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-quita esa cara, estamos vivos.
Paso la hoja de su libro mirando con burla el rostro aún en shock del azabache.
Habían salido vivos y con cada parte de su cuerpo sin quemarse cuando estuvieron ante el podero Balerion.
Solo recordaba que el dragón le había mostrado sus dientes al rubio mirándolo furioso pero de un momento a otro frunció el ceño mostrando una mirada triste y al final se volvió a recostar alrededor de la tumba siendo rodeado por el fuego, que no se apagó en ningún momento.
Luego de eso miro por última vez al príncipe para después mirarlo a él y cerrar sus ojos volviendo a dormir.
-n-no entiendo Aegon, qué paso allí?, por qué no nos hizo nada?, qué tienes que ver con Balerion?.
El shock no lo dejaba pensar bien.
-son muchas preguntas, se puede decir que al parecer el mana que heredé de un ancestro mío tenía sangre de uno de los antiguos emperadores del imperio Behüter, al ver eso, Balerion me dejó vivir.
Cerró su libro y lo dejó a su lado mientras se paraba.
Lucas guardó silencio mirando al príncipe ante él.
Le estaba diciendo la verdad o le estaba mintiendo?.
-parece que es momento de que aparezcas para salvar a la princesa en apuros.
Una sonrisa amable adornó sus labios dejando confuso al mago, al recordar suspiro y se levantó.
-cuando desees reunirte conmigo ven aquí.
Sin decir nada más desapareció de allí dejando en silencio al azabache.
Maldito príncipe arrogante que siempre lo dejaba con preguntas sin respuestas.
Quién era en verdad ese enano rubio.
-está seguro de ir a ver a la princesa?.
Su nana lo siguió preocupada junto a dos de sus caballeros.
Gran parte de los caballeros imperiales eran parte del séquito del príncipe.
El duque Loebein era capitán del primer escuadrón imperial, el Marqués Linden Romanov era capitán del segundo escuadrón imperial, quienes en su mayoría pertenecían al escuadrón Behüter, mientras que el conde Rustichel era el capitán del tercer escuadrón imperial.
Cuando el escuadrón Behüter se enteró que el príncipe sería parte de su escuadrón decidieron dar su lealtad al joven príncipe.
De la misma manera que parte del segundo y tercer escuadrón eran leales al príncipe gracias a que eran los encargados de cuidar el palacio amatista.
No fue una orden del actual emperador, fue una orden inquebrantable del antiguo emperador Eibom.
Eibom había ordenado que el segundo escuadrón y tercer escuadrón, éste último por herencia pertenecía al segundo príncipe Claude, eran del príncipe Aegon.
Claude no podía romper una orden inquebrantable del antiguo emperador, aunque tampoco le interesaba ya que estuvo sumido en su depresión y creía que el primer escuadrón era más poderoso que los otros dos.
Además, si Aegon moría en algún momento los dos últimos escuadrones pasaban a manos del emperador o el nuevo heredero, si había otra persona que herede el trono.
Se supone que el segundo escuadrón nunca estaba en el imperio ya que al ser en su mayoría del escuadrón Behüter, siempre se iban al continente maldito a luchar contra las bestias oscuras.
Y el tercer escuadrón, liderado por el conde quien le era fiel al imperio, jamás decidiría iniciar una revolución ya que no eran tantos caballeros como el primer escuadrón.
Los últimos dos escuadrones estaban en desventaja con el primer escuadrón, pero ahora que la mayoría de los integrantes de los dos escuadrones eran leales a su actual general.
Si se unían, los que estarían en desventaja sería el primer escuadrón.
Lo que pondría tensa a la sociedad sería el momento en que el príncipe se pusiera serio y decidiera usar verdaderamente su título de general de los dos escuadrones imperiales.
-nana, ve tranquila, acompañala hasta que llegue a donde la espera el conde Rustichel.
Un caballero hizo una reverencia esperando que la rubia empezará a caminar.
La oji rosa suspiro y luego de sonreírle al príncipe hizo una reverencia empezando a irse de allí.
El rubio miró a su nana para luego seguir su camino hasta el palacio garnet seguido del caballero.
Cuando llegaron obviamente no había ningún guardia, vieron de lejos al mago Cammet ser arrastrado por dos guardias.
Parece que ningún mago de la torre pudo hacer algo por la princesa.
-Duque Loebein.
El pelirrojo se exaltó y miro con sorpresa al príncipe.
-su alteza vino a ver a la princesa?.
El rubio simplemente le sonrió con los ojos cerrados mientras el oji gris sonrió alegré.
-puede pasar, la princesa está siendo curada por un mago, estábamos perdiendo las esperanzas pero el mago llegó de la nada y logró tranquilizar el dolor de la princesa.
Contó emocionado y preocupado al recordar el llanto doloroso de la rubia.
-ya veo, puedes regresar al palacio -miro a su caballero que hizo una reverencia y se fue de allí.
Felix abrió la puerta dejando entrar al rubio que miro de reojo al azabache, que estaba sentado al lado de la cama sosteniendo la mano de Athanasia.
-qué haces aquí? -Claude siempre tan amable.
Aegon lo miro con una sonrisa ilegible y miro a su hermana menor.
-parece que estuvo por morir -sus palabras solo hicieron que el emperador lo mirará con sus ojos gélidos.
-es un honor conocerlo príncipe, soy el mago Lucas.
El azabache le sonrió amable haciendo que el rubio menor alzará el borde de sus labios, divertido por la faceta de su maestro.
-dejo en tus manos la salud de la futura emperatriz -cerró sus ojos volviendo a lograr que sus palabras pongan tenso el ambiente.
-"el mocoso solo quiere ver el mundo arder" -Lucas se contuvo para no soltar una risa ante la actitud de su pupilo.
Felix miro nervioso la situación, que la familia imperial esté en una misma habitación era como tener una bomba a punto de explotar con tan solo suspirar.
Claude guardó silencio mirando fijamente a su hijo mayor que miraba a la princesa ser curada.
Aegon miro neutral a la rubia y luego miro al lado de Claude, un ligero destello rosa brillaba allí.
Sus ojos se nublaron y luego sus ojos brillaron por unos segundos al ver que el destello rosa se acercaba a él.
-gloria y bendiciones.
Les dio la espalda dejando sorprendido al pelirrojo, el emperador solo lo miro irse.
-p-príncipe -susurro el caballero sin entender la visita e ida del menor.
Tal vez estaba preocupado por su hermana pero tenía miedo de acercarse a ella por su padre.
Claude apretó sus labios irritado y volvió a mirar a su hija.
'-no sea tonto su majestad, debe de traerlo aquí antes de irse, su alteza es joven, solo lo tiene a usted en este mundo'.
Otra vez esos ojos turmalina que lo miraban sin temor.
La noche había llegado, la oscuridad inundaba su habitación solitaria.
Debería dejar libre a su nana, era hora de que ella hiciera su vida.
En esos días le dio más tiempo libre para que dejará salir sus sentimientos por el conde, el conde era un hombre serio y estricto pero era una buena persona y se notaba que la amaba.
Cerró sus ojos pacífico cuando sintió un pétalo acariciar su mejilla.
Miro al frente y sus ojos se oscurecieron.
-...crees que harás un cambio en mi vida apareciendo ante mí.
Se apoyó en el respaldo de su cama viendo aburrido a la mujer rubia.
La cual se mantuvo en silencio y lo miraba con suavidad.
-...eres igual de molesta que ellos, ahora entiendo por qué son familia.
Suspiro cerrando sus ojos al sentir algo de sueño.
La bailarina simplemente lo siguió mirando hasta que le sonrió con tristeza.
Por qué lo miraba así.
Acaso se sentía culpable o creía que ella pudo haber hecho algo para que no fuera despreciado por su progenitor?.
Por inercia miro la muñeca de la rubia viendo con curiosidad una pulsera sencilla con una pequeña gema turmalina.
Esa pulsera le sonaba conocida.
La ignoró y se recostó tapándose, sin darle importancia a su presencia cerró sus ojos dejándose llevar por el mundo de los sueños.
Por un lado entendía al emperador, una sola vez vio a esa bailarina y pudo saber por sus ojos que era una mujer inquebrantable y única.
Por más sufrimiento que haya pasado seguía brillando como si fuera el sol.
Si él hubiera estado en el lugar de Claude también hubiera dejado todo de lado por una mujer que lo hacía sentir enormemente amado como nunca nadie jamás lo hizo.
La oji turmalina apareció al lado de la cama del príncipe viéndolo dormir.
Su mano acarició las hebras doradas del menor y sonrió con nostalgia.
La última vez que lo vio era tan solo un bebé que estaba aprendiendo a caminar.
Ojalá pudiera haber hecho algo más para hacer que fuera amado por su padre.
Siempre que trataba de acercarse al príncipe, cuando Claude fue a la guerra, los guardias del príncipe le impedían el paso y ella debía de volver al rubi para su propia seguridad y la de su hija.
Era solo una concubina sin poder político que trataba de salvar a dos bebés, los dos herederos del imperio.
Ojalá la luz de su pequeña llegué a ese joven príncipe e ilumine su camino.
Aegon y Athanasia solo eran niños sufridos que necesitaban algo de luz en sus caminos para brillar.
Y tal vez, si estaban juntos ambos podían ser el brillo del otro.
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