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Capítulo 7


El caballo frente a ella era cortesía de su mejor amiga. Cuando Jaqueline se enteró que era el día libre de Celeste, como acostumbraba hacer, ordenó que de los establos se sacará la mejor yegua, la cual se encargaría de llevar a la pelirrosa con su familia; en más de una ocasión, trató de enviarla en un coche, pero ella se negaba, diciendo que prefería el viento rozar en su cara, se sentía libre de ese modo, y respetando la voluntad de Celeste, la castaña no tenía más remedio que aceptarlo con una sonrisa.

Con cuidado y la ayuda de Edward, la protagonista se montó sobre el animal, dispuesta a comenzar su camino a casa. Se moría de ganas por jugar con los traviesos niños, además de que estaba preocupada por la salud de su madre, si bien sabía que sus hermanos habían crecido y ya podían sobrellevar la situación, seguía inquieta. Generalmente tardaba poco menos de media hora en llegar al pueblo, y todo ese tiempo lo pasaba anhelando verlos.

Pronto el castillo se perdió de su vista y solo podía divisar la cornisa de árboles alzándose sobre su cabeza. A su lado se incorporó Zeldris, quien volaba con sus alas expandidas. Ya con él cerca, Celeste se sintió más segura y valiente para apresurar su paso.


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Su paso se detuvo antes de entrar en su ciudad natal. Zeldris le había pedido discreción con el tema de su raza. Estaban en plena guerra de clanes, obviamente un demonio surcando los cielos causaría estragos y alteraría el orden. Era mejor no llamar la atención.

La pelirrosa peinó con cuidado la melena de su caballo y sonrió cuando como respuesta, el animal, acercó nariz a su rostro, buscando más caricias.

Un tercero observó la escena por el rabillo del ojo, embobado con la amabilidad y ternura del momento. Le encantaba observar a Celeste a escondidas, cada movimiento que daba aquella jovencita le parecía un enigma esperando a que lo resolviera. Sus actitudes despreocupadas mostraban la más sentimental de las mujeres, sus alegres carcajadas ocultaban la tristeza que él sabía se escondía más allá de esa fachada, esa gentileza que existía detrás de cada acción que arremetía fue lo que más lo atrajo, lo que hizo que sus ojos se vieran embelesado.

—¿Vamos? —preguntó ella, tomando la rienda del caballo y enrollándola en su mano para poder transportarlo por las calles sin temor a que se escapara.

—Vamos —repitió el varón, colocándose a su lado, listo para comenzar lo que probablemente sería una maratón tranquila.

Pronto se adentraron entre las edificaciones antiguas y las personas. El ambiente era alegre y lleno de vida. A pesar de no ser precisamente un lugar muy rico, todos mantenían el espíritu feliz. Caminaban de lado a otro con alevosía y entusiasmo. Habían pequeños puestos de compra y venta, las casitas no eran despampanantes pero si acogedoras. En el medio de los caminos cruzados de piedra había una gran fuente con aguas claras y limpias, de un diseño sencillo pero lindo.

—Miren quien regresó —comentó una señora acercándose. No podía tener menos de sesenta años pero no más de setenta. Tenía arrugas pero por su personalidad estas ni se notaban, se veía que era una persona jocosa. Vestía con ropas viejas y traía, entre sus manos, una cesta de ropa —. Es Celeste.

—Hola, Marinette —saludó energética, dedicándole la más sincera de las sonrisas —. Vengo a ver a mi familia.

—Y por lo que veo traes un novio esta vez —añadió risueña, dejando pequeños toquesitos en el hombro de la susodicha —. Tu madre se pondrá muy contenta.

La de orbes dorados sintió su cara arder y todos los colores se le subieron al rostro sonrojado. Se encogió y rió forzosamente, tratando de ocultar la vergüenza que le causó aquello.

—No es mi novio, Mari —corrigió al fin, después de unos minutos.

—¡Chicos! —llamó la mujer, a unos niños que pasaban por ahí cantando en voz alta, ignorando por completo las anteriores palabras de quien parecía ser su amiga —¡Vengan aquí, Celeste trajo un novio!

—No es mi no-

Si bien intentó aclarar el malentendido no tuvo la oportunidad, puesto que aquellos revoltosos muchachos corrieron sin pensarlo dos veces en la dirección de la joven pareja, con evidentes sonrisas y millones de preguntas en la pinga de la lengua. Recién llegaba y ya estaba en problemas.

—Cele-chan tiene novio —soltó desvergonzado el primero, jalando una parte de su vestido.

—¿Cele-chan ya escogió a otro? —inquirió el segundo, casi que al borde de las lágrimas, jugando de igual modo con el ropaje de la fémina—. Dijiste que esperarías por mí.

Ella intentó contestar mas volvieron a impedírselo.

—No seas idiota, Fedd —replicó el tercero, con una sonrisa orgullosa y una pose triunfal —. Celeste y yo estamos destinados.

—Parece que eres popular —Zeldris corrió los ojos y sonrió de medio lado, tratando de controlar las risas que le provocaba divisarla casi que al borde de la decesperación.

La muchacha quería decirles a todos que no eran pareja ni mucho menos, pero las cosas se torcieron muy rápido y el pelinegro no parecía tener intenciones de ayudarla a poner las todo en su lugar.

—Entonces Celeste fue cortejada por alguien —Un hombre ajeno, hasta ahora, se acercó con pasos lentos a la escena —. Siempre pensé que su inocencia, torpeza e idiotez la mantendrían alejada del sexo apuesto —soltó con notable sorna.

—Muy gracioso, Richard —respondió sarcástica la protagonista, cruzándose de brazos —. Te voy a invitar a mi boda solo para sacarte la lengua a punto de dar los votos.

—Que amable —Realizó una reverencia, fingiendo cortesía.

—¿Cómo te llamas, niño? —indagó la vieja, mirando a Zeldris. Al parecer no habían olvidado que seguía por ahí —. No seas tímido.

—Ze-Zack —Casi se muerde la lengua tras un obvio fracaso.

—Cuida de nuestra pequeña. Trátala con amor, bajo esa fachada de mujer dura se esconde una adolescente empática y llorona —sinceró, provocando que el jolgorio anterior a esas líneas quedara en el olvido, sumergiendo a todos en un aura de nostalgia.

Ante aquello y viendo cómo Celeste agachaba la mirada con los ojos cristalizados —problemente emocionada y conmovida— él solo pudo asentir. Si la cuidaría bien.

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Palabras del autor:

Afortunadamente el plazo de la apuesta se pospuso hasta el 17 de mayo ;-;

Pasa que acá, su autora pendeja, se puso a ver Sherlock (10000000% recomendada) y no tenía cabeza para más nada que para el puñetero detective.

Capítulo ligero pero que muestra en parte un pesazito se la Celeste ruda y valiente que conocemos.

Si te está gustando la historia vota y comenta para que llegue a más personas ~(˘▽˘~)(~˘▽˘)~

Lea comiendo palomitas ( ̄ω ̄) 🍿

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