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Capitulo 20

El cumpleaños número veinticuatro de Regulus Black estaba en puerta y si había alguien más emocionado que el mismo cumpleañero y su pareja, esos eran los dueños de las tiendas más costosas de toda Inglaterra, pues era bien conocido que absolutamente toda aquella persona con alto estatus que conociera a Regulus Black, debía darle un gran y costoso regalo para quedar bien con él.

Gracias a esto, las mejores tiendas estaban teniendo una gran cantidad de pedidos, lo que para desgracia de Rose significaba que ella tendría muchos problemas para conseguir un buen regalo que nadie más hubiera comprado ya para su querido Regulus.

Ante aquel incierto escenario, Rose tomó una decisión un tanto alocada: comprar el regalo de Regulus en el mundo muggle. La sola idea en sí no era mala y tenía muchos puntos a favor, sin embargo, Regulus pertenecía a la noble y ancestral casa de los Black, lo que en sí significaba que era un purista de sangre en todo su esplendor, por lo que tendría que ser muy cuidadosa a la hora de elegir su obsequio.

Decidida a conseguirlo, Rose se apareció muy temprano en un callejón abandonado de Londres Muggle para comenzar a recorrer las calles de la plaza principal en busca de un buen obsequio para su amado.

Por otra parte, en la mansión Black, Regulus se encontraba junto a Severus revisando la lista de invitados de la fiesta que se llevaría a cabo por su cumpleaños. Se suponía que el evento era una sorpresa para él, pero Severus, como su mejor amigo, sabía lo especial que era Regulus en esos temas, por lo que le había contado la verdad y juntos crearon la lista de invitados.

—Doscientos cincuenta invitados esta bien, un número escaso pero bastante correcto para tener un evento agradable y privado.—dijo Regulus dejando la lista  aun lado.

—Sí, supongo que esta bien, pero ¿porqué eliminaste a los Parkinson?—pregunto Severus confundido.

—Me genera conflicto sus rostros de bulldogs.—respondió Regulus con simpleza y Severus sonrió de lado.

—No me sorprende tu respuesta, ahora tengo otra pregunta, ¿Porqué quisiste venir a la mansión? Podríamos haber hecho la lista de invitados en tu apartamento o en el mío.—cuestionó Severus con curiosidad.

—¿Sabías que los Black nunca hemos confiado del todo en los duendes?—replicó Regulus sin responder.

—No lo sabía, ¿a qué viene la pregunta?—pregunto Severus enarcando una ceja.

—Debido a eso,—continuó Regulus— uno de mis muchos antepasados creo un lugar ultra secreto que solo un Black puede conocer.—caminó por uno de los pasillos y jaló una de las antorchas, abriendo una puerta secreta.— pero como eres el hermano que nunca tuve, eres la excepción a la regla. Ven, anda.

Siguiendo a su amigo, Severus ingresó por la puerta que se cerró tras ellos y comenzaron a descender por una larga escalera oscura y lúgubre en forma de caracol. Era difícil confirmarlo, pero Severus estaba seguro de que tardaron al menos veinte minutos en llegar hasta el final de las escaleras, topándose con unas grandes rejas de barrotes. 

El heredero de los Black cortó la palma de su mano con tranquilidad y con la sangre brotando de la herida, la colocó sobre uno de los barrotes, consiguiendo que la reja brillara y se abriera de par en par. Ambos hombres dieron unos pasos al frente y Severus quedó estupefacto ante la escena frente a él. En ese lugar había cientos de miles de objetos valiosos, desde las joyas más preciosas y hermosas hasta reliquias familiares.

—Sabía que tu familia era la más rica del mundo mágico, por mínimo duplican la fortuna de todas las demás familias y aún así los superan por mucho, pero esto es demasiado.—dijo Severus impresionado.—¿Qué es lo que sacarás de aquí?

—Esto.—respondió Regulus mostrándole una pequeña caja de terciopelo. En cuanto Severus vio el contenido, sonrió.

—Así que al fin te propondrás a Rosie.

—No puedo pasar un segundo más sin ella.—afirmó Regulus con cariño.—este anillo pertenecio a la primera Black, quiero pedírselo con este ya que al igual que ella con su esposo, nosotros iniciaremos un nuevo estilo de vida Black. Definitivamente nuestros hijos no crecerán como lo hice yo, no pretendo seguir con esas estúpidas doctrinas Black.

—Me parece muy bien y estoy feliz por ti. Enhorabuena.—felicitó Severus sonriente.

—Dímelo cuando me acepte.—se burló Regulus.

—Es imposible que Rosie te diga que no, pero volviendo al tema del anillo, ¿no sientes algo extraño en él?—cuestionó con ojo critico.

—Sí, el anillo tiene una fuerte magia antigua que permite que el portador siempre sea sincero con su pareja. Va acompañado del reloj, que es el que usare yo. Se usaban así antes para que no hubiera muchos conflictos respecto a amantes.—explicó Regulus y sonrió alzando el anillo.—En cuanto ambos usemos esto, estaremos finalmente juntos y no habrá ningún obstáculo entre nosotros. Podremos ser felices con todo y nuestro pasado.

(...)

—No puedo creer que pudiera encontrar algo tan bueno en esta tienda.—mrumuró Rose contenta.

Despues de horas de interminable búsqueda, Rose había encontrado en una tienda de antigüedades muggle un muy antiguo pero valioso relicario perdido que había pertenecido al famoso mago Merlín. La fuerza de la magia se sentía en el objeto, por lo que fue fácil verificar que era el autentico.

Descendió hasta la planta baja del local y justo cuando se disponía a cruzar el largo pasillo para salir, una mano la tomó del codo causando que ella girara el rostro de inmediato, encontrándose cara a cara con Sirius Black.

—Suéltame, ahora mismo.—pidió Rose con frialdad.

—No hasta que hablemos.—dijo Sirius.

—¿Acaso estas siguiéndome?—cuestionó Rose con desprecio.

—No soy un acosador, Jamie. Es simple coincidencia que nos encontráramos aquí.— le aseguró Sirius.— por favor, arreglemos las cosas y hablemos.

—¿Y de que tendríamos que hablar? No hay nada de que...

—¡Por supuesto que sí!—la interrumpió Sirius con seriedad.— Tenemos que arreglar lo que paso, tienes que hablar conmigo o con tu hermano, quizá con Lunático si te sientes más segura con él, ¿acaso no nos quieres?

—Te quiero de muchisimas formas, —dijo Rose con falsa dulzura y el sonrió emocionado— muerto o fuera de mi vista, por ejemplo.

La sonrisa desapareció del rostro de Sirius y Rose se suelta de su agarre, caminando hacia la salida, dejándolo furioso detrás.

—¡Tu me preferías a mi!

—Supérame, Black.

Salió del negocio furiosa y mientras sujetaba con fuerza su bolso, dispuesta a golpear con el a Sirius si es que se le volvía a acercar, caminó hacia la esquina dispuesta a tomar un taxi, cuando de pronto se detuvo abruptamente mirando al otro lado de la acera con los ojos abierto.

—¿Qué mierda...?—susurro incredula.

Ahí, en la acera contraria, conversando animadamente con sonrisas en sus rostros estaban Remus Lupin y Jane Yaxley. 

La fuerza de su mirada hizo que Jane girara el rostro confundida y se topara con los ojos fríos de Rose, quien le hizo una seña de que debían hablar. Sin esperar respuesta, Rose paro un taxi e ingreso a este. 

En cuanto llegó a su apartamento dejó el regalo sobre la mesa y se dejó caer en una de las sillas del comedor, casi al mismo tiempo la puerta del apartamento se abrió abruptamente, ingresando por esta una confundida Jane.

—¿Qué pasa? Me hiciste una seña muy extraña en lugar de hablarme, estábamos en la calle.—dijo Jane confundida.

—¿Qué me pasa? ¿Es una broma, Jane?—cuestionó Rose con frialdad y Jane dio un paso atrás, confundida.— ¿Qué hacías hablando tan tranquila y campante con Remus Lupin?

—¿Remus Lupin?— repitió Jane enarcando una ceja— ¿De que estas hablando?—pregunto y esta vez fue Rose quien se sorprendió.

—El hombre con quien hablabas en la calle era Remus Lupin. —informó, Jane empalideció y se dejó caer en la silla junto a Rose— ¿no lo sabías?

—No...nunca lo había visto en persona...él...creí que era un muggle...me dijo que se llamaba John...—balbuceó en trance.

—¿Cómo fue que te encontraste con él?—pregunto Rose y Jane recordó.

Jane se encontraba en una tienda de aromaterapia comprando algunas velas para el apartamento de Severus, cuando al salir del local choco sin querer con un hombre y casi cae al suelo si no fuera porque este la sostuvo.

—¿Estas bien?—cuestionó el hombre. 

En cuanto los ojos de ambos se encontraron, el hombre no pudo evitar mirarla embelesado. Jamás había visto una mujer más hermosa que ella. Jane se soltó de su agarre con delicadeza y le sonrió ligeramente, notando sus sentimientos.

—Gracias, estoy bien. Si me disculpas...

—Espera.—la tomó de la mano.— ¿Cómo te llamas?

—Ah...soy Jane Yaxley—se presentó amablemente.—¿y tú? ¿Estas bien?—pregunto preocupada al ver como el chico había empalidecido.

—Eh...sí...disculpa.—carraspeó y sonrió.—soy John. Disculpa que lo diga pero, eres muy bonita.

—Muchas gracias.—sonrió. 

—Despues sentí tu mirada y...me despedí rapidamente. Me dijo que quizá luego nos veríamos.—explicó Jane.

—Maldito imbécil. No sabe si tu estas enterada de lo que le hacían a tu hermano.—masculló Rose molesta.

—Nadie excepto mi familia y tú saben que se trato de suicidio.—murmuró Jane levantándose.

—Lo sé, pero si le gustaste probablemente quiera quedar bien contigo.—dijo Rose.

—Le guste.—repitió Jane y sonrió.— Le guste a Remus Lupin.

—¿Por qué sonríes así?—pregunto Rose y Jane la miro con un brillo en los ojos.—Oh, no...Jane, es una locura. 

—No se de que hablas.—fingió inocencia.

—Sabes perfectamente de lo que hablo.—replicó Rose con seriedad.— Te recuerdo que estas con Severus y...

—No voy a engañar a Severus, relájate.—la interrumpió Jane.— tu ya no estas metida en mi plan, Rose. Prometo que todo estará bien, nos vengare a ambas. Confía en mí.

Pero pese a las palabras de su mejor amiga, Rose estaba segura de que algo muy malo estaba por pasar.























Hola a todos! Disculpen la inactividad pero he estado muy ocupada con la universidad. Los amo! Espero hayan disfrutado del capitulo.




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