6. Aliados
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Henrick
La vista desde la limusina me daba una gran perspectiva de aquella mansión del enemigo de Steecwood. El vehículo se estaciona justo enfrente de la puerta de madera de aquella mansión que tenía cierta similitud a la casa blanca. Entre a la mansión con mi mejor rostro de diplomático y un hombre me ofreció un trago de Whisky, tome el trago y me dirigí a la barra donde habían muchas personas importantes.
Demócratas, diputados, marqueses, gobernadores, presidentes, senadores y duques de todo el mundo estaban reunidos para la celebración de "paz" entre monarquías. Gran estrategia para evitar escándalos si yo fuera ella, pero no lo soy y no estoy dispuesto a perder la cordura por incompetencias de nadie.
El gran monarca entra al salón llevándose las miradas de todos los invitados e incluso la mía. Me mira por unos microsegundos que se traducir como un gesto para que me dirija a su oficina con el. Mi postura no flaquea en ningún paso que doy mientras me llevo las miradas de todos los invitados que se preguntan quien soy y dónde esta la princesa Lundin.
<<Muerta en vida>>, sería lo que yo les responderia si ella hubiese estado en ese "accidente".
Entro a la oficina del gran monarca de la nación enemiga y me ofrece un trago de su mejor licor para chocar nuestras copas y sonreír con complicidad.
—Que placer volver a verte por aquí, Henrick.
—El placer es todo mío, majestad —Me empino el trago y no arrugo la cara por el sabor fuerte del licor —. Escuche que te aliaste con Suiza, ¿puedo saber las razones?
—Mis razones no te competen, Henrick —Me dice altanero. Parece que olvida con quien esta hablando
—No olvides que puedo fracturar esa alianza en cuestión de tres días —Me siento en uno de los sillones de terciopelo negro
—Suiza es más fuerte en terreno militar que nosotros, necesito aliados fuertes y con un ejército numeroso —Se excusa detrás de razones que ha otro le hubiesen bastado, pero a mi no me bastan sus excusas baratas
—El ejercito suizo no podrá superar al ejército sueco y lo sabes —Le recuerdo
El ejército sueco supera a otros ejércitos en numero. Somos los mas fuertes en bases militares, economía y terreno. Nadie ha logrado superarnos en todas esas cosas, no hasta que llegue yo a la vida de una Lundin.
—Pero tu nos ayudaras a lograr nuestro cometido —Sonrio con malicia. Se levanta hacia la puerta mientras sigue hablando: —. Así que, me tomé el atrevimiento de invitar a otro aliado lo suficientemente fuerte para que la ciudad de Steecwood sea nuestra.
Abre la puerta dejando ver al príncipe de Dinamarca. Una gran alianza para Suecia sino fuera porque no soy la princesa de Steecwood. El príncipe entra a la oficina con algo de duda y dirige su mirada hacia mí demostrando incredulidad y curiosidad por saber quien soy y qué hago aquí.
—Alteza real —Pronuncia el Rey de Noruega haciendo el debido saludo hacia el príncipe y este repite la misma para luego volver a dirigir su mirada hacia mi. El noruego se da cuenta de esto y me presenta ante su alteza real de Dinamarca —. El es el General Henrick Wilber, alteza. Consejero de guerra de la princesa Lundin
—¿Dónde esta la princesa? —Pregunta el joven príncipe que debe ser unos años mayor que la zorrita de la princesa
—No tuvo oportunidad de asistir a la celebración. Deberes reales —Respondo su duda antes de que siga curioseando donde no debe
El monarca aligera el ambiente ofreciendole un trago al príncipe, quien recibe la copa un poco incómodo. Empezamos a charlar de cosas triviales, el príncipe preguntaba una y otra vez como era Suecia y su princesa. Me di cuenta del trasfondo de su pregunta asi que le respondí de la manera más corta, pero respetuosa posible.
—Terca. —Le miento en la cara. No quiero que siga preguntando por ella
Soy el único hombre en su vida.
—Alteza, lo cite a mi territorio por que queríamos hacerle una propuesta —Empieza el noruego dando pie a la verdadera razón de la reunión
—Lo escucho, majestad.
—El General Wilber, asistió a esta reunión representando la voz de la princesa quien no se encuentra presente en estos momentos —Hace una pausa y luego continuó, levantándose de su asiento para plantarse en frente de nosotros —. El General solicitó paz para su gente y una alianza, algo que le pienso proporcionar, pero necesitamos a otra nación que sea aliado nuestro
El silencio nos inunda a los tres en la habitación y puedo sentir como mi corazón palpita con rapidez esperando que el príncipe pronuncia un sí para poder largarme de aquí lo antes posible.
—Tendré que consultarlo con mi consejero y la princesa —Y todas mis esperanzas se fueron a la mierda —. No aceptaré nada sin consultarles primero. Quisiera hablar con la princesa antes de tomar alguna decisión importante.
Dirige su mirada hacia a mi y solo me limito a asentir mientras el príncipe de Dinamarca se va por la puerta dejando un sabor amargo en mi boca por la estupidez que ha dicho.
—Me encargare de persuadirlo —Me asegura el monarca y yo salgo colérico de la oficina atropellando a todo el que se me atraviese
No quería que esto sucediera. Nadie puede saber de ella. Nadie debe verla. Nadie, excepto yo.
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Fredrick
La música retumba en mis oídos. Mis manos se mueven con rapidez sirviendo cada trago que han pedido los clientes del segundo piso. Han llegado clientes nuevos que tienen sed de placer y varios de mis compañeros no están trabajando en sus puestos por que deben cumplir con lo que les dicen. Solo estamos Gus y yo en la barra atendiendo, hasta que la chica Freya de la noche del martes llama a Gus aclamando placer.
El se va dejándome todo el trabajo a mi y debo hacer muchas cosas al mismo tiempo. Me duele la cabeza como nunca. Mis párpados están a punto de cerrarse y...
—¿Interrumpo tu siesta? —La voz fría de la chica de aquella noche me estremece. Lleva el mismo antifaz negro de esa noche, sus labios están pintados de ese labial rojo intenso que esta empezando a gustarme cada vez mas y su cuerpo esta cubierto por un vestido de seda azabache dejando ver su piel pálida que parece porcelana —¿Quieres una foto o que, idiota?
Me hace salir de ese trance hipnótico que tuve detallando su cuerpo delgado, vuelvo mi mirada hacia sus ojos profundos que podrían sacarte el alma si los miras mucho. Miro mis manos y tengo un Snap en la mano que ella me arrebata empinándose de un solo trago. Mis ojos se abren sorprendidos por la tolerancia que debe tener hacia los licores fuertes como ese y levanta una ceja mirándome como si fuera una cucaracha.
—¿Tengo cara de ramera o que? —Inquiere de manera grosera para que yo deje de mirarla como si fuera un pervertido sexual
—Lo siento, yo...
—Eres el chico con el que me acosté la otra noche, ¿cierto? —Parece que no estaba tan ebria como para recordar ese suceso que, entre otras palabras, fue increíble.
—Si, soy yo —Respondo dudoso
—Ven. —Toma una de mis manos para que salga de la barra y la siga hacia las habitaciones privadas
Llegamos a una de las habitaciones, me empuja contra la pared, desabrocha mi pantalón con agilidad y saca el falo grueso que palpita con fuerza.
Probablemente, Elsa me matara.
—¿Qué haces...—Mi pregunta queda a medias cuando ya siento su boca sobre mi miembro erecto.
Empieza a lamer, chupar, dar pequeños mordiscos mientras suelto pequeños gruñidos llenos de placer por la sensación que me brindan sus labios suaves. Toma mi miembro con su mano y lo estimula con este mientras se lleva la mano a su entrepierna. El morbo solo hace que me ponga mas duro al verla tocarse mientras me masturba sin pudor.
La veo a los ojos y a los míos haciendo que nuestras miradas se conecten. Su mano es ágil, lo hace lento, luego rápido y eso me tortura porque no solo quiero que me masturbe, quiero otra cosa...
Como si leyera mi mente, se levanta y se quita la ropa interior dejándola en el suelo. Me tomó de los hombros y es ahí cuando entiendo que puedo saciar lo que tanto quería. La volteo dejando su cara contra la pared, meto mi miembro en su trasero con cuidado esperando que relaje las caderas para luego embestirla con fuerza provocando que suelte un gemido demasiado alto que me hace darle con más fuerza.
Una y otra vez, rápido y lento es la secuencia que hago teniendo su trasero a mi merced, pero luego, el rostro de Elsa me hace detenerme en el momento en que estábamos a punto de terminar al mismo tiempo.
—¿Por qué paras? —Pregunta con la voz agitada. Esta sudando y yo también.
—Lo siento, no puedo seguir con esto —Me disculpo con ella mientras que guardo mi miembro dentro del pantalón y me quito el sudor que tenía en la frente
—¿Eres un idiota o que?, se supone que debes acabar lo empezado, asi funcionan las cosas —Se queja y no hallo las palabras para describir la vergüenza que siento en estos momentos hacia ella. Me va a costar mi trabajo, lo sé, pero Elsa no merece que le hagan esto
—Lamento el malentendido, pero no puedo acabar lo empezado.
Se coloca las bragas y sale de la habitación furiosa. Grita el nombre del Gerente y este la acompaña hacia mi lugar furioso. La vena de su cuello palpita por el enojo, ahora mismo quisiera que la tierra me tragara.
—¿Por qué no acabaste lo empezado, Thorsell?
—Lo siento, señor, no pude acabar por que...
—Ahórrate las excusas —Habla la chica que parece dueña del lugar. Su voz demandante me esta empezando a dar jaqueca —. Estás despedido.
Y en ese momento hice la cara de Debby Ryan en esos memes de internet.
—¿Disculpa? —Me mira con enojo puro —. No eres la dueña del club. El señor Isaak es el gerente y tu eres solo...
—La dueña del club Lundin, idiota —Me interrumpe dejándome confundido —. Por lo tanto, soy tu jefa y debes respetarme.
Miro al gerente con notable confusión en mi rostro y él asiente secundando a la chica. Es tan pequeña que no me cabe en la cabeza que ella sea la dueña de todo esto. Parece una menor de edad.
—Ve por tus cosas, Fred —Me dice el gerente —. Tus labores en el club Lundin han terminado permanentemente
Nunca había odiado tanto este tipo de situaciones como ahora. La chica se queda hablando con el gerente mientras yo doblo en una esquina para ir a mi casillero donde tengo mis cosas. Detengo mis pasos para ver el rostro detrás de aquel antifaz pero esta de espaldas hablando sandeces de mi con el gerente.
Vuelvo a caminar y me voy hacia los casilleros, tomo mis pertenencias, pero mi acción es interrumpida por la persona que entra a la habitación. Gustav.
—Uf, qué noche, bro —Entra con una toalla en el cuello limpiando el sudor que aun es notable en su frente —¿Qué haces?
Detalla mi mochila y yo sigo guardando mis pertenencias.
—¿Ya te vas?
—Si.
—Esperame, me voy contigo.
—No.
—¿Por qué?
—...Me despidieron, Gus.
—¿Qué?
Lo dejo solo en la habitación dirigiéndome a la salida de atrás. Camino fuera del callejón, pero la voz fria de la chica me detiene hirviendo me la sangre.
—No quiero volver a verte por aquí, idiota.
—Descuida, yo tampoco quiero volver a verte.
—Y por cierto, tu pene parece un espagueti.
—Tu culo es muy plano. —Le sonrío sarcasticamente y me voy sin detener mi caminar
Estoy enojado, furioso y resentido con esa chica. No se quien sea, pero solo espero no tener encontrarla una vez más. No soportaría su altanería ni su actitud tan petulante que me hace doler la cabeza.
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