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05.

Kakashi había traído consigo un pescado y unas patatas cocinadas por él, cuando probé el primer bocado se me hizo agua la boca y no pude evitar devorar aquel plato de comida. Ante la expectante mirada de los Hatake he parado de comer y bajé la mirada avergonzada.

—Al parecer te gustó bastante la comida de Kakashi. —hablaba gentilmente el padre de Kakashi mientras probaba un bocado de la comida de su hijo. —¡Kakashi esto está excepcional!

—No es para tanto. —decía Kakashi comiendo su comida. Al verlo pude notarlo un poco avergonzado y me pareció tierno.

—Tu padre tiene razón. Tu comida está excepcional. —dije con una sonrisa. —Hoy es un gran cumpleaños.

Cuando he dicho eso ambos me han visto fijamente de manera sorprendida a lo que yo los vi confundida como si hubiera dicho algo malo.

—¿Es tu cumpleaños? —me preguntó Kakashi a lo cual asentí y entonces soltó un severo suspiro. —¿Por qué no me dijiste? Debes de tener algo importante en tu clan y te he traído aquí.

—Oh. No te preocupes en mi clan nunca sucede nada. —comenté con tranquilidad. Kakashi me miró confundido. —Para ellos mi cumpleaños es como un día normal.

—¿No lo celebran? —me preguntó el padre de Kakashi a lo cual negué y entonces se levantó. —Esperen aquí. Ya vuelvo.

El padre de Kakashi se fue dejándonos a solas. Yo le he explicado a Kakashi que en mi clan solo me hacían entrenar en mi cumpleaños y nunca se han molestado en celebrarlo por lo que incluso para mí este día que se suponía que sería especial, comenzó a ser un día como cualquier otro.

Luego de unos minutos el padre de Kakashi volvió y trajo consigo un pastelillo con una vela sobre esta. La dejó frente a mí y me pidió que soplara.

—Es lo único que encontré en estos momentos. —me explicaba con una cálida sonrisa. —Feliz cumpleaños, ____.

—Feliz cumpleaños, ____.

Parpadee varias veces al ver el gesto amable que habían hecho los Hatake por mí, esta era la primera vez que alguien celebraba conmigo y aunque ese pastelillo no era una gran torta de cumpleaños, para mí era la mejor de todas.

Cerré los ojos para pedir un deseo tal como me había contado Sora en sus historias a la hora de dormir. Cuando pedí mi deseo soplé aquella vela sobre aquel pastelillo y entonces les agradecí a los Hatake con una dulce sonrisa.

Y así pasé mi cumpleaños con ellos, entre algunas risas, y varias anécdotas sobre las misiones del padre de Kakashi.

Cuando llegó la hora de regresar los Hatake se tomaron la molestia de acompañarme hasta mi clan, no querían que lo del fallido secuestro del otro día se volviera a repetir por lo que me acompañarían.

—Mira. Es Hatake Sakumo. —le habló una mujer a otra. —Oí que rompió una regla.

—La misión falló por su culpa.

—No debería de ser ninja.

Con Kakashi hemos notado como su padre al oír todos esos comentarios sobre él le afectaban, pude ver como él se entristecía y comencé a sentirme mal por él. ¿Por qué las personas hablaban mal de él? ¿Qué fue lo que hizo para que lo traten de esa manera?

Cuando hemos llegado a mi clan, un miembro de este se percató de mi presencia y fue directo a tomarme del brazo para ingresarme al clan. No sé exactamente que fue lo que le dijo el mimbro de clan al padre de Kakashi, lo único que pude notar fue que eso le afectó y también a Kakashi.

Una vez ingresé al clan y me adentré a mi casa pude ver a mi padre conversando con mi abuelo. Para que ellos no se dieran cuenta que me encontraba aquí me he escondido y al ser pequeña no me resultó tan difícil el ocultarme.

—Estás haciendo todo mal con tu hija, Hisao. —le decía mi abuelo a mi padre. —Si su comportamiento no cambia no me quedará otra a que otra persona herede el clan.

No he podido evitar sentirme feliz al oír que otra persona podría heredar el clan. Con eso quedaría en libertad y podría hacer las cosas que más quería.

—Me encargaré de que ___ aprenda a respetar las reglas de este clan.

—Eso espero. No querrás que te quite el derecho de este clan, ¿verdad? —preguntaba mi abuelo con demasiada seriedad. —Si esto sigue así. Nombraré a uno de los gemelos como posible heredero y sus hijos seguirán el linaje del clan.

—Hiashi y Hizashi no están aptos para heredar el clan. —protestó mi padre. —Además, mi hija tiene un Byakugan puro. Ella es perfecta para heredar el clan.

—Pero tu hija no sabe seguir las reglas. Hace lo que quiere. —el tono de voz de mi abuelo me daba miedo. —Fallaste incluso cuando mandaste a Shen a secuestrarla para darle una lección.

—Creí que con eso ella no volvería a salir del clan.

—Creíste, pero no sucedió. —soltó un suspiro. —Si tu hija no se comporta anda despidiéndote del clan, Hisao.

Yo me he quedado congelada al oír que mi padre había mandado a Shen a secuestrarme, nunca creí que mi propio padre haría tal barbaridad. Si antes me daba un poco de miedo, ahora ese miedo había incrementado ante esa confesión.

—Nadie me quitará el derecho de este clan. —comentaba mi padre enfurecido. —Si ____ no se comporta por las buenas, lo hará por las malas.

He tenido que tapar mi boca para evitar hacer algún tipo de ruido, mi padre se encontraba demasiado enfurecido y si se enteraba que yo estaba escuchando, no sabía que podría hacerme con su estado de ánimo actual.

✴✴✴

Casi una semana desde que no he vuelto a salir de casa, en ese tiempo he estado haciendo lo que mi padre me pedía por miedo a que pudiera hacerme algo; después de la conversación que tuvo con mi abuelo comenzó a tratarme duramente, antes sus entrenamientos eran pasables, pero ahora no podía ni descansar ni cinco minutos.

Me gustaría salir a ver a Obito y Kakashi, quería divertirme con ellos como lo haría cualquier niño de mi edad, pero con todo lo que está pasando con mi padre me era imposible salir sin que se diera cuenta.

—Princesa. —me llamó Sora con una cálida sonrisa. Ella se adentró a mi cuarto para dejar una ropa sobre mi cama y al ver que esa ropa no era la del entrenamiento la miré confundida. —Su padre ha salido. Sé lo mucho que usted quiere ver a sus amigos y por eso saldremos juntas esta tarde.

—¿De verdad? —pregunté sin creerme lo que había oído. Ella asintió y entonces no he podido evitar saltar de la emoción. —¡Eres genial, Sora!

Para mí Sora más que una empleada era como una madre, ella fue la que me ha estado cuidando desde que tengo memoria. Mi madre siempre se la pasa en asuntos con el clan fuera de Konoha por lo que no me ha podido criar y en cuanto a mi padre de que hablar, a él solo le importa que yo entrene, me vuelva una gran heredera para el clan y no quedar en ridículo frente a mi abuelo.

Me he puesto lo que Sora me ha elegido y entonces ambas hemos comenzado a salir del clan ante las expectantes miradas de los demás del clan. Con Sora hemos caminado por varios minutos hasta que en un parque pude ver a Obito y Rin, los he llamado felizmente, pero al notar sus rostros me preocupé.

—¿Sucede algo? —pregunté viéndolo a ambos con preocupación.

—Es Kakashi. —habló Rin con la voz muy apagada. —Él no ha venido a la academia desde hace días y estamos preocupados por él.

—No sabemos exactamente que le sucedió. —decía Obito mientras miraba a Rin de manera preocupante. —El sensei nos ha dicho que pasó algo con su padre.

En cuanto Obito nombró al padre de Kakashi he retrocedido unos pasos y comencé a recordar que Kakashi me había contado que últimamente su padre no se encontraba bien. Me di media vuelta comenzando a correr en dirección a la casa de Kakashi, mientras corría podía oír la voz de Sora llamándome, pero no le presté atención y seguí corriendo con todas mis fuerzas.

Corrí y corrí un buen rato hasta que finalmente llegué a la casa Hatake. Me acerqué a la puerta y golpeé suavemente sin tener alguna respuesta, noté que la puerta se encontraba abierta y decidí entrar de manera silenciosa; me adentré a la casa no pudiendo ver a nadie y creí que ni Kakashi o su padre se encontraban en casa, pero entonces vi a Kakashi en el suelo recostado y al ver su expresión sombría me preocupó.

—Kakashi... —le llamé, pero no me prestó atención. Ni siquiera se había movido y eso me aterró. Me acerqué a él para tocar su mano y en cuanto sentí calor en esta solté un suspiro de alivio. —Kakashi. Soy yo, ____.

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