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Capítulo 13


—¿Qué ha pasado? —preguntó Brick mientras caminaba junto con su padre para ir a los establos. El príncipe estaba sorprendido, nunca había visto a su padre así; nervioso y alterado. Y menos por Butch. —¿Qué ha hecho Butch? —preguntó a sabiendas de que su hermano habría hecho algo sobre la decisión de la guerra en el sur. Escuchó suspirar a Thomas.

—Está vez.... fue mi culpa. Se los explicaré luego. —alcanzó a decir. —¡Busquen unos caballos ahora! —ordenó a uno de los sirvientes. Brick lo miró aún más sorprendido, ¿qué tipo de pelea habían tenido para que su padre se sintiese arrepentido? —¿Sabes dónde puede estar tu hermano?

—Yo... no sé. —alzó sus hombros, realmente sin saber dónde podría estar su hermano. —Quizás con Boomer. Él siempre está fuera del castillo, en el jardín más exacto.

—Bien. Empezaremos por ahí. —rápidamente ambos junto con algunos soldados fueron al jardín real. Allí habían algunos jardineros, condes y duques disfrutando de las maravillosas vistas que tenía aquel jardín. Recorrieron todo el laberinto de arbustos y nada. No están allí. También fueron al estanque junto al laberinto pero no había nadie. —¿Dónde demonios están? —preguntó irónicamente el rey irritado de la situación. Brick frunció el ceño, sin poder creer que sus hermanos no estuvieran allí. Buscó instintivamente con su mirada, y cerca de allí, saliendo del lugar favorito de su madre, estaba Boomer con una jovencita. Tanto el rey como Brick se acercaron a ellos.

—¡Boomer! —lo llamó su padre.

—¿Padre? —preguntó Boomer sorprendido de verlo allí con su hermano y algunos guardias.

—Sus majestades. —saludó Burbuja con una reverencia. Francisco aceptó la reverencia con un pequeño asiento con la cabeza. Burbuja los dejó solos apenas vio que la situación no la ameritaba. Boomer desvío la mirada viendo cómo la chica que le había robado el suspiro se iba. Por suerte pasó desapercibido tanto por Brick cómo por Thomas.

—¿Qué está sucediendo? —preguntó confundido Boomer cuando volvió en si y vio a su padre y hermano.

—¿Butch no está contigo? —azotó con la pregunta Brick.

—No, nunca está conmigo y menos aquí. —los vio con una ceja alzada. —¿Qué sucedió?

—Luego les explicaré bien, pero ahora debemos encontrar a Butch.

—Su majestad.... —llamaron unos soldados con dos caballos con riendas detrás de ellos. —Aquí están los caballos que pidió. —el rey tomó una de las riendas rápidamente y se subió al caballo. —Busquen por todos los sitios. No dejen zona sin recorrer. —ordenó antes de galopar y dirigirse al pueblo con algunos caballeros. Brick tomó las riendas del otro caballo y se acercó al soldado que los había traído.

—¿Ha visto si el caballo de Butch estaba en los establos? —preguntó analizando la situación.

—No... me he fijado su majestad, pero faltaba uno de los caballos reales.

—Entiendo, muchas gracias. —el joven se retiró dejando a los hermanos juntos. —¿A dónde crees que haya ido?

—No lo sé. Él siempre está en el castillo y si sale hace guardia en los barrios. —murmuró Boomer. —Tal vez esté allí.

—Lo dudo. Si quisiera huir de papá no estaría en un sitio fácil....

—¿Pasó algo en la junta de los caballeros? —preguntó Boomer pensando en lo que había sucedido la ultima vez.

Brick quedó pensativo unos momentos. En la reunión Butch no se encontraba, tampoco fuera del pasillo como era de costumbre.

—Decidieron lo que harían con las tropas en el sur... y se ofreció el padre de Bellota para dirigirlas....

—¿Tú crees que se enteró de lo que sucederá y fue a hablar con Francisco para unírsele?

—No lo sé, pero si es así debemos ir a su casa ya. —dijo Brick subiéndose primero al caballo y ayudando a Boomer a subirse también. Abandonaron el castillo lo más rápido posible.

Burbuja observaba desde la pequeña entrada del servicio. Allí era donde los jardineros entraban y salían guardando todas los utensilios y elementos para el jardín. A pesar de que Burbuja no era una persona chismosa, estaba bastante interesada en lo que estaba pasando con los príncipes. Se sentía nerviosa y alterada. No quería que algo le sucediese a Boomer. Lo que estaba viviendo era un sentimiento puro y real. Tan real que no paraba de pensar en él.

Volvió a suspirar cuando vio alejarse a Brick y a Boomer en uno de los caballos. Se adentró al castillo pensando en los deberes que tenía por delante. Saludó a alguno de los empleados y sirvientes, antes de llegar a sus aposentos para seguir con los vestidos de Bell.

—¡Burbuja! ¡Burbuja! —la llamó Blanca detrás suyo con una sonrisa de oreja a oreja. Parecía realmente contenta.

—Blanca, ¿qué sucede? Estás más alegre de lo normal. —dijo Burbuja también on una pequeña sonrisa.

—¡Cómo no estarlo! —gritó ansiosa haciendo que Burbuja se llevase el dedo índice a sus labios indicando que bajase la voz. —Acaban de llegar las cartas. ¡Me escribió hasta mi tía Esmeralda!

—Me alegra tanto oír eso. Debo adelantar los vestidos de Bell antes de que se enoje conmigo.

—¡Espera espera! —la frenó tomando una de sus manos y dándole una carta. —Tu querido marido también te escribió una. —dijo arqueando una ceja curiosa y provocativa.

Burbuja se quedó sin habla en el momento que escuchó nombrar a su esposo. Un sentimiento de culpabilidad pinchó su corazón. Ella estaba cansada. Tenía una pareja con la viviría el resto de su vida. A él le daría hijos y una hermosa familia. Pero en vez de hacer esas cosas, la estaba siendo infiel sintiendo amor por otro hombre.

—¿Estás bien Burbuja? Te volviste pálida de repente.

—S-sí... s-solo es la sorpresa. —dijo tratando de ocultar sus sentimientos.

—Entiendo. —dijo Blanca mirando con nostalgia el suelo. —Entonces te dejo en paz, así le escribes una respuesta a Cody. —terminó para luego irse por aquel extenso pasillo.

A Burbuja le temblaban las manos. Sentía tanto miedo, y sus nervios no ayudaban en nada. Entró en su habitación cerrando la puerta detrás de ella. Se aseguró de que Bombón no estuviese ahí. No quería abrir la carta y que ella notase lo nerviosa que estaba. Dejó la carta en el escritorio. Dio varias vueltas antes de abrirla. ¿De qué tenía miedo exactamente? Solo era una carta que seguramente le diría lo mucho que la amaba. Cody nunca sabría lo que había pasado con Boomer. Ella se alejaría del príncipe, seguiría con sus meses de servicio y luego volvería a su hogar con su amado esposo. Suspiró de tristeza al saber que las cosas no volverían a ser cómo antes.

Se sentó al frente del escritorio. Abrió lentamente el sobre, sin romperlo. Sacó el papel escrito, desdoblándolo. Unos segundos después empezó a leer el contenido de la carta.

Querida esposa;
Las alegrías me invadieron el cuerpo al saber que se encuentra sana y salva en Lyendor. Las cosas aquí están yendo de maravilla. Espero realmente que pueda verlo con sus propios ojos. Te extraño demasiado, la compañía de tu familia hace que mi dolor disminuya. Su majestad Annabeth me ha comentado que su servicio pronto terminará junto con la guerra. Realmente espero la llegada de ese día. La esperaré hasta el último de mis días si es necesario.
Te amo Burbuja.
Su querido esposo, Cody.

Burbuja no retenía ya sus lágrimas. La tristeza la había inundado completamente. Al leer las palabras de amor de su esposo, no pudo evitar sentirse culpable. La traición que había cometido estaba afectando de a poco su mente. Sin embrago su culpabilidad no evitaba que sintiera amor por el príncipe que le había robado el respirar.

•••

Bellota se tiró al suelo una vez que sus energías desaparecieron por el entrenamiento con Butch, el segundo príncipe de Lyendor. Apoyó una de sus manos en su frente. El sudor corría por ella como si siguiera un camino.

—No me diga que está cansada. —se burló Butch con los brazos cruzados, mirándola con ciertos aires de grandeza. Bellota al instante se sentó, tratando de fingir su agotamiento.

—C-claro que no... Estoy perfectamente bien. —declaró. —Es más puedo seguir una ronda más. ¡Vamos! —dijo levantándose y poniéndose en posición para atacar. Butch tomó uno de sus puños.

—No hay forma de que sigamos. Debe descansar. Descansar también es parte del entrenamiento.

—Suenas a mi padre hablando así. —soltó de repente Bellota bajando su guardia. Butch inevitablemente pensó en el suyo. Su rostro seguro se transformó a uno de preocupación. El asunto con su padre aún seguía en su mente a pesar de haber practicado con Bellota.

—Se nota que lo conoces bien... yo siento algunas veces que ni siquiera soy su hijo... que no soy parte de la familia. —murmuró fijando su mirada perdida al césped húmedo.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Bellota sin entender a dónde quería llegar Butch. El príncipe suspiró una vez supo que no había vuelta atrás.

—Soy un hijo bastardo, Bellota. —dijo con un rostro serio, frunciendo las cejas. —Me lo confesó mi padre hoy. Apenas me lo dijo escapé sin dudarlo. —admitió sin vergüenza alguna. —La familia de la que creía que era parte, es una farsa. —lentamente sus piernas le fueron fallando, cayendo inevitablemente al suelo. —Mi vida es solo una gran mentira.

Bellota, sorprendida y agobiada, vio con pena a su ahora entrenador. Sin dudar, se acercó a él apoyando uno de sus brazos alrededor de los hombros de Butch.

—Butch... tu vida no es una farsa. Sólo no conoces... tu ascendencia. —dijo con cautela, tratando de no herir a Butch.

—¡Me han mentido en la puta cara durante toda mi vida! —gritó de frustración. Bellota por un momento se asustó, realmente ella no había sufrido la ira del príncipe alguna vez. Intentando de que sus manos no temblasen más, se enfrentó a él obligándolo a que la mirase.

—No permitas que esas mentiras determinen quién eres, Butch.

—¡Ya lo han hecho joder!

—¡Entonces recreate! —le gritó esta vez Bellota. —Esta es tu señal para ser tú y no el príncipe malhumorado que quiere arruinarle el día a los demás. —el príncipe miró hacia los ojos de la jovencita. Había determinación en ellos. —Para ello debes terminar de cerrar esas mentiras sabiendo la verdad. —los nervios volvieron al cuerpo de Bellota cuando vio el ceño fruncido de Butch.

—¿En serio cree que soy el príncipe malhumorado que quiere arruinarle el día a los demás? —dijo con una pequeña sonrisa de lado.

—No soy la única, hay rumores así por todo el continente. —soltó ella con una sonrisa. —Pero tengo esperanzas de que pronto serán historia, claro que eso depende de ti. —Butch suspiró una vez más. Realmente su padre era la última persona con la que quería hablar, pero Bellota tenía razón; la única forma de resolver todo eso era sabiendo la verdad.

—Gracias, Bellota. —murmuró con pena al no estar acostumbrado a hacerlo.

—Hasta que por fin me tuteas. —le sonrió Bellota, quien fue la primera en ponerse de pie. —Vamos, es hora de que vayas con su majestad y termines con todo esto. —después de unos segundos, Butch también se puso de pie.

—Bellota, ¿no te molesta que sea un... bastardo? —preguntó asustado por su respuesta. Al instante recibió un golpe en la cabeza.

—No, no me molesta. —lo miró de reojo. —Ramiro no le molestaría, y a mí tampoco. —fue directamente hacia la yegua de Butch. —Pero vamos, que a mí no me tienes que hacer preguntas.

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Tengo tantas ideas para esta historia pero nunca actualizo.
Perdón por ser así :(.

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