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20. Propuesta

﹌✿❀✿﹌

Dedric 

Me levanto de la cama, los mayordomos y las sirvientas tratan de ayudarme con mi vestimenta de hoy por el gran momento que estuve esperando desde que conocí a aquella chica de cabellos castaños y humor sarcástico.

Salgo de la habitación como nuevo, huelo las rosas blancas que colocan en los jarrones de los pasillos, tomo una y la mantengo en mi mano. Voy a la cocina donde están terminando con el desayuno de la chica, me la llevo para dársela yo mismo.

—¿Sorpresa de la mañana? —pregunta la cocinera que se ha convertido en una madre para mí.

—Tu me lo enseñaste —le dejo un beso en la frente y me voy hacia las escaleras que me guían a la habitación en dónde ella está dormida.

Klaus está ahí para abrirme la puerta, estoy por entrar cuando...

—¡Cuidado! —me advierte mi consejero, esquivo el zapato que se fue volando.

—¿Que carajos? —entro y la veo totalmente avergonzada, su rostro está rojo como un tomate, pero no lo dice, se mantiene callada.

—¿Que haces aquí? —eso es lo único que sale de su boca.

—Vine a traerte el desayuno —sus ojos brillan cuando le muestro la bandeja.

—¿Para mí?

—Si.

Se lo dejo en la mesita de noche, le ofrezco mi mano para que se siente en la orilla de la cama mientras yo tomo asiento en la silla de su tocador.

—¿Cómo te sientes? —pregunto preocupado.

—Algo... Confundida, ¿Cómo llegué aquí?

—Cuando te desmayaste en el helicóptero, decidimos que era mejor traerte al palacio para que te recuperarás de tus heridas —le expliqué —. Vinieron varios médicos a verte y dijeron que estás sanando muy bien, solo necesitabas descansar y comer.

—No tengo hambre.

—No me importa —la miro a los ojos —. Debes comer, necesitas retomar fuerzas para volver a Steecwood, tu pueblo te necesita, Lovisa...

Baja la mirada, su mandíbula se tensa.

—No sé si quiero seguir gobernando Suecia —confiesa —, no merecen a una princesa tan... Inútil...

Lo proceso por un momento, sus inseguridades se volvieron más fuertes de lo que pensé, esos dos meses le hicieron mucho daño.

—Yo creo que, si hay algo que ellos merecen, es tener una princesa tan buena como tú —fija sus ojos marrones en los míos —. Tu pueblo ahora más que nada, te necesita fuerte, vienen tiempos de guerra y debes protegerlos, no te preocupes por quién te va a proteger porque... —tomo su mano —... Yo siempre estaré ahí para protegerte, como aliado o como...

—¿Amigo?

—Si, como amigo —sonrio, ella se mantiene sería.

—Esta bien.

—Te tengo una sorpresa para hoy, vístete, yo iré a hacer unas cosas antes de irnos.

—¿Irnos? ¿A dónde? —pregunta incrédula.

—A Steecwood.

Salgo de la habitación dejándola con la incógnita, quiero que todo esto salga a la perfección. Mi única oportunidad para hacerlo es hoy, ella merece ser feliz y que mejor manera de hacerla feliz que llevándola a su país a estar con su gente.

Me voy a mi oficina, Klaus está ahí redactando unas cartas de invitación.

—¿Todo listo Klaus? —indago, quiero que todo salga perfecto.

—Si, su alteza —responde con esa seguridad que me tranquiliza. 

—Perfecto —sonrío complacido por su respuesta —. Por favor, encárgate de que todos los sirvientes atiendan como se debe a la princesa y que le busquen el mejor vestido. 

—Está siendo muy detallista, alteza —elogia Klaus, esta vez no me molesta, al contrario, me llena de orgullo. 

—Gracias, Klaus —agradezco el gesto de su parte. 

Me siento a revisar los informes de los militares con respecto a la emboscada en la frontera con Noruega y Suecia. Sufrimos perdidas de tropas, pocas, pero que son muy importantes. 

Cuatro muertos y ocho heridos. Klaus se acerca a mí para revisar el papel. 

—¿Qué les dirá a las familias de esos soldados? —lo observo. 

—Sé qué hacer, pero necesito que coloquen los cuerpos en urnas dignas de militares —exijo —. Merecen un entierro honorable, llama a sus familias para darles la noticia y luego nos encargaremos de llevarles personalmente unos obsequios. 

—¿Cree que lo acepten? —inquiere. 

—Eso espero... —lo medito un poco —. No es fácil perder a un ser amado de esta manera. 

—De acuerdo, sus deseos son órdenes, alteza. 

Nos preparamos para salir del lugar, el mayordomo trajo mi chaqueta, me la coloco y trato de mantener la paciencia mientras espero que la servidumbre llegue con la princesa. Estoy ansioso por verla con el nuevo vestido que le mande a traer. 

Soy absorbido por mis pensamientos totalmente, que no noto cuando ella ya esta bajando las escaleras que estan frente a mi. Busco esos ojos color marron oscuro, una pequeña sonrisa aparece en sus labios

El vestido es de color negro, tiene un encaje en la parte de arriba cubriendo su clavicula hasta sus dos brazos; el escote es de corazon y la falda es de tela ligera; su cabello esta peinado con dos trenzas a los costados de su cabello, su cabello ondulado la hace ver mas elegante para esta linda ocasion. 

—Hola... —saluda penosamente. 

Klaus se acerca para darle el abrigo que combina con el color de su vestido. 

—T-Te ves... —ella espera con ansias lo que voy a decir, pero las palabras no me salen en el momento. 

—Dedric, puedes decirlo sin pena —asegura ella. 

—No quiero sonar estupido, alteza. 

—No me digas alteza, somos amigos despues de todo, ¿no? —su seguridad y confianza siempre han sido las razones por las cuales me cautiva tanto —. Dime por mi nombre. 

—Te vez hermosa, Lovisa... —las palabras salen de mi boca al fin.

—¿Mejor?

—Si —sonrio, ella tambien lo hace, o al menos hace el intento —. Bien, ¿preparada para dar un recorrido antes de su partida, alteza?... O mejor dicho, Lovisa. 

—Siempre estoy lista, Dedric —me dice con total seguridad. 

Ella entrelaza su mano con mi brazo, salimos del palacio para subirnos a la limusina, el chófer acelera y nos lleva fuera del territorio del palacio hacia la ciudad. El trayecto se vuelve algo incómodo al principio hasta que ella hace una pregunta que me deja pensativo.

—¿Por qué me salvaste?

—¿Disculpa? —hago como si no hubiera escuchado bien.

—¿Por qué me salvaste, Dedric? —mantiene su mirada fija en la ventanilla.

En cualquier momento, sabia que me haria esa pregunta. Se lo que parece, a penas nos conocimos dos dias, pero no fue para hablar de politica, tambien hablamos muchas cosas, entre ellas sus inseguridades, sus angustias y sus preocupaciones. Cosas que ella nunca le habia contado a nadie y me senti identificado con ella, porque... Yo sufri igual que ella. 

—¿Quieres la verdad? —inquiero antes de que lleguemos al vecindario en donde vivian los soldados que murieron. Ella asiente con la cabeza —. Find ud af det selv...

Bajo del vehículo dejándola con la intriga, sabe lo que le dije. Entiende mi idioma mejor que cualquier otra persona. 

Soy recibido con un monton de agradecimientos por haber mandado a traer obsequios de pesame a aquellas que fueron madres de esos soldados. Me abrazan y lloran por la perdida de sus hijos que fueron tan honorables al pelear a mi lado. 

—Muchas gracias por todo, alteza —agradecen al final —. Nuestros hijos ahora pueden descansar en paz al saber que su principe sigue aqui para honrar sus memorias. 

Escucho a la princesa a unos pasos de mi, las mujeres se sorprenden al verla, asi que me encargo de presentase las para que vea como son las cosas aqui. 

—Señoras, les presento a la princesa Lundin —ella las saluda y las señoras quedan en un estado de shock. 

—¿La princesa de Suecia? —preguntan. 

—Si, señoras —ella responde con amabilidad. 

—Pensabamos que estaba...

—No lo estoy, siempre estuve viva para gobernar mi reino —su seguridad me cautiva aun mas.

—Lamentamos mucho lo de sus padres, alteza —hacen una leve reverencia ante ella. 

—No lo lamenten, no fue su culpa —apacigua ella. 

—Queremos que sepa que puede contar con el apoyo de los daneses siempre —me llena de orgullo escuchar eso de ellas. 

—Lo mismo de parte de los suecos. 

Los militares terminan de entregar los obsequios junto a las urnas de los soldados caidos, les aseguro a las señoras madres de casa que sus hijos seran enterrados al dia siguiente luego que termine de concluir un asunto pendiente. 

﹌✿❀✿﹌

Cuatro horas de viaje muy tranquilos en mi opinion, ella se habia quedado dormida otra vez, le desperte en el momento en que llegamos al aeropuerto de Suecia, los soldados que habia enviado aqui nos escoltaron hacia la ciudad de Steecwood. Los soldados suecos nos recibieron al ver que la princesa estaba conmigo, dejaron que pasaramos al territorio de su palacio el cual parecia estar arruinado en su mayoria. 

—¿Que paso aqui? —pregunte. 

—Ataque noruego —concluye ella. 

—¿El rey lo hizo mientras no estabas? 

—Es lo mas probable. 

Bajamos del auto en donde veníamos siendo escoltados, las puertas son abiertas por los soldados, entramos al palacio. La servidumbre estaba arreglando todo por dentro, al ver que la princesa estaba alli, todos empezaron a hostigarla con un monton de preguntas que ni siquiera sabia como responderlas en ese momento. 

—¿Donde estan mis consejeros de guerra? —pregunta ella. 

—Alteza, el general Wilber los asesino con ayuda del cadete Callaghan —responden uno de los soldados. 

Lovisa no sabe que responder en el momento, los unicos que podian darles respuestas de lo sucedido estan muertos. 

—Bien, las cosas a paritr de ahora van a cambiar, ¿queda claro? —aclara ella con dureza. 

—Alteza, ¿podemos hablar un momento? —la llevo lejos d ela servidumbre para hablar a solas en la primera habitacion que encuentro —. No deberias ser tan dura con ellos, no tienen la culpa de lo que sucedio. 

—¡Mi consejo de guerra fue masacrado por ese infeliz, Dedric! —grita enojada. 

—Lo se, pero no puedes echarles la culpa a ellos de eso —le aclaro para que piense bien las cosas —. Yo te voy a ayudar con todo lo que necesites, Lovisa. Confia en mi, ¿ok?

Me mira, su rostro se relaja de nuevo. 

—Esta bien. 

—Que bien porque tengo algo importante que decirte —su confusion me parece tierna. 

La llevo afuera del palacio, Klaus reune a todos los ciudadanos de Steecwood en frente del palacio en tiempo record. Todos nos miran expectantes de querer saber quienes somos nosotros, o mejor dicho, ella. 

—¡Atencion, ciudadanos de Steecwood! —su rostro se enrojece al ver tal espectaculo y que todo el mundo tiene curiosidad de saber quien es esa chica de cabellos castaños que esta a mi lado. 

—¡Saluden a su princesa! ¡Lovisa Lundin! ¡Esta vida! —los murmullos no tardan en aparecer, pero son opacados por los gritos de ovacion hacia ella. 

Me siento emocionado de hacer lo que tanto espere hacer desde hace dias. 

—¿Preparado, alteza? —pregunta Klaus. 

—Silencio —ordeno que hagan un poco de silencio —. Princesa Lundin, se que no llevamos mucho tiempo de conocernos, hemos pasado solo tres dias maravillosos, al menos para mi, que fueron los mejores donde me di cuenta de la clase de persona que eres y que has mostrado a los demas. Yo mismo, fui quien te vio en tu momento mas vulnerable, y te apoyo en todas las situaciones en las que te encontraste sumida en tu desgracia —hago una pausa para respirar hondo y arrodillarme —. Por eso... Quisiera saber... Si me permites ser, mas que tu aliado, tu amigo incondicional, tu amante y, sobre todo, tu esposo...

Mis manos estan comenzando a sudar por la espera de su respuesta, veo que duda, su expresion es de asombro y fascinacion, pero tambien de incomodida. No queria que esto pasara, pense que le alegraria o algo asi. 

—Yo... —mira a su alrededor —. Yo... —sigue dudando, hasta que en su rostro se asomo una ligera sonrisa —. Find ud af det selv...

Rio, me levanto y la beso en sus labios que extrañaba probar. Le coloque el anillo, la gente comenzo a ovacionarnos con mucha euforia, hasta lanzaron rosas en el proceso. Fue algo que me hizo darme cuenta de muchas cosas. 

Elsker dig —le digo en danes. 

Älskar dig.

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