Al entrar a la biblioteca —alumbrada meramente por unas cálidas llamas de algunas antorchas—, lo primero que Celeste divisó fue a Zeldris tirado en el suelo. El pelinegro tenía su espalda apoyada en uno de los libreros mientras jugaba con un cuchillo, estaba aburrido, últimamente todo era tan monótono, cada facción de su tiempo se hacía jodidamente difícil.

Estaba tan cansado, casando de esa absurda guerra, de las constantes muertes, de las atrocidades a las que se veía forzado a realizar. Solo quería descansar, pasar un momento, aunque fuese pequeñito, de tranquilidad y paz. Y la verdad no entendía por qué desde hacía más de díez días buscaba a Celeste para ello, cuando aquella mujer no le daba oportunidad ni de parpadear; siempre tan activa, tan vehemente, tan... ella. Por muy insoportable que fuera su voz a veces, cuando estaban juntos, no vacilaba respecto a su pasado o al futuro que le esperaba al dejarla, tan solo era ese presente, a su lado, sin preocupaciones.

—¿Cómo supiste que estaría aquí? —inquirió, notando su presencia.

Celeste dió dos pasos y se hizo la pensativa.

—¿Sexto sentido? ¿Poder oculto? ¿Esta nota que dejaste en mi habitación? —cuestionó sacando el papel de su bolsillo. Le sornió, de una forma jocosa y burlesca pero a la vez hermosa, como solo ella sabía hacer.

La muchacha se colocó frente a él, estiró sus pies, encontrando con la punta de sus dedos el comienzo de los de Zeldris, como si fuera una niña pequeña comenzó a moverlos, buscando molestar al demonio. Volvió a guardar su nota y se encogió de hombros.

El de orbes opacos miraba con cuidado como Celeste jugaba con sus pies, otra vez preguntándose por qué ella. ¿Por qué de todas las mujeres hermosas que podría tener escogía ese rostro despreocupado? ¿Por qué de todas las cosas que podría estar haciendo prefería dejar que una simple humana le tomara el pelo? ¿Por qué en vez de cerrar sus ojos prefería tenerlos abiertos para examinar cada maldito gesto de la joven? No tenía lógica ni sentido alguno. Jaqueline era todo lo opuesto, tranquila, educada, respetuosa, y aún así, percibía con aquella pelirrosa cosas tan intensas como por su antiguo amor.

Los sentimientos eran un misterio incapaz de resolverse para él, no los comprendía, pero comenzaba a pensar que le agradaban.

—Mañana es mi día libre —comentó de la nada la jovencita, el silencio la estaba matando lentamente y sabía que Zeldris no haría nada para terminarlo.

Sus doradas perlas brillaron de una forma desconocida para el varón, lo que lo obligó a inclinarse casi instintivamente hacia delanate, esperando encontrar la razón de que casi rompiera a llorar ahí mismo, mas Celeste era muy fuerte y rápidamente camuflajeó su tristeza con una gran y bella sonrisa.

—Voy a ver a mi madre —alzó su vista, deteniendo su curioso juego con los pies de su receptor —, y a mis hermanos. Hace dos semanas que no sé nada de ellos.

—¿Qué pasa con ellos? —indagó, a sabiendas que su familia probablemente sería la razón del dolor que casi la dejó sin palabras.

—Yo... —suspiró, encontrando la fuerza para contarle —. Mi madre está gravemente enferma desde hace dos años, mis hermanos solo tenían diez y siete años, necesitaban a alguien que los mantuviera, como la mayor me tocó encarar la situación con la madurez requerida... —hizo una fuerza, las letras se le enredaban en la garganta y le costaba decirlas —, tuve que buscar trabajo por tierra y mar, tenía cuatro bocas que mantener. Afortunadamente me recibieron en tres lugares distintos, con diferentes horarios, así que a penas pude mantener a flote la casa. Mi madre no estaba de acuerdo, solo dormía tres horas y mis días libres los pasaba en la cama. Tenía que hacerme cargo de todo, lamentablemente nadie nos podía ayudar, todos tenían su propia vida. Desde hace un año trabajo en este castillo, lejos de los míos, condenada a solo verlos una vez al mes, pero el dinero me alcanza para enviarles y que tengan una buena vida, me conformo con eso.

¿Qué estaba haciendo? Aquello no lo sabía ni Jaqueline, no había encontrado el momento indicado para decirle, era estúpido que con Zeldris todos los momentos parecieran "el indicado."

Él solo podía divisarla, casi que ahogándose en su propio saliva, siendo lo suficiente valiente para confiar en alguien que conocía hacía tan poco. Lo apagada, lo realmente lamentada que se veía lo hicieron sentir algo extraño en su pecho, como una leve opresión.

—¿Sabes? Lo peor es que en la comodidad de mi cuarto solo podía pensar en todas esas chicas de mi edad que hacían mil cosas que yo no podía. Ellas tenían una pareja, se enamoraban, lloraban abrazadas a sus madres, podían leer, tenían tiempo para estudiar o practicar algún deporte; entonces me maldecí en miles de ocasiones, porque todas esas cosas a mi se me fueron negadas, me ví obligada a abandonarlo todo, tuve que hacer el papel de adulta y lo peor es que tenía que realizarlo con una sonrisa para no preocuparlos, tenía que fingir que estaba bien cuando en el fondo me moría de ganas por poder ser una chica normal —confesó, con una risa forzada, mirando sus manos entrelazadas.

—¿Tu padre? —Sabiendo que probablemente la respuesta no sería agradable, él se atrevió a preguntar, porque necesitaba asegurarse.

—¿Esa escoria? Nos abandonó cuando se enteró que mi madre estaba embarazada del tercer hermanito, un día simplemente ya no estaba —agonizó, pero mostrándose fuerte.

Si había alguien por ahí capaz de detener a Zeldris que lo hiciera porque estaba a punto de hacer una locura, una demasiado idiota. Aunque él quiso ponerse un freno, aunque quiso hacerse ver qué se estaba involucrando demasiado con aquella humana, aunque de verdad deseó implantar una distancia,   sus neuronas se apagaron, toda la indiferencia que fingía tener con ella, toda la maldad en sus corazones, todo desapareció al escuchar aquella historia, y sin poder evitarlo cuestionó:

—¿Quieres que te acompañe?

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Palabras del autor:

Zeldris comienza a caer en el hechizo de Celeste :0

¿Que les deparará el futuro?

Perdón por no actualizar ayer, me tomé el día de descanso, pero regrese beibis.

➮Historia dedicada a: AdriGaSatrix y 000sky-blue000

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