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Capitulo 15

Durante muchos años lo unico que el había visto era oscuridad, una oscuridad tan densa y abrumadora que lo hacía sentirse solo e indefenso, pero que con el tiempo lo convirtió en el hombre fuerte y frío que era actualmente, sin embargo, aquella mañana despertó viendo negro, pero el negro azabache de un alborotado cabello negro.

Se recargo en su codo para alzarse un poco y observar a Rose. No pudo evitar sonreír con cierta diversión. La siempre perfecta, lacia y arreglada Rose Potter dormía tranquilamente con un ahora alborotado cabello azabache. Soltó una pequeña risa.

Parece que comparte con su hermano no solo el apellido, sino también el cabello alborotado.—pensó Regulus con diversión.— el efecto de la poción alisadora debe haber pasado.

Volvió a acostarse junto a la chica y haciendo a un lado su cabello, besó con ternura su hombro desnudo, haciendo un camino de besos hasta su frente, donde repartió muchos besos hasta que Rose hizo un sonido de fastidio, que lo hizo reír.

—Mmmmm— Rose se removió en la cama y abrió los ojos lentamente.

—Buenos días, princesa.—saludó Regulus acariciando el cabello de la joven.

—Buenos días...—murmuró Rose acomodándose nuevamente en la cama. De pronto, abrió grande los ojos y se incorporo de golpe en la cama.— ¡Reg...! ¡Ay!—se quejó, sujetándose el vientre.

—¿Estas bien?—pregunto Regulus preocupado.

—Sí, solo...adolorida.—respondió ella en voz baja.

Un sentimiento de culpa embargo a Regulus, quien tomó el rostro de Rose entre sus manos y la miro con lastima.

—Lo lamento.—dijo notablemente arrepentido.— Yo te hice sentir precionada anoche y por eso tuviste que...

—No hice nada que no quisiera yo antes.—le interrumpió Rose con firmeza. —Todo esta bien.—le sonrió.

La sonrisa que adornó el rostro de Regulus, hizo sentir a Rose realmente feliz. Durante unos largos minutos, ambos se dedicaron únicamente a besarse y abrazarse, terminando en una nueva sesión de sexo.

—Aunque me encanta estar así contigo y no quisiera moverme nunca de aquí, —hablo Regulus contra el cuello de Rose— tenemos que cambiarnos. Hay que ir a un lugar.

—¿A donde?—pregunto Rose confundida.

—Ya lo verás.—besó su frente.

—Tengo que ir a mi apartamento, no tengo ropa aquí.—dijo Rose tratando de aplacar su cabello.

—Deja tu cabello.—le sonrió— en cuanto a lo de tu ropa, le pedí anoche a Kreacher que le pidiera a tu elfina un conjunto, te lo dejaron ahí.—señaló una bolsa en el tocador.—Ahora, vamos a darnos una ducha. 

Kreacher era el elfo domestico de Regulus y pese a lo que la gente pudiera pensar, Regulus adoraba a su elfo, por lo que ambos, Regulus y Rose, compartían el cariño por sus elfos ya que Rose adoraba a su elfina Silly.

Se dieron una ducha juntos y cada uno se arreglo por su cuenta. Una vez vestidos, un sentimiento cálido invadió el corazón de Regulus cuando Rose le ayudo a hacer el nudo de la corbata. El movimiento podría ser tomado por simple, pero para el era algo bastante intimo.

Sin hacer ninguna pregunta, Rose tomó la mano de Regulus y este los hizo aparecer en una plaza vacía pero bien arreglada. Un camino conectaba la plaza con un cementerio y Rose soltó de la mano de Regulus, mirándolo palida.

—¿Por qué me has traído aquí?—cuestionó Rose— No me gusta estar aquí.—añadió con la voz quebrada.

—Vamos.—susurró Regulus.

Empezaron a avanzar hacia el cementerio. Rose reconocía perfectamente el lugar en el que estaban, despues de todo, había vivido ahí hasta los quince años, cuando se mudo con Jane. Estaban en Godric's Hollow, la antigua villa donde estaba ubicada la casa de sus padres y donde ellos también estaban enterrados. 

Llegaron hasta quedar frente a la lapida de los padres de Rose, la cual lucía limpia pero abandonada, aunque no era una sorpresa, pues Rose había dejado de visitarlos despues de cumplir los catorce años, cuando entro en una depresión severa por la ausencia de su familia y decidió alejarse de todo lo que le recordara que era una Potter.

Regulus se agacho frente a la lapida, sacó su varita e hizo aparecer una corona de rosas en la lapida. Rose suspiró con tristeza y acarició la lapida con suavidad.

—¿Qué estamos haciendo aquí, Reggie?—pregunto Rose nuevamente, con expresión melancólica.

—Vengo a presentarme con tus padres.—respondió Regulus mirando a la lapida y ella lo miro sorprendida.— Mi nombre es Regulus Arcturus Black, señores Potter, y soy el novio de su hija. Lamento haber tardado en venir a presentarme.

El rostro de Rose era de completa sorpresa y estaba bastante conmovida. Regulus siguió hablando a la lapida.

—Se que quizá no les agradaría mucho el hecho de que saliéramos ella y yo por mi apellido, pero les aseguro que la trato muy bien. Ella es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida, es una buena chica, muy lista, muy amable y se que ustedes siempre la amaron y protegieron, por lo que les pido que me permitan amarla y protegerla en su lugar. Les prometo que la cuidare hasta mi último día. 

 Las lagrimas comenzaron a descender del rostro de Rose, quien en cuanto Regulus dejó de hablar, se agacho a su lado y lo besó, profundamente conmovida. Regulus la abrazó con fuerza y sin soltarla, la ayudo a levantarse y la tomó del rostro.

—Si ayer estaba enfadado es porque me aterraba la idea de que me dejaras, me haces más feliz de lo que jamás creí que podría ser. Te amo, Jamie Rose Potter.

(...)

Despues de su visita a los padres de Rose, la pareja fue al apartamento de Severus, pues Regulus tenía que revisar unos documentos con él. Ambos llegaron sonrientes, saludaron a Jane y Severus y mientras los hombres se iban al despacho de Severus para trabajar, Rose y Jane se quedaron en la sala.

—Luces muy feliz, ¿Qué ocurre?—pregunto Jane con una sonrisa.

—Regulus encontró mis diarios y leyó uno...

—La puta madre.—interrumpió Jane palida y se levanto de golpe.— toma tu bolso y pasaporte, Japón es una buena opción para huir. 

—No iremos a Japón.—dijo Rose rodando los ojos.

—¿Por qué? Siempre te ha gustado la comida asiática.—expresó Jane nerviosamente.— sino vámonos a Alemania o a donde sea lejos de la elite, nos mataran por...

—Jane,—la interrumpió— siéntate y déjame terminar.—pidió Rose. 

Conforme Rose le iba relatando la situación, desde la visita en su despacho en el hospital, hasta como descubrió que el había leído sus diarios y que tuvieron relaciones en la noche, el rostro de Jane pasaba del nerviosismo a la completa seriedad. 

—Reggie fue muy lindo conmigo, el es tan bueno y dulce.—dijo Rose con una enorme sonrisa, la cual se borro de su cara al ver el rostro serio de su mejor amiga.— ¿Qué ocurre? ¿Por qué no estas feliz por mí?

—¿Cómo puedo estar feliz por ti cuando se que terminaras con el corazón roto?—cuestionó Jane con dureza.— Hay algo que me importa mucho más que mi venganza, y eso eres tú, no quiero que sufras. 

—Regulus nunca me haría sufrir.—replicó Rose.

—¿En serio? ¿Y qué crees que pase cuando Regulus descubra la verdad?— Rose empalideció— Si te enamoras de Regulus...no, ya estas enamorada, es muy tarde.

—No estoy enamorada y Regulus nunca descubrirá nuestro plan.—afirmó Rose.

—Mientes.—dijo Jane.— Lo amas, aunque aún no lo admites. Respecto a nuestro plan...—suspiró pesadamente.— Rose, sería demasiado arrogante de nuestra parte creer que nunca nos descubrirán.

—¿Y no podemos simplemente dejar este estúpido plan?—pregunto Rose con una nota de desesperación en la voz.— Jane...tu eres feliz con Severus y yo con Regulus. Ambos son buenas personas, no merecen esto, ¿por qué no mejor...?

—No, Rose.—negó Jane sin dejarla terminar.— Yo...no puedo perder de vista mis objetivos, pero si hay algo que me importa más que eso eres tú, así que...—suspiró— olvídalo, finge que nuestro trato nunca existió y se feliz con Regulus.

—Jane, no...

—Si, si lo haras.

—No vale la pena, incluso si ahora finjo que  nunca existió ese trato, nada cambia que empecé a salir con Regulus por nuestro plan. En todo caso, ambas deberíamos dejarlo...no es correcto lo que hacemos.

—Tú nunca estuviste de acuerdo con mi plan.—sonrió con tristeza.— lo aceptaste porque eres mi mejor amiga y lo apreció, pero es todo. No debes preocuparte más por eso.

—Jane...

—A partir de ahora, —la interrumpió con firmeza.— yo me encargo de vengarnos a ambas.








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