
Capítulo 20
Los preparativos para la fiesta ya estaban casi listos. Fue una decision de último momento. La celebración apaciguaría el miedo de los ciudadanos y también sería la despedida perfecta para los valientes soldados. Las invitaciones fueron enviadas apenas se organizó la mayoría de las cosas. Asistirían personas de un estatus social muy alto; burgueses, diplomáticos, políticos y algunas autoridades de la iglesia. También aquellos generales y reyes que se habían reunido por la junta militar. Eran invitados especiales que estaban hospedados en el palacio. No iba a ver ningún evento especial, todo lo contrario. Mientras más desapercibido era todo, mucho mejor. Thomas no quería que fuese nada llamativo. No quería que muchas personas participaran tampoco. Si la celebración contaba con más invitados de lo normal, las verdades de la familia real podrían están en juego. Mucha gente solo podía significar una cosa; rumores. Ya habían pasado demasiados problemas en el palacio como para que los rumores enreden más las cosas.
Bell, quien no había sido formalmente presentada a la sociedad, había suplicado a Boomer que fuese su pareja de compañía. Aunque a Bell le gustaba más el término "invitado", su primo había aceptado casi a fuerzas. Aún no digería bien la noticia del marido de Burbuja. Realmente quería matarla por haberle ocultado algo tan valioso. Había sido muy egoísta de su parte. Ahora él podía sentir lo que era que jugaran con sus sentimientos. Tantas mujeres que habían pasado por su vida y ninguna tan simple y bella cómo su querida Burbuja. ¿Era eso lo que algunos pueblos llamaban "karma"? Se notaba en todo su rostro que no estaba cómodo.
Por otro lado, Brick había pasado el resto de la tarde buscando desesperadamente a Beverly, quién misteriosamente se había esfumado como el viento y las cenizas. No la había encontrado ni en la habitación, en el jardín, los pasillos principales e incluso la biblioteca que ya él lo había marcado como un lugar muy especial. La mirada fría que le había dedicado no se borraba de su mente. Se sintió en las montañas altas de Feroland, donde todo está cubierto por nieve y el frío azota la piel quemándola completamente. Pero esta vez su piel no se quemaba, sino su corazón, que parecía que poco a poco se lo arrancaban. Tenía la esperanza de encontrarse con Beverly en la fiesta, por eso le dejó una invitación en su habitación. Bellota le ayudaría a encontrarla de ser necesario.
Bellota llegó a su casa en un abrir y cerrar de ojos después del incidente con Butch en los establos. Se encerró en su habitación avergonzada de lo que estaba sintiendo. Desde que dejó solo al príncipe no pudo parar de pensar en él; su cabello oscuro y negro en cascada, sus fuertes y grandes brazos, sus labios finos pero carnosos, y sus ojos verdes oscuros como la joya más preciada. ¡Se ponía nerviosa de solo pensarlo! Intentó distraerse con cualquier cosa; costura, pintura e incluso lectura, que no solo no fue de ayuda sino que avivó más el calor que sentía en su vientre. Todo fue aún peor cuando le llegó la invitación del palacio real. Se imaginó bonita y preciosa con un vestido fabuloso solo para impresionarlo. Quería estar hermosa para él. ¿Qué tipo de mujeres le gusta a Butch? se preguntó de un momento a otro, intentando encajar en esos estándares.
Burbuja estuvo gran tiempo intentando de convencer a Bombón de que fuese a la fiesta. Habían recibido invitaciones por parte de Brick, bueno Bombón porque Burbuja estaba obligada a asistir ya que era parte de la corte de Bell. Bombón solo había respondido cortante ante las peticiones de la rubia, situación que llamó la atención de Burbuja. Ella nunca había mostrado un comportamiento como ese. Es más pensaba que la iba a encontrar alegre al saber de que su familia estaba bien. Pero todo tomó sentido cuando Brick fue a su habitación preguntando por Bombón. Algo entre ellos había pasado. Pudo sentir la desolación de Brick en su voz y la decepción en el rostro de Bombón. No quiso preguntar mucho al respecto, menos cuando era un asunto ajeno a ella. Eso le recordó a su relación con Boomer. Aún no le había hablado sobre su marido, y eso la hacía sentir culpable. Tenía que aclarar las cosas con él. Pero todo parecía haberse complicado con lo distante que estaba Boomer. El ambiente entre ellos se había vuelto frío y casi violento. Estaba decidido, en la fiesta hablaría con él por las buenas o por las malas.
La celebración había empezado a la hora pactada. Los duques, monarcas, diplomáticos importantes llegaban en carruajes impactantes tanto por lo grandes como por los lujosos. La sala principal estaba ya llena de personas; las mujeres tenían unos vestidos preciosos de alta gama hechos por las mejores costureras, y los hombres vestían las ropas más exclusivas de los modistos más exquisitos. Los cuellos de las damas brillaban con la joyería que usaban, y la elegancia de los hombres encantaban a todo quién que los viera.
Los invitados eran avisados por el mensajero principal quien les daba la bienvenida con una calidez única. Luego caminaban por la alfombra roja hasta los tronos reales donde se encontraban el rey Thomas, y sus tres hijos; el príncipe Brick, el príncipe Boomer y el príncipe Butch. Allí hacían una pequeña reverencia para simbolizar respeto a la familia real.
La familia Wilson había sido presentada, luego bajaron por las escaleras antes de saludar a la realeza. Todo el mundo se impactó por la belleza que emanaba la hija legítima de los Wilson. Nunca la habían visto tan elegante y menos en un evento social tan solicitado. Habían varios rumores de que ella había cambiado luego de la muerte de su hermano, rumores que la ponían muy mal parada. Sin embargo, el más impresionado de todos fue el príncipe Butch. No podía dejar de mirarla de cabeza a pies; el vestido color lima hasta los pies le hacía un contraste hermoso a su piel. La prenda tenía una gran «v» invertida del pecho hasta el borde del vestido. Tenía unos detalles dorados con formas de hojas y ramas que brindan una elegancia única. Tenía unas mangas largas hasta las muñecas, también con algunos detalles dorados. El escote era en «u» y su cuello lo adornaba un collar fino con una perla blanca. Su cabello estaba atado en un rodete bajo con unos mechones sueltos alrededor de su rostro. Realmente estaba tan bella cómo nunca.
—Su majestad, su altezas. —saludó Francisco junto con su hija en una reverencia. El rey asintió aceptando el saludo. Se levantó unos segundos y fue a abrazar a su querido amigo.
—Francisco, y Bellota —la miró unos segundos y le sonrió. —las estrellas esta noche deben envidiarla de lo hermosa que se encuentra. —dijo mientras le tomaba una de sus manos y le daba un pequeño beso en ella.
—Su majestad, muchas gracias. —dijo con un tono avergonzado.
—Hermosa para su hombre, cómo debe de ser. —admitió Francisco mientras veía a su hija deslumbrando. Desvió la mirada hacia el primogénito.
—¿La señorita está emparejada? —preguntó Thomas con curiosidad.
—¿Acaso Brick no te ha comentado nada? —preguntó ahora el general. Thomas giró su rostro hacia su hijo mayor, luego lo fulminó con la mirada. Odiaba enterarse de las noticias tarde y más por terceros. Volvió su mirada hacia los invitados. —Sí... me había enterado esta tarde. Felicitaciones para la pareja. Parece como si fueran los viejos tiempos ¿no? Bellota Wilson y Brick Him, de nuevo juntos. —ambos padres sonrieron. De los tres hijos el más impresionado era Butch. ¿Su hermano y ella estaban saliendo?, ¿de nuevo? No, imposible. Ella se lo hubiese contado, ¿no? Por dentro le hervía la sangre. Su hermano no podía estar con ella. Bellota debía estar con él. Boomer también estaba sorprendido, incluso miró a Brick de la sorpresa. No podía creer que habían vuelto después de tantos años, además lo había visto enamorado de otra persona. Brick miraba entre enojado e impactado a su padre y a Bellota. No pensaba que esta situación se iría tanto de sus manos.
—Esperemos que esta vez sea más duradero. —murmuró Francisco con una sonrisa. La familia Wilson hizo una reverencia antes de despedirse y mezclarse con los demás.
—¿Por qué no me mencionaste que estabas con Bellota? —le preguntó en susurros Butch, una vez que se había levantado de su trono.
—Corrección, no nos mencionaste... —se metió Boomer en la conversación. Brick gruñó de molestia.
—No es lo que parece... fue una pequeña confusión de los Wilsons.
—¿Entonces no estás en pareja con ella? —preguntó rectificando Boomer.
—No... no formalmente. —intentó de explicar Brick con el ceño fruncido, disgustado por la actitud que había tomado Francisco Wilson, altruista y egocéntrica. Butch todavía seguía con una sensación totalmente desagradable respecto a esa relación. ¿Qué se le había cruzado en la mente a Bellota para volver con Brick?
La ceremonia siguió el curso de siempre. La finalización de los saludos terminaría con la aparición de la princesa Bell y su corte, quien sería presentada formalmente a la sociedad. Lo ideal hubiese sido con su madre presente. Pero las circunstancias no eran las ideales. Todos los invitados dieron paso a la princesa cuando oyeron su nombre ser llamado por el mensajero principal. Bell, maravillada por la entrada tan espléndida que le habían hecho, sonrió con su mejor sonrisa. Su vestido largo hasta los pies hacia la ilusión que flotaba entre los demás. El color blanco como perla combinaba con su cabello. Las mangas tenían una tela exótica y diferente, se podía ver la piel de sus brazos, parecía trasparente como el agua. El corte en «v» de la prenda le ayudaba a verse más alta y esbelta. Los detalles con piedras preciosas en el escote no hacían más que provocar la envidia de las demás mujeres invitadas. Bajó por aquella amplia escalera y caminó hasta los tronos de sus majestades. Saludó formalmente cómo le habían enseñado sus tutores. La mirada de la princesa resplandecía al ver a su tío acercarse a ella. La reconoció y la saludó con un beso en su mano izquierda. Hizo una reverencia dándole a entender que era bien recibida. Luego Thomas invitó a su hijo, el príncipe Boomer a levantarse. El rubio se levantó hasta acercarse a su prima. Tenía la mirada seria y sombría, a pesar de ello forzó una sonrisa para la querida princesa, quien le respondió con una aún más grande. Hizo el mismo gesto que su padre, antes de bailar la pieza de vals. Aunque toda la atención estaba sobre su prima, él no puedo evitar no fijarse en Burbuja, quien permanecía unas filas detrás de Bell. Estaba enojada con ella, le había ocultado la verdad. Pero no podía no verla. Ella era tan preciosa, tan linda. Tenía ganas de besarla de repente. Sin embargo su orgullo no iba a permitir que eso sucediera. El príncipe tomó la mano de la princesa, la besó y luego la llevó al centro de la habitación para empezar el vals. Unieron sus manos antes, Boomer apoyó una de sus manos en la pequeña cintura de su prima, y otra acompañaba la delicada y blanca mano de su acompañante. A Burbuja se le estrujó el corazón al verlos tan deslumbrantes y encantadores en el centro. Daría todo por ser la princesa en esos momentos. La música comenzó junto con el baile. Se movían tan elegante de un lado hacia el otro. Parecían que estaban flotando de lo elegantes y perfectos que se veían. Luego otras parejas se le unieron. Una de ellas era la pareja reciente entre la hija del general y el primogénito del rey. Ambos incómodos y completamente obligados por sus padres bailaron. Brick desviaba la mirada entre los invitados intentando de buscar unos ojos rosados encantadores. Bellota por el contrario estaba cabizbaja, como si toda esta situación le hubiese drenado la energía. Butch no le había dedicado ni una mirada. Eso le partía el corazón. Pero ella no era la única con el corazón partido; Beverly o mejor dicho Bombón, se encontraba en una esquina solitaria lamentándose el momento en el que puso sus ojos en ese encantador pero mentiroso hombre. ¿Por qué su corazón manejaba su mente?
Cuando el ritmo de la canción terminó; las parejas se saludaron dando a entender que la pieza de baile había sido entretenida y encantadora. Las damas y caballeros hicieron una reverencia antes de retirarse. Otras parejas siguieron con el baile, un poco más movido y juvenil gracias al nuevo ritmo que dieron los músicos. De pronto la sala se volvió poco silenciosa, había muchos más sonidos y voces. Ahora el banquete podía dar comienzo. Los meseros pasaban ofreciendo copas de vino y algunos aperitivos especiales. Trataban de esquivar a los pequeños grupos de invitados que se habían formado. En uno de ellos estaba Bell con su acompañante.
—El baile estuvo precioso su alteza, tan impecable como siempre. —mencionó una dama, señora de uno de los duques que rodeaban a Boomer.
—Muchas gracias. Era lo menos que se merecía la princesa. —Bell sonrío con avaricia. —Además de que es una gran bailarina.
—Espero que pueda encontrar un hombre a su talla su alteza. —mencionó el esposo de la señora que antes había empezado la conversación. Se acomodó el cabello levemente.
—No me he de preocupar por eso, —sonrió la princesa con orgullo y cierto encanto. —ya tengo el candidato perfecto. —se aferró al brazo de su primo maravillada con la idea de casarse con él. Boomer sintió un escalofrío incómodo. Necesitaba salir de allí ¡ahora! Para su suerte una horda de señoritas fueron hacia ellos. Al parecer eran una amigas de su prima.
—Su altezas. —saludaron todas con educación y elegancia. Algunas le sonreían románticamente al príncipe y otras estaban tan nerviosas que ni sonreír pudieron.
—Entonces, la dejo en buenas manos princesa. —se despidió, tomándola de la mano y dándole un pequeño beso. Bell asintió, quería seguir pasando el tiempo con él. —Caballero, madam. —terminó de saludar a la pareja de duques. Camino hasta dejar de sentir ese peso sobre su espalda. Suspiró aliviado y se apoyó contra una pared.
—¿Le gustaría tomar algo su alteza? —una voz tranquila y serena le preguntó. Cuando giró su rostro para verla, su corazón se achicó. Ahí estaba la dueña de su corazón y la causante de que este se le rompiera. Estaba tan bella. Vestía con un vestido largo y liso hasta el suelo. Era de colores celestes, combinaba con sus ojos preciosos. Las mangas también eran largas, y apretadas. El escote era recto y en la parte de la espalda, caía un poco dejando a la vista la piel blanca de su nuca. Su cabello estaba recogido en un moño. No usaba ni una pizca de maquillaje pero su piel estaba iluminada y tersa.
—No, y prefería que no se acercara. —dijo con tono brusco mientras desvía la mirada de ella. Estaba muy hermosa y se torturaba por pensarlo.
—Por favor su alteza, deseo hablar con usted. Debo aclarar ciertas cosas. —intentó de convencerlo.
—Yo también tengo deseos; —se dio media vuelta atreviéndose, o mejor dicho, arriesgándose a verla. —y uno de ellos es que desaparezca de mi vista. —los ojos tan calmados de Burbuja se sorprendieron ante sus palabras tan bruscas. —Por cierto, no sería bueno que una mujer casada esté sola con un hombre. No quiero meterme en problemas por una sirvienta. —por segunda vez en la noche Burbuja se sorprendió, y cada vez para peor. Se había enterado de que estaba casada, ¿cómo? Ella tenía planeado contárselo pero no lo había hecho hasta ese momento. Entonces, ¿cómo se enteró? Boomer al ver la expresión de Burbuja, se sintió culpable. No quería verla así, pero tampoco había sido honesta con él. ¿Por qué debería preocuparse por algo así? Se le revolvió el estómago. No debía estar allí. Con la intención de retirarse hizo unos pasos pero Burbuja lo detuvo. Sostuvo su mano y con los ojos llorosos le suplicó con la mirada.
—Por favor su alteza, debemos hablar. Se lo suplico. —Boomer sintió un pinchazo en su corazón. La mujer más preciosa estaba llorando y suplicándole, ¿cómo no se iba a sentir mal? Uno no puede evitar sentir esas emociones a pesar del dolor. Tomó una postura recta, enfrentándola. Soltó su mano, que aún seguía agarrando su brazo.
—Acompáñame a un lugar más tranquilo. —la rubia asintió. Lo siguió, y no desperdició ni un momento para ver su ancha espalda. No lo había visto hacer algún entrenamiento especial, pero si que estaba bien esculpido.
Caminaron por un ancho pasillo, con ventanas arqueadas con gran entrada de luz específicamente de la luna, las velas apoyadas sobre un soporte iluminaban el camino. El calzado de Burbuja resonaba entre las pared. Llegaron hasta el final del pasillo, Boomer abrió la puerta para salir al jardín. No a aquel lugar donde ellos conectaron por primera vez, sino a uno más sencillo. Tenían de vista al extenso océano al frente de ellos. Burbuja aún seguía al príncipe hasta que este frenó en seco.
—Aquí estará bien... —murmuró él aún dándole la espalda.
—¿Quién le ha dicho que estoy casada? —se animó a preguntar. Su voz entrecortada, delataba su nerviosismo.
—Eso no importa. Usted no dijo nada al respecto.
—No, pero lo iba a decir.
—Sí, claro... ¿usted me está tomando de estúpido? —le preguntó Boomer dando media vuelta y viéndola a los ojos. Burbuja se intimidó ante esa mirada tan... fuerte.
—No, por supuesto que no su alteza. Yo se lo iba a contar todo.
—¿Y por qué no lo hizo?
—No es algo fácil de decir... y menos cuando lo nuestro estaba empezando...
—Esas son excusas señorita. —chistó. —Puedo soportar muchas cosas, pero las mentiras no. Eso sí que no.
—No le he mentido Boomer... —lo tuteó. —Todo lo que siento... todo lo que usted me hace sentir es verdadero. Es lo más genuino que he sentido en años. —dijo con honestidad desbordante. Boomer la miró sorprendido. —Nunca he sentido esto por nadie. Cada momento en el que usted me llama por mi nombre, me toca o incluso me habla es una caricia para mi corazón. —se secó algunas lagrimas. —Me siento culpable por sentir esto por otra persona que no sea mi marido, pero no puedo evitarlo. —analizó las facciones de Boomer antes de continuar. —Yo lo amo Boomer, y renunciaría a todo lo que tengo por ese amor que siento.
Boomer anonadado por sus palabras, se quedó en silencio. No podía creer que la persona tímida que había conocido, estaba diciendo sus más profundos sentimientos. La mujer más hermosa del mundo estaba allí, declarando su amor por él. Boomer casi trotando, se acercó a ella, la tomó por las mejillas y le dio un flamante beso. Burbuja emocionada, le correspondió el beso. Se entrelazaron las manos. Se miraron a los ojos, disfrutando del momento.
—Señorita Burbuja usted me acaba de hacer el hombre más feliz del mundo... —apoyó su frente en la de ella. —Esperaba que me dijera esas palabras desde el momento que la vi. —suspiró por unos segundos. Se separó de ella. —Sin embargo, hay algunas cosas de las que aún tengo dudas. —Burbuja asintió, admitiendo que había que terminar de arreglar algunas cosas.
—Yo debo volver a Feroland, hablar con Cody y mi familia. Es mi responsabilidad... como esposa y como hija. —dijo de forma seria y melancólica.
—¿Así se llama él cierto? Cody de Los Neutres. —Burbuja se sorprendió al oír el nombre completo salir por los labios de Boomer.
—¿Usted lo conoce acaso? —preguntó sin titubear.
—No, y tampoco me gustaría hacerlo. —Burbuja bajó la mirada. Él chistó. —Mi prima me contó todo. Ella fue la que me comentó sobre su matrimonio...
—¿La princesa Bell? —preguntó retóricamente. Suspiró. —Desde que la reina Annabeth me encomendó en la corte de su hija, la princesa no me ha dejado de mirar mal. Es como si no le gustara mi presencia... —mencionó.
—Es la única persona en este mundo que no le gusta su presencia. —la abrazo por la cintura. —Usted es encantadora en cada uno de los sentidos.
—Lo amo Boomer.
—Señorita Burbuja, yo la amo más. —dijo antes de besarla.
•••
—¿A dónde vas Brick? —le preguntó Bellota tomándole del brazo. —No puedes dejarme sola. Nuestros padres sospecharán. —el príncipe forcejeó con con la hija del general. Ya la mentira entre ellos estaba sacando de las casillas a Brick.
—Tú me metiste en esto Bellota, pero yo tengo otros asuntos pendientes que resolver. —le murmuró casi escupiendo las palabras. Apenas pudo darse media vuelta cuando ella lo volvió a frenar tomando su brazo.
—Brick, te lo suplico. —susurró Bellota cerca de su oído. —Es la primera vez que mi padre se siente orgulloso de mi después de mucho tiempo... No quiero que sospeche de mis mentiras...
—Tú misma lo dijiste, son tus mentiras. No las mías. Y no me haré cargo de algo que no es mi culpa, ¿oíste? —quitó su brazo del agarre de Bellota, finalmente escapando de ella.
Bombón mirando esa escena se entristeció. No pudo evitar sentirse mal. Cuando el corazón siente, el cuerpo también. Sus piernas temblaron y se empezó a angustiar. Había estado viviendo casi como una reina, tenía atenciones que en su hogar no las tenía, pero lo más lindo de su vivencia en el castillo era haber encontrado el amor. Un amor el cual ya había encontrado otra persona.
En su mente ponía excusas sobre esa pareja. Quizás sus padres habían arreglado un matrimonio, como lo hacían en su cultura. Podía ser una opción, una muy probable. Eran común que los matrimonios fueran arreglados.
Pero muy en el fondo sentía que entre ellos dos había amor. Y en un momento se preguntó, ¿cómo alguien podía fingir sentir amor cuando lo siente por otra persona?
—¿Señorita Beverly? —la llamaron por detrás suyo. Giró sobre sí misma. Se encontraba Blanca con un vestido sencillo y una mirada preocupada. —¿Se encuentra bien? —le preguntó.
—Sí, estoy cansada. Las fiestas nunca fueron mi fuerte. —acercó su rostro al oído de la sirvienta. —Y si me permite decirle, la mayoría de los invitados son insípidos y algo aburridos. —ambas sonrieron cómplices y soltaron algunas carcajadas.
—Ay, señorita. De todas formas la vi con la compañía de algunos galanes. —guiñó un ojo. —Seguro que pronto estará en el altar. Oh espera. ¿Usted está casada acaso? No quise.... —se cayó por unos segundos. Hizo una pequeña reverencia. Bombón sorprendida frunció el ceño. ¿Por qué estaba haciendo una reverencia?
—Espero que no sea así porque mi corazón no lo soportaría. —Bombón se dio vuelta y se encontró con el rostro encantador del príncipe, el hijo primogénito.
—Y-yo me retiro, con permiso. —murmuró Blanca saliendo de esa situación.
—Su alteza. —hizo una reverencia. —La celebración es encantadora.
—¿Si? Para mí, los invitados son un poco aburridos. —Bombón asintió sin pensarlo. —Entonces, ¿usted también lo cree?
—Tómelo como quiera. Su alteza debería estar con su pareja, no hablando con una invitada cualquiera. —murmuró con veneno en sus palabras.
—Me complace que haya aceptado mi invitación. Realmente quería verla aquí. —le tomó la mano. Acarició sus nudillos. Bombón respiró profundo al sentir su tacto. La pelirroja quitó su mano bruscamente.
—Usted no puede hacerle esto a la señorita. —le replicó.
—Señorita Beverly, no es lo que parece. —la volvió a tomar de las manos. —Bellota es una amiga y me pidió un favor. —Bombón frunció levemente el ceño, aún no entendía por dónde iba la conversación. —Tiene unas salidas muy importantes, pero necesitaba de una excusa creíble para que no sospecharan. Me pidió que fingiéramos ser pareja para cubrir sus... asuntos. —murmuró sin dar mucho detalle de los líos de su amiga. —Pero la única a la que tengo en mi mente todo el tiempo y la que me gustaría que fuese mi comprometida, es usted. —se acercó un poco más a ella. Sus miradas se conectaron fácilmente. No es como si fuera la primera vez, no, no. Desde hace mucho tiempo ellos habían conectado, pero nunca se animaron a expresarlo. La química entre ellos se sentía en el aire, pero gracias a Dios las miradas estaban sobre otras personas. —Señorita Beverly, es la mujer de mis sueños y la que me quita el aliento. ¿Cómo podría estar con otra señorita? —Bombón sentía su rostro rojo de tantas palabras bonitas. Nunca había pasado por algo así. No sabía lo que era que le correspondieran el amor. ¿Eso era que alguien la eligiera sobre todas las demás?
—Usted, no me conoce completamente. —murmuró dando excusas.
—No me importa, la conoceré. —dijo acercando una mano en su mejilla, acariciandola sutilmente.
—Su familia va a tener muchas preguntas sobre la relación con su amiga....
—Responderé a cada una de las preguntas y les aclararé quién es la mujer que amo.
—No soy tan bonita como las demás. —Brick frunció el ceño fruscamente. Sabía que las excusas que había dicho hacía unos minutos eran tontas; pero que ella se autoproclamara como «no bonita» era inaceptable. Se separó de ella unos segundos. Le tomó una de sus mano, y la tiró hacia un pasillo abandonado. La encerró entre una pared y su cuerpo. Levantó su mentón fijando su mirando en la de ella.
—¿Q-qué está haciendo? —le preguntó ella evadiendo su mirada.
—Estuve esperando este momento desde que la conocí... —dijo susurrándole a centímetros de sus labios. Se mezclaron sus respiraciones de un segundo a otro. Lo único que podían escuchar eran sus latidos, rápidos como un galope de caballos listos para el combate. La piel de Bombón se erizó por la energía que se emanaba entre ellos. Solo una vez le había pasado esto; y había sido con este hombre en una biblioteca. —Me muero por besarla... —La joven alzó su mirada; la desvío hacia sus ojos y luego hacia sus labios. El momento que apoyó su boca en la de él, se paró el tiempo. Sabía a vino y tenía una te tira suave como la seda. Se movían como si esto fuera pan de todos los días. Se aferró más a él cuando se maravilló con la sensación de sus besos. Brick, tampoco se había quedado atrás. Sus manos, impulsadas por el deseo, llegaron hasta su cintura. Acariciaba su figura y cada vez se enamoraba más de ella. Cuando el aire hizo falta, se separaron pero aún seguían con las ganas de permanecer así, unidos. Se miraron fijamente. Agitados, querían liberar las palabras que tenían atoradas en el corazón; pero al final no fueron necesarias. Porque como dicen mil acciones dicen más que mil palabras.
•••
Por otro lado, Bellota rezongaba en los balcones con vista al salón principal. Quería escapar de aquellos nobles con sus esposas chusmas que no paraban de preguntar cómo había sido el reencuentro con el príncipe. Cansada de mentir y fingir escapó de esos charlatanes y curiosos. Subió escaleras arribas, observó la vista desde el balcón y se sentó pensado que sería más fácil pasar desapercibida de esa forma.
Con la mala fortuna de su lado, pensó en cómo su príncipe la había ignorado completamente. ¡Incluso la había halagado el rey! ¿Qué tenía que hacer para que se fijara en ella? ¿Quizás ser aún más femenina? ¿Dedicarse a coser y cocinar? Ella no quería eso de todas formas, ¿por qué lo debería hacer todo para llamar la atención de un hombre?
En esos momentos es cuando más deseaba tener a su madre, quien seguro le daría los mejores consejos. Lamentablemente no podía contar con ella para ello y ni con su padre. Era caminar en un campo sin principio ni fin, solo un sendero largo e interminable. Suspiró, derrotada y agotada.
—¿Estaba buscando a mi hermano? —le preguntó una voz grave y melancólica. Inconfundible para ella. Lo observó unos segundos. Él tomó asiento al lado de ella y ambos observaron el gran salón.
—No, para nada. —murmuró mirando con detalle las reuniones entre mujeres.
—Entonces, ¿por qué estaría aquí sola? —curioseó Butch mirándola de reojo.
—No soporto las charlas de chismosas. Además quería tomar un poco de aire. —explicó la joven con una voz casi como si estuviera rota.
—Pensaba que había venido aquí para tener una mejor vista del salón y así poder encontrar a su.... prometido. —Bellota lo miró con una ceja alzada.
—Puedes tutearme Butch. —le retó rompiendo así con las ganas de decírselo. —Y tampoco exageres ¿sí? Solo somos pareja... no tenemos planeado casarnos.
—Bueno por ahora. —dijo mirando a las personas que venían de un lado al otro en el salón. —Seguro prepararán todo cuando Brick termine sus viajes al nuevo mundo. —Bellota observó ese perfil determinado y fuerte, ahora se veía melancólico y triste. —Mi padre parece emocionado con la noticia, y el tuyo también...
—Sí, ambos lo están. —susurró con pesadez.
—¿Y tú? —le preguntó el príncipe aún con la mirada en el salón. En parte no deseaba escuchar la respuesta, ¿por qué no estaría emocionada con la noticia? Obvio que lo estaría. Seguro esperaba casarse con el su hermano, y eso le hervía la sangre. ¿Por qué él no y su Brick? —Hacen bonita pareja por cierto.
«¡¿Cómo?!» se preguntó la joven en su mente. «¿Bonita pareja?, ¿con Brick?» ni en sueños. El único con el que quería formar bonita pareja era él. Esa declaración había sido como un balde de agua fría para ella. ¡Además de no haberla visto como una mujer, la estaba lanzando a su hermano! Se tomó la sien pensando y azotándose con pensamientos más pesimistas aún.
—¿Por qué dices eso? —Butch, tomado por sorpresa por la pregunta, tartamudeó un poco antes de responder.
—Bueno... él es el primogénito y futuro rey de Lyendor, y tú eres la hija de unos de los generales más valientes del reino. Mi hermano es aventurero, realista y muy inteligente. —dijo expresando las cualidades que tenía su hermano. —Y bueno, tú eres arriesgada, curiosa, poco temerosa y muy bonita. —dijo inspirado por la mirada de esmeraldas de la joven que le quitaba parte de su aliento. Se hipnotizó por unos momentos. —Mi hermano es muy afortunado de tenerte.
—¿Realmente lo es? —le preguntó Bellota cautivada por las palabras que acababa de decir Butch.
—Sí, por su puesto. —le sonrió por unos segundos. Su corazón se llenó de culpa, por querer el amor de una persona a quien le pertenecía a su hermano, su familia. Con ese remordimiento por él mismo, se levantó; sin decir ni una palabra y dejando a Bellota confundida.
•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••
¡Hello!
¿Qué cuentan después de tanto tiempo?
Yo tomando un poquito de mi descanso.
Esté es primer capítulo que escribo con más de 4k de palabras.
Lamento mucho si hay alguna falta ortográfica, apenas lo terminé lo quise subir.
Gracias por la espera ❤️
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