Capítulo 01
NOTA SÚPER MEGA IMPORTANTE:
⚠️Hay contenido que puede ser delicado para otros: violencia, abusos, trastornos psicológicos, suicidio, asesinatos, relaciones y comportamientos tóxicos. Recuerda lo importante que es la salud mental, busca ayuda profesional si la necesitas⚠️
La historia cuenta con varias narradoras. Hay partes en pasado y otras en presente. Al principio se muestra el tiempo y quién narra.
Puede ser que algunas cosas no se entiendan por completo al principio, ES NORMAL, NO ENTREN EN PÁNICO, se van a aclarar conforme avanzan los capítulos.
Cuestiones legales, etc, me las invento porque me vale pepino.
También me inventé la ciudad en la que viven :)
Si la historia te gusta por favor comenta, dale estrellitas, compártela y recomiéndala para que llegue a más lectores. Ver que les gusta lo que hago me motiva a continuar :D
* * *
PRESENTE
ZOEY
Me obligo a fingir una sonrisa para que nadie se percate de lo doloroso que es perder.
A esto se reduce mi vida la mayoría de las veces, si lo que quiero es estar sobre los demás tengo que elegir una máscara distinta como si buscara el bolso Chanel indicado que combine con mi atuendo. ¿Cuál combinará ahora que deseo que todos desaparezcan y volver a la seguridad de mi cama en donde nadie me juzga?
La amargura en mi boca me hace apretar los dientes.
Algunas miradas se centran en mi rostro, listas para presenciar si flaqueo y así poder regocijarse de mi molestia y dolor. Son pequeñas alimañas queriendo chuparme la sangre. Por el rabillo del ojo veo que unos cuantos alzan las manos sosteniendo sus celulares con los flashes encendidos, grabando el momento en el que la llaman al escenario y tengo que aplaudir como si estuviera feliz.
Malditos hipócritas, malditos carroñeros.
—Solo son buitres, Zo, no les hagas caso —susurra Fio.
Clavo las uñas en mis palmas, esas por las que pagué una fortuna porque son especiales para la ocasión, pues combinan con mi vestido rojo escarlata. El ardor alivia de alguna manera la sensación de rencor que crece dentro de mi pecho. No me siento mejor, de ninguna manera, pero al menos sigo de pie.
Intento sonreírle a Fiorela, quien amablemente rodea mi brazo con el suyo, como para darme ánimos o evitar que me vaya corriendo, todas sabemos que escapar no es una opción, si lo hiciera sería el hazmerreír, y luego Chantelle soltaría un montón de mierda que me hará desear cosas malas.
—Piensa en ellos como mosquitos desesperados por acercarse a tu luz, nena —suelta Siannia, quien aprieta mi mano y no me suelta.
Siannia y yo hemos sido amigas desde siempre, ella es un ser libre, rebelde e impetuoso, la más ruidosa que conozco, tal vez por eso ama ir a las protestas con pancartas. La conocí en la escuela luego de que sus padres la adoptaran, ella llegó a mi salón, no teníamos amigas, ambas andábamos solas en los recesos, con el tiempo terminamos hablando, sobre todo después de que me defendiera de unas abusivas que querían cortar mi cabello. Ella llegó, me defendió y fue como si jurara protegernos porque nos hicimos inseparables.
Está siempre para mí, nunca me ha dejado sola. A veces creo que no le agradezco lo suficiente, pero no soy buena hablando sobre mis sentimientos.
Me da una sonrisa triste cuando nadie nos ve. Es la única que entiende cuánto significaba esto para mí, lo mucho que lo quería.
Me esforcé todo el año para conseguir esa corona. Es todo lo que siempre quise, la he esperado durante mucho tiempo. Para muchos seguramente se trata de algo vacío y superficial, pero no para mí. ¿Cómo podría? Antes de que mamá muriera las dos pasábamos mucho tiempo viendo viejas fotografías de sus años escolares, aquellos en los que Beatrice Barreto reinaba en los pasillos de la escuela St. Thomas, era la abeja reina, la que sacudía el cabello y un montón de personas se detenía para admirarla. Soñaba con que tendría esa corona en mis manos, tal y como mi madre la obtuvo alguna vez, porque era nuestra promesa.
La extraño tanto, cada día me despierto pensando qué habría hecho ella en mi lugar, ya que es una forma de estar cerca de ella, de recordarla, pues temo haberla imaginado. Ahora no puedo cumplir su sueño por culpa de Chantelle Faber. ¡Qué raro que se trate de ella! Siempre Chantelle. Tiene que hacer lo que desea cómo y cuándo quiere, tiene que salirse con la suya, aunque en el camino arrolle a un montón de inocentes.
Cuando las dos quedamos nominadas por poco me echo a llorar, frente a ella no soy nadie en este colegio, pero aseguró que no le interesaba y que rechazaría el puesto en caso de que fuera la ganadora. Al final hizo lo que mejor sabe hacer: ser una egoísta de mierda a la que le gusta lastimar a otros para sentirse mejor, le gusta pisotear con sus malditos tacones, y si pudiera estoy segura de que tendría collares de diamantes para ahorcarnos.
Mi mano vuela al collar alojado en mi cuello, ese que nunca me quito, ninguna de nosotras. Hace unos años Chantelle nos regaló collares idénticos, una cadena de plata en la que descansa un delicado diamante como una forma de demostrar su amistad, según sus propias palabras. En este momento no puedo evitar pensar que solo somos un accesorio más que debe combinar con ella, eso o nos puso cadenas para ser sus mascotas.
La reina sube las escaleras para llegar al escenario, un círculo de luz sigue todos sus movimientos y la hace ver inalcanzable. Se ve fantástica en ese vestido azul marino que parece un cielo nocturno lleno de estrellas, perfectamente amoldado a su figura curvilínea. Es casi angelical, sé que logra engañar a muchos con esa sonrisa de mojigata con la que intenta esconder su verdadera naturaleza.
Solo podría describir a Chantelle de una manera, es la reina del hielo, un corazón de roca está dentro de su pecho y no teme tomarlo para arrojártelo y matarte a golpes.
¿Por qué la soporto? Es muy fácil, ¿por qué habría de hacerlo? No es muy difícil llegar a la conclusión, ¡vamos! Sabe cosas de mí, sabe cosas de todas. El tipo de secretos que jamás debimos contarle, el tipo que te arrastra al infierno, y ella es la reina de las llamas y el dolor, la señorita espinas, un demonio con aspecto de cordero.
Sin embargo, algo dentro de mí me impide odiarla, tal vez por las gotas de humanidad que a veces distingo en su mirada, las necesarias para gritar que puede sentir lo mucho que duele. Y porque me aceptó cuando nadie lo hizo de la manera correcta, no importa lo que le cuentes, no te juzgará, eso en ocasiones es más necesario que contar con alguien que te deje llorar en su hombro.
Chantelle se detiene frente al micrófono y esboza una sonrisa de satisfacción que por poco me hace perderlo, pues estoy a punto de darle la espalda para marcharme. Pero hay que tener cuidado por si intenta clavarte un cuchillo.
Junto a Chantelle aparece su novio, Timothy Bradford, quien es coronado como rey. La pareja perfecta reina en los lugares correctos, en los pasillos de nuestra escuela. Desvío la vista para no presenciar cómo se besan porque la pesadez en mi pecho ya es demasiada, no podré aguantar más.
Eso también me lo quitó, me arrebató el amor y se lo tragó.
—Gracias por votar por mí, St. Thomas —dice frente al micrófono. Pestañea y creo que en ese segundo todos olvidan las atrocidades que ha hecho porque suele causar ese efecto—. No puedo recibir este premio sin las personas que han estado conmigo siempre... ¿Chicas? Suban conmigo.
Pronto somos cegadas por la misma luz que antes la iluminaba. Fiorela y Adria me dan una mirada de interrogación como si yo tuviera las respuestas a todas las preguntas, no podrían estar más equivocadas.
El director no dice nada, a pesar de que el protocolo no incluye un discurso por parte de la ganadora ni que otras suban por invitación suya al escenario.
—No tenemos que ir, Zoey —susurra Siannia a mi lado.
Pero ya estoy caminando hacia ella antes de que pueda arrepentirme, no estoy dispuesta a soportar otra de sus humillaciones.
Con la cabeza en alto subo las escaleras, sintiendo que el resto sube detrás de mí.
Adria es la primera en abrazarla, ella ríe y yo vuelvo a clavar las uñas en mis manos. No me sorprende, Adria Olmos es la persona más hipócrita y mentirosa que podrías encontrar. Una chica que finge con su familia ser alguien que no es para luego transformarse en lo opuesto, en alguien que no está dispuesta a seguir reglas. No obstante, nunca puede mantener su papel, basta con una mirada de su padre y director del colegio.
Fiorela sigue, tampoco me asombra que se vea feliz al felicitarla, esta vez no puedo culparla ni enojarme con ella, probablemente es la chica más dulce y noble que he conocido y sé que se alegra porque siempre piensa lo mejor de las personas, no espera que la maldad sea una de sus motivaciones.
Doy un paso hacia Chantelle, me reflejo en sus ojos grises azulados, su cabello castaño está acomodado en ondas de esa forma que tanto le gusta.
—¿No me vas a felicitar, Zoey? —pregunta ella mirándome con una sonrisa de lado que me sabe a descaro, a burla.
—No seas una perra —le dice Siannia entre dientes en voz baja. No sé si Chantelle la escucha, pero no dice nada, está demasiado entretenida observándome.
El abrazo que le doy pretende ser rápido, no lo permite. Sus brazos me rodean con fuerza asfixiante.
—Quita esa cara, cielo, todos en este lugar pueden oler que eres una mala perdedora —susurra.
Me echo hacia atrás para mirarla porque no puedo creerlo, aunque no me sorprende, ya debería estar acostumbrada. Siento que mis dedos pican, al igual que mi nariz, señal de que voy a llorar o a gritar. Chantelle gira los ojos, exasperada.
»Era una broma, tontita, ¿dónde dejaste tu sentido del humor?
No se molesta en esperar que Siannia se acerque porque sabemos que no está dispuesta a aceptar el gesto. A veces me gustaría ser más como ella, pero no, a mí me enseñaron que no puedo estar involucrada en escándalos para que el apellido no sufra consecuencias, enfrentar a una Faber no solo encendería la sed de venganza, seguramente encontraría la forma de arruinarnos para que nuestra cara salga en los medios de comunicación.
«Calladita te ves más bonita», dijo eso una vez, después se carcajeó como si no estuviera hablando en serio cuando todos sabemos que es capaz de todo.
Bajar del escenario entre aplausos y flashes me rompe el corazón. Esta debería ser yo, mi momento. Ahora no podrá serlo.
No me detengo cuando las chicas se agrupan en medio de la pista, tampoco cuando Siannia y Chantelle me llaman. Voy directo a la salida del auditorio para alejarme de toda esta gente, del ruido, y poder tomar aire.
El pasillo desierto y oscuro me saluda, no disminuyo los pasos hasta que estoy en el baño. Lavo mis manos, llevo los dedos fríos por el agua al lugar donde se esconden mis ojeras para aliviar la ligera molestia. Ayer no pude dormir bien, supongo que por darle vueltas a este asunto, imaginando cómo sería y si podría aguantar delante de los demás que no estoy harta de esta situación.
Cuando estás con Chantelle Faber te respetan, a pesar del odio que sienten hacia a su familia, deben guardar silencio y aceptar toda la mierda porque sus padres y abuela son dueños de media ciudad y tienen compradas a las personas indicadas, a quien menos te lo esperas. Si te pones en su contra vas a perder.
Sé que lo de la corona fue una especie de castigo, de advertencia para decirme que si me salgo del rebaño no hay vuelta atrás y seré como el resto, se sentirá con la autoridad para aprovechar oportunidades y acabar conmigo y mi familia. No bromeo, he visto durante muchos años cómo son las tácticas de los Faber, cómo se encargan de arruinar vidas hasta que los aplastan, los convierten en sus mascotas o los desaparecen.
Tengo miedo, así que mejor finjo como el resto, es supervivencia.
Me miro en el espejo, acomodo mis ondas rubias y retoco mi maquillaje, a pesar de que está intacto y no necesita atención, como si arreglando los fallos de esta noche pudiera hacerla mejorar.
Un estruendo me hace saltar, la puerta se abre, espero a que entre Siannia o cualquiera de las chicas, en cambio, quien cruza el umbral es alguien que hace que mi corazón se acelere.
Timothy Bradford asegura la puerta y se acerca dando pasos largos hasta que está frente a mí.
—Quería ver cómo estabas —explica.
—¿Cómo crees que estoy? Esto es una mierda.
Como si supiera que estoy a punto de rendirme, se aproxima y me envuelve con esos brazos fuertes, me refugia en su pecho. Cierro los párpados y respiro hondo para llenarme de su aroma varonil, me hace sentir mejor, de alguna manera logra calmar los disturbios que crecen y se desatan en mi interior.
Conocí a Timothy cuando entramos a la preparatoria, él era el sueño de la mayoría. Un tipo alto, lleno de músculos en los sitios correctos, con una sonrisa de muerte capaz de arrastrarte al paraíso, pues su rostro es como el de un ángel. Cualquiera pensaría que es un ser de luz porque su mirada clara y azul tiende a iluminar los lugares en los que entra, pero dentro de él hay más, hay oscuridad y eso solo lo hace más perfecto porque dentro de mí también está.
Fue inevitable acercarme a él, él también se acercó a mí. Recuerdo nuestra primera cita, las inocentes caricias que dejó en mis manos, al mismo tiempo era osado, pues se atrevió a envolver mi cintura, se mordió el labio antes de besarme. Sentí que flotaba, en ese momento pensé que era lo único bueno que me había pasado desde la muerte de mamá.
Pero Chantelle Faber tenía otros planes.
—Respira hondo, todo va a estar bien, te lo prometo —murmura cerca de mi oído haciendo que la brisa de su aliento me caliente y me haga estremecer.
Me alejo para mirarlo y lo consigue, me tranquiliza perderme en su mirada celeste, solo faltan las nubes para crear un paisaje en el cual podría vivir eternamente.
Timothy se acerca mirándome desde debajo de sus pestañas rubias, nunca puedo detenerlo cuando lo hace, a pesar de que sé que es lo correcto y de que solo me lastimo al permitir que esto continúe.
Sus labios capturan los míos y los deshacen en un beso que no pretende seducirme porque sabe que me tiene en sus manos, busca apaciguar lo que hiere. Consume mi boca y quema mis sentidos, pronto me olvido de qué estoy haciendo, de que me encuentro en los baños del colegio escondiéndome de mis amigas y de que Chantelle tenía razón, soy una perdedora que besa a su novio a escondidas.
Su lengua acaricia la mía, se mueven con lentitud y una macabra agonía que disfruta haciéndome temblar. Timothy toma mi nuca y la echa hacia atrás para profundizar el beso. El gemido que me roba no debería ser legal. Termino encendida, sensación que aumenta cuando sus manos bajan por mi columna, llegan a mi trasero y me empujan hacia él apretándolo.
Camino hacia atrás siendo empujada por él. No puedo escuchar que cierra la puerta metálica de uno de los cubículos porque estoy demasiado aturdida por los latidos acelerados de mi corazón.
Tim deja de atender mi boca para atacar mi cuello, lame, muerde y succiona. Yo tiemblo y suspiro, enredando los dedos en su cabello. Dejo que levante mi vestido. Por un momento estoy fría, ya que ha dejado de tocarme, luego tengo que recargarme por completo en la pared del baño para no caerme.
Al mirar hacia abajo veo el bulto de tela roja, a Timothy debajo del amplio vuelo de mi vestido. La escena sería divertida si no estuviera tan ansiosa por sentirlo, él iguala el anhelo, pues se deshace de mis bragas con movimientos torpes. Un segundo después su boca atiende ese lugar húmedo, desesperado por su toque, por la calidez de su lengua que se encarga de torturarme siguiendo una cadencia que me roba gimoteos y suspiros. Tengo que morderme la lengua para no gemir su nombre en voz alta.
Siento que me derrito, que me convierto en agua porque es dulce conmigo. Mis caderas se mueven, cierro los párpados y de dejo llevar por Timothy Bradford.
Un día llegué al colegio y ellos estaban ahí, besándose delante de todos. No puedo explicar lo que sentí, solo recuerdo que casi me caigo cuando me encerré en este mismo baño. No dejé de llorar hasta que entró Siannia y me llevó a casa alegando que estaba enferma. No podía entenderlo si solo unos días antes habíamos tenido una cita.
Chantelle nunca habló del tema, jamás dijo nada.
Lo mío con Timothy empezó meses después de que inició su noviazgo, aunque las miradas, los roces secretos y las chispas electrizantes nunca desaparecieron, ese fue un gran consuelo para mí, que él siguiera pendiente y buscándome me dio alivio.
Los encuentros comenzaron un verano en el que fuimos de vacaciones, tal como cada año, solo que esta vez Chantelle decidió que Tim nos acompañaría. Como tantas veces ella acabó perdida en el alcohol pasándosela en grande en los bares cercanos a la playa. Estuve con él toda la noche, mientras ella bailaba con otro en la pista.
Más tarde, cuando todas dormían, sentí que se acostó en mi colchón, se acercó a mi oído y susurró: «no puedo dormir, no puedo dejar de pensar en tus labios». Entonces me besó.
Lo mismo pasó durante el resto del verano, él me hizo visitas nocturnas que estuvieron llenas de besos, avanzamos a las caricias y culminamos con nuestros cuerpos entregándose al deseo.
Sé que no está bien y que esto probablemente me hace igual a ella, yo nunca dije que no lo fuera, pero no voy a mentir diciendo que me desagrada tenerlo entre mis piernas mimándome como si fuera su caramelo favorito.
Tal vez Chantelle me arrebató lo que pudimos haber sido, pero yo también le robé y eso me hace sentir poderosa.
Soy una Barreto, en silencio y con sigilo terminaré consiguiendo lo que quiero. Quería a Timothy y lo conseguí, así como conseguiré esa corona.
La mansión de los Faber parece un castillo, ha sido heredada de generación en generación. Según los padres de Chantelle, sus antecesores pertenecieron a la realeza. Hace muchos años Thornlive era liderado por reyes y reinas.
Los Faber tienen sangre real, de ahí viene todo su poder, también influye que la abuela sea una diva del cine antiguo y sus padres dos de los actores más cotizados.
Ellos viven un sueño, una novela.
Eso siento cada vez que entro a esta casa, nos vemos rodeadas por lujos. Tengo dinero, una gran suma en el banco, pero nada se compara a los excesos de esta familia. Tienen candelabros bañados en oro, con eso digo todo.
La música llega desde el exterior. Chantelle decidió hacer una fiesta para celebrar la coronación. En los jardines todos festejan, mientras yo los observo desde el gran ventanal de la sala con una copa de Moët & Chandon.
Le doy un trago largo dejando que el champán me nuble la cabeza. He tomado demasiado, ya perdí la cuenta, pero es lo que necesito.
Las chicas entran riendo, viéndose agitadas. Adria se sienta en el descansabrazos, Siannia se desparrama en el sofá y comienza a quitarse los tacones, Fiorela va perdida en el celular y se sienta con las piernas cruzadas, Chantelle se queda de pie mirándome con la barbilla alzada y las palmas apoyadas en el respaldo. Siempre he pensado que la manera en la que te sientas habla mucho de ti. En este caso claramente puedo ver que a Adria le gusta romper las reglas, a Siannia le importa una mierda lo que piensen de ella, Fiorela es tan delicada como una flor y Chantelle es la que manda, pues toda su expresión grita «obedéceme, perra, yo soy la que te dice cómo y cuándo no seguir las órdenes».
Se mira sus perfectas uñas afiladas de color rosa neón y sonríe de lado.
—¿Ya están listas? —dice sin ser específica, pero todas sabemos a qué se refiere.
—No, no voy a jugar —respondo, aunque no me escucho convencida, nunca puedo enfrentarla y estar de pie frente a ella lo hace más complicado.
—No te estoy preguntando, cariño, es nuestro legado, nosotras nos encargamos de poner al resto en su lugar.
Me cruzo de brazos.
—¿Y cuál es su lugar?
Chasquea la lengua, señal de que está fastidiada, pero nunca pierde la elegancia ni el porte.
Chantelle es dos años mayor que Adria, Fiorela y yo, va en nuestro grado porque pasó dos años en el extranjero aprendiendo idiomas y viajando por el mundo. Siannia, por otro lado, perdió esos años es casas de acogida que no hicieron nada por su educación, demoró en regularizarse una vez que sus padres la adoptaron.
—No has aprendido nada en todo este tiempo, Zoey, los depredadores vamos arriba y que los de abajo se escondan. Existe una cadena que no debe ser alterada si lo que quieres es sobrevivir, en esta ciudad si no comes te comen, estás en lo más alto gracias a mí, que no se te olvide. Si caes, si te vas al fango y te revuelcas con los cerdos acabarás en el matadero, nadie va a ayudarte porque quieren hundirte. La gente está desesperada por destrozarte, no dudarán en tragarte en cuanto caigas, te aplastarán y serán tan crueles que querrás morir. Cuando estés en el suelo me recordarás, Zo, entonces entenderás por qué hay que recordarles su lugar.
Aplano los labios para evitar maldecir, pues la pasión en sus ojos solo me recuerda al año pasado que casi nos vuela la cabeza a todas. Está loca.
Todos los años desde segundo año de secundaria Chantelle organiza juegos para las de nuevo ingreso. Al principio era divertido, retos estúpidos que nos hacían reír, que grabábamos y subíamos a internet. Pero ahora es distinto, en preparatoria todo se fue al carajo.
El juego es simple, hay un mapa del tesoro para que encuentres los labiales, haz lo que te piden las instrucciones y guarda silencio.
Suena sencillo hasta que te piden hacer alguna mierda que te supera y acabas colgada en las escaleras de la escuela.
No entendía por qué todas las chicas hacían lo que ella decía hasta que lo comprendí, ellas también estaban aterrorizadas.
Suelto un suspiro de cansancio y dirijo mi vista al ventanal para mirar la fiesta, al menos se están divirtiendo o eso creo, no puedo estar segura, pues sé que si salgo voy a encontrar a muchas personas fumando hierba y bebiendo para escapar de sus propios demonios. No son muy inteligentes si para olvidar vienen a la casa de las sombras.
Más tarde, las cinco salimos a los jardines para unirnos a la fiesta. Ya estoy más borracha, pero todavía puedo estar de pie y bailar siguiendo el ritmo de una canción electrónica. A mi alrededor están ellas.
Siannia bambolea sus caderas, un chico está detrás de ella siguiendo sus movimientos. Fascinado, toca la piel oscura con la punta de su nariz y le susurra algo que la hace sonreír y asentir antes de largarse con él a alguna parte.
Adria es muy hermosa, siempre he pensado que sus facciones se parecen mucho a las de los cuadros religiosos donde las mujeres son delicadas, rayando la perfección, eso lo esconde usando ropa con la que no enseña piel y cubre las curvas que sé que existen porque la he visto en traje de baño. No es la mejor bailando, se mueve con torpeza, pero sigue aquí, algo extraño si me lo preguntan, pues siempre es la primera en marcharse. Sus padres son las personas más estrictas y católicas que he conocido, así que ella se convierte en Cenicienta a las doce para no motivar la furia de su padre, el director Olmos. No creo que él sepa diferenciar entre su familia y la escuela, las reglas absurdas que debe seguir Adria a veces me hacen arder de la rabia.
Fiorela me hace sonreír cuando me guiña el ojo y canta la canción. Es la persona más bondadosa, gracias al destino está nosotras porque es una manera de equilibrar la balanza y llevarnos al camino del bien. Delgada y alta, una cascada de cabello chocolate va de un lado al otro siguiendo la música. Verla feliz me hace sentir bien porque se lo merece, lo único malo en su vida es que estamos en ella.
Luego está Chantelle... Se ve sensual y no tiene que hacer nada para lograrlo. Ella se percata de que la estoy mirando y me regala una sonrisa distinta, una que me hace fruncir el ceño porque solo la he visto cuando recuerda a sus padres, es triste, llena de nostalgia y hace que algo dentro de mí duela.
Es mi amiga y, a pesar de todo, no quiero que le pase nada. Hace mucho que no tenemos una conversación normal en la que podamos desahogar nuestras frustraciones como cuando nos contó que sus padres la odiaban y la abandonaban durante largos periodos de tiempo.
Quiero preguntarle si se encuentra bien, pero no puedo hacerlo porque se gira y se va a la casa.
Bailamos varias canciones hasta que el alcohol me hace torpe y temo caerme y quebrarme la cabeza, por lo que me dirijo a la mansión. La oscuridad del interior me recibe, no tengo que encender la luz para encontrar el camino hacia el sofá, me dejo caer y caigo dormida.
Alguien me arrebata el sueño con agresividad, no puedo evitar quejarme e intentar darme la vuelta, pero una mano me jala el brazo y me lo impide. Reconozco la voz de Siannia gritando, agitada, que tengo que despertar.
—¡No sé qué está pasando, Zoey! ¡Despierta ya y ven conmigo!
El grito de Adria en la lejanía me provoca escalofríos y hace que salga del aturdimiento. Me pongo de pie de un salto, aunque me cuesta encontrar el equilibrio.
Mientras vamos hacia las escaleras para subir a la segunda planta, mi cabeza da vueltas, no logro concentrarme ni me esfuerzo en entender qué es lo que dice Adria. Solo veo que Dora baja a toda velocidad con las lágrimas saliendo a borbotones.
Vamos por el pasillo en penumbras hacia la única habitación encendida.
Lo primero que veo es a Fiorela llorando y a Adria con la cara blanca y los párpados llenos de pánico, la primera señala algo en el suelo.
Siannia jadea, yo miro hacia abajo.
El alcohol sale de mi cuerpo en un segundo, como si no hubiera tomado ni una gota, pero las náuseas siguen ahí, mi estómago se revuelve, tengo que trotar hacia el baño. Vomito. Al limpiar mi boca me pregunto si lo que vi fue mi imaginación, si sigo en un sueño retorcido muy parecido a una pesadilla.
Pero al volver ella sigue ahí.
Chantelle está en el suelo con los ojos semi cerrados y la boca abierta, hay sangre saliendo de sus muñecas, mucha sangre por todas partes, en la alfombra, en el piso.
—Está muerta —dice Fiorela con su voz cargada de horror.
* * *
AY, pues emocionada estoy, vamos a ver qué tal nos va. Espero que les guste un montón, ya me contarán qué les parece.
En los próximos capítulos subiré los edits y cositas que hagan de la historia (dando créditos, obviamente). Si lo hacen en instagram etiquétenme porque puedo perderlos si solo me mencionan. También pueden subirlos al grupo de lectores en facebook (Lectores de Zelá).
En instagram subiré la lista de reproducción que me inspira en esta historia, así que no se pierdan de nada, en twitter muchos spoilers :D
Gracias por estar aquí <3
https://youtu.be/Y4T1cj4zpTg
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro