Capítulo 12
Celeste suspiró cansada, se encontraba arrecostada a su ventana mirando el cielo azul cargado de estrellas. No podía creer que ya haya terminado su tiempo, amaba el castillo y a Jaqueline, pero añoraba a su familia más que nada. No quería regresar, pero sabía que debía hacerlo.
Zeldris se adentró en la habitación justo cuando Joaquín se lo había permitido. Al parecer habían congeneado de forma abismal, y aunque el demonio fuera un cascarrabias, con el niño se mostró más flexible, acompañándolo en todos sus juegos, tal vez porque para la pelirrosa era importante. Habían pasado toda la tarde afuera, el pelinegro trató de darle unos tips para usar la espada, y aquel niño que hasta el momento se había mostrado tan distante, dió a conocer su lado hiperactivo y tierno.
Entrar en ese segundo fue crucial para ver cómo una paloma mensajera se posaba en la mano extendida de Celeste, quien miraba impresionada al animal. Debía ser Jaqueline, generalmente le escribía bastante cuando estaba lejos, esa castaña tenía dependencia con ella, eso la halagaba.
—¿Qué dice? —cuestionó Zeldris, caminando para colocarse detrás de ella e intentar ver que ponía en la nota.
Ella no sabía que él estaba ahí, así que dio un respingo de sorpresa al sentir su respiración cerca de sí. Se sonrojó —como si fuera un tómate— y nerviosa intentó ocultar el telegrama que le había enviado su mejor amiga.
—Que me da una semana de vacaciones —respondió girándose. Tomó sus manos cerca de su espalda fingiendo inocencia, cuando en realidad solo quería mantener en secreto lo que ponía en aquella hoja—. Jaqueline dice que no me necesita por ahora.
—Eso es bueno, ¿no? —Alzó una ceja, doblando un poco su cabeza, como buscando lo que aquella joven ocultaba.
—Si, es muy bueno, puedo estar más con mi familia y ayudar en la casa —alegó rápido—. ¿Cómo te fue con mi hermano?
Consciente de que aquello era un vago pero no sutil intento por cambiar de tema, Zeldris se colocó firme y relajó su rostro.
—Bien, es un buen chico, de hecho, tiene parte de tu personalidad. No sé por qué se comporta así contigo —sinceró, mostrándose interesado. Desde que habían llegado tenía esa duda, era lo que más le había llamado la atención.
Celeste volvió a suspirar —era la segunda vez de esa noche—, sornió triste y se sentó en su cama. Estuvo unos segundos en silencio, y luego, dando pequeñas palmaditas en el colchón, le sugirió tomar lugar a su lado.
El de orbes esmeraldas obedeció sin objeciones y se colocó a su derecha. Que curioso, aunque era una casita pequeña y un cuarto bastante simple, la calidez de aquel lugar lo azotaba con fuerza, estaba agradecido de haber decidido asistir junto a Celeste.
—A pesar de ser el más pequeño de todos en mi hogar, Joaquín, mi hermanito, es el más inteligente y tiene una intuición magnífica —comenzó con voz apagada. Inconscientemente estaba jugando con el papel, pasándolo por entre sus dedos, abriéndolo y cerrándolo. Tenía la mirada gacha y parecía un poco quebrada—. Creo que él sabe todos los sacrificios que hago por esta familia, creo que sabe que en realidad no he tenido nunca nada de lo que quiero, que mi sonrisa es una tapadera para las lágrimas que me trago, que finjo ser energética cuando solo quiero dormir, que la enfermedad de mi madre no me deja pegar ojo. Joaquín ve todo eso, sin necesidad de que alguien se lo diga. Puede que parezca distante y cortante, pero en realidad es el más empático de todos.
Sus dorados ojos se cristalizaron y una traviesa lágrima surcó su mejilla. Ella lo amaba con todas sus fuerzas, recordaba cada instante a su lado, como cuando pequeño lo cargaba y bañaba, cuando tenía unos años más ella fingía ser una princesa para que el la salvará de un terrible dragón. Tenía demasiadas memorias preciadas a su lado y le dolía la actitud de Joaquín para con ella.
El dedo anular de Zeldris se llevó consigo aquella lágrima en un inseperado gesto comprensivo. No apartó su mano de esa fina piel que cubría su cara, en cambio, la obligó a mirarlo a él, solo a él.
—¿Y? —Con aquella corta pregunta, exigía saber más.
—Y nada, eso es todo. Él no quiere que me sacrifique por todos, tal vez por eso se comporta de ese modo, en su cabecita esa es la manera correcta para hacerme sentir culpable y obligarme a regresar a casa —confesó, perdida en el hermoso verde esperanza de los orbes de Zeldris. ¿Siempre habían sido así de profundos e intensos?—. Desde que él nació lo he cuidado con todo mi empeño, él cree que tiene una deuda conmigo, no sabe que lo hice por puro amor.
El menor de los hijos del Rey Demonio pareció comprender, también tenía un hermano, también lo admiró como a nadie y también sufrió un alejamiento por su parte. Sabía de lo turbia que a veces podía la relación de dos hermanos, pero también sabía que era lo único que tenía, cuando no haya nadie a tu lado, cuando hayas perdido todo, quien estará contigo es tu hermano. No haber sido hijo único fue lo único bueno que le dió su padre, era lo único que le agradecía, porque a pesar de pelear con Meliodas y tratarlo de traidor, sabía que podía contar con él para cualquier estupidez o locura que se le ocurriera.
—Tienes todo esta semana para hablarlo con él. Por primera vez en mucho tiempo, tienes de verdad el tiempo que necesitas, úsalo bien para poder recuperar tu relación con tu hermano —sugirió, aligerando su semblante. Frente a ella no le molestaba ser sincero y sonreír, no sabía por qué, pero un gesto como ese, que jamás le mostraría a alguien, con Celeste se volvía difícil no hacerlo.
—Eso debería decir yo de Meliodas —rebatió, golpeando uno de los hombros del pelinegro con su puño—. También deberías arreglar las cosas con él. El rencor no es bueno y ninguno tuvo la culpa de enamorarse.
—¡Celeste! —exclamó Rocío, entrando como loca, interrumpiendo sin compasión aquella escena. Tenía la cara empapada en lágrimas y una expresión adolorida—. Mamá está agonizando.
Esas palabras lograron destruir la felicidad que le había proporcionado su charla con Zeldris. En ese segundo, el mundo de Celeste se desmoronó.
.
.
.
Palabras del autor:
De este capítulo no te ho mucho que decir. Esperemos que más cosas vacuna bien con la madre de Celeste y que todo se resuelva.
Joaquín me da mucha ternura porque es una pequeña criaturita que solo quiere a su hermana de vuelta.
Y bueno, hacía bastante que no actualizaba, perdón por eso ;-;
Si te está gustando la historia vota y comenta para que llegue a más personas ~(˘▽˘~)(~˘▽˘)~
Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿
~Sora.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro