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Capitulo 23

El despacho de Regulus Black en la mansión Black seguía igual de pulcro únicamente porque Kreacher, el fiel elfo domestico del mencionado, se encargaba con firmeza de que todo estuviera perfecto, puesto que si fuera por su dueño, no sería más que un bar desaliñado. 

Dos largas y tortuosas semanas habían pasado desde la separación entre el heredero de la Casa Black, Regulus Black y la princesa de los Potter, Rose Potter, y aunque el mundo notaba que había cierta distancia en la relación, los únicos que estaban oficialmente enterados de su rompimiento eran sus amigos más cercanos y en realidad ellos tampoco sabían por completo la verdad.

Lo unico que Regulus les había contado era el hecho de que Rose se acercó a el en un inicio por mero interés para poder vengarse de su hermano y los amigos de este, dejando de lado el hecho de que la mente maestra detrás del plan era Jane Yaxley, quien si no fuera porque era la novia de su mejor amigo, ya la hubiera hundido en la miseria. 

Regulus no era idiota, sabia que Severus estaba perdidamente enamorado de Jane y el no estaba seguro de como proceder ante el hecho de que ella también se había acercado por interés a su mejor amigo. Sabía lo mucho que eso afectaría a Severus, quien aún cargaba con las cicatrices de su amor no correspondido por Lily Potter. 

Tampoco sabía si Jane estaba enamorada de Severus, en una posición como la de Rose y él, pero en realidad tampoco le importaba mucho. Podría sonar egoísta, pero lo único que le importaba era lo sucedido con Rose.

Como en toda relación despues de un rompimiento, siempre los amigos escogen bandos y era muy claro que todos estaban con Regulus y solo Jane con Rose. A decir verdad, las hermanas Black y el mismo Lucius Malfoy intentaron acercarse a Rose para consolarla, pero esta no había querido ver a nadie que estuviera relacionado con Regulus. Ella no podía verlos a la cara sabiendo sus errores.

Esa tarde, en el despacho de Regulus, Rodolphus Lestrange servía unos caballitos de tequila a sus amigos presentes. Lucius y Severus estaban sentados el uno junto al otro observando como en el asiento principal Regulus bebía despechado su trago y extendía el brazo a Rodolphus para que se lo rellenara. Era la primera vez que se reunían todos juntos desde lo sucedido en su cumpleaños.

Regulus miró de reojo a Severus, las ansías de decirle toda la verdad eran grandes pero tenía que esperar. Si llegase a actuar de manera impulsiva podría dañar para siempre a su amigo.

Maldita seas, Jane Yaxley.—pensó Regulus con coraje tomándose el trago de golpe.

—Bueno, es suficiente.—hablo Lucius cruzándose de brazos.— ¿Seguirás aquí lamentándote por lo sucedido o irás a buscar a tu chica?—cuestionó enarcando una ceja.

—Le dije a Rose que me olvidara, no quiero volver a verla.—respondió Regulus con desdén.

—Oh, vamos Reg.—dijo Rodolphus con una mueca.

—Deja de ser tan imbécil.—dijo Lucius con el ceño fruncido. —Todos los Slytherin somos vengativos y todos nosotros hemos hecho más de una vez lo mismo que Rose con alguna chica e incluso cosas peores, si es que recordamos lo que tenemos en el antebrazo. 

»No importa el motivo por el cual se acerco a ti, lo único que importa es el hecho de que ella te ama y tu a ella, ¿En realidad quieres pasar la vida lamentando lo sucedido solo por no poder perdonarle un error? 

»No te engaño con otro o intento quitarte dinero, simplemente comenzó a salir contigo porque sabía que eso reventaría de furia a Potter y a los estúpidos de sus amigos. En realidad, si somos coherentes, su plan hasta debería agradarnos a todos.

—Lucius tiene razón.—intervino Rodolphus.

—Es cierto.—asintió Severus.— se que estas muy dolido, Reg, pero Rose es la chica que amas. No vas a perderla por un error que pueden superar.

—Pues yo no estoy tan seguro de poder perdonarla.—replicó Regulus rompiendo el vaso en su mano. Durante un segundo todos guardaron silencio y el suspiro— Todos somos remplazables. Viví antes toda mi vida sin ella, puedo seguir haciéndolo. 

—Black tenías que ser.— murmuraron exasperados sus tres amigos.

(...)

Eran pocas las veces que Rose iba al Ministerio de Magia, pues nunca tenía muchos motivos por el cual acercarse ahí, sin embargo, ese día el director del Hospital San Mungo estaba muy enfermo, por lo que le había pedido de favor si podía entregar unos reportes al Ministro de Magia.

Su visita con Cornelius Fudge, el actual ministro de magia, no fue precisamente larga o memorable. El hombre era bastante engreído y con una falsa bondad que hacía que Rose quisiera lanzarle un crucio directo a la entrepierna. Para parecer un hombre amable, podía ser muy mano larga.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Rose al recordar como intento besar su mejilla y abrazarla cuando ingresó a su despacho para entregarle los documentos. Para su suerte, el ministro no sabía que ya no era la novia de Regulus Black, por lo que se abstuvo de actuar aún peor con ella, temeroso de las represalias que podría tener en su contra.

Sus pensamientos fueron interrumpidos un pequeño cuerpo choco contra sus piernas. Confundida, bajo la mirada y se encontró con un pequeño niño de cabellos negros alborotados, ojos verdes y anteojos redondos. Ambos se miraron en silencio hasta que el niño sonrió con ternura.

—¡Tía Jamie!—exclamó el niño emocionado.

—¿Cómo es que sabes mi nombre, niño?—cuestionó Rose enarcando una ceja confundida.

—No soy un niño y mi nombre es Harry, Harry Potter.—respondió Harry con una sonrisa, sin inmutarse ante el tono frío de la mujer.— Mi papá me ha contado mucho sobre ti y me ha mostrado fotos tuyas, por eso se quien eres.

—Hmm...¿Fotos?—repitió curiosa, sin saber muy bien de donde James había conseguido fotos de ella actualmente, aunque considero que podría haberlas sacado de las portadas de revistas.— ¿Qué estas haciendo aquí solo?—cuestionó de pronto— ¿Dónde estan tus padres?, el ministerio no es un área de juegos.

—Tuve que venir a un juicio.— dijo Harry jugando con sus manos.

—¿Juicio?—repitió Rose con cierta brusquedad y el niño se estremeció. Ella suspiro.— Relájate, Rose. El niño no tiene la culpa de nada de lo que te ha pasado y es tu sobrino.—se regaño mentalmente.

Se agacho hasta quedar a la altura de Harry y le sonrió con amabilidad, acariciando sus revoltosos cabellos y causando que este le sonriera con ternura.

—¿Por qué viniste a un juicio, Harry?—pregunto Rose suavemente.

—Bueno...—se removió incomodo.— lo que pasa es que tuve que venir para decir que quería quedarme con papá y no con mamá. 

—¿Por qué tendrías que hacer eso?—pregunto Rose confundida.

—Mamá estuvo unos días actuando muy rara y...a veces era mala con nosotros. Mi padrino me explicó que mamá hizo algunas cosas malas y que no era mi culpa lo que le pasaba, así que hoy tenía que decir con quien quería quedarme y yo decidí que con mi papá. Estaba con el tío Rem y con mi padrino cuando salí del lugar pero los perdí.—explicó Harry.

Rose miró al niño sorprendida. Era claro que su hermano se estaba divorciando de Lily Evans, sin embargo, las verdaderas preguntas aquí eran ¿Por qué se divorcian? y ¿Cuál fue el mal que hizo Lily?

Antes de poder decirle nada a Harry, todo el lugar comenzó a temblar furiosamente. Rose cayó al suelo de la impresión junto a Harry y todos los presentes comenzaron a correr asustados. 

Terremoto, terremoto.—pensó Rose asustada. 

—¡Tía Jamie!—lloró Harry asustado.

—¡Harry! ¡Ven aquí, cariño!—llamó Rose.

Tomando al lloroso menor en brazos, Rose se levanto del suelo y trato de abrirse paso entre la avalancha de personas que intentaban salir del ministerio. De pronto, unas personas la empujaron, causando que cayera dentro de uno de los elevadores, el cual se cerro inmediatamente. 

—Maldita sea.—murmuró Rose asustada.

—¡Tía Jamie! ¡Tengo miedo!—lloró Harry apretándose contra su pecho.

—¡Tranquilo, Harry! ¡Yo te protegeré! ¡Todo estará bien!—exclamó Rose.

En ese momento, muchos artefactos del techo de los pasillos del ministerio empezaron a derrumbarse. Rose miro hacía arriba, contemplando asustada como el techo de aquel elevador mágico parecía estar recibiendo mucho peso encima de el, probablemente por los derrumbes. Jadeó asustada al ver como el techo se cuarteaba. 

Busco su varita a tientas y maldijo internamente al notar que debió habérsele caído durante la avalancha. Otro crujido la alerto de que el techo no aguantaría mucho.

—¡Pase lo que pase no abras los ojos y no intentes liberarte de mis brazos, Harry!—grito Rose aventando al niño al suelo y colocándose encima de él, protegiéndolo con su cuerpo.

Y justo en ese momento, todo en el ministerio se derrumbo.






















¡Hola mis hermosos lectores! ¿Cómo estan? ¿Qué les esta pareciendo la novela?

Los invito a guardar en su biblioteca mi nueva historia titulada "Aneu" que es con Gellert Grindelwald. 

¡Los amo!





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