
Capítulo 17
Luego de haber tenido un desayuno solitario, Boomer se dirigió a una de las salas del castillo. A pesar de ser una habitación grande y abierta, el principe tocó la puerta con la intención de llamar la atención de su prima. Allí se encontraban las damas para hacer las fiestas de té, sus reuniones de lectura, e incluso dónde los profesores daban clases a la realeza. En ese momento se encontraba la princesa Bell estudiando etiqueta y modales. Todas las mujeres que eran parte de la realeza debían manejar con perfección los modales y las etiquetas, sino nunca podrían ser presentadas ante la sociedad. Con el caso de Bell, todo había sido diferente. Debido a que tuvo que dejar su hogar, suspendió sus estudios hasta que los retomara en Lyendor.
La princesa no tardó en ver hacia la puerta. ¿Quién había sido el valiente de interrumpir una de sus clases? Su sonrisa no tardó en aparecer al ver a su querido primo de ojos celestes. Sus ojos blancos como la nieve se quedaron admirando al hombre que tenía al frente. Boomer siempre se había caracterizado por sus vestimentas únicas y preciosas. De los tres hermanos era el que mejor vestía. Esta vez llevaba unas botas de cuero juento con un pantalón también oscuro. Su camisa blanca estaba abierta hasta la mitad de su pecho, y de adorno teaní un saco azul marino con detalles dorados.
—Seguiremos luego con mis clases. —le avisó a la marquesa mientra se levantaba de aquel sillón con diseños únicos. —Y por favor, déjenos a solas.—ordenó al joven soldado y la su profesora que esperaban pacientemente. Boomer pasó por la puerta y en aquella sala solo quedaron ellos. La señora se había retirado junto con el guardia. —Su alteza. —murmuró mientras hacía un reverencia. Boomer saludó cordialmente. —¿Qué es tan importante que mi primo debe interrumpir mis clases con la marquesa? —preguntó usando su cárisma y encanto clásico de una princesa cómo ella.
—Mi intención no era interrumpirte, perdóname. Pero necesitaba de la ayuda de la prima más preciosa. —dijo engatusándola sabiendo que a ella le encantaban los halagos. Bell sonrió con alegría y conquetería. Por fin uno de sus primos se fijaba en ella como una mujer y no cómo una niña más. Tal vez esta era su oportunidad de desmostrarle a s madre que podría hacer su labor como mujer. Tomó la mano del príncipe y lo guió hasta el sillón, donde aún sostenía su mano en su regazo.
—Haré lo qué me pidas. ¿Qué necesitas? —empezó a hablar Bell esperanzada de que Boomer la siguiera cortejeando.
—Una de las muchachas de tu corte...
—¡Oh! No me digas que se atrevió a faltarte el respeto. —lo interrumpió rápidamente, antes de que pudiera continuar.
—No, todo lo contrario. Se ha comportado espléndidamente. —explicó Boomer mientras pensaba en Burbuja. —No la pude encontrar en toda la mañana, esperaba que me pudieras decir algo sobre su paradero. —de repente el rostro de la princesa cambió a uno sombrío. Los ojos blancos que antes mostraban cariño, ahora tenían una pisca de enojo e impaciencia. Realmente sus esperanzas habían caído en pícada luego de escuchar esas palabras. ¿Acaso vino a ella por una estúpida sirvienta? No podía ser cierto. Mataría a aquella intrusa que se metió con su primo.
—Si me dices cómo se llama podría ayudarte mejor. —murmuró con cinismo mientras en su interior la furia ardía.
—Se llama Burbuja. Es una muchacha joven de cabellos rubios y ojos celestes. —siguió explicando Boomer mientras recordaba la belleza de la mujer que le robó el corazón. Burbuja siempre iba con el cabello trenzado divido en dos. Las trenzas parecían hechas por los mismo vikingos. Su flequillo acentuaba perfectamente su rostro angelical y servicial. Y sus ojos parecían dos záfiros preciosos. Todo lo que era parte de Burbuja le parecía precioso. Bell sonrió con maldad al reconocer de quién hablaba su primo.
—Oh, hablas de Burbuja de los Neutres Ross. —dijo Bell disfrutando de la reacción trágica de su familiar.
—Espera, ¿cómo has dicho que se llama? —preguntó Boomer esperanzado de que lo que había oído era un simple error.
—La señorita Burbuja de los Neutres Ross. —sonrió aún más al pronunciar cada palabra del nombre de la joven. Supuso que su primo no sabía el estado civil de aquella chica con el simple hecho de que solo había dicho el nombre. —Es una de las damas recomendadas por mi madre. Es una de las más talentosas en mi corte. Además de que es una joven muy amable y paciente. —su sonrisa se estiraba cada vez más mientras veía derrumbar la felicidad de su primo. —Oh, casi lo olvido, está casada con un duque de gran prestigio. —bajó la su mirada hacia las manos de la princesa, que aún permanecían en el regazo de su alteza. Eran blancas y delicadas como su piel. —Creo que su boda fue hace unos cuantos años. —siguió explicando la princesa aunque no supiera toda la verdad sobre ese matrimonio. La angustia ya estaba en la garganta de Boomer, junto con la desesperación y tristeza. ¿Por qué ella no le habría dicho sobre su esposo?
—¿E-ella le dio un niño? —preguntó el príncipe con el agobio encima de su espalda. El corazón ya estaba destrozado pero si ella fue capaz de dar a luz un hijo de su esposo, la roptura de su alma sería aún peor. Bell analizó los gestos de Boomer con una mueca en su rostro.
—No, todavía no. —llevó su mano derecha a su rostro, acariciando su mejilla con cariño. —Hay un rumor de que es infértil. —disimuló su sonrisa a través de su mano. —¿Te lo puedes imaginar primo? Una esposa que no le puede dar hijos a su marido. Toda una desgracia para su familia.
—¡Suficiente! —gritó Boomer levantándose del sillón. No iba a permitir que ella la insultara. —No pedí que me hablaras de su vida privada princesa. —mecionó con disgusto. Bell se levantó angustiada y fingiendo arrepentimiento.
—No era mi intención ofenderte hablando sobre ella, pero pensé que estabas interesado en Burbuja. —dijo mientras deviaba su mirada. —Hasta parence que te has enamorado, pero nunca harías eso, ya que es una simple sirvienta, ¿verdad? —preguntó indirectamente sabiendo que él no podría replicar ante tal verdad. La realeza no se podía mezclar con la servidumbre. Boomer solo apretó sus puños.
—Me retiraré ya que no sabes dónde se encuentra. —murmuró molesto antes de salir por la puerta de aquella sala.
Bell se llevó su mano a su rostro molesta. Su furia estaba contolando todo su cuerpo. ¿Cómo una mujer sierva y casada pudo conquistar a alguien tan maravilloso como uno de los príncipes de Lyendor?
•••
Bombón luego del incidente que había vivido recienemente, estaba más tranquila. Ahora sabía que no sería acosada por los guardias, hasta cierto tiempo. Relamente estaba agradecida con aquella muchacha. Había sido tan valiente y determinada. Algún día quería ser así. Tal vez si fuera como ella todo sería diferente.
Se sentó en una de las bancas de la plaza central. Burbuja no debería de tardar tanto. Bueno eso esperaba. Burbuja era un alma tan pura y sensible, se lamentaría de por vida si algo le pasase por su culpa. No solo eso, si de alguna forma los soldados del palacio siguieron a Burbuja y descubrieron dónde se encontraba su familia, se le destrosaría el alma.
Pero ambas preocupaciones desaparecieron cuando vio a una joven chica con cabellos rubios y una sonrisa destellante. ¡Burbuja había vuelto! No dudó ni un segundo en ir y abrazarla como si conocieran de toda la vida. Algunas miradas cayeron en ellas por el alboroto del encuentro. Bombón no paraba de sonreír y exclamar de felicidad, mientras que Burbuja aceptaba gustosamente las muestras de afecto.
—No sabe cuánto me alegro de verla. —murmuró Bombón con una sonrisa en su rostro.
—A mí también me alegra encontrarla. Tengo tantas cosas que contarle. —explicó Bubruja mientras se acomodaba la falta del vestido. —Apresurémonos antes de levantar sospechas. Le daré todo en la habitación. —dio un suspiro largo cuando empezaron marcha al castillo. —Yo aún tengo que trabajar.
—No se preocupe, la ayudaré con lo que pueda. —le sonrió de nuevo la gitana.
Su camino al palacio había sido tranquilo y sereno. En la entrada del castillo no había tantos soldados. La mayoría estaban ayudando a los nuevos reclutas que irían en las expediciones al Sur. La presencia de las jóvenes fue desapercibida hasta llegar dentro. A diferencia del exexterior, el palacio era un caos por dentro. Duques, marqueces, secreatrios, y sirvientes iban de un lado hacia el otro. Los siervos parecían más apurados que de constumbre. Apenas pudieron escapar de los pasillos principales, Burbuja fue interceptada por la ama de llaves principal. Aquella dama era conocida por ser muy estricta con la servidumbre. No le gustaba nada fuera de lugar. Burbuja había tenido el desafortunado placer de conocerla en uno de los peores momentos. Era la pesadilla de cualquier mujer y hombre.
—¿Dónde demonios ha estado? Ha estado ausente toda la manaña. ¿Acaso cree que la princesa se atiende sola? —la regañó Olivia, la ama de llaves. Su gran tamaño intimidaba a cualquier persona, incluso a los guardias más valientes. Llevaba un vestido negro largo con detalles blanco en el cuello. Además de joyas preciosas, obtenidas por sus largos años de servicio. —Vaya inmediatamente a su habitación y cambiese. La princesa Bell debe estar esperando de sus servicios. —Burbuja se retiró con la cabeza gacha, mientras que Bombón miraba con desprecio a la mujer que tenía al frente. —Si necesita de algo señorita, siéntase cómoda de informármelo. —habló esta vez hacia Bombón, quién había reconocido al instante por pasar tiempo con el príncipe Brick. Bombón solo asintió con la cabeza y siguió a Bubruja por el pasillo hasta dirigirse a su habitación.
—La señora Olivia da miedo. —dijo Burbuja abrazádose a ella misma y con una expresión de miedo. —Es como un dragón hambriento. —murmuró con voz bajita para que nadie escuchase. Bombón soltó una carcajada por aquella comparación. Sí podría ser un dragón.
—Diría que es más como una bruja. —le siguió el juego viendo la pequeña mueca sonriente de Burbuja. Ambas se dirigían a la habitación de la rubia cuando Bombón oyó inevitablemente los susurros de unas sirvientas.
—Estoy segura de que el príncipe Brick y la señorita Wilson regresaron. —dijo con seguridad una de las siervas. Su cabello castaño estaba recorrido en un rodete. Sus vestimentas daban indicios de que trabaja en la zona de lavandería.
—Oí que la señorita tuvo una reunión recientemente con él. —mencionó la otra sierva que llevaba unas sábanas.
—Cómo dice el dicho; dónde hubo fuego, cenizas quedan.
—Tal vez tengamos una boda pronto. Es una lástima. Con lo guapo que era el príncipe.
Bombón que hasta ese momento había escuchado la conversación, sintió angustia y un vacío interno. No tenía idea de que el príncipe tuviera una relación con la joven que había visto esta mañana. Sintió un pinchazo en su corazón. ¿Acaso la señorita estaba apuraada porque tenía que fijar la fecha de su boda? ¡No podía ser cierto! Hacía muy poco que conocía al príncipe y estaba seguro de que él no salía con ninguna mujer. Por segunda vez estaba viviendo la inseguridad. La primera vez cuando había sido rechazada por los gitanos de su comunidad, y esta vez al compararse con la mujer que había conocido a la mañana. La sensación amarga seguía en su boca. No podía imaginarse a Brick casado con una señorita. Pero, ¿por qué? Ella se sentía atraída hacia él pero no sabía que hasta el punto de sentir celos.
—¿Está todo bien señorita Beverly? —preguntó Bubruja quien se había quedado viendo a Bombón desde que había frenado de repente. Las muecas de la pelirroja solo le estaban dando mala espina.
—Yo —respondió Bombón apenas volvió en sí misma. —realmente no lo sé. —dijo mientras miraba las espaldas de las sirvientas que, sin querer, habían implantado la amargura en Bombón.
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Estuve todo el día escribiendo pero ¡pude terminar!
Sé que no es lo mejor, pero espero que por lo menos les haya entretenido.
Por ahora, ¿cuál/es es/son su/s personaje/s favorito/s de esta historia?
Muchas gracias por el apoyo.
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