba ahí—. ¿Monnie? ¿Dónde estás?—con curiosidad, se incó sobre la alfombra para poder asomarse debajo de la cama.
En ese instante, SeokJin aguantó la respiración mientras el humano estaba por descubrirlo.
De pronto, cuando creyó que NamJoon por fin descubriría su verdadera identidad, fue rodeado por brillitos rosas que le devolvieron su forma felina. Con rápidez salió de debajo de la cama provocando que NamJoon se sobresaltara debido a la sorpresa.
Monnie salió de la habitación, no sin antes darle una mala mirada por estar a punto de descubrirlo.
—¡Humano malo!—le gruñó, para luego irse a hacer cosas gatunas, dejando a un NamJoon perplejo sin saber que había hecho ahora mal…
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