Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 23

Esa noche Bombón ideó un plan para llegar a su hogar sin ser vista por los soldados. Lo último que querría era levantar sospechas sobre sus orígenes. Burbuja se había comprometido en ayudarla. Tenía algunos amigos en la guardia que serían de mucha ayuda. Saldría temprano, por la mañana, antes de que los nobles se despertaran. No pensaba dormir en su casa pero si la situación lo necesitaba lo haría. Por esa razón le escribió una pequeña nota a Brick. No podría resistir a las preguntas del príncipe si lo hablaban en persona. Eso sí, compartió una cena espléndida con su amado. Nunca pensó que admitiría algo parecido pero la vida en el castillo era exquisita, la trataban como una princesa. Pero lo que menos tenía pensado era admitir que algunos ricos eran mucho más amables que algunas personas de su categoría social. Todos esos cambios fueron ocasionados por el amor. Esa ilusión se hacía mucho más grande mientras más tiempo pasaba con él. Por el lado opuesto, Brick también tenía esa ilusión y muy viva. Se imaginaba los planes a futuro y una hermosa boda estaba incluida ahí. Pero había algo que aún astillaba su corazón y le hacía sentir culpa. Esperaba que con el pasar de los días esa sensación desapareciera.

Steven, Bombón y Burbuja se encontraban en la cocina, antes de que los cocineros y los ayudantes de cocina estén en esta. Steven no preguntó el porqué tanta discreción. Las chicas no dudaban de la confianza de Steven, por lo que sabían que él no hablarían. Pasaron por la cocina terminando en la zona exterior, uno de los lugares que Bombón conocía bien. Allí llevaban los alimentos directamente a la cocina real. Gracias al apoyo de Steven, lograron evadir a algunos soldados. Al llegar a la zona de los barrios ricos, suspiraron de alivio y agradecieron al joven guardia. Este insistió en acompañarlas ya que aún estaba oscuro a pesar de ser temprano. Bombón insistió en que regresara, no querría que Steven jugara su puesto de trabajo. Al final Burbuja fue quien la acompañó hasta el Valle del Comercio, donde recién habían algunos comerciantes armando sus campañas. La rubia tuvo que volver, últimamente la princesa Bell estaba más demandante que nunca. Bombón le agradeció de nuevo, nunca nadie había confiado y ayudado tanto como ella. Burbuja se despidió con un amistoso abrazo. Bombón siguió camino hasta su hogar, siendo lo más sigilosa posible. No podría ir al bar porque aún estaba cerrado, así que era esencial mantener su cautela. Tocó la puerta de madera delimitada por un marco de piedras. Al principio no escuchó ningún ruido, luego se escuchó la llave moverse y el pestillo. Al abrirse la puerta, se encontró con el rostro más bello; su madre. Apenas pudo, le dio un abrazo gigante. Ria le correspondió el abrazo con los ojos en lágrimas. Le dio un beso en la mejilla y acarició aquel bello cabello rojizo.

—Qué bueno es tenerte en casa. —murmuró por lo bajo. —Te extrañamos tanto.

—Madre.... —susurró contenta por verla luego de muchas semanas. —Bendito sea verte. —le dio varios besos en la mejillas.

—Ven, pasa, pasa. —ambas entraron a la casa y cerraron la puerta detrás. —Lucas estará encantada de verte. Estaba preparando el desayuno. —Bombón miró con melancolía y ternura aquel hogar que tanto cariño le había tomado. Ahí estaba la mesa de madera junto con los platos con avena caliente y manzanas. El olor de la comida le trajo buenos recuerdos.

—¿Cómo han estado? —preguntó al sentarse en una de las sillas.

—Hemos estado bien... nos ha tocado vivir cosas muy tristes. La familia Fernández perdió uno de sus hijos.

—¿Cómo ha sucedido eso? —preguntó sorprendida.

—Fueron hace unas semanas. Una noche de luna llena. No pudimos pedir su cuerpo. —Bombón se cubría la boca indignada y asustada por lo que contaba su madre. —Su madre nos dijo que estaba descuartizado. Para la guardia real fueron animales.

—¿Y tú que crees madre?

—Hay algo oscuro, magia. —murmuró preocupada. —La comunidad está asustada y las cartas no mienten.

—Esperemos que esta vez sí lo hagan. —miró a su madre con notas evidentes de tristeza y miedo. —Iré a despertar a Lucas. Me muero por verle. —se adentró hacia la habitación compartida. Allí estaba su hermanito, durmiendo plácidamente. Cómo había extrañado a ese angelito. Se acercó tocándole el hombro, este murmuró algunas palabras sin sentido. Al abrir los ojos se encontró con su hermana. Saltó de la emoción y la abrazó con todas sus fuerzas.

—¡Bombón! —anunció su nombre con euforia. —No puedo creer que estes aquí. Por fin vuelves.

—Cómo te he extrañado piojito. —lo despeinó aún más. —Vamos, antes de que la avena se enfríe. —dejó a su hermanito unos segundos para acompañar a su madre de nuevo.

—Me alegra tenerte aquí de nuevo, luego avisaremos a la comunidad. —dijo sentándose en una de las sillas. Bombón miró el piso, un poco deprimida por la noticia que le daría. No pensaba quedarse allí. Le encantaría volver a los brazos de Brick.

—Madre... yo no pensaba quedarme. —murmuró sin dudar. Ría la observó de arriba abajo sin comprender su afirmación.

—¿Cómo que no? ¿Sino para qué volviste? —rió nerviosamente. —Has estado mucho tiempo alejada, además ¿dónde volverías?, ¿al palacio? —negó varias veces con la cabeza. —He pasado un largo periodo sin ti, no quiero que se ceda de nueva. —Bombón la miró apenada, esto iba a terminar en un camino hostil.

—Me he enamorado, él y mi corazón pertenecen al castillo ahora. —la declaración de su hija la puso pálida. ¿Cómo se había enamorado, si estuvo escondida? Eso tampoco lo había mencionado en la carta.

—Pero qué cosas dices. —la pelirroja se acercó y le tomó las manos. Respiró profundo, dándose fuerzas.

—Me he enamorado del príncipe y él de mí. —su madre la miró sorprendida, luego asustada. Se quitó el agarre de su hija.

—¿Te has involucrado con el príncipe? —preguntó manteniendo la calma.

—Hemos tenido una relación de noviazgo.

—¿Te has entregado a él?

—No, madre. Prometí hacerlo en mi noche de bodas. —dijo desviando la mirada. Ría suspiró aliviada al escuchar aquella declaración, aunque aún mantenía su enojo. Las manos de Ría tomaron la forma de un puño. Las mantuvo así por un largo tiempo.

—¡Es un impuro y encima parte de la realeza! —le gritó con rabia. Lucas se acercó por los gritos. Bombón le imploro con la mirada que volviera a la habitación. No dudó y volvió por donde había venido.

—Padre también era un impuro.

—Y por eso estamos mejor sin él. —se quejó. —Cuando se enteren los demás gitanos te condenarán de por vida, ¡nunca te casarás con uno de nosotros!

—Y prefiero no hacerlo. Yo ya estoy dispuesta a desposarme con otro. —suspiró intentando alentar más una conversación que una lucha. —Lo amo cómo nunca amé a un hombre. Y yo sé que él siente lo mismo por mí. Siento la pasión y el amor en mi cuerpo. —su madre rechistó molesta. —Yo no pienso ser como usted madre, no voy a dejar a mi amor. He aprendido que si no lucho, nunca conseguiré mi felicidad. Lo he vivido en carne y hueso, y también lo he visto. —miró el rostro preocupado y triste de su progenitora. —He venido por tu aprobación...

—Por supuesto que no la tienes.

•••

Ya habían pasado unas cuantas horas desde que Brick leyó la nota de su amada. Estaba contento porque sabría que ella vería a sus seres queridos. Le hubiese gustado acompañarla y presentarse directamente como su futuro marido. Esos asuntos le daban vueltas en la cabeza. Sin embargo no interfirieron en su trabajo. Brick al ser el primer hijo del rey, tenía más trabajos administrativos que otra cosa. No podía ser juez en el reino tampoco gobernante, ni podía dar títulos especiales hasta que falleciera su padre. Más que nada se encargaba de las distribuciones de tierras, inspecciones y expediciones siempre y cuando el actual rey las aceptara. En la seguridad también tenía un rol importante pero prefirió darle completa autoridad a su hermano Butch. Boomer, por otro lado, lo ayudaba en las reuniones sociales y en la toma de decisiones en cuanto al pueblo, aprobadas al final por su padre.

Esa mañana y mediodía sí que había trabajo. Pero mientras más rápido terminase, más tiempo podría pasar con Beverly si es que llegaba. Gracias a sus pensamientos románticos, pensó en hacer un castillo uno exclusivamente para la dama. Lyendor tenía terrenos abundantes. Debía visitar alguno y decidirse. De todas formas se demoraría. El reino no estaba contando con tanta mano de obra, más cuando la mayoría de esta fue a pelear en nombre del reino. Tampoco estaban pasando por una buena racha financiera. El equipo y los alimentos para el ejército son un gran gasto, y también debían mantener la economía estable para el pueblo. Si tan solo su padre le hubiese permitido viajar a aquellas tierras. Seguro hubiese vuelto con cofres llenos de oro.

Sus pensamientos se disiparon al escuchar algunos golpes leves en su puerta. Le permitió el paso. Era Michael Richmond, el secretario de su padre. Este saludó una vez entró en la habitación. Le extendió unos papeles.

—¿Qué es esto? —preguntó sin dar vueltas Brick.

—Un documento de seguridad su alteza.

—¿Y por qué no se lo entregan a Butch?

—Tiene información que le compete su alteza. —Brick tomó los documentos y los leyó. Alzó la mirada hacia el secretario.

—¿Quién lo ha visto? —preguntó con seriedad.

—Rumores entre los puertos del sur.

—¿Solo rumores? —murmuró Brick un poco molesto.

—Son piratas su alteza, nunca se sabe con exactitud dónde estarán.

—Bien, —apoyó su cabeza sobre su mano. —retírese.

—Con permiso su alteza. —dijo para luego retirarse. Brick tomó los papeles y salió de su despacho. Debía encontrar a un espía que le informara sobre los puertos. Debía encontrar a ese Silas Bracco. En su camino se encontró con su hermano; Butch. Aprovechó para interrogarlo.

—Hermano, —lo saludó Brick. —¿Michael ya fue con el rumor? —Butch asintió.

—Cómo no hacerlo, también sobre el equino desaparecido, los muertos en las fronteras con el Bosque Encantado. —suspiró Butch cansado. —Yo me entero de todo, es mi deber la seguridad del reino.

—Lo siento, sé que estás ocupado con ello. —le acercó susurrándole al oído. —Quiero que me busques a alguien que sea mis ojos y oídos en los puertos del sur.

—Seguro ya sean trasladado. No son de quedarse en un solo sitio.

—Sí, estoy pensando en ello. Quizás ya se han ido hacia el oeste, en los límites del reino.

—En el golfo. Allí se sabe que hay muchos negocios para los piratas. —Brick sonrió, le palmeó la espalda. Butch tenía esa habilidad de asociar toda la información.

—Eso es hermano.

—Bien, me encargaré de ello apenas me libere con lo otro. —se despidieron. Butch apenas amaneció tuvo trabajo que atender. Quería visitar a Bellota. Sabía que la razón del porqué su padre se fue, no fue nada fácil para ella de asimilarlo. Quería acompañarla. Se había propuesto eso, a pesar de todo. Le llamó la atención el desinterés de parte de Brick. Nunca se caracterizó por ser indiferente ni tener faltas de empatía. Es más cuando antes salían, él era muy atento con ella. Eso le molestaba. Ahora estaba más dispuesto en encontrar a un pirata que cuidar a su prometida.

Fue a los establos para tomar a su yegua. Hablaría luego con los cuidadores del establo. ¿Cómo podía ser que un caballo escapara? Inaudito. Preparó a su querida amiga y luego la montó. Salió del establo dirigiéndose a los barrios altos. Siguió el camino hasta el hogar de Bellota. Bajó de Casey y ató su correa en el amarradero. La acarició para tranquilizarla. Luego caminó hacia la puerta principal. Tocó tres veces y esperó respuesta. La puerta se abrió y detrás de esta había una sierva con la cabeza baja.

—S-su alteza. —murmuró con la voz temblando. Butch arqueó una ceja.

—Busco a la señorita Wilson, díganle que de parte de su alteza Butch. —habló dirigiéndose a las empleadas, quienes también tenían la cabeza gacha.

—L-la señorita no se encuentra. —susurró la mas valiente.

—No tengo problema en esperarla entonces. —dos de las empleadas negaron con la cabeza. Butch las observó detenidamente. Aquí estaba sucediendo algo .

—N-no sabemos si volverá su alteza. —la afirmación de la joven preocupó al príncipe.

—¿Cómo que no saben si volverá?

—Ella... no estaba por la mañana. —dijo en un intento de relajarse la empleada que lo recibió. —Su cama estaba vacía cuando fuimos a su habitación, con la ventana... abierta. —Butch abrió los ojos. Su mirada mostraba un vaivén de temor y sorpresa. Luego la rabia se apoderó de su cuerpo.

—¡¿La señorita se ha escapado y recién ahora lo informan?! —dijo en un grito desesperado.

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••
Lo prometí y aquí está la actualización.
Pd: también actualicé Una Semana En Townsville.
Gracias por leer

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro